Hay mujeres que aman con fuerza, entrega y sacrificio. Rosario creyó que su matrimonio sería para siempre. Pero el que creía el amor de su vida no lo pensó así.
La historia de Rosario es la de muchas mujeres que lo dan todo en una relación y que al final comprenden que una relación es de dos.
Permítanme contarles la historia de ésta mujer común y corriente, una de nosotras.
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La Cofradía 3: Ana
El dueño de casa nos solucionó el problema. En un camioncito nos trasladó con todo.
Eran las cinco de la mañana y ya estábamos en casa. Después de una ducha reparadora. Prepararon el desayuno y lo tomaron contenta. Había sido un éxito total.
Ana las mandó a todas a dormir, ella lo haría después que amaneciera y pudiera darle de comer a sus gallinas. El secreto de sus tortas eran sus huevos de gallinas felices. Vivían sueltas pastando y comiendo solo trigo y maíz.
Todo lo que le había pedido a Dios se había cumplido, después de tantos sacrificios.
Criar a su hija, tener una familia, un terreno con casa y ser independiente económicamente. Con su empresa de eventos lo estaba consiguiendo.
Amaneció y alimenté a mis gallinas, contentas salieron a pastar. Me fuí caminando y llegué a mi vertiente. Era un hermoso lugar, escuchar el ruido que producía el agua al salir de la tierra era asombroso para mi.
Me senté en unos asientos rústicos que había comprado algunos años atrás. Era mi lugar favorito, el de Rosario era el río. Pero para mí ver el milagro de fluir el agua desde abajo de la tierra. Era mágico.
Sabía que no podía tapar el sol con un dedo y que en algún momento todo volvería.
Llevaba años esperando y hoy lo había hecho. Era triste recordar el pasado, de cuando había comenzado todo, y fue con la partida de mi abuela.
Mi abuela Morelia comenzó a decaer, sabía que su tiempo en este mundo se estaba acercando.
-- Lamento tanto dejarte tan joven, pero mi corazón no da para más
--No digas eso abuela. Te vas a mejorar ya verás.
--Tú sabes que me estoy muriendo..
--Si hay alguien en éste mundo así de perspicaz eres tú Ana.
--Dejé todo arreglado para mí funeral, me enterraras al lado de tu madre.
--Seguramente te pedirán la casa de inmediato y deberás salir, no ruegues.
--Siempre tu cabeza en alto. Las mujeres Valle no suplicamos a nadie.
--Las mujeres Valle elegimos nuestro apellido. Mi bisabuela nació sin que nadie la quisiera. Sin padre ni madre. Cuando tuvo que inscribir su nombre ella eligió su apellido. Nadie nos lo dió.
--Hay un poco de dinero, con ese te bastará para empezar. Buscarás trabajo en alguna casa puertas adentro haciendo aseo.
--Nieta mía, se que no fuí la mejor abuela, pero traté de criarte fuerte. Para que no repitieras la historia de nuestras mujeres. Que no siguieras la misma senda.
--Tranquila mi niña, Dios no te desampara, se fuerte y fiel a todo lo que te enseñé. Dentro de esa cabecita hay muchos sueños. Y eso es bueno pero lucha por cumplirlos.
--Perdóname, me hubiera gustado demostrarte más cariño, pero tú sabes que te amé a mi manera, fuiste lo que me mantuvo viva durante todos estos años. Te amé cuando naciste y me iré amándote y agradeciendo que no te parezcas en nada a tu madre.
Dentro de mí caja hay una carta. Léela hija y perdonanos a ambas. Dentro está la historia de tus ancestros.
--Te quiero mi pequeña.
Fue la última conversación que tuvimos, al otro día dejó de respirar tomada de mi mano. Ella era lo único que tenía. No teníamos amigos, ni familia, solo éramos mi abuela y yo.
Después de llorar y reponerme fuí a avisar al administrador del fundo la partida de mi abuela. El hombre mayor. Me miró con lastima.
Me explicó que me ayudaría a enterrar a mi abuela, él la admiraba mucho por qué a pesar de vivir sola. Supo sobrevivir y seguir trabajando, con una bebé.
Pero que lamentablemente debía dejar la casa. Así funcionaba el sistema cuando el trabajador fallece.
Todo sucedió rápido. Mi abuela quedó junto a mi mamá, tal como ella quería. Por fin estaban juntas.
Después del funeral, arreglé las pocas cosas que teníamos. La casa era amoblada con unos viejos muebles. Saqué la cajita de madera en dónde siempre veía a mi abuela guardar sus papeles importantes.
Buscando documentos y fotos, encontré un cuaderno en donde mi abuela había escrito el pasado de su familia.
Era muy triste, aunque ella me lo había contado, era más triste de lo que ella me narro. También encontré la carta de mi madre y supe el gran dolor con el que mi abuela había vivido. Dieciocho años sobreviviendo con el corazón roto. Nunca la vi sonreír y como lo iba a hacer si mi abuela estaba rota.
Solo le agradecí por criarme, por darme todos mis valores y prepararme para lo que se venía.
Salí de ahí con un bolso y la caja de mi abuela. La ropa de ella la quemé en la noche. Limpie todo y la dejé lista para recibir a la nueva familia.
El administrador me ofreció trabajo en la casa grande. Y me dió un sobre con un poco de dinero.
No quería aceptarlo, pero me dijo que era lo justo.
Le agradecí y no acepté el trabajo, quería comenzar en otro lado. Era momento de alejarme de ellas y su dolor.
Saqué un pasaje al azar. Era tiempo de escribir mi historia.
Pregunté en la estación en dónde podía conseguir trabajo y me dieron un dato. Habría una feria muy pronto y necesitarían mano de obra.
Me fuí caminando hasta llegar, era una gran propiedad con una casa grande y bonita.
La mujer que me atendió, me miró de pies a cabeza, me preguntó la edad.
--Aqui se viene a trabajar no a buscar hombres.
--Porque me dice eso señora?
--Te estoy advirtiendo.
--Gracias, no las necesito, vengo por trabajo. Si tiene perfecto y si no me voy.
--Vaya! Que alzada eres muchacha.Eres guapa, joven, baja y curvilínea. Eres lo que se diría gusto de hombre
--Te lo digo. Porque los hombres de la familia Fiore son dados a buscar jovencitas tontas. Los viejos y los jóvenes.
--No se preocupe señora, soy capaz de cuidarme.
Me enviaron a la cocina de ayudante. No era lo mío, siempre había trabajado en el campo. La cocinera se llamaba Carmen era una mujer muy dura, pero yo me había criado con alguien como ella. No necesitaba de palabras dulces para trabajar.
Con la cocinera aprendí mucho. Observaba todo lo que ella hacía, me contó que a ella le había enseñado la cocinera que había traído el abuelo Fiore de Italia. Y aunque era muy celosa con sus recetas, le caí bien. Mi silencio y respeto me hicieron tomarme bajó su tutela.
Yo hice un gran descubrimiento en mi vida. Me enamoré de la cocina. Preparar comida en un arte para mi.
Nunca salía de la cocina, dormía en las cabañas que estaban al lado.
Cómo era la nueva y joven. Los trabajadores comenzaron a invitarme, pero cada uno de ellos recibió un no por respuesta.
Más que solitaria y tonta como me dijeron, la verdad es que era tímida. Y me sentía nerviosa.
Un día ocurrió un hecho desagradable. La señora Carmen se equivocó y le colocó un aliño que no le gustaba a una de las nueras. La mujer la llamó y le tiró el plato por la cabeza. Le pasó a romper un poco la frente y quedó toda sucia con los ñoquis desparramados sobre su ropa.
Fue impactante para mí verla así. Y muy segura que jamás aceptaría algo así.
Fuí corriendo y le ayudé a sacar el delantal. No pronuncié palabra alguna y eso mismo hizo que ella llorara.
Váyase a bañar yo seguiré aquí. Ella asintió con la cabeza y se fue.
Desde ese día ella me tomó confianza y me comenzó a contar detalles de la familia a la que le trabajaba hacía más de tres décadas.
Dicen que el viejo Fiore llegó de Italia arrancando de una lucha de poderes en la isla de Cerdeña. Venía con su primera mujer, dos hijos y varios empleados, entre ellos la cocinera de la cual había aprendido. Actualmente tenía casi noventa años, cuatro hijos. Los otros dos hijos son de la segunda y tercera esposa.
Tenían muchas viñas y Casinos, las apuestas eran la mayor fuente de ingresos de la familia.
Todos vivían en la Finca. Pero dentro de la propiedad habían varias casas. Que eran ocupadas por los hijos y sus familias.
La casa principal era la del viejo con su esposa y su hijo menor, el favorito. Porque dicen que era muy parecido a él.
Francisco Fiore tenía veinte años y un genio horrible. En una de esas salidas de noche peleó con un hombre y en la pelea lo mató. La familia trató de encubrir el hecho pero no lo lograron, el muerto era hijo de un político corrupto. Por lo que a Francisco lo sacaron del país y lo enviaron a Italia, aún tenían muchos contactos ahí.
El viejo vivía molesto con todos porque tenía a su hijo favorito lejos.
La feria a la que se refería la persona que me dió el dato era una feria de Vinos. Era famosa en la región, era una zona vinícola.
Los Fiore eran los dueños de casa y siempre se lucían, la casa se llenaba de invitados y se cocinaba hasta el anochecer. La mujer que me contrato era la encargada. Era el nexo de la servidumbre con los patrones.
La feria era por cinco días.
Ese día fue el peor, eran las diez de la noche y con la señora Carmen seguíamos preparando platos.
Entró un grupo de hombres y mujeres a la cocina. Algunos venían ebrios y otros solo risueños Eran seguramente invitados por sus ropas caras.
Comenzaron sin ningún respeto a levantar tapas de las ollas y a probar algunas comidas. La señora Carmen estaba nerviosa, una mujer ebria de pelo muy largo abrió una olla y olió la carne que se cocinaba. Se unto todo el pelo con el cocimiento.
Era suficiente.
--Señorita, ha arruinado su pelo y nuestro trabajo. Le pasé un paño para que se limpiara. Ahora tendremos que botar tres horas de trabajo.
--La puta mierda, que hicieron. Me arruinaron mi pelo.
--Mírame tonta!
--Mira lo que hicieron. Unos se reían y otros le decían cosas.
--Limpiame Vieja. Le dijo a la cocinera.
Esto era demasiado, era algo que no podía soportar.
--Señorita, aquí la única sin respeto es usted. Reciba el paño y lavese en el baño. Y por favor déjenos trabajar.
-- Se pueden retirar? Todos por favor! Dije mirando al grupo sorprendidos de mi atrevimiento.
La rubia me sacaba más de una cabeza de altura, se fue directo donde mi. Estaba muy ebria y trató de tomarme de mi cabeza que estaba cubierta por un gorro de cocina.
Lo que ella no sabía era que crecí levantando terneros. Mis reflejos y fuerza no correspondían a alguien de mi tamaño. La tomé fácilmente de las manos y la empujé suavemente.
La borracha trastabillo un poco y cayó al suelo. Su furia había crecido al ver la rision en la que se convertía. Se levantó como pudo y fue a darme un golpe, solo tuve que esquivarla. Para que ella volviera al suelo.
Las lágrimas de impotencia corrían por su rostro dejando un maquillaje corrido.
--Ven aquí perra!
--Te mataré, llamen a mis hermanos.
Sentí una voces, y aparecieron dos hombres que la levantaron.
--Traiganla afuera! Dijo la rubia por mí.
Oia el llanto de la señora Carmen asustada.
Una voz profunda se acercó a ella.
--Calmate, aquí nadie hará nada. Llevenla a su auto y que se la lleven a su casa. Y sus hermanos que hablen conmigo. P
Al pasar la mujer me gritó unas palabras en italiano.
Por primera vez miré al hombre. No era tan alto y usaba gafas negras.
Usó una voz fuerte y clara.
--Salgan todos, dejen que el personal haga su trabajo.
El grupo de revoltosos salió en silencio, algunos aún reían, las mujeres me miraron con odio.
La cocina quedó desocupada. Nos miramos con la cocinera y dos sirvientas más que presenciaron todo.
--No lo puedo creer! Ha vuelto.
La miré sin comprender.
--Es Francisco Fiore, el hijo menor.
Esperé por días, estaba preparada, para que me corrieran, pero nunca lo hicieron.
Conversando la señora Carmen se había enterado que había entrado a la mala al país. A los diez años el crimen prescribía
Volvió nueve años después, pero porqué su padre lo extrañaba. Se decía que lo habían ubicado en una casa en el campo, lejos de todo. La propiedad era de la familia pero a nombre de otra persona. Para que las autoridades no sospecharan.
Y ese hecho hizo que la vida de Ana cambiara para siempre.
Días después. .. ..
Me mandaron a llamar de la casa grande. Un poco temerosa parti a ver. Nunca había entrado ahí. La cocina ocupaba un ala diferente y se conectaba a la casa por un pasillo. Nunca estábamos en contacto con alguien de la casa grande.
Estaba el patriarca sentado en una silla de ruedas, a su lado una mujer joven y bonita.
La voz dura de la mujer me sorprendió.
--Te llamas Ana verdad?
--Si señora.
--Mi esposo quiere hacerte una muy buena oferta, pero también hay condiciones.
--Mi hijo llegó al país, pero está viviendo en otro lugar. Necesito gente de confianza a su lado. Tú irás de cocinera.
--Esto es totalmente secreto. No saldrás de ahí por un año. Se que no tienes familia. Y al parecer tampoco una pareja.
-- Recibirás mensualmente una muy buena cantidad.
--En un año mi hijo recuperará su libertad. --Nosotros lo visitaremos una vez al mes.
--Pero tu no podrás salir de ese lugar. De eso depende la seguridad de mi hijo.
El anciano habló en su idioma, era un hombre feo y desagradable de voz rasposa.
--Mi esposo también te dice que no se te vaya a ocurrir enredarte con él.
--Enredarme? No entiendo.
--Que si te metes a su cama, será tu responsabilidad y debe quedarte claro que nunca jamás podrías ocupar un puesto más importante que el de limpiar.
Dijo muchas frases más, muy rápido.
--También, que no debes confundir amabilidad y lástima con otra cosa. Y si te quedas embarazada debes deshacerte de inmediato de ese bebé. --Nunca sería reconocido y por ningún motivo puede llegar a nacer.
--Eso es imposible.
--Las mujerzuelas, tienden a confundirse.
La rabia ya me brotaba por mi piel. Nunca me habían ofendido tanto.
--Señora, sabe que. No acepto la propuesta. No quiero ser grosera y responder de forma poco amable. Prefiero seguir trabajando de cocinera. Pero si quieren prescindir de mis servicios me iré.
El anciano le dijo muchas cosas a la mujer y tuvieron un diálogo largo entre ellos. El hombre seguramente entendió todo lo que le dije.
--Me puedo retirar?
--Mi esposo pregunta por qué se niega?
--Entienda que no quiero complicaciones y con todo lo que han descrito a su hijo. No quiero yo participar en su proyecto. Su hijo no es confiable.
El viejo volvió a hablar molesto.
--Mi esposo dice que le pagará el doble. Que usted elija la cuenta y todos los meses se le depositará su pago.
Me quedé pensando, mi paga era buena, pero doble era mucho mejor. Me serviría para ahorrar.
Lo miré de frente a los dos sin bajar la vista.
--Esta bien por un año estaré al servicio de su hijo.
Pero también tengo algunas peticiones. La mujer me miró de forma sorprendida.
--Que dices?
--Mi alojamiento no debe ser en la casa grande. Mi trabajo será de ocho de la mañana hasta siete de la tarde y el domingo será mío.
--Esta bien, me respondió en castellano el anciano.
--Partirás mañana a las ocho. Él ya está allá. No le dirás a nadie del servicio de este trato.
Asentí con mi cabeza y me retiré.
Salimos muy temprano. Nadie me habló nada. Iba con Tres hombres. Viajamos todo el día en vehículo hicimos una parada para comer un sándwich e ir al baño, después pasamos por un ferry. No tenía la menor idea dónde estábamos.
Era de noche cuando llegamos.
Uno de los hombres me llevó mi bolso a una cabaña alejada de la casa principal.
--Este será su alojamiento. Mañana le mostraré la cocina. Mi nombre es Andrés y se que se llama Ana. Me miró y se fue.
Me quedé sola, era una bonita cabaña tenía todo junto, era un solo espacio. Pero por un año sería mía y era un hermoso lugar.
Estaba sola, no conocía a nadie, no sabía a quien le iba a cocinar. Solo esperaba que el año pasara rápido.
No sé en qué me había metido, pero usaré la frase de mi abuela, "Siempre adelante sin mirar atrás"
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