Mauricio Silva, un exitoso empresario de 38 años, se encontraba en una posición inesperada. Conocido en la alta sociedad por su inteligencia, carisma y atractivo, Mauricio había disfrutado de la vida de soltero por muchos años. Las cenas de gala, los eventos benéficos y las reuniones de negocios eran su hábitat natural. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando se convirtió en el tutor legal de Samanta Santos, la hija de su mejor amigo fallecido.Samanta, de 20 años, era todo un desafío. Conocida entre sus amigos y conocidos como el "demonio", no por maldad, sino por su espíritu indomable y travieso.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 3 : Confidencias Entre Amigas
Samanta se encontraba en su habitación, rodeada de libros y apuntes. La última semana había sido un torbellino de emociones y eventos, y necesitaba hablar con alguien que pudiera entenderla. Decidió llamar a su mejor amiga, Sofía, con quien siempre había compartido sus más profundos pensamientos y preocupaciones.
—¡Hola, Sofía! —dijo Samanta cuando su amiga contestó el teléfono.
—¡Hola, Sam! ¿Cómo estás? —respondió Sofía con su habitual entusiasmo.
—He estado mejor, para ser honesta. Necesitaba hablar contigo sobre algunas cosas que han estado pasando —dijo Samanta, sintiendo un nudo en el estómago.
—Claro, dime. Estoy aquí para escucharte —dijo Sofía con tono comprensivo.
Samanta suspiró, tratando de ordenar sus pensamientos.
—Todo ha sido tan caótico desde que me mudé a la mansión de Mauricio. Mis padres murieron, y ahora estoy viviendo con él. Pero su novia, Tania, no me soporta. Siento que estoy atrapada en una especie de guerra fría —confesó Samanta.
—Vaya, eso suena horrible. ¿Te ha dicho algo directamente? —preguntó Sofía, preocupada.
—No directamente cuando Mauricio está cerca. Pero siempre hace comentarios sarcásticos y trata de hacerme sentir incómoda. Y cuando Mauricio no está, se pone peor. Me siento como una extraña en mi propia casa —respondió Samanta, sintiendo lágrimas de frustración.
—Lo siento tanto, Sam. Debe ser muy difícil para ti. ¿Has hablado con Mauricio sobre esto? —preguntó Sofía, tratando de encontrar una solución.
—Sí, lo he hecho. Pero él está tan ocupado con su trabajo que no siempre ve lo que está pasando. Me siento atrapada. No quiero ser una carga para él, pero tampoco quiero seguir viviendo así —dijo Samanta.
Sofía hizo una pausa antes de responder, tratando de encontrar las palabras correctas.
—Sam, tú no eres una carga. Eres fuerte y valiente. Tal vez deberías intentar hablar con Mauricio de nuevo, ser más directa sobre cómo te sientes. Él te quiere y seguramente querrá ayudarte —dijo Sofía.
—Tienes razón, Sofía. Tal vez necesite ser más clara con él. Pero aparte de eso, también estoy preocupada por mis estudios. Con todo esto pasando, me cuesta concentrarme —dijo Samanta, cambiando de tema.
—Eso es comprensible. Es mucho para manejar. ¿Hay algo específico en lo que necesitas ayuda? —preguntó Sofía.
—Sí, de hecho. Estoy trabajando en un proyecto de biología y estoy un poco perdida. ¿Podrías ayudarme a repasar algunos conceptos? —pidió Samanta.
—¡Claro! Sabes que siempre estoy dispuesta a ayudarte con eso. ¿Qué temas necesitas repasar? —dijo Sofía, aliviada de poder ayudar en algo concreto.
Pasaron la siguiente hora repasando conceptos de biología, desde la mitosis hasta la genética. Samanta se sintió más tranquila y confiada después de hablar con Sofía, sabiendo que podía contar con ella para superar cualquier obstáculo académico.
—Gracias, Sofía. Me siento mucho mejor ahora —dijo Samanta, sonriendo.
—De nada, Sam. Siempre estoy aquí para ti. ¿Y qué hay de los chicos? ¿Algún nuevo interés amoroso? —preguntó Sofía, cambiando a un tema más ligero.
Samanta rió, agradecida por el cambio de tema.
—Bueno, honestamente no he tenido tiempo para pensar en eso. Con todo lo que está pasando, los chicos no son una prioridad. Aunque he notado que Mauricio es muy protector conmigo. No sé si eso significa algo o si solo es parte de su deber como tutor —dijo Samanta, pensando en las interacciones con Mauricio.
—¿Te gusta Mauricio? —preguntó Sofía, curiosa.
—No sé. Es guapo, eso seguro. Y es muy amable y atento cuando no está ocupado. Pero no creo que vea a alguien como yo de esa manera, especialmente con Tania en el medio —dijo Samanta, suspirando.
—Bueno, nunca se sabe. A veces, las cosas cambian cuando menos lo esperas. Solo asegúrate de cuidar de ti misma primero. El resto se resolverá con el tiempo —dijo Sofía sabiamente.
—Tienes razón. Gracias por escucharme, Sofía. Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor —dijo Samanta.
—Para eso están las amigas. Ahora, prométeme que te cuidarás y que hablarás con Mauricio sobre lo que está pasando. No mereces ser tratada mal por nadie —dijo Sofía.
—Lo prometo. Gracias de nuevo, Sofía. Hablamos pronto —dijo Samanta antes de colgar.
Después de la llamada, Samanta se sintió más ligera. Sabía que tenía mucho por delante, pero con el apoyo de su amiga y una nueva determinación, estaba lista para enfrentar cualquier desafío. Decidió que hablaría con Mauricio esa misma noche, siendo honesta sobre sus sentimientos y las dificultades con Tania. Era hora de tomar el control de su vida y asegurarse de que su voz fuera escuchada.
Samanta se preparó para la cena, sintiendo una mezcla de nervios y determinación. Mientras se arreglaba, recordó algunas de las travesuras que le había hecho a Tania, como ponerle sal en lugar de azúcar en su café o esconderle las llaves del coche. Aunque esas pequeñas venganzas la habían hecho sentir mejor temporalmente, sabía que necesitaba una solución más permanente.
Cuando bajó a cenar, encontró a Mauricio en el comedor, revisando algunos documentos. Tania aún no había llegado, lo que le dio a Samanta la oportunidad perfecta para hablar a solas con él.
—Mauricio, ¿podemos hablar un momento? —preguntó, acercándose a la mesa.
Mauricio levantó la vista y sonrió.
—Claro, Samanta. ¿Qué pasa? —dijo, dejando los documentos a un lado.
—Es sobre Tania... y cómo me ha estado tratando. Sé que estás ocupado y no quieres problemas, pero necesito que sepas que ella no me hace sentir bienvenida aquí. Ha sido muy despectiva y me ha hecho sentir como una extraña en mi propia casa —dijo Samanta, con la voz firme pero temblorosa.
Mauricio frunció el ceño, claramente sorprendido.
—Samanta, no tenía idea de que esto estaba pasando. Lo siento mucho. Hablaré con Tania y me aseguraré de que esto cambie. Esta es tu casa también y mereces sentirte segura y bienvenida —dijo con seriedad.
Samanta se sintió aliviada al escuchar sus palabras.
—Gracias, Mauricio. Significa mucho para mí que me escuches —dijo, sonriendo débilmente.
En ese momento, Tania entró en el comedor, con una expresión de sorpresa al ver a Mauricio y Samanta hablando en privado.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, intentando sonar casual.
—Tania, necesitamos hablar —dijo Mauricio, su voz firme.
Samanta sintió una oleada de nervios, pero también de esperanza. Sabía que con el apoyo de Mauricio, las cosas podrían mejorar. La cena esa noche fue tensa, pero Samanta se sintió más fuerte, sabiendo que había dado un paso importante hacia un futuro más brillante.