En un mundo donde la cultura y el trabajo se entrelazan, Sofía Gómez, una joven y talentosa diseñadora gráfica colombiana, se aventura en la vibrante ciudad de Seúl, Corea del Sur, en busca de nuevos desafíos. Al unirse a una prestigiosa empresa de diseño, se encuentra con Ji-Hoon, el enigmático y atractivo presidente, cuya exigencia y misterio la intrigan.
Mientras Sofía se adapta a su nuevo entorno y se esfuerza por demostrar su valía en el competitivo mundo del diseño, comienza a sentir una conexión inexplicable con Ji-Hoon. Sin embargo, su relación se ve complicada por las barreras culturales, la jerarquía laboral y los secretos del pasado.
A medida que Sofía navega por las complejidades de la oficina y la cultura coreana, debe enfrentar sus propias dudas y temores. ¿Podrá superar los obstáculos y encontrar su lugar en esta nueva realidad? ¿Y qué pasará cuando su corazón se encuentre atrapado en una red de sentimientos prohibidos?
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Capítulo 21: “Entre Miradas y Confusiones”
Después de su inesperado encuentro en Insadong y el cuidado que Ji-Hoon había mostrado por su bienestar, Sofía no lograba sacar de su mente esos momentos. Las imágenes del presidente, mostrándose atento y casi cálido mientras la ayudaba con su tobillo, se repetían en su mente. Le costaba procesar que el hombre serio y distante que conocía en la oficina también tenía un lado considerado. Pero, sobre todo, le era difícil negar que, de algún modo, su apariencia y su trato cercano despertaban algo en ella.
A medida que pasaban los días, Sofía se encontraba cada vez más atenta a cada detalle en la oficina. Cada vez que Ji-Hoon entraba a la sala de juntas o pasaba cerca de su escritorio, ella sentía una oleada de nerviosismo que le resultaba difícil de ocultar. Había algo en su presencia, en la forma en que su mirada la seguía de manera sutil, que la desconcertaba. Ji-Hoon parecía concentrado en sus labores como siempre, pero de vez en cuando, la observaba de una forma que Sofía no lograba interpretar.
Una mañana, mientras ella revisaba unos documentos, una notificación en su correo le hizo fruncir el ceño: una reunión improvisada en la oficina del presidente. Era raro que Ji-Hoon solicitara su presencia de manera tan directa, y el hecho de que solo la hubiera convocado a ella le provocaba una mezcla de anticipación y ansiedad.
Respiró hondo y se dirigió a su oficina, tratando de mantener la calma. Al entrar, se encontró con Ji-Hoon revisando unos papeles detrás de su escritorio. Al levantar la vista y verla, su expresión se suavizó apenas un poco, lo suficiente para que Sofía notara el cambio.
“Gracias por venir, Sofía. Quería hablar contigo sobre el proyecto de tu equipo y algunos ajustes que considero necesarios,” comenzó, con su tono formal y directo.
Ella asintió, tratando de centrarse en lo que él decía, pero sintiéndose extrañamente consciente de cada uno de sus gestos. Mientras él le explicaba ciertos puntos técnicos, Sofía no podía evitar fijarse en detalles como el movimiento de sus manos o la manera en que su voz sonaba más cercana en el ambiente tranquilo de la oficina.
En un momento, Ji-Hoon se detuvo al notar cómo Sofía intentaba disimular una ligera mueca de dolor al cambiar de posición. La herida en su tobillo aún no estaba completamente curada, y ella hacía lo posible por no llamar la atención sobre ello. Pero parecía que él no iba a ignorarlo tan fácilmente.
“¿Estás bien, Sofía?” preguntó con un leve ceño fruncido. Había algo en su voz que sonaba genuinamente preocupado.
Sofía dudó un momento, queriendo restarle importancia. “Sí, presidente, es solo… una pequeña molestia en el tobillo. No es nada grave, realmente,” respondió, intentando sonreír para ocultar su incomodidad.
Sin embargo, Ji-Hoon no parecía del todo convencido. La miró fijamente, como si intentara leer algo más allá de sus palabras. Sofía sintió el calor en su rostro bajo esa mirada intensa, y no supo cómo reaccionar cuando él se acercó un poco, como si quisiera asegurarse de que estuviera bien.
“Si el dolor persiste, asegúrate de informarme. No quiero que te esfuerces más de lo necesario,” dijo finalmente, su voz más suave de lo habitual.
Sofía asintió, sintiéndose un tanto abrumada por la cercanía y la atención de Ji-Hoon. Había algo en su expresión que la hacía sentir expuesta, como si él pudiera ver más allá de su fachada profesional. Y aunque quería apartar la vista, algo en ella la impulsaba a mantener el contacto visual.
“Gracias, presidente. Aprecio su preocupación,” dijo, tratando de sonar profesional, pero sintiendo cómo su voz traicionaba el nerviosismo que le provocaba estar tan cerca de él.
Ji-Hoon mantuvo su mirada sobre ella un segundo más de lo necesario, hasta que ambos parecieron darse cuenta de la intensidad del momento y retrocedieron al mismo tiempo. La tensión en el ambiente era evidente, y ambos parecían incómodos por lo que acababa de suceder.
Sofía intentó recuperar la compostura, recordándose a sí misma que debía mantener una distancia profesional. Sin embargo, cada vez le resultaba más difícil negar la atracción que sentía por él, especialmente cuando él mismo le lanzaba esas miradas que no lograba descifrar.
Cuando salió de la oficina, su mente estaba llena de preguntas y confusión. No entendía del todo por qué Ji-Hoon parecía preocuparse tanto por ella ni qué significaban esas miradas que le dedicaba de vez en cuando. Pero había algo en su interacción, algo no dicho pero innegable, que la hacía preguntarse si, tal vez, él también sentía esa conexión inexplicable.
Mientras regresaba a su escritorio, Sofía sabía que debía ser cautelosa. La relación con Ji-Hoon era complicada, llena de matices que desdibujaban la línea entre lo profesional y lo personal. Pero en el fondo, una parte de ella comenzaba a sentir que había algo en él que iba más allá de lo que alguna vez imaginó.
Continuará…