En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
NovelToon tiene autorización de Josh27 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 24: Una Noche Bajo el Mismo Techo
La noche después de la boda fue todo menos tranquila. La atmósfera en la habitación era tensa, cargada de electricidad y emociones reprimidas. Leonhard estaba sentado junto a la ventana, mirando la oscuridad exterior, mientras Viktor se paseaba por el cuarto, explorando cada detalle con una mezcla de curiosidad y desdén.
—Así que este es el cuarto que elegiste para nosotros —comentó Viktor, rompiendo el silencio mientras acariciaba una de las cortinas de seda que colgaban en la ventana opuesta. Su tono estaba cargado de sarcasmo.
—No hay nada que elegir. —Leonhard no apartó la mirada de la ventana—. Este era el único cuarto preparado para una pareja.
Viktor arqueó una ceja y giró para enfrentarlo. —Pareja. Qué palabra tan irónica, ¿no crees?
Leonhard finalmente lo miró, sus ojos grises brillando con frialdad. —Llamémoslo lo que es: un arreglo conveniente. Si prefieres, puedes dormir en el sofá.
Viktor soltó una carcajada seca. —¿El gran Leonhard Blackwood evitando compartir una cama? No creí que fueras tan tímido.
Leonhard apretó la mandíbula, pero no respondió de inmediato. En cambio, se levantó con una calma que contrastaba con la tensión en sus hombros y caminó hacia el minibar. Sacó una botella de whisky y sirvió un poco en un vaso, ofreciéndoselo a Viktor sin mirarlo directamente.
—¿Intentando calmarme con alcohol? Qué considerado de tu parte. —Viktor aceptó el vaso con una sonrisa burlona y se apoyó contra la mesa.
Leonhard sirvió su propio vaso y lo levantó ligeramente. —Por nuestra unión. Que sea tan breve como sea posible.
Viktor levantó su vaso también, chocándolo contra el de Leonhard con fuerza suficiente para hacer que un poco del líquido se derramara. —Por sobrevivir al infierno de estar casados contigo.
Ambos bebieron en silencio, pero sus miradas seguían conectadas, como si cada uno estuviera midiendo al otro. Había algo más en esos instantes: un juego peligroso de poder y deseo que ninguno de los dos estaba dispuesto a reconocer abiertamente.
.
.
.
.
La noche avanzó, y aunque intentaron mantener las distancias, no había escapatoria: estaban atrapados bajo el mismo techo, en la misma habitación, y con una cama compartida como único refugio.
—No pienso dormir en el sofá —declaró Viktor mientras se quitaba el saco de su traje y lo colgaba cuidadosamente en una silla. Su tono era desafiante, pero había un destello de cansancio en su mirada.
—Nadie te lo está pidiendo. —Leonhard comenzó a desabrocharse la camisa con movimientos lentos y meticulosos, como si estuviera calculando cada gesto. —Pero no esperes que esto sea más que lo que es.
—¿Y qué es exactamente? —preguntó Viktor, acercándose un poco más. Sus pasos eran ligeros, pero su presencia era imponente, casi abrumadora. El aroma de sus feromonas llenaba lentamente el espacio, un recordatorio involuntario de que ambos eran alfas.
Leonhard terminó de quitarse la camisa, revelando su torso definido. No se molestó en mirar a Viktor mientras respondía. —Un simple acuerdo. Nada más.
Viktor sonrió, aunque había algo en su expresión que no era del todo burlón. Se detuvo justo frente a Leonhard, mirándolo directamente a los ojos. —Eres increíblemente aburrido cuando te esfuerzas por serlo, ¿sabes?
Leonhard dio un paso hacia adelante, reduciendo aún más la distancia entre ellos. —Y tú eres increíblemente molesto cuando intentas demostrar algo que ni tú mismo crees.
Por un instante, el aire entre ellos se volvió casi tangible. Las feromonas de ambos chocaban en el ambiente, una lucha silenciosa por el control. Sus miradas eran intensas, un campo de batalla donde ninguno estaba dispuesto a retroceder.
—¿Qué esperas que haga, Leonhard? —preguntó Viktor en un tono bajo, casi un susurro. Había algo desafiante en su voz, pero también un dejo de vulnerabilidad que lo hacía aún más provocador. —¿Que me doblegue?
Leonhard inclinó ligeramente la cabeza, su voz fría y controlada. —No espero nada de ti, Viktor. Nunca lo he hecho.
—Eso es lo que más te molesta, ¿no? —replicó Viktor, dando un paso más cerca, hasta que sus alientos se mezclaron. —Que no me puedas controlar como a los demás.
Leonhard no respondió de inmediato. En cambio, levantó una mano y la colocó firmemente sobre el hombro de Viktor, ejerciendo una presión que no era del todo agresiva, pero tampoco suave. Había algo primitivo en el gesto, un recordatorio de su fuerza.
—Ten cuidado, Ivanov. Estás jugando un juego que no puedes ganar.
Viktor soltó una carcajada, aunque había algo en su tono que lo hacía sonar más como un desafío. —¿Es eso una advertencia o una invitación?
Por un instante, pareció que algo iba a romperse entre ellos, como si todo ese deseo reprimido finalmente fuera a desbordarse. Pero Leonhard retrocedió, apartando su mano y rompiendo el contacto visual.
—Duerme donde quieras, pero no provoques algo que ninguno de los dos necesita ahora. —Su tono era cortante, pero había una nota de autocontrol que no pasó desapercibida para Viktor.
.
.
.
.
La noche avanzó lentamente, y ambos terminaron en la cama, cada uno en su lado correspondiente. El espacio entre ellos era simbólico, un recordatorio de las barreras que ambos habían erigido. Sin embargo, incluso en el silencio, la tensión no desaparecía.
Viktor, que estaba de espaldas a Leonhard, se giró ligeramente para observarlo. Había algo frustrantemente fascinante en ese hombre. Su control, su frialdad... todo parecía una fachada, y Viktor no podía evitar preguntarse qué había detrás de esa máscara.
Leonhard, que estaba acostado de espaldas, parecía ajeno a la mirada de Viktor. Sin embargo, sus pensamientos estaban lejos de ser tranquilos. Cada interacción con Viktor lo dejaba sintiéndose fuera de control, algo que no estaba acostumbrado a experimentar.
—¿Leonhard? —La voz de Viktor rompió el silencio, suave pero firme.
Leonhard abrió los ojos, pero no se giró. —¿Qué?
—Nada. Sólo quería asegurarme de que no te asustaras con un ronquido o algo así. —Había una sonrisa en la voz de Viktor, aunque no podía ver la expresión de Leonhard.
Leonhard soltó un leve suspiro. —Buenas noches, Viktor.
—Buenas noches, Leonhard. —Viktor cerró los ojos, pero una sonrisa persistente quedó en su rostro. Sabía que esto era apenas el principio.
.
.
.
.
La tensión no era algo que desapareciera fácilmente. La noche, aunque silenciosa, estaba cargada de emociones que ambos se negaban a admitir. Y aunque ninguno lo diría en voz alta, ambos sabían que el verdadero desafío no era el matrimonio en sí, sino sobrevivir a lo que sentían el uno por el otro.
...