En "En las profundidades de este mar oscuro," la protagonista, una exitosa pianista y escritora, se despierta desorientada en una cama con un hombre mirándola con desprecio. Al intentar recordar cómo llegó allí, se desvela una cadena de eventos espantosos: huía de su prometido, Ian, quien planeaba asesinarla. Tras descubrir una conspiración entre Ian y su amante para sacrificarla, es apuñalada y apenas logra escapar del edificio donde sucedió el ataque. Durante su huida, llama a su madre para alertarla sobre la traición de Ian y pedirle que investigue. Finalmente, gravemente herida, es rescatada por paramédicos y se enfrenta a una enigmática figura de otro mundo, aceptando una nueva vida para proteger a sus seres queridos.
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Enfrentando la Realidad
Me encontraba sumergido en mis pensamientos mientras observaba cómo el día amanecía a través de la ventana. Nunca imaginé que mi día sería tan ajetreado. Solo quería relajarme antes de comenzar a poner la basura en su lugar, pero esta situación... realmente...
¡Es muy divertido! ¿Quién iba a imaginar que estas personas eran tan cómicas y absurdas? Era como estar en una de esas telenovelas que veía mi nana cuando era niño. La verdad es que estos sucesos, aunque ocurren en tan poco tiempo, me resultan muy interesantes. Tal vez no sea muy normal pensar así, porque al terminar en otro mundo donde las cosas funcionan de manera distinta, la reacción más común sería buscar la forma de salir y esconderme...
Pero yo no soy así. Estas personas hicieron sufrir al dueño original, y aunque no lo hayan hecho ahora, lo harán en el futuro. Debo hacerles saber su verdadero lugar. Jugaré mis mejores cartas.
“Señora, mire, ahí está mi auto todo rayado. ¿Qué es eso?... Oh, es mi Kitty bebé. ¡Esto es demasiado!”
Al llegar, descubrí que Ansel tenía una linda gatita, que extrañamente se parecía mucho a una que tuve de joven, llamada Clara, quien me dejó de una forma imprevista. Ver a esta gatita así me enfurecía. Sean sirvientes o dueños, iré por todos aquellos que me falten al respeto. Espero que estén preparados, porque los bajaré de su nube arrogante.
“No te sobresaltes, querido. Ya verás que esto es un malentendido y muy pronto tu suegra lo resolverá“, dijo Lady Ross, tratando de tranquilizarme y dándome palabras de apoyo.
Llegando a este punto del drama, me di cuenta de algo... ¡Demonios! ¿Estoy embarazado? Definitivamente, un rotundo NO. Ni siquiera es mi tipo. Santo cielo, ni siquiera puedo cuidarme a mí mismo... Ya pensaré en algo.
“Buenas tardes, Lady Ross”, saludaron muy hipócritamente, ignorando mi presencia. No me enfadaba por el simple hecho de que tarde o temprano, aquel que se atreviera a mirarme por debajo acabaría comiendo polvo.
La señora Ross hizo un gesto de disgusto. “¿No piensan saludar a su amo?” Ella realmente no estaba enojada, sino más bien furiosa.
“Madre, no te exaltes. Como ya lo había comentado, solo soy una basura que entra a una relación ajena”, dije mirando a la mayoría de los criados.
“¿Qué dices? ¿Quién te dijo algo parecido?”, preguntó ella, viendo a cada uno con desprecio.
“Escúchenme bien todos ustedes. Él es el único nuero que aceptaré, y no se le hará ninguna falta de respeto. Es el único que aceptaré en mi familia”, proclamó Lady Ross, haciendo una mirada amenazadora que hizo temblar a algunos sirvientes.
Todos estaban en silencio, hasta que una de las empleadas se atrevió a hablar. “Madam, ¿puedo preguntarle algo en mi humilde opinión?”, se acercó una sirvienta que casi no hablaba y obedecía cada orden de Leonora.
“Siempre y cuando respetes a tu amo... puedes tener la palabra”, mencionó Lady Ross, advirtiéndole con la mirada que hablara con especial cuidado.
“Bueno... ¿qué pasaría si el señor nos despide por faltarle al respeto a su libertinaje?”
“Eso es algo muy obvio. Si respetas a tu amo legítimo, no les pasará nada. Yo soy la que les paga su salario, y recuerden, al más mínimo descuido, varias cabezas rodarán”, respondió Lady Ross con confianza.
“Entonces… ¿podemos maltratar al amante?”, preguntó, intentando ocultar su sonrisa.
“Por supuesto, ya que es indigna de estar aquí.” En ese momento, sonó una campana, normalmente utilizada para atender a su amo en los cuartos de arriba. Después de un silencio, alguien habló.
“Es la amante”, mencionó una criada menor.
“Déjenla que siga sonando su llamado... Escúchenme bien, nadie va a asistir al llamado”, ordenó Lady Ross.
Esto apenas empezaba. Mientras tramaba algunas trampas para la persona que despreciaba a Ansel por su cuerpo “especial”, pensé que era hora de hacerle frente.
“Madre, creo que es hora de echarla de mi vista.” Lady Ross se alegró por mi iniciativa e instintivamente me dirigí a la terraza privada de mi cuarto. Realmente me emocionaba jugar el papel de víctima doble cara. Esto solo lo veía en las series, y sinceramente, no eran de mis villanos favoritos. Pero en este caso, me encanta meterme en este papel. ¿Quién iba a pensar que podría ser tan divertido?
“Espera, querido, yo subo contigo”, dijo Lady Ross, agarrándome del hombro.
Traté de oponerme, pero Lady Ross estaba segura de que solo intervendría cuando fuera necesario.
A casi llegar a la puerta de mi habitación, escuchamos a alguien molesta, gritando porque la estaban ignorando. Decía que ella era la señora de la casa...
Ya podía imaginar la expresión de Lady Ross. Prácticamente no quería verla ni en pintura. Empezando a decir ese tipo de cosas en un lugar que es prácticamente la propiedad de otra persona, es como cavar su propia tumba. Hay personas que de verdad no aprecian su vida ni su integridad. Por supuesto, eso era algo bueno para mí, y no pude evitar sonreír deliberadamente antes de abrir la puerta.
“¿Qué descaro es ese?”, alzó la voz Lady Ross.
“¿Quién anda ahí?”, preguntó bajando la voz, como si tuviera precaución. Mmm, al parecer, sabe cómo reconocer el peligro.
Abrí la puerta lentamente, dejando que el suspenso llenara el aire. Allí estaba ella, Leonora, con una expresión de incredulidad y furia en su rostro. La miré fijamente, permitiendo que una sonrisa sarcástica se formara en mis labios.
“Buenos días, Leonora. ¿Te molesta algo?”, pregunté con voz suave, pero llena de ironía.
“¿Cómo te atreves a hablarme así?”, gritó, claramente fuera de sí.
“¿Hablarte así? Solo estoy siguiendo el ejemplo de mi querido esposo”, respondí, mirando a Lady Ross con una expresión de complicidad.
Lady Ross se adelantó, su voz fría y autoritaria. “Leonora, en esta casa, Ansel es el único que tiene mi respeto y apoyo. Si no puedes entender eso, tal vez deberías reconsiderar tu lugar aquí.”
Leonora palideció, su furia transformándose en miedo. “Pero... pero yo...”
“Ya basta”, interrumpí, levantando una mano. “No quiero que esta discusión continúe. Si tienes algún problema, puedes irte. No tengo tiempo para lidiar con tus caprichos.”
Ella abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, Lady Ross habló de nuevo. “Y recuerda, Leonora, aquí tu palabra no vale nada. Ansel es el amo de esta casa, y cualquiera que no lo respete, no tiene lugar aquí.”
Leonora se quedó sin palabras, su mirada alternando entre Lady Ross y yo. Finalmente, bajó la cabeza y salió de la habitación, su orgullo evidentemente herido.
“Eso fue... impresionante”, dije, volviendo a mirar a Lady Ross.
“Solo hice lo que debía”, respondió ella con una sonrisa.
“Gracias, Madre. Realmente aprecio tu apoyo”, dije, sinceramente conmovido.
“Siempre estaré aquí para ti, Ansel. Ahora, ¿qué te parece si bajamos y disfrutamos de un buen desayuno? Creo que ambos lo necesitamos después de este espectáculo.”
Asentí, sintiéndome más seguro y fortalecido que nunca. Sabía que con Lady Ross de mi lado, podría enfrentar cualquier cosa que viniera. Juntos, pondríamos a todos en su lugar y restauraríamos la paz en nuestra casa. Pero antes, tenía una misión: descubrir todos los secretos ocultos en esta familia y asegurarme de que el verdadero Ansel obtuviera la justicia que merecía.
Bajamos juntos, listos para enfrentar el nuevo día con determinación y fuerza. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba dispuesto a afrontarlo con valentía y astucia. Este era solo el comienzo de una nueva era en la vida de Ansel Winston, y yo estaba decidido a escribir cada capítulo con mi propia mano.