Roxanne Salvatore cayó en una trampa y termino perdiendolo todo, lo único que le quedaba eran sus amados hijos a quien intenta proteger de su padre, Valentino Russo, el causante de toda su desgracia.
¿Será capaz Roxanne proteger a sus hijos de la maldad del mundo? ¿Podrá evitar los encuentros con su ex esposo Valentino? ¿Será capaz el amor revivir después de tantas mentiras?
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Buscando pruebas.
Roxanne volvió a casa bastante agotada, además de tener que trabajar tenía que recolectar evidencia de las actitudes asquerosas de Guido Rissi y estar pendiente de todo lo que hace en el día. No iba a dejar que ese tipo se saliera con la suya aunque fuera un gran amigo del dueño de la empresa.
Se tiró en cama y dio un gran suspiro para liberarse un poco, mirando al techo comenzó a pensar en todo lo que podía hacer para sacar a Guido de la empresa. No quería renunciar todavía, su trabajo le pagaba bien y lo hacía bastante bien, tenía buena cobertura médica y buenos beneficios de vacaciones, no le parecía justo dejar todo por ese tipo.
Estaba tan concentrada en su pensamientos que no escuchó la puerta de su cuarto siendo abierta por su hija. Felicia entró y se apoyó sobre la pared al lado de la puerta, escondió sus manos detrás de su espalda de forma tímida, comenzó a llamar suavemente a su madre.
– Mama, mama, …..¿Mamá…? – La vocecita de Felicia fue aumentando de todo hasta que la sacó de sus pensamientos.
– ¿Qué? ahh, Felicia ¿Qué ocurre, hija? – Felicia la miró con un poco de temor y duda pero igual pregunto.
– ¿Llamaste a papá? – preguntó tímidamente con una pequeña sonrisa.
Roxanne dio un gran suspiro, miró a su hija con pena y tristeza sin saber como decirle que aunque llamara, Valentino no atendiera el teléfono porque estaba muy ocupado con su nueva familia.
–Hija… lo siento, tu papa no puede hablar contigo ahora– dijo con dulzura.
A Felicia se le borró aquella sonrisa del rostro y sus ojos se pusieron brillantes, su carita blanca como la nieve se tornó roja por contener el llanto, torció las cejas y comenzó a balbucear buscando qué decir.
– ¿Por qué? – preguntó con un nudo en la garganta.
–Tu papá trabaja mucho y no…. puede por el momento– aunque estaba serena su alma estaba rota al ver a su hija tan triste.
Felicia no dijo nada, se mordió el labio inferior con fuerza mientras sus ojos se empezaban a poner rojos y las lágrimas se le escapaban, salió del cuarto de su madre y se fue al suyo a llorar a su cama. Roxanne no pudo hacer nada más que dejarla llorar, y contener sus propias lágrimas al verla sufrir por ese maldito hombre, cada día lo odiaba más.
La última vez que Felicia habló con su padre fue hace seis meses, cuando ella se robo el celular de su madre y marco su número, fue un dia muy feliz para ella, pero no para Roxanne además de recibir una amenaza por una demanda de acoso por parte del abogado de Valentino, este estuvo a punto de descubrir a su hijo escondido, por suerte a Felicia no se le ocurrió hablar de él si no del perro que tenía el vecino.
Al día siguiente Felicia seguía deprimida, se notaba un poco que había llorado mucho y que no tenía ganas de ir a la escuela. Roxanne por su parte trató de animarle con su comida favorita, besos y abrazos, sentía impotencia de no poder hacerla feliz. Dejó a los niños en sus respectivos lugares y se fue a su trabajo.
Tanto pensar en su hija y su tristeza, la hizo olvidarse de su cacería hasta que recordó que tenía que volver a verlo de nuevo. Otra vez volvió al tema del acoso que sufría ella y sus compras por Guido. Entre vuelta y vuelta, recordó a la mujer bajita y tímida a quien manoseó, Maria Fusco, esa mujer es molestada mucho más por Guido, debido a su forma tan sumisa de ser le hace un blanco perfecto para alguien como Guido, para conseguir buena evidencia tenía que ir detrás de Maria y filmarlo.
Llegó hasta su trabajo a la misma hora de siempre, Guido ya la estaba esperando y tenía un semblante casi alegre al ver que llegó un minutos tarde. Guido comenzó a gritarle las mismas oraciones de siempre.
– ¿Acaso no aprende usted? ¿Cuántas veces tendré que llamarle la atención para que llegue a tiempo? No puede seguir como si aún fuera una mujer rica y nada importara, le daré un reparte de su falta de de tiempo a recursos humanos– Hablaba con alegría llenó de satisfacción – No es nuestra culpa que ahora sea una mujer más del montón , tiene que acostumbrarse a vivir como los demas.
Roxanne aceptó el castigo sin reproche, sabía que esto le afecta económicamente porque le iban a dar una multa por las llegadas tardes, había muchos que llegaban después de ella pero como eran lame botas de Guido, jamás les hacía nada. Decidida a hacer que castiguen a Guido Rissi por su comportamiento pervertido, Roxanne comenzó a grabar a escondidas todo lo que él le decía para tener evidencia de las barbaridades que decía a sus empleadas, su vida privada no tenía porque ser juzgada por nadie.Por suerte para ella Guido era un hombre que se dejaba expuesto como facilidad, apenas se le acercaba le tiraba diferentes comentarios groseros y despectivos, la maltrataba verbalmente y se burlaba de su pasado, también vivía tratando de enternecerse con sus allegados trabajadores, por lo que logró obtener grabaciones de ellos hablando cosas obscenas de ella y de otras mujeres de la oficina.
Cuando vio a Maria irse de la oficina se percató que estaba siendo perseguida por Guido, no dudo en dejar su puesto y seguirlos también, iba a una distancia poco sospechosa y que no podía notarla, Roxanne tenía su celular en mano listo para grabar, en el momento en que doblaron en una esquina Guido tomó por el brazo a Maria y se le acercó al oído
– ¿Señor Ricci que está haciendo?- susurraba Maria asustada y temblando.
– ¿Qué pasa Maria? ¿Acaso no te gusto– decía mientras se le acerca y se pegaba a ella– Me contaron que estabas buscando ascender de puesto, puedo ayudarte con eso si quieres– Guido acerco si horrible cara a la de Maria– Si quieres avanzar aquí hay que dar favores para recibirlos, te espero en la salas de reuniones en 2 horas– decía mientras guiñaba un ojo.
La soltó y siguió su camino antes que ella, Maria quedó aterrada y temblando en el mismo lugar, Roxanne que estaba escondida también estaba temblando pero de la rabia, había grabado todo el suceso sin intervenir para tener pruebas y ahora se sentía asqueada por no haber hecho nada.
Regresó a su puesto de trabajo enfurecida y apenas se acomodó en su asiento, recibió visitas.
–¿Dando un paseo por la empresa, Salvatore? – preguntó una mujer con arrogancia.
– No puede ser ¿Ahora vienes tú a molestar? – pensó Roxanne enojada.
nadie es tu culpa por no confiar en ella todos ustedes la orllaron a hacer eso