Lorena siempre ha amado a su esposo, ha sido su único amor desde la época de la escuela; sin embargo, ha descubierto algo terrible.
¿Podrá Lorena soportar todo y volver a empezar?
Gabriel lleva cargando por años una culpa que no logra superar; se muestra frío y distante para que no descubran su debilidad; mientras está inmerso en una carrera política que lo podría llevar a la presidencia.
¿Podrá algún día volver a amar?
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11. Papeles importantes
Lorena ya lleva trabajando dos meses, se ha adaptado perfectamente a las labores que tiene que desarrollar, y siente que su vida ha recuperado sentido; lo mejor de todo, es que con el trabajo los recuerdos del pasado se han ido diluyendo y una sonrisa sincera se ha vuelto a dibujar en el rostro.
Con la presencia de Lorena, ha vuelto el orden en la oficina y aunque Augusto insistió con el tío de Gabriel, el candidato presidencial se ha mantenido firme en su decisión y no tolerará una intromisión más en su campaña, ha tomado la férrea decisión que lo que él quiere como programa de gobierno, y que se ha trabajado con mucha dedicación, no se verá alterado por apetitos personales, sea que gane o pierda, llevará su actuación bajo los criterios que él cree serán lo mejor para su proceso electoral, entonces aceptará los resultados sean estos positivos o negativos.
Ese día en particular, Gabriel salió rápidamente, después de concluir algunas reuniones con algunos gremios, con dirección a su casa, sus hijas estaban particularmente inquietas siempre sucedía eso cada vez que estaba cerca el día de la madre. Las pequeñas apenas recordaban a la mujer que les dio la vida, pero anhelaban aquel cariño, aquella dulzura, aquel sentimiento que las envuelva en ternura, en amor, en protección en cariño profundo.
Por estar apresurado por llegar a casa, Gabriel no pudo pasar a su oficina y recoger unos documentos que eran muy importantes para asegurar el apoyo de otros gremios el día siguiente, lamentablemente ninguno de sus asesores estaba en la capital, pues habían realizado viajes para ver cómo se desempeñaban los electores en otros sectores del país, así como buscar el mejor lugar para hacer las campañas y los mítines para la participación del candidato.
Magaly llamó a Lorena y le pidió de favor que al ser la única que estaba realmente cerca fuera por los documentos a la oficina y se los llevará a Gabriel a su casa. Lorena estaba nerviosa, aunque la relación con el candidato presidencial era cordial, sentía que él siempre se mantenía reservado y tenía asesores más cercanos, ir a su hogar se sentía como traspasar el límite, y sentía que si lo hacía, iba a descubrir algo que ella estaba negándose a ver.
Cuando llegó a la residencia, los empleados la llevaron a la sala de recibimiento y le pidieron que esperara que irían a comunicar su presencia al señor Larrea.
Estaba ahí sentada con los documentos en manos, cuando las dos pequeñas pasan corriendo con harina en mano y un par de huevos, seguidos por la señora encargada de la cocina, quien estaba pensando realmente en renunciar.
- "Eso no es correcto", dijo Lorena con la voz serena, firme, pero a la vez dulce.
Las niñas se detuvieron y se dieron cuenta de que se trataba de la mujer que alguna vez habló con ellas, a través del móvil de su padre.
- "La señora se puede caer, y no está bien desperdiciar la comida, (tomando las cosas) será mejor que la devolvamos, para que ella pueda preparar algo rico después, ¿no creen?", expresó Lorena con una sonrisa, para luego entregar la harina y los huevos a la señora, quien agradeció.
- "Pareces un hada", manifestó Samantha, con una mirada suplicante.
- "No hermosa, yo trabajo con tu papá", expresó Lorena, inclinándose para estar a la altura de las pequeñas.
- "Hueles rico. Si no eres un hada, ¿eres una mamá?", preguntó Alexandra.
- "No he tenido la alegría de ser una mamá no tengo ningún bebé, solo soy Lorena Castillo", respondió Lorena.
- "Tú no tienes bebé, nosotras no tenemos mamá, al menos no acá", dijo Samantha.
- "Nuestra mamá está en el cielo, dice papá, y desde ahí nos cuida", expresó Alexandra con cierta melancolía.
- "Pero nuestras amigas tienen mamá, y participan en las competencias de la semana de la mamá", agregó Samantha con una mueca de tristeza.
- "Algunas se ríen, dicen que somos tontas y por eso no tenemos mamá", confesó Samantha.
- "Si tú fueras un hada, te pediríamos de deseo que nos traigas una mamá", manifestó Alexandra.
Las niñas tenían un puchero en el rostro, Lorena sabía perfectamente cómo se sentía esa sensación.
- "Mi mamá también se fue al cielo, cuando también era pequeña como ustedes, entonces un día llegó mi tía a mi vida, y fue como tener una mamá de vuelta. Un día también ustedes podrían tener una mamá de vuelta, mientras tanto deben portarse bien, su mamá que está en el cielo, les está enviando mucho amor", expresó Lorena acariciando el rostro de las pequeñas, tal vez diciendo las palabras que alguna vez quiso escuchar.
- "Queríamos hacer galletas de chispas de chocolate", dijo Alexandra.
- "Esas les gustaban a mamá", agregó Samantha.
- "¿Tú sabes hacer galletas con chispas de chocolate?, a la señorita Margarita no les sale bien", comentó Alexandra.
- "La señorita Lorena vino a dejarme unos papeles, no deberían incomodarla, pequeñas", dijo Gabriel ingresando, las niñas corrieron a abrazar a su padre.
Aquella mirada tierna de Gabriel a sus hijas, contagiaban una calidez infinita, Lorena sonrió, si la vida le hubiese dado la oportunidad de ser madre, hubiese querido un padre como Gabriel para sus hijos.
- "No me incomodan, un día voy a hacer galletas con chispas de chocolate y se las mandaré con su papá", comentó Lorena con una sonrisa, mientras tomaba los papeles que había dejado en la pequeña mesa del centro.
- "Sí", dijeron emocionadas las niñas.
- "Muchas gracias", expresó Gabriel.
De pronto un gran trueno se escuchó, Samantha que estaba cerca a su padre se abrazó a él, Alexandra estaba más distante y estaba a punto de llorar, Lorena la abrazó y la niña se pegó a su pecho. Aquella imagen era tierna para Gabriel, Alexandra difícilmente aceptaba muestras de cariño que no fueran de él, pero ahí estaba su pequeña pegada a Lorena, abrazándose con delicadeza en un cálido mimo.