Anabel es una joven hermosa y feliz , llena de esperanzas y sueños que se verán truncados , al verse obligada a contraer matrimonio con un desconocido.
Sumérgete en la maravillosa historia de Anabel , vive con ella sus alegrías y desdichas ...
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La pedida de mano
Rosaura y Juan volvieron a casa al atardecer. Habían comprado algunas cosas, como café, té, sal, azúcar, algunas especias y caramelos para los niños, que saltaban contentos a su alrededor.
Rosaura sacó un vestido y lo colocó extendido sobre el colchón. A Margarita le brillaron los ojos al verlo, creyendo que era para ella.
Margarita - ¡Gracias mamá, me encanta.!
Rosaura - No es para ti, es de tu hermana.
Margarita - Pero mamá, tú me debes un regalo, me lo prometiste.
La mujer le dijo a la niña que le iba a hacer un regalo el día que le vino el periodo la primera vez , a los doce años y ya le quedaban tres días para cumplir catorce. Había esperado mucho , y ahora no iba a permitir que se lo quede la otra.
Juan - Tú también has prometido muchas cosas y no cumples ninguna.
Rosaura - Te lo prometí porque pensaba que ibas a madurar y portarte bien. No tengo por qué regalarte nada si no lo mereces. No has hecho ni una sola de las cosas que te ordené por la mañana.
El vestido era usado, de un puesto que vende ropa de segunda mano, pero era muy bonito, el mejor que ninguna de ellas (incluida su madre) habían visto en sus vidas.
Los padres estaban impacientes porque se lo probara, querían comprobar que mereció la pena el dinero gastado. Anabel se apresuró a ponérselo y le quedó perfecto, justo a su medida .
Margarita casi revienta de la envidia. Pero juró que las cosas no quedarían así.
Al día siguiente cuando todos salieron afuera a realizar sus tareas, ella buscó el vestido por todas partes hasta encontrarlo. Lo rasgó y volvió a colocarlo en su sitio, como si nada hubiera ocurrido.
Unos días después...
Ya había pasado una semana, hoy era el supuesto día en que tenía que venir María con su hijo.
El mayor de los niños, que tenía cinco años, estaba vigilando afuera para dar el aviso en cuanto viera algún coche acercarse.
Toda la familia se vistió con sus mejores ropas, incluida Margarita que no entendía nada de lo que estaba pasando.
La casa estaba limpia y ordenada. Anabel era la única que seguía en la cocina preparando un pastel de fruta y muchas cosas más.
Su madre vino a meterle prisa - ¿Pero qué haces hija? Corre a ponerte el vestido y échate esas esencias tuyas para quitarte el olor a cebolla. ¡Oh, el vestido lo tengo yo, voy a traértelo!
La mujer casi se muere del disgusto al ver el vestido rasgado. Eso no podía estar pasando , en cualquier momento llegarían las visitas y su hija no tenía nada que ponerse , toda su ropa era inservible. ¡Si al menos esas personas fueran campesinos como ellos.!
Salió corriendo a contárselo a su marido, que estaba rojo de la rabia .
Anabel como siempre, los calmó a los dos- No pasa nada, madre. Puedo arreglarlo .
Rosaura- Pero hija, no quedará bien, y ellos llegarán en cualquier momento.
Anabel fingía estar tranquila, pero ver su vestido rasgado, era como si le rasgaran el corazón. Nunca antes le habían comprado nada especialmente para ella, algo nuevo y bonito, algo totalmente suyo Y esa desalmada lo había destrozado. Cogió aguja e hilo y comenzó a coser mientras las lágrimas empapaban sus mejillas. Tuvo que meterle las costuras por ambos costados, para que se viera simétrico.
Se lo probó y le quedaba muy justo en la cintura, pero la falda seguía teniendo vuelo. Ahora le quedaba mejor porque resaltaba más la silueta, pero ella no estaba acostumbrada a lucir ropa ceñida y se sentía muy extraña y fuera de lugar.
Su madre le ayudó a cepillarse su largo cabello y le hizo una trenza. Se puso unas gotas de su esencia preferida y se sentó a esperar. Ya estaba aburrida de no hacer nada, cuando su hermano empezó a gritar - ¡Ya vienen, ya vienen!
Entonces oyeron el ruido del motor del coche.
Un hombre muy guapo y joven lo conducía, a su lado estaba su madre con su pose altiva.
Para Anabel fue un flechazo. Nunca en su vida había visto a un hombre tan guapo. Ahora estaba entrando en pánico, lo quería y deseaba que fuera su marido, pero... ¿Y si él no sentía lo mismo? ¿Y si ella no le gustaba? ¿Y si solo había venido para complacer a su madre?
Muchos miedos se agolpaban en su cabeza. No soportaría que ese hombre se fuera para no volver, no después de verlo, no después de desear con toda su alma una vida con él.
Fran estaba entretenido mirando a los niños, no entendía cómo podían ser todos tan pequeños, pensó -Esta gente es peor que los conejos.
Después la vio a ella y se quedó alucinado, esa chica era una verdadera belleza. No tenía nada que ver con las fotos que le envió su madre. Aunque llevaba un vestido cutre, su cuerpo era el de una diosa. No veía la hora en la que fuese suya.
El hombre se bajó del coche , dió la vuelta y le abrió la puerta a su madre , extendiéndole la mano para ayudarla a salir. Habían traído un enorme ramo de flores y muchos regalos.
María saludó e hizo las presentaciones pertinentes. Pasaron a la cabaña y tomaron asiento. Él estaba embelesado con la belleza de la chica.
Margarita ni se imaginaba de qué iba está visita, pero al igual que su hermana se le salían los ojos con el guapo visitante. Ese era un hombre de verdad y lo demás cuento.
A diferencia de Anabel que estaba muy nerviosa y solo lo miraba con disimulo y timidez, , ella se lo comía con la mirada y le sonreía descaradamente, hasta que Rosaura tuvo que darle un pellizco y mandarla a cuidar a sus hermanos.
Después de hablar del tiempo y cosas irrelevantes, María volvió al tema que los había traído - Pues bien como os había prometido aquí estamos mi hijo Fran y yo, para pedir la mano formalmente de la bella Anabel. Si acepta casarse con él, no le faltará de nada y será una hija más para mí.
Juan dio su bendición antes de que la mujer acabase de hablar.
Pero María dijo - Por supuesto que les damos nuestra bendición y haremos todo lo que esté en nuestras manos para apoyarles en lo que haga falta. Pero antes deben hablarlo entre ellos para estar de acuerdo y dar su consentimiento.
Juan no entendía nada ¿ Por qué tendría su hija que dar su consentimiento ? Si él ya había decidido por ella .
Pero Rosaura lo entendió perfectamente- Hija, acompaña a Fran afuera y así conversáis un poco y os vais conociendo.