Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
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cap:24
La tensión era palpable mientras Samuel y Mariana trataban de descifrar las intenciones de Pablo. Esa noche, el peso de lo desconocido hizo que el silencio fuera más ensordecedor que cualquier palabra. Samuel caminaba de un lado a otro en el salón, sus pensamientos girando en círculos. Mariana, sentada en el sofá, mantenía las manos entrelazadas, tratando de procesar lo que había escuchado.
—No entiendo por qué ahora —dijo Samuel finalmente, deteniéndose frente a Mariana. Su mirada estaba llena de preocupación y una pizca de enojo. —Después de tantos años, ¿por qué querría él remover todo esto?
Mariana levantó la mirada hacia él.
—No lo sé, Samuel. Pero parecía sincero. Algo lo está atormentando.
Samuel frunció el ceño, cruzándose de brazos. Su mente no podía evitar pensar en todas las posibles motivaciones de Pablo. ¿Culpa? ¿Venganza? ¿O acaso era una manera de destruir lo que habían construido juntos?
Al día siguiente, Mariana decidió que era momento de enfrentar la verdad. Llamó a Pablo y acordaron encontrarse en un parque cercano, un lugar público donde pudiera sentirse segura. Aunque Samuel no estaba convencido, respetó la decisión de Mariana y decidió no acompañarla, aunque la idea lo carcomía por dentro.
Cuando Mariana llegó al parque, vio a Pablo sentado en una banca, con la mirada perdida en el horizonte. Parecía más envejecido, su semblante cansado, como si llevara años cargando un peso invisible. Cuando la vio acercarse, se levantó lentamente, con una sonrisa tenue que no alcanzaba a iluminar sus ojos.
—Gracias por venir —dijo Pablo, su voz baja y cargada de emoción.
—No sé por qué estoy aquí, Pablo —respondió Mariana, cruzándose de brazos. —Pero si tienes algo que decir, será mejor que lo hagas.
Pablo asintió, nervioso. Se pasó una mano por el cabello, claramente incómodo.
—Mariana, nunca pensé que tendría que decirte esto. Pero ya no puedo cargarlo más.
Mariana lo miraba fijamente, su paciencia comenzando a agotarse.
—Habla claro, Pablo.
Pablo respiró hondo antes de continuar.
—Hace años, cuando todo entre nosotros terminó, cometí un error. Fue una noche... cuando todo estaba en caos entre tú y Samuel. Yo pensé que él no te merecía, que yo podría...
Mariana frunció el ceño, adelantándose un paso.
—¿Qué hiciste, Pablo?
—Manipulé las cosas —confesó Pablo, bajando la mirada. —Le hice creer a Samuel que habías elegido quedarte conmigo, que tú nunca lo amaste de verdad. Fue una mentira que sembré porque no podía soportar verte con él.
El corazón de Mariana se detuvo un instante. Sus pensamientos volaron a los días de dolor, a las discusiones, a los malentendidos que casi los separaron para siempre.
—¿Estás diciendo que tú... tú provocaste todo eso? —su voz temblaba, una mezcla de rabia y shock.
Pablo levantó la mirada, sus ojos brillando con lágrimas.
—Sí. Y no hay un solo día que no me arrepienta. Pero ahora que veo lo que ustedes tienen, cómo han construido una vida juntos... tenía que decirte la verdad.
Mariana retrocedió un paso, sintiendo que el suelo bajo sus pies se tambaleaba. Todas las dudas, las peleas con Samuel, el dolor que sintieron... todo había sido provocado por Pablo y su egoísmo.
—No puedo creerlo —murmuró, su voz apenas un susurro. —¿Sabes cuánto sufrimos por tu culpa?
Pablo bajó la cabeza, incapaz de sostener su mirada.
—Lo sé. Y no espero tu perdón. Pero quería liberarte de esa mentira. Mereces saber la verdad.
Mariana lo miró por un largo momento, sus emociones luchando entre el enojo y la tristeza. Finalmente, se dio la vuelta, incapaz de seguir escuchando.
—Esto no lo cambia todo, Pablo. Pero al menos ahora entiendo quién eras realmente.
Cuando regresó a casa, Samuel estaba esperando ansiosamente. Mariana entró y lo miró fijamente, con los ojos llenos de lágrimas contenidas.
—¿Qué pasó? —preguntó él, preocupado.
Mariana se sentó junto a él, tomándolo de la mano.
—Pablo nos manipuló, Samuel. Todo lo que vivimos, todas las peleas, las dudas... fueron por sus mentiras.
Los ojos de Samuel se abrieron de par en par.
—¿Qué dices?
—Nos hizo creer cosas que no eran ciertas. Por su propio egoísmo, por no querer perderme —dijo Mariana, su voz temblando. —Todo este tiempo, creí que las dudas venían de nosotros. Pero no era así.
Samuel se quedó en silencio, procesando las palabras de Mariana. Su mente revivió aquellos días oscuros, las heridas que tardaron años en sanar. Ahora entendía la raíz de todo, y aunque eso no borraba el dolor, le daba una nueva perspectiva.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Samuel, finalmente.
Mariana lo miró, apretando su mano con fuerza.
—Seguimos adelante, como siempre. No dejaré que el pasado arruine lo que hemos construido.
Samuel asintió, sintiendo que, a pesar de todo, el amor que compartían era más fuerte que cualquier cosa. Mientras se abrazaban en silencio, ambos supieron que, aunque el pasado siempre tendría un lugar en sus vidas, el futuro era algo que solo ellos podían escribir. Juntos.