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333 Anexos

333 Anexos

Status: En proceso
Genre:Romance paranormal / Aventura Urbana / Mitos y leyendas
Popularitas:922
Nilai: 5
nombre de autor: 𝐏𝐨𝐢𝐬𝐨𝐧

Su personalidad le permitió continuar con una vida que no recordaba.
Su fortaleza la ayudó a soportar situaciones que no comprendía.
Y su constante angustia la impulsó a afrontar lo desconocido; sobreviviendo entre una fina y delicada pared que separa lo inexplicable de lo racional.

NovelToon tiene autorización de 𝐏𝐨𝐢𝐬𝐨𝐧 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿?

^^^¿? de diciembre, 2022^^^

^^^¿?^^^

^^^¿?^^^

  — Trae una botella de vino, debemos brindar por nuestra captura de hoy, ¿verdad?

La muchacha de ojos apagados asintió temerosa y retrocedió suavemente hasta golpear su espalda contra la puerta y salir. Su actitud se intentó descontrolar cuando vio a nuestra pieza ser arrastrada hacia la habitación que preparamos para su llegada.

  — ¿Eran amigas? —cubrí mi boca, riendo—. Estás desquiciada, Eli.

No hubo necesidad de respuesta, su rostro solía acompañarse con subtitulos y cuando me miró lo único visible en el fue asco o repulsión. Decidí dejar mi cómodo asiento y dirigirme a ella para acomodar su húmeda cabellera tras su espalda.

  — Llamaré a un médico, ¿qué haré si te enfermas, eh? —apreté su mejilla buscando alguna mirada tierna, pero no hubo éxito—. O pediré alguna sopa caliente.

  — Deja tus idioteces —rebatió dándole un manotazo a mi brazo.

Lloriqueé adolorido, pero el desprecio en su mirada fue una grata compensación a su difícil temperamento. Mikaely me resultaba divertida y sus reacciones era lo que más me gustaba de ella, tanta valentía para confrontarme sin temer provocar mi ira se había vuelto un fetiche mío.

Nos vimos interrumpidos por la temblorosa señorita Rina. Decidí ignorar su presencia y distraerme con la maravillosa vista nocturna a través de paredes cristalinas. La ciudad entera parecía tan pequeña desde el piso cuarenta y dos del edificio, mi suite. Sin embargo, en el reflejo del vidrio pude ver los ojos llorosos de Rina.

  — Ah, ¡qué manera de arruinarme la noche niña!

Se apresuró a disculparse y rápidamente sus ojos derramaron lágrimas. Sentí como una ceja tembló ante su cara de miedo, pero pude controlarme gracias a que Mikaely se levantó a servir vino en las copas.

  — Toma y cállate un rato.

  — ¡Sí!

Mi deseo por crear tensión romántica —o sádica—, entre nosotros no tenía ni pies ni cabeza; siempre se mostraba reacia al afecto y eso me tenía encaprichado. Pero desde que empezamos a poner nuestro entretenido plan ya había encontrado una forma de verla con diferentes emociones ¡Ah, me llenaba el alma solo de verla!

  — ¿Hoy qué toca? —inquirí sonriendo.

Sus labios se ensancharon dejando ver la sonrisa tras su perversión.

  — Seguridad —contestó.

Caminamos junto hacia la habitación que permanecía cerrada todo el tiempo, excepto cuando teníamos que entrar a alimentar a nuestra pequeña y delgada prisionera. Abrimos la puerta y dejamos que el olor a sangre seca saliera, segundos después, entramos.

Mikaely supo cuánto me contuve al reprimir mis deseos de lastimarla, pero qué difícil estaba resultando mantener autocontrol al ver que Eliana tenía lágrimas por todo el rostro y aún así mirarnos con ferviente odio.

  — ¿Qué quieres?

  — Te ves mejor que ayer, perdón si exageré un poco —empezó mi pelinegra favorita, sonriendo—. Vamos a darte un trato más suave hoy, ¿te parece?

  — ¿Qué quieres? —dijo Eliana sin apartar la mirada.

  — ¿Te apetece algo salado? —la ignoró—. Casi te vuelves loca con tanta azúcar el otro día ¡Oh, ¿y si te damos agua?! Debes estar sedienta.

  — ¿Qué quieres? —repitió.

  — ¿No? Entonces volvamos con lo de siempre —volteó a mirarme—. Oye, dile a Rina que traiga donas glaseadas y una malteada.

Volteé la mirada un segundo, pero cuando regresé la vista al frente, un nuevo charco de sangre salió disparado hacia la pared. Las manchas anteriores empezaron a secarse y oscurecerse en la pared, por lo que ese tono fresco hacia ilusión a un hermoso rosal.

Eliana quedó acostada, la camisa de fuerza que llevaba limitaba su movimiento y los castigos por los que había pasado no le daban fuerzas suficientes para levantarse. Todo en ella se veía errático; voz, cabello, mirada y respiración. Aún lucía cuerda e inquebrantable, mantenía su valentía y ello sacaba el lado más emocional de Mikaely.

La ví ser ella misma, cada patada, cachetada o grito tenía plasmado el desconocido pasado de mi cómplice. Eliana se convirtió en su juguete favorito y como todo caballero no me habría importado dárselo apenas dijo quererlo. Pero...

  — Para ya, tiene que vivir —intervine viendo a la del cabello corto inmóvil en el suelo—. Vamos por el vino que dejamos afuera.

  — Voy a matarla, lárgate de–

Me apresuré a rodearla por detrás y cubrir su boca. Dejé su cabeza sobre mi pecho para inclinarme un poco y susurrar en su oído.

  — Cuida tus palabras, Mikaely —bajé la mano hasta su cuello e hice presión sin cuidado—. Al final del día no eres diferente ni indispensable aquí, ¿lo captas?

Entró en razón y apartó la cabeza. Ni siquiera me dió tiempo de ofrecerle ir a beber conmigo de nuevo pues desapareció en un parpadeo. El suspiró me salió acompañado de un salto hacia atrás cuando la mujer del suelo se echó a reír; poco a poco fue arrastrando su cuerpo en el suelo para usar la pared como apoyo y poder sentarse.

  — Uh, espeluznante.

Se le dificultó terminar una línea para decir lo feliz que se encontraba estar fuera de mi gusto. Tenía razón, su apariencia era básica y su físico era común, pero aún con poco a su favor, Mikaely envidiaba algo de ella que ni uno de los dos lograba descifrar.

Al inicio creí que se trataba de su aspecto, Mikaely le dedicaba sumo cuidado a las largas ondulaciones de su cabello, tal y como Eliana lo llevaba en un inicio. Luego pensé que podía tratarse de su valentía, pero no hallé nada especial más que instinto de supervivencia. No tenía nada más.

  — Con que me quieren viva, eh —murmuró dejando caer hilos de sangre y saliva por su labios—. Dime de una vez qué quieres conmigo.

Me puse de cuclillas en una distancia prudente para no manchar mis zapatos con sangre.

  — Te dejaremos ir cuando el viejo feo del Anexo firme la disolución, ¿es mucho pedir? —decidí quejarme.

  — No van a hacerlo —sonrió frunciendo el ceño—. Me quieren muerta, poco les importa lo que hagan conmigo.

Tenía un buen punto, pero solo desde su perspectiva ya que eso es lo que le hicieron creer. Mi cuerpo se erizaba al imaginar el clímax de nuestro gran y maravilloso plan.

  — ¿Y si te unes a mi? —le propuse—. Me interesa tu habilidad y no creo que sea un problema como esos imbéciles te han dicho; estarás bajo mi protección y mis órdenes, ¿qué opinas?

Sabía su respuesta, pero no estaba de más probar suerte. Aunque si hubiera aceptado claramente se trataría de un engaño buscando el momento perfecto para librarse. Dentro de mis planes no se encontraba armar un "ritual de iniciación" y probar su lealtad, qué perdida de tiempo.

  — Me encantaría mucho, don fetiches —dijo sarcástica ampliando su sonrisa burlesca—. Pero ya estoy bajo el cuidado y las órdenes de Félix. Ademas, tu compañera no me agrada.

Quise ocultar la gracia de su actitud, pero fue tanta que la carcajada se me escapó sin reparos. La observé durante algunos segundos y un extraño pensamiento se introdujo en mi mente.

Mikaely fuera perfecta si tuviera esta personalidad.

  — Es una lástima, Eliana, pero esa ha sido tu decisión —desdoblé las rodillas y sacudí las mangas de mi camisa—. Disfruta tu espectáculo.

Antes de cerrar la puerta pude ver un destello verde emanando de ella; afiló la mirada contra mi y luego lamió sus labios para quitar la sangre. Decidí ignorarla porque una vez la cerradura fuera activada sus sollozos apenas serían escuchados.

Fui directo a la habitación donde dormía con Mikaely y la observé sentada en mi escritorio revisando la camara de seguridad instalada en la habitación de Eliana. Sus ojos negros no brillaban incluso teniendo la pantalla cerca del rostro.

Fui hasta su lado y observamos el espectáculo que Eliana montaba una vez los altavoces se encendían. Al inicio seleccioné frecuencias con potentes hertz para aturdirla, sin embargo, Mikaely propuso tres simples sonidos.

El primero era el sonido clásico de un bosque compuestos por aves, grillos, hojas y demás. El segundo se componía del chistar causado por quemar madera. Y el tercero se trataba del tintineo de un cascabel.

Las combinaciones aleatorias del trío fueron efectivas para nuestro cometido, Eliana se encogía como pudiera sobre el suelo mientras luchaba contra su irracionalidad; su pálida cara se contraía frenéticamente al compás de la inquietud en su cuerpo.

Mikaely disfrutaba verla retorcerse en el suelo, rodando y rodando sobre la sangre derramada mientras que yo permanecía expectante a alguna súplica o grito desesperado que revelara su pasado, más no había éxito.

  — Va según lo esperado, mañana hablaré con Uriel una vez más y daremos fin —le informé a mi acompañante pelinegra—. Supongo que nos dividiremos a partir de eso, ¿no?

No hubo respuesta, simplemente disfrutaba viendo el sufrimiento de quién no paraba de llorar en una habitación llena de sangre.

  — Ya veremos.

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Anrai Dela Cruz
¡Necesito saber qué sucede después! ¡No me dejes esperando mucho tiempo! 😱😜
KnuckleDuster
¡Me muero por saber qué pasará en el próximo capítulo! 😍
Ludmila Zonis
¡Me he enamorado de tus personajes! Cada uno tiene su propia personalidad única y me han robado el corazón. 😍
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