La ciudad despierta alarmada y aterrada con un horrendo triple crimen y Fiorella descubre, con espanto, que es una mujer lobo, pensándose, entonces en un ser cruel y sanguinario, lo que la sume en desesperación y pavor. Empieza, por ende, su agonía, imaginándose una alimaña maligna y quizás la única de su especie en el mundo. Fiorella es acosada por la policía y cazadores de lobos que intentan dar con ella, iniciándose toda de suerte de peripecias, con muchas dosis de acción y suspenso. Ella se enamora, perdidamente, de un humano, un periodista que tiene la misión de su canal de noticias en dar con la mujer lobo, sin imaginar que es la muchacha a quien ama, también, con locura y vehemencia. Fiorella ya había tenido anteriores decepciones con otros hombres, debido a que es una fiera y no puede controlar la furia que lleva adentro, provocándoles graves heridas. Con la aparición de otras mujeres lobo, Fiorella intentará salvar su vida caótica llena de peligros y no solo evadir a los cazadores sino evitar ser asesinada. Romance, acción, peligros, suspenso y mucha intriga se suceden en esta apasionante novela, "Mujer lobo" que acaparará la atención de los lectores. Una novela audaz, intrépida, muy real, donde se conjuga, amor, mucho romance, decepción, miedo, asesinatos, crímenes y mafias para que el lector se mantenga en vilo de principio a fin, sin perder detalle alguno.
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Capítulo 2
Me llamo Fiorella Malinova y estudio veterinaria en la universidad, pero se me hace difícil estudiar por el asedio de los chicos, impactados de mi belleza y encanto. Casi todos están prendados de mí, además se me hace imposible pasar desapercibida entre mis compañeras de estudios porque mido un metro ochenta, soy hermosa, de ojos claros, casi amarillos, de interminables curvas, delgada y muy voluptuosa, súper atractiva. Eso me ha traído muchos problemas, también. Los muchachos se pelean por salir conmigo.
John era mi enamorado pero terminamos porque lo sorprendí besando a otra mujer. Me pidió perdón, me dijo que fue una equivocación, que me amaba y que solo me quería a mí. Me suplicó que le diera otra oportunidad por lo felices que habíamos sido, pero yo estaba muy dolida, lastimada en lo más hondo de mi corazón porque lo amaba mucho, lo quería demasiado y estaba ilusionada con él. Pese a todo, no le perdoné.
Dos meses después, empecé a salir con Fabrizzio, un chico lindo, mayor que yo, que ya estaba por culminar la carrera. Me gustaba porque era sencillo, distendido y de metas firmes en la vida. No era de fumar ni beber y tampoco asiduo de fiestas o diversiones y era muy guapo, alto, delgado, no muy musculoso pero sí súper lindo, romántico y cariñoso.
Yo lo besé primero porque, como les digo, me gustaba bastante. Él se sorprendió ya que esperaba entablar primero una relación amical conmigo para conocernos de a pocos, pero luego, recuperado del impacto inicial, Fabrizzio disfrutó febril de mis labios, tanto que se deleitó con la tersura de mis brazos y quedó muy ebrio de mi boca.
John nos vio besar muy acaramelados en un parque muy cerca de la universidad y los celos lo calcinaron en un santiamén. Se enfureció y se propuso, entonces, atacar a Fabrizzio y darle una paliza.
Un viernes por la noche, cuando Fabrizzio me acompañaba a mi apartamento, después de clases, John lo atacó, aprovechando la poca luz del vecindario, cerca a mi casa. Le dio con un gran fierro en la cabeza, dejándolo inconsciente tendido, en el asfalto en medio de un gran charco de sangre.
Vi a John correr a toda prisa por un callejón oscuro. La rabia me había obnubilado por completo y sentía la ira convertida en un volcán en plena erupción. Las garras aparecieron de inmediato y percibí mi boca echando baba, con los colmillos afilados. Mi espalda se encrespó de muchos pelos y sin poder contener mi furia, corrí detrás de John oliéndolo, siguiendo su sombra que emergía en mis ojos, igual si lo apuntara con un rifle de alta precisión.
Y me le lancé encima de él, iracunda y rabiosa, destrozándolo con mis colmillos, arranchando sus pellejo, desgarrándolo por completo, sin importarme sus gritos y chillidos de dolor, ni su llanto ni sus intentos por tratar de apartarme. Lo mordí con tanta furia que le arranché las oreja, la nariz, le abrí surcos en todo su cuerpo, su espalda, el pecho y las piernas, dejándolo malherido.
Las ambulancias llegaron de prisa ante la alarma de los vecinos que escucharon los alaridos angustiados de John y se encontraron con su cuerpo hecho pedazos, aún con vida. También auxiliaron a Fabrizzio que había sufrido un severo traumatismo en el cráneo por el fortísimo golpe que recibió en la cabeza.
-Lo atacó un gran perro, enorme, violento y furioso-, dijo una mujer que había sido testigo de todo lo ocurrido.
No habían cámaras de vigilancia y las evidencias le daban la razón a la mujer. Balbuceando completamente extraviado en el espanto, John confirmó que fue un gigantesco perro que lo hizo pedazos a mordiscos y con sus potentes garras.
Fabrizzio murió poco tiempo después, al igual que John que no se pudo recuperar de los mordiscos ni las profundas heridas que le provocaron las garras del animal. La policía realizó operativos por todo el sector en busca del gran perro asesino como tituló la prensa, pero no hallaron ninguna evidencia de ese extraordinario animal.
Me quedé mirando las luces tenues de la noche, iluminando pobremente el vecindario, sin saber qué había pasado. No recordaba gran cosa, tan solo la furia y la ira estallando como petardos de dinamita dentro de mi cabeza y sentía mi corazón rebotando en el pecho, frenético, convertido en una pelota.
Yo tengo las uñas muy largas, me gusta tenerlas así, y esa noche las había pintado de blanco, sin embargo no había ni un solo rasgo de sangre, tampoco en mis dientes ni en mi busto. Nada. Si yo era ese dantesco animal, debía tener evidencias de lo que pasó con John, pero no había nada que me involucrara. Empero los gritos y alaridos de mi ex enamorado seguían estallando dentro de mi cabeza martillando mis sesos, igual a un horripilante eco o tétricas campanadas, provocándome aún más terror y pánico.