solo confía y todo saldrá bien.
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capitulo #20 En el corazón de las montañas negras
La travesía hacia las Montañas Negras fue ardua y desafiante. Jacob y Sam habían dejado atrás el monasterio con una nueva misión y una renovada sensación de propósito, pero sabían que el camino por delante sería peligroso. Las Montañas Negras eran famosas por sus terrenos traicioneros y las criaturas que acechaban en las sombras.
La primera noche la pasaron acampando al pie de la cordillera. El aire era frío y denso, y el silencio nocturno solo era interrumpido por el ulular de los búhos y el susurro del viento entre los árboles. Jacob se recostó contra una roca, observando el cielo estrellado. “¿Crees que realmente estamos destinados a algo tan grande como dice el Guardián?”, preguntó, su voz llena de dudas.
Sam, avivando el fuego con un palo, miró a su amigo. “No lo sé, Jacob. Pero lo que sí sé es que no llegaremos a ninguna parte si no creemos en nosotros mismos. Hemos superado muchas pruebas juntos y esta no será diferente.”
El amanecer trajo consigo un renovado sentido de propósito. Empacaron sus pertenencias y comenzaron a ascender por los escarpados senderos de las Montañas Negras. A medida que avanzaban, el paisaje se volvía más inhóspito, y la vegetación se reducía a escasos matorrales y árboles retorcidos por el viento.
Al mediodía, se encontraron frente a un desfiladero profundo que parecía no tener fin. El único camino visible era un estrecho puente de cuerda que se balanceaba peligrosamente con cada ráfaga de viento. Jacob tragó saliva, su mirada fija en el abismo. “Esto parece una trampa mortal”, murmuró.
Sam dio un paso adelante, examinando el puente. “No tenemos otra opción. Si queremos llegar al otro lado, tendremos que cruzarlo.” Con una determinación férrea, comenzó a caminar despacio sobre las tablas crujientes.
Jacob lo siguió, cada paso una prueba de equilibrio y coraje. A mitad de camino, el puente comenzó a temblar violentamente. Un rugido gutural resonó desde abajo, y al mirar hacia el abismo, ambos vieron una criatura gigantesca escalando las paredes del desfiladero. Su cuerpo era una amalgama de escamas y espinas, y sus ojos brillaban con una malicia ancestral.
“¡Corre, Jacob!” gritó Sam, apresurando el paso. Jacob obedeció, sintiendo cómo la adrenalina le impulsaba a moverse más rápido. Justo cuando la criatura estaba a punto de alcanzarlos, lograron cruzar el puente y cortar las cuerdas, dejando al monstruo rugiendo de frustración al otro lado.
Sin aliento, se desplomaron en el suelo, mirándose el uno al otro con alivio y una pizca de incredulidad. “Eso estuvo demasiado cerca”, dijo Jacob, tratando de recuperar la respiración.
“Demasiado”, coincidió Sam. “Pero lo logramos. Ahora sigamos adelante.”
Continuaron su ascenso, y al caer la noche, llegaron a una cueva que ofrecía un refugio provisional. Encendieron una pequeña fogata para calentarse y prepararon una cena simple con los pocos suministros que les quedaban.
Mientras comían, Jacob sacó el libro que habían encontrado en el monasterio. “Quizás haya algo aquí que nos ayude a entender mejor lo que estamos buscando”, sugirió, pasando las páginas con cuidado.
Sam se acercó, observando las intrincadas ilustraciones y los textos antiguos. De repente, uno de los dibujos captó su atención. Representaba un símbolo extraño rodeado de figuras que parecían guerreros. “Mira esto”, dijo, señalando la página. “Este símbolo... creo que lo he visto antes en alguna parte.”
Jacob frunció el ceño, tratando de recordar. “Es cierto. Lo vi grabado en una roca cuando cruzamos el puente. ¿Crees que podría ser una pista?”
Sam asintió lentamente. “Tiene que serlo. Mañana buscaremos ese símbolo. Podría ser la clave para descubrir lo que el Guardián mencionó.”
Con una nueva pista en mente y una renovada sensación de esperanza, Jacob y Sam se acurrucaron junto al fuego, permitiéndose un breve descanso antes del amanecer. Sabían que el camino por delante seguiría siendo peligroso, pero también sabían que juntos, podrían enfrentar cualquier desafío.
El alba trajo consigo un cielo despejado y un aire frío y vigorizante. Con el símbolo en mente y una determinación inquebrantable, Jacob y Sam se adentraron más en las Montañas Negras, listos para enfrentar la siguiente prueba y descubrir los secretos que les aguardaban.