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Más Allá Del Altar.

Más Allá Del Altar.

Status: En proceso
Genre:CEO / Malentendidos / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Reencuentro
Popularitas:15.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Luisa Arango

En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.

NovelToon tiene autorización de Luisa Arango para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La fiesta.

Maite

Me miro en el espejo. Llevo puesto un vestido largo y elegante de color verde que abraza mi figura con delicadeza. El escote en forma de corazón resalta la silueta de mi torso, mientras los finos tirantes añaden un toque de sutileza. Pero lo que más destaca es la abertura en la falda, que sube hasta el muslo, permitiéndome caminar con confianza y elegancia.

Doy un largo y profundo suspiro, intentando calmar el torbellino en mi pecho, y luego fuerzo una sonrisa frente al reflejo.

Esta noche voy a la fiesta de mi padre. Mi único objetivo: descubrir si en estos cuatro años el arrepentimiento ha tocado sus vidas.

Recojo mi bolso y salgo de casa. El taxi me espera abajo, su motor ronroneando en la quietud de la noche.

Al llegar a la casa de mis padres, no puedo evitar sentir un nudo en el estómago. Las memorias me asaltan: tardes de risas con mi abuela, cenas cálidas en familia... pero todo eso quedó atrás. Respiro profundamente, intento recomponerme y camino hacia la entrada, adornada con luces brillantes y llena de invitados que charlan y ríen mientras se dirigen al salón principal.

Dentro, tomo una copa de vino de un mesero que pasa junto a mí y me dirijo a una esquina discreta. Desde ahí, observo a Samanta entrar del brazo de su esposo, un hombre visiblemente mayor que ella. Su sonrisa parece genuina, pero yo sé mejor. Es una máscara bien ensayada.

De repente, la sala queda en silencio. El organizador de la fiesta toma el micrófono y anuncia:

—Demos una calurosa bienvenida al señor y la señora Villarreal, los anfitriones de esta noche.

Los aplausos llenan el salón mientras mis padres hacen su entrada triunfal. Algunas personas se acercan para saludarlos, pero yo me mantengo al margen, sosteniendo mi copa con fingida indiferencia.

Una voz rompe mi aislamiento.

—Maite, ¡cuánto tiempo sin verte! Estás más delgada que la última vez. —Una chica se acerca, acompañada de dos amigas que ríen a su lado.

Levanto la mirada, reconociendo a María, y le sonrío con frialdad.

—Sí, mucho tiempo... Pero qué raro, yo diría que estoy radiante, a diferencia de otras.

Mis palabras son como un látigo. La observo de arriba a abajo mientras tomo un sorbo de vino. Su rostro se enciende de rabia.

—¡Perra! —exclama, intentando darme una bofetada, pero la detengo a mitad de camino.

—Sería mejor que te calmes. No querrás causar un escándalo aquí, ¿verdad? —Le dedico una sonrisa helada antes de alejarme hacia mis padres.

Cuando los alcanzo, los miro sin permitir que ninguna emoción cruce mi rostro.

—Padres, feliz cumpleaños número cincuenta —digo con voz medida. Luego me dirijo a mi madre.

—Madre, ¿cómo has estado?

Ella me observa durante un momento, como si no pudiera creer que estoy frente a ella, y luego me abraza con fuerza.

—Hija, no sabes cuánto te he extrañado. He pasado estos cuatro años deseando verte de nuevo.

Un leve calor invade mi pecho. Por un instante, me siento vulnerable.

—Yo también te extrañé, madre —susurro mientras correspondo a su abrazo.

Pero el momento se rompe rápidamente. Un grupo de invitados se acerca a felicitar a mis padres, entre ellos Samanta y su esposo.

—Maite, hermana —dice Samanta con su tono venenoso—, te presento a mi esposo, Pier Romero... Oh, es cierto, este sería tu esposo, ¿no?

Sus palabras son una daga disfrazada de burla. Pier, sin embargo, me mira con una intensidad que me incomoda. Su mirada está cargada de algo que no puedo definir, pero que me llena de asco.

—Mucho gusto, cuñadita —dice extendiendo su mano.

Le doy un apretón frío, pero cuando intento soltarme, él aprieta más fuerte, su fuerza casi dolorosa. Finalmente logro liberarme, y sin más, me dirijo a mis padres.

—Estaré arriba en mi habitación —les informo. Ambos asienten, y yo me alejo hacia el segundo piso.

Desde una esquina del salón.

Cristopher observa todo en silencio.

—Señor, ¿por qué estamos aquí? —le pregunta su asistente, Marcelo.

Cristopher, un hombre poderoso conocido por evitar este tipo de eventos, no aparta la mirada del salón.

—No es de tu incumbencia —responde, su voz tan fría como su expresión.

Arriba en La habitación

Encuentro una foto de mi abuela y yo. La tomo en mis manos, sintiendo que mi corazón se rompe un poco más. Este es el recuerdo que más he extrañado en estos años.

Pero mi momento de calma se ve interrumpido cuando la puerta se abre de golpe.

Es Samanta.

—Hermanita, creo que estás en el lugar equivocado —dice con su característico desprecio.

—¿De qué hablas? —respondo sin ánimo de entrar en sus juegos.

Samanta sonríe, esa sonrisa helada que siempre precede sus palabras venenosas.

—Hablo de que deberías estar en la cama de ese viejo asqueroso, cumpliendo tu papel como la pu... que eres —escupe las palabras con malicia, disfrutando cada sílaba.

Cierro los ojos por un segundo, dejando que el veneno resbale sin llegar a mi corazón. Luego abro los ojos y, con la calma que sé que la enfurece, respondo:

—Ya te lo dije, y te lo repito: esa fue tu maldita decisión. Yo no tengo nada que ver con tu miseria.

Intento pasar junto a ella, pero su mano se cierra con fuerza alrededor de mi brazo, deteniéndome. Su toque me resulta tan repulsivo como sus palabras.

—¿Sabes por qué nuestros padres te han estado buscando todos estos años? —pregunta con un tono que apenas contiene su satisfacción.

Me quedo en silencio, esperando.

—No es porque te extrañen, hermanita. Es porque ya te tienen un esposo asignado.

Sus palabras me golpean como un puñal. Siento un nudo en la garganta y una rabia hirviente comenzar a formarse en mi interior. Pero no le doy el gusto de mostrarle debilidad.

—Diles que no me casaré con nadie que ellos me impongan —respondo con voz firme, acercándome a ella lo suficiente para que vea el fuego en mis ojos—. Esta será la última vez que me vean en este lugar.

Me zafó de su agarre y salgo de la habitación, sintiendo cómo mi pecho se llena de furia contenida. Bajo las escaleras con pasos firmes, pero a medida que me acerco al salón, un calor insoportable comienza a invadir mi cuerpo. Mi mente se nubla, y todo a mi alrededor se convierte en un eco distante.

Entonces la escucho nuevamente, como un presagio oscuro.

—Hermanita, aquí está... este es Manuel Ortiz, el hombre del que te hablé.

Levanto la mirada y lo veo. Manuel Ortiz es un hombre de unos cuarenta y seis años. Su rostro refleja arrogancia, y sus ojos están cargados de un deseo enfermizo. Es conocido en toda Seúl no solo por su riqueza, sino por su comportamiento depredador hacia las mujeres.

—Aléjense de mí —digo con voz quebrada, intentando que mi cuerpo obedezca, pero siento cómo mis fuerzas comienzan a desvanecerse. Mi visión se vuelve borrosa, y el vino que tomé antes ahora parece un veneno recorriendo mis venas.

Mientras lucho por mantenerme de pie, escucho las palabras que sellan mi desesperación.

—Ve por ella. Ya está lista para ti. Una vez la tengas esta noche, será tuya cada noche de tu vida...

El mundo a mi alrededor se apaga. Lo último que percibo es el frío del jardín bajo mis pies y un murmullo lejano que se mezcla con la oscuridad.

Desde una esquina del salón,

Cristopher sigue cada movimiento de los invitados con ojos calculadores. Su asistente, Marcelo, lo mira con nerviosismo, consciente de que algo grave está ocurriendo.

—Señor, creo que algo no está bien. Esas mujeres...

Pero Cristopher no necesita más explicaciones, ya se canso de la falsedad de las personas que lo rodean. Se levanta de su lugar, su figura imponente cortando el aire del salón como un cuchillo. Sin una palabra, se dirige hacia el jardín.

—Vigila a los Villarreal y sobre todo a ella.—ordena antes de desaparecer entre la multitud.

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Yencir Baez
Después de esta noche loca llego el día de la boda. Qué pasará………….
Yencir Baez
Ha logrado adaptarse a Londres y ahora reaparecen sus padres. Que se traerán ahora entre manos para que ella vuelva.
Yencir Baez
Estas personas no son dignos de llamarse PADRES🤬🤬🤬
Josefa Ochoa Ibarra
me encanta 💖
Omis Mendoza
maldita bruja
Omis Mendoza
maldita vieja ipocrita y la Luna una zorra detrás dé la buena vida
Xiomara Hernandez
Excelente
Lidia Isabel Barrios Amigo
Que pasa no hay más capitulos ??? está muy buena
Lidia Isabel Barrios Amigo
Me gusta , muy buena , muchas gracias
Ma Sandoval
Excelente
Omis Mendoza
que madres tan sinvergüenza les gusta la vida sabrosa a costillas del sufrimiento dé otros
Omis Mendoza
empieza bien vamos averiguar que más traman esas familias dé apariencia
Miriam Josefina Vander Spoeltel
Excelente
Silvia Lovera
Normal
Silvia Lovera
Muy malo
Monica Raquel Martin
ella no lo reconoce xq demasiado borracha
Monica Raquel Martin
recién emoece a keerla y ya me atrapo
Marixa Burgos
con esa mama y hermana para que tener enemigos
Jazmin Aguilera
perdon por mi mal entendimiento porque ella no lo reconoce si lo vió bien al día siguiente que se avistaron
luisa fernandez: Muchas gracias, querida lectora, por tu comentario.
Maite sí lo vio al día siguiente, pero solo por unos pocos segundos, ya que tenía prisa para tomar un vuelo a Londres. Con el paso del tiempo, ya no pudo recordar con claridad su rostro. Sin embargo, el sentimiento que vivió esa noche permanece intacto en su memoria.
total 1 replies
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