A veces la vida nos juega una mala pasada y el mundo se derrumba bajos nuestros pies y cuando creemos que nada tiene solución; el destino nos sorprende y todo cambia a nuestro favor. Está es la historia de Martín, un chico que a pesar de haber sido el mejor de su clase, es expulsado del colegio y debe comenzar de cero en otra institución; A pesar de estar a prueba, logra superar todos sus temores y se enamora perdidamente de Rebeca, una joven que comparte la misma pasión que él por las motos y comparten sus mismos sueños y anhelos.
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Capítulo N°3
Verónica golpea la puerta del curso asignado, mientras con una media sonrisa observa al joven que tiene a su lado, es un chico muy apuesto y aunque quiere aparentar ser un chico rudo, se nota a lo lejos que es un buen muchacho. En cambio Martín, está distraído observando por el pequeño ventanal de la puerta, a una chica que está dando una lección, él se puede dar cuenta por las láminas que están pegadas en el pizarrón que están en clase de historia. La joven se ve nerviosa a cada rato acomoda sus lentes y tiene el pelo recogido en un gran moño de colores ridículos, usa una falda larga y una camisa con bolados que parece sacada del baúl de los recuerdos y sus medias de color marrón con flores azules, no combina para nada con su atuendo. Es muy graciosa y Martín no puede evitar reír. El profesor escucha la carcajadas del joven que contagia a la directora y suspende por un momento la lección.
⎯ Rebeca, disculpa un momento.⎯ el profesor la interrumpe.
⎯ Sí profesor, no hay problema.⎯ mira en dirección a la puerta y ve a la directora que ríe con ganas; entonces desvía la mirada y se concentra en sus apuntes.
⎯ Gracias, solo será un minuto.⎯ le advierte y luego hace señas para que pasen sus visitantes.⎯ Adelante.
La directora ingresa junto a Martín al salón y varias chicas suspiran, su aspecto de chico malo y rebelde enamora a cualquiera. Él es consciente de eso y sonríe a varias que con soltura lo saludan desde sus asientos y le hacen corazones con sus manos; pero al girar su rostro y saludar a la joven que está de pie a su lados, es completamente ignorado. La chica delgada que está al frente solo relee sus hojas y no levanta la vista para nada, al parecer es inmune a sus encantos.
⎯ Buenos días profesor, buenos días queridos alumnos.⎯ la directora saluda a todos de una manera cálida y luego mira a la alumna parada a su lado y le guiña un ojo.⎯ Hola Rebeca.
⎯ Hola.⎯ contesta sin ganas.
⎯ Buenos días.⎯ gritan todos a la vez y comienzan a murmurar.
⎯ Se calman.⎯ protesta el profesor.⎯ Hay un invitado, deben comportarse.
⎯ Ricardo, él no es un invitado; sino que es un estudiante nuevo, su nombre es Martín.⎯ aclara y las chicas suspiran.⎯ Así que espero que le den la bienvenida y sean amables con él.
⎯ ¡Buenos días Martín!⎯ dicen todos al unísono.
⎯ Hola, mucho gusto de conocerlos a todos.⎯ contestó ganándose la admiración de todas las chicas, salvo por la delgada joven que está a su lado y no lo saluda.
⎯ El gusto va a ser mío cuando te conozca a fondo.⎯ murmura una de las chicas y sus amigas se ríe a carcajadas.
⎯ Señoritas por favor, ¿que clase de modales tienen?⎯ regaña el profesor.
⎯ Bueno profesor, él es su nuevo alumno, así que a partir de ahora es su responsabilidad. Yo tengo cosas que hacer por lo tanto me despido.
⎯ De acuerdo Verónica, yo me ocupo del muchacho.
⎯ Martín, te dejo en muy buenas manos y te deseo mucha suerte.
⎯ Gracias señora directora.
⎯ Confío en ti, no me defraudes.⎯ Verónica le sonríe y camina hasta la puerta y antes de salir le habla al profesor.⎯ Pueden continuar con la clase y por favor Ricardo, dale unos días para que se adapte y se ponga al corriente con las actividades, ha tenido unos días difíciles.
⎯ Por supuesto.⎯ la directora se retira y el profesor de historia continúa al mando de la clase.⎯ Pasa Martín y toma asiento donde quieras. Hay varios lugares libres.
⎯ Con permiso.⎯ Martín se disculpa y va hasta un asiento que está cerca de la ventana al final del pasillo, en el banco hay un portafolios gastado de color marrón, si sus cálculos no le fallan es de la chica vestida a la antigua. Él se sienta y mira como la chica frunce su ceño.
⎯ Rebeca puedes continuar hablando sobre Los Egipcios. Por cierto Martín estamos en clases de historia. Espero que no estés tan atrasado.
⎯ No señor.⎯ contesta.⎯ Esa civilización la estudie el mes pasado, ahora estaba estudiando a Los Fenicios.
⎯ De acuerdo.⎯ luego de pensar un momento sugiere.⎯ Igualmente te daré una semana para que te adaptes y prepares el tema. Sí ya lo estudiaste en tu antigua escuela, no será un inconveniente repasar un poco y preparar la lección.
⎯ No señor, no hay problema.⎯ entonces sin temor habla.⎯ Sí quiere le comento lo que recuerdo.
⎯ No, no es necesario. Por favor Rebeca puedes continuar.
⎯ Muy bien, espero no tener, más interrupciones.⎯ mira su reloj de pulsera.⎯ Ya he perdido mucho tiempo.
⎯ Nadie te va a interrumpir, continua.
La muchacha termina lo que parece un monólogo de toda la historia Egipcia y el profesor está más que satisfecho.
⎯ Muy bien, tienes un diez como siempre. Puedes sentarte.
⎯ Gracias profesor.
⎯ Bueno Teodoro, es tu turno.
⎯ ¿No puede pasar otro?⎯ protesta el joven.
⎯ No, adelante.
Rebeca recoge sus láminas, sus apuntes y esquiva varias mesas hasta llegar a su banco que está siendo usurpado por el alumno nuevo.
⎯ Disculpa, pero este es mi banco.
⎯ Lo siento, pero me gusta la vista.
⎯ Lo sé, por eso elegí este lugar, la vista es magnífica.
El profesor ve que los jóvenes están discutiendo por el lugar e interfiere.
⎯ Rebeca, deja que el chico nuevo ocupe ese lugar, aunque sea solo por hoy.
⎯ ¡Está bien, profesor! ⎯ acepta de mala manera.
⎯ Muy bien continuemos, Teodoro ¿qué decías?
⎯ ¡Ya me olvide!
⎯ Comienza de nuevo.⎯ sugiere el profesor.
La joven pasa su cuerpo por encima de Martín para recoger sus pertenencias que mágicamente están dispersa por toda la mesa y lo fulmina con la mirada, no solo le robo el banco, sino que le sacó todas sus cosas del portafolio.
⎯ ¡Maldito, me la vas a pagar!
⎯ ¿No sé de qué hablas?⎯ murmura y sus ojos por primera vez se conectan.
Él está disfrutando de incomodar a su chica a la antigua, hasta que siente un aroma a fresas muy dulce que lo invita a pecar, no sabe en qué momento, ni porque; pero como poseído se acerca lentamente a ella y cuando solo está a unos centímetros de distancia le deja un beso suave y fugaz sobre su cuello.
En el salón retumbó el sonido de una cachetada, Martín se sorprende por la reacción y lleva su mano a su mejilla que arde con intensidad. El resto del grupo comienza a murmurar y ella tiene ganas de matarlo. Odia con todas las fuerzas del universo al chico nuevo, es un atrevido, maleducado y para colmo tiene los ojos más lindos que ella haya visto antes.