Ema Santoro, fue dejada en la puerta de un orfanato, creció tendiendo pocos recuerdos de su infancia, cuando tiene que salir de ese lugar, va en busca de ese pasado, en esa búsqueda se encuentra con el hombre que cambiará su vida, el gran Vitaly Ivanova,
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Cap.3
_ Cuando vas a dejar de estar llorando por todo, levántate, no te ha pasado nada
_ ella me empujó. Tenía las rodillas raspadas porque una de las niñas del orfanato la había empujado a propósito. Emma ya tenía siete años, pero su vida en ese lugar era un total infierno, una dulce y tierna niña, quien creía que todo era aventura, toda para ella era bonito, siempre perdonaba a las niñas que le hacían maldad, en ella solo había inocencia, su mundo estaba lleno de fantasías
_ ya te dije deja de llorar y te vas a tu habitación.
Mateo seguía con la esperanza de encontrar a su hija y aunque ya no estaba en Italia, seguía en contacto con su padre, se había ido a Canadá y desde allí trabajaba para una de las empresas de su padre, aunque fueran gente de mafia ellos también construían sus imperios dónde fuera.
_ ya hace dos años papá, me duele como si fuese ayer, extraño a mis amores,
_ lo sé hijo, tu madre desde aquel día no ha estado bien, pero apenas podamos viajar iremos a verte, Cuidate mucho hijo, recuerda que Bruno te está buscando.
_ si papá, tendré cuidado.
Y así fueron pasando los años, Emma seguía siendo tan ingenua, en ella no había maldad, ayudaba a todos sin importar el mal que le hacían.
En unos días cumpliría sus quince años, algunas de las otras jovencitas del orfanato, le tenía preparado una muy mala broma a Emma, ese día muy temprano se levantaron y fueron a la cocina, buscaron harina, huevos y agua, llegaron dónde dormía la chica y le tiraron todo encima haciéndola levantarse toda sucia, con el cuerpo lleno de todo lo que le habían tirado, Emma solo comenzó a llorar.
_ feliz cumpleaños tonta
_ allí tienes los ingredientes de tu pastel. Y todas rieron.
Emma jamás fue adoptada, porque siempre que algunos padres iban en busca de un hijo en adopción, las niñas la dejaban encerrada, y así pasaron los años y ella perdió la esperanza de ser adoptada, nadie quería adoptar a una adolescente.
Sus quince años la pasó encerrada no quiso salir a ninguna actividad, pensaba en que sería si sus padres estuvieran con ella, no entendía por qué la había dejado allí, tenía vagos recuerdos de su niñez, recordaba, aquel día el ruido de las balas, en ocasiones soñaba cosas relacionadas con lo de aquel fatal día.
_ ojalá pudiera saber si esos son sueños o fue real, tengo que salir de este lugar y buscar mi origen, buscar la manera de saber quiénes son mis padres.
Y con esos pensamientos se quedó dormida, otro día más en su vida, normal como cualquier otro, pensó que al cumplir sus quince años, las señoritas del orfanato le harían algo, un pastel y una pequeña fiesta, pero nada de eso fue así.
_ ya son quince años hijo,
_ lo sé papá, pero no pierdo las esperanzas, algún día tendré a mi hija conmigo.
Tres años más tarde estaba Emma en la oficina de la señora encargada del orfanato, ella sabía que pronto llegaría el momento de salir de ese lugar, no iba a ser nada fácil, pero iba dispuesta a buscar a su familia, no perdería la fe de volver a verlos.
_ te he mandado a llamar, porque tienes que saber que en unos meses tienes que abandonar el lugar, nosotros no hemos encargado de que tengas un trabajo, y te daremos un poco de dinero para que tengas dónde quedarte, después que salgas de aquí, ya no somos responsables de ti, ya serás mayor y ya tienes que valerte por ti misma.
_, pero, cómo voy a hacer si nunca he salido de aquí, no conozco nada ni nadie allá afuera.
_ ya te dije que no es asunto de nosotros, así que me haces el favor y sales de aquí que ya vas a empezar con tus llantos que me estresan
_ señora por favor, deje que me quede yo aquí les ayudaría con los niños más pequeños, por favor no me echen de aquí
_ ya te dije, sal de mi oficina o te saco.
A Emma no le quedo más remedio que salir de la oficina, desde que llegó a ese lugar, fue tratada diferente, no entendía por qué, si siempre fue buena niña, dispuesta a ayudar, y aunque los demás la trataban mal, a ella no le importaba, solo quería ver bien a los demás, compartía de lo que tenía, pero casi nadie en ese lugar la quiso, muchas veces le decían la italiana, y creía que por ser de otro país, seguramente por eso la trataban así.
Su día de salida del lugar llegó, y como siempre, las demás chicas se iban en contra de ella, esa mañana, tomaron unas tijeras y le cortaron su cabello, le picaron toda la ropa, y la única que tenía puesta se la mojaron tirándole agua aún estando ella dormida.
Cómo pudo recogió sus cosas, se secó las lágrimas, y salió del viejo y feo lugar, sin duda ese fue su calvario, pero lo que ella no sabía es que aún todo en su vida estaba por comenzar, ahora tenía que enfrentar a gente adulta, que solo piensan en hacer el mal a los demás. O seguía siendo inocente, crédula, o se hacía fuerte, porque lo que se le venía no iba a hacer nada fácil.