En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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El desafío de la tercera tierra
El sol ardía en la vasta sabana, extendiendo su calor abrasador sobre el paisaje dorado. El aire, pesado con polvo, hacía que cada respiración se sintiera como un desafío. Nora, Jared y Marcus se encontraban dispersos, cada uno con su propia estrategia de supervivencia en un lugar donde la traición era la norma y la violencia, la única forma de avanzar. En sus corazones, una certeza inquietante se afianzaba: la muerte acechaba en cada sombra, y el instinto de supervivencia los empujaba a seguir adelante.
Mateo había sido el primero en caer. Nora no podía quitarse de la mente el eco de su grito mientras recordaba la imagen vívida de su cuerpo devorado por un león, incapaz de hacer nada para ayudarlo. Esa escena la seguía como una sombra, recordándole que la próxima víctima podría ser cualquiera de ellos. La desolación que sentía era profunda, un abismo oscuro que amenazaba con tragarla entera.
Mientras avanzaba con cautela entre los arbustos, Nora sintió que el sudor resbalaba por su frente, mezclándose con el polvo que cubría su piel. La hierba alta se mecía suavemente con el viento, creando un océano dorado que podía ocultar peligros inminentes. La sabana era hermosa y cruel a la vez, y sabía que debía mantenerse alerta y ser rápida.
—Esto no puede estar sucediendo —murmuró para sí misma, ajustándose el cabello detrás de la oreja. La idea de que la traición pudiera surgir entre ellos la llenaba de ansiedad. Recordaba las palabras de Mateo: "Confía en nadie." Y era un consejo que resonaba más fuerte que nunca en su mente.
Mientras tanto, Jared había trepado a un árbol, buscando un lugar elevado desde donde observar. La perspectiva le otorgaba un sentido de control, un respiro en medio del caos. Desde esa altura, podía ver a Nora moverse entre la maleza, su figura difusa en el paisaje, pero decidió no llamarla. Sabía que en este juego, cualquier forma de conexión podía ser una desventaja.
—No puedo confiar en nadie. No más —se repetía, y una sensación de impotencia lo invadía. El silencio a su alrededor era ensordecedor, interrumpido solo por el canto lejano de pájaros y el zumbido de insectos. Se preguntó si la soledad que sentía era más aterradora que la posibilidad de ser atacado.
De repente, un ruido detrás de Nora la hizo girar. Un león emergió de la maleza, sus ojos centelleantes fijos en ella. El pánico se apoderó de su cuerpo, y su mente corría tratando de calcular sus opciones.
—¡No! —gritó, pero la voz se le ahogó en la garganta.
Sin pensar, Nora dio un salto hacia un lado, sintiendo la brisa caliente del león al pasar. El rugido resonó en su pecho, una advertencia de que el tiempo se estaba acabando.
—¡Jared! ¡Marcus! —gritó, su voz perdida entre los sonidos del entorno.
Desde su posición elevada, Jared vio el movimiento, el león había llegado para cazar, y el juego de Nora se había vuelto aún más mortal. Sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que la vida de todos dependía de decisiones rápidas y letales. Sin embargo, no había tiempo para lamentaciones.
A unos metros, Lian observaba la escena desde una roca elevada, su expresión tensa. Cada músculo en su cuerpo estaba preparado para el combate, pero no podía decidir si debía intervenir o dejar que el destino siguiera su curso. La tensión en el aire era palpable, y el espectáculo de la lucha entre humanos y bestias lo mantenía cautivado.
—¿Por qué no se mueve? —murmuró para sí mismo, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a subir por su columna vertebral. Su mente le decía que debía actuar, pero la incertidumbre lo mantenía inmóvil.
Mientras tanto, Nora trataba de recuperar el aliento, y un movimiento en los arbustos llamó su atención. Antes de que pudiera reaccionar, una sombra se abalanzó sobre ella. Era Marcus, que había decidido escapar del peligro, corriendo en su dirección.
—¡Corre! —gritó Marcus, pero no había tiempo para respuestas. Nora se dio cuenta de que el león no se detendría. La amenaza estaba aquí y no daría tregua.
—¡Vamos, vamos! —Nora instó, sus ojos desbordando determinación mientras empujaba a Marcus hacia un lado, buscando refugio.
—¡Jared! ¡Sigue tu camino! —gritó Jared, intentando hacerle entender que cada uno debía luchar por su propia vida. Su voz resonaba en la lejanía, pero la urgencia no parecía llegar a sus amigos.
En medio del caos, Lian apretó los puños, sintiendo una mezcla de impotencia y rabia al ver cómo sus aliados estaban en peligro. La imagen del león devorando a Mateo se repetía en su mente, y la idea de perder a más compañeros lo inquietaba.
—No puedo quedarme aquí —se dijo, pero el miedo a ser devorado por el león lo mantenía paralizado.
El león se volvió hacia Jared, sus músculos tensos y listos para atacar. Nora, al ver esto, sintió una mezcla de miedo y determinación. Sabía que debía sobrevivir, incluso si eso significaba dejar atrás a los demás. La leona se volvió, dejando a Marcus expuesto. La situación se volvió crítica.
Nora se movió rápidamente, buscando un lugar donde esconderse. La sabana era un laberinto de posibilidades, pero también de peligros mortales. Sabía que si se quedaba cerca de Jared o Marcus, se convertiría en un blanco fácil.
—Esto no va a terminar bien... —murmuró para sí misma, su mente trabajando a mil por hora.
Con cada segundo que pasaba, el peligro se intensificaba. Nora corrió a través de la hierba alta, su corazón latiendo con fuerza mientras el rugido del león resonaba en sus oídos. Sabía que no podía mirar atrás, que la lucha por sobrevivir había comenzado. El tiempo era un lujo que no podía permitirse, y la traición en esta sabana artificial era inminente.
Mientras tanto, Lian observó cómo el león se dirigía hacia Nora y Marcus. Un instinto primario le empujó a actuar. Sin pensarlo dos veces, se lanzó de su posición y corrió hacia ellos.
—¡Atrás, detrás de mí! —gritó, intentando atraer la atención del león.
Pero sus gritos fueron ahogados por el rugido del depredador. El león, al verse desafiado, se volvió hacia Lian, quien sintió el aliento caliente del animal al acercarse. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el león se detuvo, como si estuviera considerando su siguiente movimiento.
Nora, viendo la situación, sintió un rayo de esperanza.
—¡Lian, ten cuidado! —gritó, pero su advertencia fue inútil.
El león se abalanzó sobre Lian, que retrocedió instintivamente. El tiempo parecía detenerse. Lian había arriesgado todo por sus amigos, pero ¿sería suficiente? Mientras tanto, Jared observaba desde su escondite, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas.
—¡No! —Jared gritó, pero era demasiado tarde. El destino de todos ellos estaba sellado, y cada uno luchaba por su vida en un mundo donde solo la astucia y la fuerza prevalecerían.
La sabana, con su belleza brutal y su salvajismo, había convertido a los amigos en enemigos, y la supervivencia se había vuelto un juego mortal.
Del otro lado de la tierra artificial los padres de la patria miraba qué los supervivientes se unían y eso no les gustaba para nada así que tomaron una decisión clara que el león qué claramente era artificial devorara no a lían si a Jared qué se suponía que era amigo de Nora y Marcus
El león rápidamente se lanzó a Jared tomando su brazo, Nora intentó golpearlo y distraerlo, pero aun así no podía hacer nada, el león terminó devorando a Jared solo quedaban tres allí, ya no había nada que hacer el sentimiento de Nora era de frustración, alzó la mano a la pantalla el índice y el pulgar como advertencia de la resistencia
--¿Qué haces, sabe que significa eso?, estamos muertos ahora -- dijo lían
--Haré lo mismo estos hijos de perra no nos va a dominar más -- Marcus hizo lo mismo alzó el índice y pulgar
Rápidamente todos en las nueve cuidades estaban mirando esa valentia de rebelión y en las cuidades donde habían muerto los participantes no dudaron de hacer lo mismo levantar la mano