Emma, una chica carismática con una voz de ensueño que quiere ser la mejor terapeuta para niños con discapacidad tiene una gran particularidad, es sorda.
Michael un sexi profesor de psicología e ingeniero físico es el encargado de una nueva tecnología que ayudara a un amigo de toda la vida. poder adaptar su estudio de grabación para su hija sorda que termina siendo su alumna universitaria.
La atracción surge de manera inmediata y estas dos personas no podrán hacer nada contra ella.
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capitulo 6.1
Emma:
Mi padre se ha vuelto loco, definitivamente. Está bien que considere a Michael alguien confiable, pero de ahí dejarlo una semana completa conmigo, eso es otro cantar.
No es que la idea no me guste, ese es el problema. La idea me agrada en demasía. Por otro lado, ya no sé qué pensar. Primero me besa, me arrastra al bosque y luego salta con la estupidez de que soy una niña, cuando el que actúa de forma infantil es él. Lo peor es que ahora está acá, con su mirada intensa que me hace estremecer y me dan ganas de abofetearlo o besarlo. Sé muy bien que, si su camisa se mueve, se ve la marcha que evidencia lo que hicimos en el bosque.
La ansiedad de mi padre por saber cómo está el suyo lo lleva a preparar una maleta, empujando a mi hermano para que haga lo mismo y salir cuanto antes a la ciudad para llegar antes del anochecer.
Para mantenerme ocupada y olvidar que cierto profesor sexi está detrás de mí, me encamino a la cocina para empacar un poco de la comida que preparamos con Joan y tengan algo que comer.
Siento su mirada en mi espalda, siento que analiza mis movimientos y quisiera tener el valor de mirarlo a los ojos y ver que hace.
Michael:
Mis ojos no pueden abandonar a mi alumna. Una mirada a su padre y tengo que contenerme porque me mira fijo.
—Supongo que te podrás quedar ahora mismo —su voz suena con pena al tener que pedirme algo tan delicado.
Si supiera que mete a su hija en la boca del lobo, no creo que me dejaría tan campante a su merced.
—No tengo problema, pero tendrás que comunicarte con el decano de la universidad y dejar el claro la situación, no quiero que se malinterprete —pido.
—¿Porque se malinterpretaría? —quisiera poner los ojos en blanco, es claro que su mente está en su padre y el accidente que ha tenido, de lo contrario no me haría semejante pregunta.
—Tu hija es mi alumna y a pesar de que nos conozcamos de años eso no justifica que vivamos juntos así sea una semana, podría pasar por un amorío —aclaro, a esto Franco abre desmesuradamente sus ojos.
—Oh... claro, no lo había pensado —rasca su nuca de manera pensativa—. Hablaré con el rector en la mañana.
—Bien, iré a buscar ropa a mi departamento —anuncio ya saliendo de la casa.
En todo el camino no puedo dejar de pensar en el lío en el que me estoy metiendo. La ansiedad carcome mi sistema y siento que esta semana será la más larga de mi existencia. ¿Cómo resistirme a la tentación?
Llego a los condominios donde nos hospedamos los profesores y rápidamente me meto a la ducha, la necesito para calmar mis nervios. Salgo y tomo una de las maletas que se encuentra dentro del armario, tomo algo de ropa y objetos personales. Además de mi laptop y todo lo que necesito para mis clases.
Antes de salir, me miro al espejo del buró y suelto el aire que me impide pensar con normalidad y decidido no cagarla con mi amigo y su hija. Me disfrazo de responsabilidad y salgo hacia la noche, me meto en mi coche y conduzco hasta la casa de Franco que se encuentra demasiado cerca como para que mi ansiedad merme siquiera un poco.
Al llegar, estaciono y veo como mi alumna abraza a su padre y hermano, que lleva de la mano a su novia. Al parecer ésta se ha unido de último momento al viaje familiar.
Salto de mi coche con mis cosas en mano, tragando por solo tener la idea que en pocos minutos la tendré para mí y pido, rezo, me encomiendo a algún poder divino para resistir la tentación.
Entre ella y yo no puede volver a pasar nada.
Ni siquiera una risita.
Nada de nada.
—Bueno Michael, te encargo a mi tesoro más preciado, cuídala como si fuera tu hija —me estrecha en un abrazo al que respondo con cierto tirante por el pedido que me ha hecho y que deseo de todo corazón poder cumplir.
—Seguro, Franco —digo para nada seguro de mis palabras, pensamiento y actos.
Debo ser fuerte y resistir mi tentación, me repito como mantra mientras veo el coche de mi amigo desaparecer por la carretera.
Una mirada de reojo a mi lado y la mirada intensa de mi alumna se posa en mí.
—¿Tienes hambre? —pregunta y quisiera saber a qué tipo de apetito se refiere.
—Desde luego —respondo sintiendo que mi estómago ruje y mi entrepierna palpita.
Dos cosas sé en este instante. Uno, que mis plegarias se perdieron en el curso de envió al remitente y dos definitivamente muero de hambre.
Entramos al interior de la casa, Emma se encamina a la cocina mientras espero. Dejo mis pertenencias a un lado de la entrada de la casa. Al poco rato ella vuelve y me llama para que comamos en la cocina.
Al entrar a la habitación, veo todo dispuesto sobre la barra. Me acomodo en una de las banquetas al frente de ella. Sumidos en un silencio tortuoso comemos.
Cuando su plato está casi vacío, levanta la mirada. Mierda, si con una mirada me enciende, ¡¡no quiero ni pensar lo que me depara en toda esta semana!!
—Podemos fingir que acá no pasa nada o nos hacemos cargo del asunto —suelta de pronto y siento que estoy hablando con una mujer y no una niña en realidad.
Paso saliva.
—No podemos —señalo.
—Eres un cobarde —su mirada, tanto como su tono son retadores y nuevamente tengo que pasar saliva.
—Puede que lo sea, pero no voy a comprometer mi trabajo por...
—¿Una niña? —pregunta levantando una de sus cejas. Paso saliva por tercera vez en tan poco tiempo—. Eso ya lo dejaste claro, pero si somos sinceros con nosotros mismos puede que esta calentura se consuma con un encuentro y luego cada uno con su vida —propone.
Nuevamente suena como una mujer, no como la niña inexperta que sé que es.
—Lo dices como si tuvieras una experiencia intachable en el tema y estoy seguro de que no es así!! —refuto para tratar de persuadirla y que uno de los dos marque un límite.
Claramente el mío está cayendo con cada palabra que sale de su boca.
Esa boca...
—Eso podríamos discutirlo en mi cama, sobre la alfombra o donde más te guste —murmura desafiante.
Claramente está decidida. Lo que llama mi atención. Se supone que es una mujer sin experiencia y su resolución solo hace que la desee más.
¿Qué hago?
—Eres testaruda!!
—¿Como crees que aprendí hablar tan claro? —definitivamente no lo dejará pasar.
—Creo que deberías pensarlo mejor, ¿Estás segura de hacer algo conmigo de lo que te puedas arrepentir? —trato de razonar con mi linda testaruda.
—¿Porque me arrepentiría? Claramente tienes la experiencia que no podría encontrar en algún tarado de mi edad —sus ojos brillan y ya no sé qué pensar.
Si me niego ahora sé que me torturara hasta que acepte, cosa que no me conviene. Puede que tenga razón y que esta calentura se apague una vez que hayamos hecho eso.