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Un Café Para Mi Jefe

Un Café Para Mi Jefe

Status: Terminada
Genre:Romance / Comedia / CEO / Completas / Contratadas / Romance de oficina / La mimada del jefe / Donde hubo fuego cenizas quedan
Popularitas:1.7M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Paola Alejandra Paolini

Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.

NovelToon tiene autorización de Paola Alejandra Paolini para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 2

Nunca pensé que una entrevista terminaría así. Con un ataque de locura de la que sería mi secretaria.

Porque sí, estoy loco pero café como ese, no he probado mejor en todo el jodido día. Hablo muy en serio.

—No te das cuenta quien es —escucho a mi amigo hablarme mientras me paseo sin saber que hacer.

Llamamos al médico de la empresa y luego de atender a la chica solo me dijo que la dejara descansar, que se despertaría cuando su cuerpo vuelva a la normalidad.

—¿Qué se yo quién es? si es la primera vez que la veo en mi vida —digo y la miro de nuevo.

Luego que el sedante hizo efecto la recosté en el diván que hay en mi oficina. Se puede decir que es bonita. Su cabello largo con hondas le cae en cascada y roza el piso. Su cara es de finos rasgos. Sus ojos son de un verde algo extraño.

—Hay amigo, eres un colgado... —lo miro y el ríe—. Es la mesera de esta mañana en el bar ese que desayunamos.

La miro de nuevo, pero no recuerdo solo sé que ni miré a quien nos atendió. En ese momento estaba hablando con una linda italiana que quedamos en pasar la noche juntos. Miro la hora y lanzo un juramento.

—Mierda se me hace tarde para mi cita —lo miro con la suplica en la mirada.

—A, no lo siento grandote, pero a mí me espera mi chica y me dijo algo de un conjuntito rojo que no me puedo perder —dice levantándose y dirigiéndose a la salida.

—Mierda y ahora ¿Qué hago? —me pregunto mientras me rasco la nuca con la vista fija en la figura desparramada en mi diván.

—Llama a....

—Diana

—Esa y proponerle un trio, a lo mejor se quiera unir —dice mirando a la castaña que reposa muy cómoda en mi diván.

—La quiero como mi secretaria no como mi amante —digo acomodándome nuevamente en mi escritorio.

—Amante, secretaria... ¿Cuándo hubo diferencia para ti? —dice alejándose y sonrió recordando a mi antigua secretaria. La muy perra divulgo como la habíamos pasado bien un fin de semana en un viaje de negocios y lo siento mi privacidad no se mescla con el trabajo.

La muy insulsa se creyó que luego de haberse acostado conmigo las cosas cambiarían y seria mi novia, loca ¿No?

—Esa loca confundió un polvo con algo más... —digo reclinándome y mirando a la chica dormida.

—Deberías dejar de tirarte cuanta pierna fácil se te presente y asentar cabeza.

—¿Cómo tu? No gracias, amo mi libertad como para encadenarme a una sola pantaleta.

—Bueno amigo, te dejo.

Se va y me quedo mirando la puerta por donde salió mi socio y amigo Arthas. Miro de nuevo a la chica que duerme a pata suelta y busco en la lista de contactos a la italiana para cancelar lo cita de esta noche.

Luego de cortar la llamada, me concentro en terminar unos pendientes. La hora pasa y ni que se mueve, ¿Acaso dejo de respirar?

Me levanto y me dirijo donde la chica sigue dormida. Corro el cabello que cubre su cara, si, definitivamente es bella. Sus labios son gruesos y rojos natural. Dan ganas de besarla. Sus pestañas son como un abanico, gruesas y renegridas, se nota que son naturales. Me recuerda a alguien, pero no sé, capas que con tantas en mi historial que ya todas me parecen iguales.

Mis dedos rozan sus labios carnosos y relamo los míos ante las ganas que me dieron de poseer esa boca.

Estoy tan concentrado en su boca que cuando veo sus ojos me quedo de piedra, están abiertos y me mira con calma.

—Hola —digo en un susurro.

—Hola —me responde de igual manera.

—¿Dónde estoy? —pregunta confundida pero milagrosamente tranquila. No debe ser la primera vez que le pasa eso.

—En la oficina, el medico te suministro un calmante y me pidió que te deje descansar — sus ojos se cristalizan y yo me acomodo a su lado y abrazándola trato de calmarla—. No llores que no pasa nada, tranquila.

—Lo siento, soy un desastre —murmura mientras hipea—. Hice un desastre y para colmo en una entrevista de trabajo.

—Espero que no te ataque seguido —digo separándola de mí y secando sus lágrimas.

—Estoy muy estresada es la segunda vez que me ataca en el día y ya perdí mi trabajo en la cafetería esa y ahora mi oportunidad acá —cubre su lindo rostro y llora de nuevo.

—¿Por qué dices eso? ese café fue el mejor que he probado en todo el día —le digo acomodando su cabello en su espalda, de verdad que lo tiene largo. Lindo para enroscarlo en mi mano y darle fuerte por la espalda mientras tiro de él y mi cadera choca con su trasero.

Su mirada verdosa se clava en la mía pensativa. Mira sus manos y como descubriendo algo, incomoda se mueve y se sienta a mi lado.

—Perdón, pero si no entendí mal, ¿Me estás diciendo que el trabajo es mío? —pregunta y me mira. Porque siento que ya la conozco.

—Si, empiezas mañana. Tienes que venir a las ocho y dirigirte a recursos humanos para que ahí dejes todo el papeleo para el para el seguro y firmes el contrato —digo y ella se limpia las mejillas y acomoda su ropa que me da gracia, ¿Quién acude a una entrevista con esas fachas? — Eso si —digo mirándola, ahora de nuevo, recorriendo su figura— necesitas un atuendo acorde a una oficina, nada de pantalones de chándal y ni hablar de sudaderas que rezan “Mala cuando quiero” en un estampado que parece un cartel de neón.

Ella se mira y al ver de lo que hablo se sonroja, tanto que dan ganas de besarla. Dios desde cuando me atrae tanto una desconocida. Desde esa noche de antaño que no me siento así y lo peor de todo que ni recuerdo el nombre de esa chica.

—Si, claro... ropa acorde al trabajo y dirigirme al RRHH —dice levantándose, pasando sus manos por sus costados, mirando el piso.

—Bien luego de eso la espero mañana y lo primero que debe hacer es un café como el de hoy —afirmo y ella asiente mientras dirige sus pasos a la salida de mi oficina.

La sigo y mi mirada recae en su espalda, recorre su largo cabello que le llega al nacimiento de sus nalgas. Mmm redonditas...

—¿No hay nadie? —dice mirando alrededor y percatándose que el lugar este vacío.

—Son las Diez de la noche, hace rato que el personal se ha retirado.

—¡Mierda! ¿Tanto tiempo dormí? —pregunta ingresando al ascensor, yo me adentro con ella. Siento la necesidad de acompañarla.

—Mmm algo así... —la miro y ella abre grande sus orbitas verdes—. Otra cosa, los insultos solo en mi presencia te los permitiré —solo porque se ve adorable insultando con esa cara de Ángel.

—Si, lo siento. Se me olvida que todavía estoy frente a alguien importante y mi lengua se suelta.

No puedo evitar acorralarla dentro de este aparato y fijar mi mirada en sus ojos que ahora me miran con algo de dudas y miedo.

—¿Alguien importante? ¿Qué tanto? —pregunto rosando sus labios con mis dedos, ella sierra sus ojos y siento como tiembla— Muero por probar tus labios desde que entraste a mi oficina —susurro sincero y ella vuelve abrir sus ojos y me mira, cuando sus ojos caen en mi boca, siento que es el permiso que necesito para robarle un beso.

Justo en ese momento las puertas del aparto se abren y ella, como buena escurridiza se desliza y sale disparada.

Coloco mis manos en mis bolsillos y la miro caminar apurada hacia la salida.

—Hasta mañana Briza —digo lo más fuerte que puedo para que me escuche y la veo estremecerse.

Sonrió al saber que no le soy indiferente. Las puertas del ascensor se sierran, aprieto la tecla que me lleva de nuevo a mi oficina.

Al llegar miro mi teléfono y me percato que tengo varias llamadas perdidas de la italiana, decido llamarla.

—Amore... —dice ella con esa voz seductora que enciende a cualquiera— pensé que te habías olvidado de mí.

—Lo siento preciosa, el trabajo me tuvo retenido hasta ahora —respondo tomando las llaves de mi coche— ¿Todavía estas donde quedamos?

—Lo siento amore, pero tu al no llegar me volví a mi departamento —presiento que hace un puchero con esos labios carnosos, la boca de mi futura secretaria se dibuja en mi mente.

—¿Me recibirías de todos modos? —de alguna forma tengo que apagar el fuego que siento en este momento.

—¡Si, cariño! Te espero —contesta emocionada.

—Bien, estoy en camino, enseguida llego —cuelgo y salgo directo al departamento de Diana, la noche se presta para descargar todo lo que esta chiquilla logro solo con verla en ese diván.

Atravieso la ciudad en un tiempo récord y cundo llego al departamento de la italiana ella me recibe con una lencería que deja poco a la imaginación, tomando su cintura atrapo sus labios y entre besos llegamos a su habitación.

Por la mañana temprano llego a mi oficina y antes de entrar a mi oficina me dirijo a la de RR HH para comunicar la elección de mi nueva secretaria.

—Mónica, buenos días —saludo a la encargada de este piso.

—Buenos días Daniel —responde ella con su típica sonrisa bonachona—. ¿Ya elegiste quien hará tu café sin que pierda su cabeza?

—Si, justamente acá te dejo su currículo —le tiendo la carpeta que rápidamente ella hojea—. No creo que tarde en llegar.

—Bien, luego de que llene los papeles del seguro y firme el contrato la mando a tu piso.

—Si, eso mismo. Remárcale el tema de los viajes, no quiero malentendidos luego.

—Si, no te preocupes querido.

Salgo de la oficina de Mónica y me dirijo al ascensor privado cuando las puertas están serrándose llego a ver una ráfaga negra, Briza, su nombre le queda bien. Sonrió y subo a mi piso ansioso por comenzar un día más de trabajo.

BRIZA:

Mi alarma chilla y al tratar de apagarla me caigo de la cama y mi hermosa nariz da de lleno con el frio piso.

—¡Ouch! —sobo mi nariz y me levanto del piso.

Trastabillando ingreso a mi baño y abro el agua de la ducha para que salga calentita mientras hago mis necesidades. Cuando me meto al caudal de agua tibia recuerdo que hoy comienzo mi nuevo empleo y ahí se me pasa el sueño como un relámpago.

Me enjabono más rápido que flash y salgo chorreando agua mientras me seco y miro en mi armario que ponerme. Mi celular suena en algún lugar de la habitación, lo busco y lo encuentro debajo de i cama.

—¿Cómo llego ahí? —me pregunto y recuerdo la caída, mi mano se dirige a mi nariz. Ya no duele, pero por las dudas me miro al espejo.

Mi reflejo muestra que deberé usar maquillaje, esplendido, con lo buena que soy maquillándome pareceré payaso de feria. Suspiro y le marco a mi amiga mientras me siento a tratar de cubrir las marcas de mi caída.

—Hola linda ¿Preparada para el primer tu primer día como secretaria? —esa es Sylvanas, una de mis amigas que siempre se preocupa por todas.

—Algo así —respondo y aplico un poco de maquillaje haciendo una mueca de fastidio.

—¿Cómo que algo así? ¿Qué sucede? —pregunta y escucho un bocinazo, de segur se encuentra en la calle—. ¡La concha de tu madre yo tengo el paso, desgraciado! —la escuche gritar, si, definitivamente está en la calle.

—Caí de mi cama y creo que mi nariz no se ve bien —respondo mirando como el maquillaje no hace que se vea mejor— ¿Por qué soy tan torpe?

—Porque tienes una amiga genial que está llegando a tu departamento para solucionar todos tus problemas.

—¿Enserio? —digo casi al borde las lágrimas, falsas eso sí.

—Si, sí. Sécate los mocos y ábreme —corta la llamada y al rato escuchó como aporrea mi puerta.

—¡Hay voy, loca! —grito mientras me calzo mis pantuflas para abrir la puerta y mi amiga entra como una diva.

Me toma por los hombros y me empuja hacia la luz para ver mejor mi cara, niega y luego tomando mi mano me guía de nuevo a mi cuarto. Puedo ver que carga un bolso enorme de esos que utilizas cuando viajas.

Me sienta en la silla y abre su bolsa y saca una caja que cuando la abre hay de todo ahí, todo tipo de maquillaje.

—Bien nos pongamos manos a la obra para que tu jefe te quiera dar en todos lados —dice mientras comienza a pasarme un líquido por la cara.

—Yo creo que lo único que me dará es trabajo al rolete —respondo cerrando los ojos.

—Ayer dijiste que casi te besa en el ascensor.

—Si, pero creo que fue para ver hasta donde llegaba. Se dice que es un mujeriego de aquellos —respondo recordando los murmullos que oí mientras esperaba ser entrevistada por él.

—Como sea, si esta tan bueno como se dice yo me dejaría dar donde él quiera —dice muy segura de sí.

—No creo que Gastón crea lo mismo —rueda los ojos y yo rio de su expresión.

—Si, bueno —dice y se sonroja—, eso tengo con él por eso lo digo.

—Tu y Amy son la envidia del grupo —digo con un puchero.

—Ya encontraras a tu dulce para comer como te dé la gana —dice ella y se aleja para mirar como quedo mi cara—. Perfecta ahora miremos que te colocaras.

De su bolso saca varios conjuntos de trajecitos para oficina y los tiende en mi cama.

—Una pequeña colaboración para que te veas genial —dice y toma uno del montón—. Creo que debes comenzar con este.

Me tiende uno en color negro, una falda con un saquito mangas tres cuartos sin cuello, muy fino. A juego una camisa rosa casi fucsia que quedara perfecto con mis zapatos fucsias.

Entro a mi baño y me coloco la ropa, hasta un conjunto de ropa interior ligue. Es de encaje fucsia, como sabe que adoro ese color. Ya con la ropa puesta, salgo de la habitación.

—Te ves genial, debería pagarte por modelar mis diseños —murmura mientras me rodea.

—Con la cantidad de mujeres que trabajan en ese lugar seguro te hago una gran propaganda —hablo mientras me dirijo a recoger un bolso y coloco las cosas necesarias para mi día de trabajo.

—¿Por qué llevas todo eso? —pregunta y casi me rio de su expresión de horror.

—Sabes bien como es mi maldita enfermedad no me puede faltar nada —respondo terminando de guardar un táper con algunos pastelillos que hornee anoche.

—Deberías ver a un médico para que te medique mejor.

—Si, eso me encantaría. Pero la médica más buena del país vive a miles de kilómetros y cobra una fortuna para atender, mejor sigo cargando con todo esto —digo ya resentida con la idea de que mi poder adquisitivo es tan grande como una goma de mascar.

—Si dejaras que te ayudemos.... —insiste con lo mismo y bufo. Hace un tiempo que mis amigas insisten en ayudarme con algunas cosas, pero soy demasiado orgullosa como para dejar que me ayuden y más cuando se trata de dinero, dinero que no dispongo y nunca tendré, por eso espero que este trabajo por lo menos me ayude a encontrar un mejor tratamiento y me saque de este asqueroso departamento.

—Bien, ahora, por último —pongo mi cara de perro mojado— ¿Me llevas a mi nuevo trabajo?

—Claro, linda.

Salimos de mi departamento y nos montamos en su coche. En el camino fuimos escuchando música y cantando a todo pulmón como si fueran las dos de la tarde cuando en realidad son las siete y treinta de la mañana.

Llegamos al edificio y no puedo evitar mirar por la ventanilla al imponente edificio. Suspiro y miro a mi amiga que mira con asombro el complejo de oficinas.

—Valla, sí que es grande —murmura mirando a través de la ventana del coche— ¿Así de impresionante se ve tu jefe? —dice mirándome haciendo un gesto de picardía con su cara.

—Mmm... yo creo que más —respondo sincera—. Gracias por traerme y mmm... por la ropa también y el maquillaje...

—Sí, ya se soy genial —responde moviendo su cabello con sus finos dedos—. Recuerda que este finde tenemos que celebrar tu nuevo trabajo.

—Si, seguro, hace mucho que no nos divertimos juntas las cinco —me bajo y desde la vereda la saludo con la mano y luego de darle mi nombre al de seguridad de la entrada, entro al edificio.

Me dirijo a la recepcionista le doy mi nombre y ella enseguida me guía hacia la oficina de RR. HH.

—Hola, buenos días —saludo a la mujer que me recibe en la oficina— Soy Briza Riles, la nueva secretaria del Sr. Black.

—Buenos días, mi nombre es Mónica, ya me aviso de tu arribo el SR. Black —dice ella y me indica una silla en frente de su escritorio—. Toma asiento así llenamos algunos papeles para el seguro y revisamos el contrato si estas conforme lo firmamos, sino vemos cómo solucionar lo que sea que surja.

Luego de revisar todo y estar de acuerdo en todo o en parte ya que por la emoción casi ni se de lo que me decía la mujer. Me quede estancada cuando me dijo el monto que sería mi sueldo y desde allí ni sé que decía la pobre mujer.

—Recuerde tener disponibilidad horaria y nunca apague su teléfono —asiento como loca y luego de que me entrega un gafete y una tarjeta para ingresar al edificio sin problema y otras tarjetas para los gastos de mi jefecito.

Con todo en mano me dirijo al ascensor y ahí recuerdo que no sé cuál es el piso al que debo dirigirme, vuelvo a la oficina de Mónica y ella al verme inmediatamente me dice.

—Piso veinte —agradezco y vuelvo al aparato que justo se encuentra con las puertas abiertas.

En el interior del aparato hay unas chicas que al verme me sonríen, pero me doy cuenta que es una sonrisa falsa. Marco el número del piso al que me dirijo y puedo ver en el reflejo del espejo del ascensor que ellas se miran y se ríen.

—La nueva secretaria del SR. Black, ¿Me pregunto si también será su nueva víctima? —escucho que le dice una a la otra en un susurro no tan bajo como para que no lo escucho y luego vuelven a reír, parecen hienas riendo.

Cuando las puertas se vuelven abrir en el piso que al parecer es donde se dirigen las chicas, me quedo sola en el interior del aparato. Mientras llego al piso donde comenzaré con mi trabajo no puedo evitar pensar en ese comentario, ¿Sera que trabajare para un Don Juan?

Las puertas se abren, esta vez en mi piso, bajo y recordando mi principal papel como secretaria pienso que debo preparar un café. Miro todo el lugar y estoy más perdida que chupete en el culo.

Para mi suerte hay una chica detrás de un mostrador que, con letras finas y grande desde un marco sobre este, dice “recepcionista”.

Me acerco a ella y sonriendo me presento como la nueva secretaria del Sr. Black. Esta vez la sonrisa de la chica es sincera y me indica donde está mi oficina. Entro al lugar luego de agradecerle y me quedo impresionada con todo lo que veo.

Hay un enorme escritorio con un pc, una silla que dan ganas de dormir una siesta en ella. También hay un archivero y una biblioteca que al acercarme veo libros y por lo que leo se tratan de las sagas de los juegos de la empresa. Me siento en las nubes. Mis dedos rosan los volúmenes y ya estoy esperando mi hora del almuerzo para poder darle una hojeada a ellos. Sigo mi recorrido estudiando la oficina y veo que hay una especie de pequeño cuarto con una heladera, una máquina de café, un mueble con tazas, platos y todo lo necesario para servir un café.

En el interior de la heladera me sorprendo al ver diversidad de frutas, quesos, huevos y un sinfín de alimentos. Sigo mirando y veo que también, aparte de la máquina de café hay una cocina empotrada en el mueble, un pequeño horno. Todo parece nuevo por lo brillante, hasta dan miedo tocarlos. Creo que este cuarto de cocina esta más equipado que el de mi departamento.

Salgo sorprendida y veo que hay otra puerta que al ingresar me encuentro con un baño privado, eso sí que es nuevo. Un baño privado en la oficina de una secretaria es mucho lujo, valla estoy alucinando. Solo falta una cama y me sentiría en casa.

Al salir del baño me quedo impresionada al ver todos los retratos enmarcados de los juegos, diferentes personajes importantes de las sagas que me quedo con la boca abierta. Están en la pared que da a la entrada a la oficina que cuando ingresé no los vi.

Definitivamente me encantara trabajar aquí. Me acerco a la PC y me percato que es un último modelo, mis ojos brillan de solo verla. La prendo, dejo mi celular en el escritorio y las demás cosas que me dio Mónica y vuelvo a la cocina para prepararle el café a mi nuevo jefe.

Sirvo el espeso liquido ocre en una hermosa taza, la coloco en una bandeja y busco un platito para colocar un trozo del brownie que traje. De la nevera saco un poco de fruta y jugo de naranja que sirvo en una copa. Con todo listo en la bandeja me dirijo a la oficina de mi jefe que como anteriormente la recepcionista me dijo está al lado de la mía. Toco antes de entrar.

—Adelante —escucho la voz ronca de mi jefe desde el interior y abro la puerta para entrar.

—Buenos días, SR. Black. Aquí le traigo su café —digo entrando con la bandeja en mano, trato de disimular el escalofrió que recorrió mi columna vertebral al ver como su mirada plateada se concentra en mí, su cara dibuja una sonrisa que hace saltar a mi estómago.

Mierda, no sé si será un Don Juan, pero que su sonrisa afloja hasta los tornillos más oxidados no hay duda de eso. Me acerco a su escritorio y dejo la bandeja en frente de él, la cual la inspecciona y luego de darle un sorbo a su café sonríe serrando los ojos, Dios las bragas se me caen, digo las babas se me caen.

—Exquisito —abre sus ojos platinos y me mira—. Si hay algo en tu oficina que desees modificar, siéntete en la libertad de hacerlo —dice tomando un trozo de fruta, lo lleva a su boca y luego me mira, me muerdo los labios sintiéndome cachonda. Mierda es el primer día y ya me tiene así. No me quiero imaginar cómo será en un mes.

—No, me fascina mi oficina al decir verdad, hasta dan ganas de mudarse —el asiente y siento que me pase de confiada—. Disculpe, puede decirme con que comienzo mi día de trabajo.

—Si, en esas carpetas que tiene ahí están todo lo referido a los juegos de mi compañía. Quiero que los lea y se los aprenda como el padre nuestro. Mi agenta debe organizarla y también échele un vistazo a la lista de mis contactos que encontrara en una carpeta en la PC de su oficina —todo esto lo dice mientras disfruta del café que le serví y del brownie que le traje, que lo come como si fuera la última cena—. Nada más puede retirarse.

Salgo de la oficina casi hiperventilando de lo sexy que me pareció verlo disfrutar de su desayuno.

Entro a mi oficina de ensueño y me concentro en hacer todo lo que me pidió. No le dije nada, pero de los juegos es más que de sobra. Pero no voy a perder la oportunidad de explorar un poco más en ese campo.

Mi mañana pasa volando y cuando llega la hora del almuerzo, me parece ridículo retirarme a algún restaurante cuando la heladera está repleta de comida. Me sirvo un poco de jamón, queso, fruta, pan integral y un vaso de jugo de durazno fresco. Con todo en mano, de por medio una bandeja, me dirijo al sofá que hay en la oficina y sobre una mesita deposita la bandeja cargada de alimentos.

Luego me dirijo a la biblioteca y tomo uno de los libros que hay en los estantes. Vuelvo al sillón, me quito los zapatos que torturan mis pies y poniéndome cómoda como lo que prepare y leo la saga primera de héroes del juego.

1
Lillian Ramirez
Excelente
rosalis torrez
Espectacular la novela me encantó toda felicidades autora
Rosa Magdalena Chávez
tan ansioso estaba por verla que se tomó el tiempo de ir a comer a un restaurante
Rosa Magdalena Chávez
está casado?
Fanny mend
para ser diabética,lleva una vida sin restricciones,
Tayde Castillo
hermosa historia, felicidades escritora 🌹☘️
Brisa Gomez Vargas
Excelente
Lupita Toledo
hola, autor (a). lo pongo así para no error, y si me gusta mucho la trama romántica y normal para luego pasar a lo cachondo.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.
C Matacruz
genial gracias por compartir tu novela corta y corta felicidades y bendiciones sigue escribiendo novelas cortas y cortas, aunque faltaron fotos pero chida tu novela corta 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜🤨😃☺️
Kely Johana Gonzalez Gonzalez
está preciosa me encanta😍😍😍
Laura Schmal
vayamos
Laura Schmal
suave
C Matacruz
jajaja jajaja son 20 pisos pero que bien la vamos a pasar jajaja 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜🤨😃☺️
C Matacruz
jajaja jajaja Dios hasta yo quiero ésas revolcadas 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜😃🤨☺️
Maritza De Jesús Seña Pantoja
una historia. super romántica. nada de violencia, ni maltrato, espero continue asi
C Matacruz
jajaja Dios creo que hasta yo estoy teniendo orgasmos jajaja jajaja 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜😃🤨☺️
Laura Schmal
volar
Adriana Chaparro
espero q el padre no aparesca
Laura Schmal
Excelente
Maritza De Jesús Seña Pantoja
uuyy que pelmazo! o está muy confiado o es un , un ... estúpido, muero por leer la reacción de...la prota. no recordé el nombre
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