Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Secretos en la sombra
Valeria caminaba por la calle, absorta en sus pensamientos. Las palabras de Camila resonaban en su mente como un eco persistente: Creo que Esteban te está ocultando algo. ¿Qué podía significar eso? Esteban siempre había sido un hombre abierto, cariñoso y atento. ¿Cómo podía estar ocultándole algo? Y, lo más inquietante, ¿por qué Camila había parecido tan incómoda al decírselo?
Camila había sido su mejor amiga durante años. Se conocieron en la universidad, cuando Valeria se mudó a la ciudad y se encontró perdida en su primer día de clases. Camila fue quien la acogió, quien la ayudó a adaptarse y quien se convirtió en su confidente. Juntas habían compartido risas, lágrimas y secretos que nadie más conocía. Camila era la persona en quien Valeria confiaba ciegamente, la única que sabía todo sobre su relación con Esteban.
Pero últimamente, algo había cambiado. Camila parecía más distante, como si estuviera ocultando algo. Valeria recordó aquella vez, hace unas semanas, cuando llegó a casa y encontró a Camila y Esteban riendo juntos en el sofá. En ese momento, no le había dado importancia, pero ahora ese recuerdo la atormentaba. ¿Había algo más entre ellos? ¿O era solo su imaginación jugándole una mala pasada?
Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió el frío de la noche envolverla. La ciudad, iluminada por las farolas, parecía más sombría que de costumbre.
El sonido de su teléfono la sacó de sus pensamientos. Era Esteban.
—Hola, amor dijo él, con esa voz cálida que siempre la hacía sonreír. ¿Cómo estás?
—Bien respondió Valeria, tratando de sonar normal. ¿Y tú? ¿Cómo fue tu día?
—Agotador, pero productivo dijo Esteban. Tengo una reunión mañana temprano, así que probablemente me quedaré en la oficina hasta tarde. ¿Te importa si no cenamos juntos?
Valeria sintió un nudo en el estómago. ¿Era solo una reunión o había algo más? Trató de sacudirse la duda, pero las palabras de Camila seguían ahí, clavadas en su mente.
—No hay problema dijo finalmente. Cuídate, ¿vale?
—Siempre respondió Esteban. Te quiero, Val.
—Yo también te quiero susurró ella antes de colgar.
El viento helado le acarició el rostro, como si intentara despertarla de aquel torbellino de pensamientos. Necesitaba despejar su mente.
Mientras recorría las calles casi desiertas, vio una silueta conocida sentada en un banco. Damián, el hermano de Esteban, fumaba un cigarrillo, su mirada perdida en la nada.
—Hola, Valeria dijo al verla, levantándose para saludarla. ¿Qué haces por aquí tan tarde?
—Necesitaba aire respondió ella, sentándose a su lado. ¿Y tú?
Damián sonrió con esa expresión que siempre la había inquietado, una mezcla de arrogancia y misterio.
—Pensando en la vida dijo, exhalando una bocanada de humo. Y en lo frágil que puede ser todo.
Valeria lo miró con el ceño fruncido.
—¿A qué te refieres?
Damián la observó fijamente, como si evaluara si debía o no decir algo más.
—A veces, las personas que más confiamos son las que más nos decepcionan dijo finalmente, con una media sonrisa.
Valeria sintió que el corazón le latía más rápido.
—¿Estás hablando de Esteban?
Damián se encogió de hombros.
—Solo digo que nada es lo que parece. Y que los secretos... pueden ser más peligrosos de lo que imaginas.
Valeria sintió un escalofrío.
—¿Sabes algo que yo no?
Damián la miró en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Luego, dejó escapar una risa baja.
—Solo ten cuidado, Valeria. A veces, es mejor no hacer preguntas cuya respuesta podría romperte el corazón.
El aire se volvió más denso. Valeria sintió un nudo en la garganta mientras intentaba descifrar las palabras de Damián.
Regresó a casa con más preguntas que respuestas. Las palabras de Camila y Damián resonaban en su mente, creando una red de dudas y sospechas que no podía ignorar. Sabía que necesitaba descubrir la verdad, pero no estaba segura de estar preparada para lo que podría encontrar.
Se dejó caer en la cama, sintiendo el peso de sus pensamientos presionando contra su pecho. Miró su teléfono. Un mensaje de Esteban brillaba en la pantalla:
"Te amo, Val. Nos vemos mañana."
Las lágrimas llenaron sus ojos. ¿Cuánto de lo que había vivido con él era real? ¿Alguna vez había conocido realmente al hombre con quien compartía su vida?
Valeria cerró los ojos, pero el sueño no llegó. Mañana, decidió, comenzaría a buscar respuestas. No importaba cuánto le doliera, necesitaba saber la verdad.