Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de
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capítulo 19
El Contraataque Final
Alana se volvió hacia Daniel, con una expresión de resolución que borraba cualquier rastro de la chica asustada que él había conocido.
"Daniel, nos acaba de dar un cargo criminal. No solo por acoso, sino por uso de recursos corporativos para beneficio personal y encubrimiento," explicó Alana. "Esta es una violación directa de las órdenes de su padre y la Tía Helena. Ellos no lo protegerán de esto. Lo borrarán para proteger el negocio."
Daniel asintió, su preocupación ahora dirigida a la estrategia, no al miedo. "Bien. Entonces usemos el Anexo C. ¿Cuál es el movimiento? ¿Zúñiga le envía una demanda o le enviamos una muestra para que sepa que estamos vigilándolo?"
Alana sonrió, tomando su mano. "Fernando no necesita una demanda; necesita una humillación. Pero primero, vamos a hacer que se exponga aún más, para que la próxima vez que Zúñiga lo demande, no pueda negar que estuvo aquí."
Alana se levantó, dirigiéndose a su estudio. "Vamos a enviar un mensaje a Catalina. Le diremos a Zúñiga que prepare una orden de restricción de emergencia por acoso. Y vamos a diseñar una trampa sutil para que Fernando no se resista a volver a llamar a esta puerta."
"Una trampa, ¿cómo?" preguntó Daniel.
"Fernando cree que soy débil y sentimental, y que Daniel es mi punto débil. Vamos a usar eso. Vamos a hacerle suponer que puede encontrar una forma de negociar directamente conmigo sin abogados. Si logra entrar, tendremos un testigo de acoso. Si no lo logra, sabrá que la persecución terminó."
El Profesor Zúñiga actuó con la rapidez y la precisión de un cirujano.
Apenas unas horas después de que Alana y Daniel recibieran el Anexo C de Ricardo (la prueba del rastreo cargado a los gastos corporativos), la oficina de Zúñiga presentó una solicitud de emergencia ante el Tribunal de Familia. La solicitud se basó en dos puntos: el patrón de abuso de poder demostrado por la evidencia de malversación, y el riesgo de seguridad personal que representaba la aparición de Fernando en la residencia de Alana.
A media mañana del día siguiente, un mensajero judicial llegó a la torre de la Fuente Corporation y entregó un sobre sellado en el cubículo de Fernando.
Fernando Fuente recibió la Orden de Restricción con las manos temblorosas. El documento era conciso y sin ambages: se le prohibía contactar a Alana Alvarado Blanco o a Daniel Márquez, acercarse a su residencia o lugar de trabajo, o usar cualquier medio (incluidos los recursos corporativos) para obtener información sobre su paradero.
El castigo por la violación era severo y directo: arresto inmediato.
La humillación de recibir una orden judicial en su propio lugar de exilio corporativo era insoportable. Sintió que la red legal de Zúñiga se cerraba sobre él, pero la furia ahogó su juicio. Fernando no pensó en las consecuencias; solo pensó en la urgencia de recuperar el control que se le escapaba.
La Violación Inmediata
Ignorando a su tembloroso abogado, Fernando se dirigió a su coche. Necesitaba que Alana entendiera que él era inmune a esas reglas de clase baja. Su mente solo procesaba una idea: convencerla de que retirara la orden antes de que la Tía Helena se enterara.
A diferencia del primer encuentro, donde fue a la puerta para intimidar, esta vez no podía arriesgarse a ser visto cerca de su edificio. Condujo hasta una calle cercana a la cafetería favorita de Alana, en el centro de la ciudad.
Se sentó en su coche y sacó su teléfono. No la llamaría; eso era demasiado obvio. Usaría el método que había aprendido a despreciar, pero que ahora era su última esperanza: la súplica.
Fernando envió un mensaje de texto desde un número anónimo, burlando el rastreo de su cuenta corporativa, pero cometiendo un error fatal al elegir sus palabras:
De: Número Desconocido
Asunto: Urgente. Privado.
Alana. Necesitas detener esto. La Orden de Restricción es estúpida. Si no hablamos ahora, le diré a tu novio quiénes eran tus padres realmente y por qué te abandonaron. No me obligues a hacerte daño. Dime dónde te encuentro.
El Cebo Funciona
El mensaje llegó al teléfono de Alana mientras ella estaba en su apartamento, sentada con Daniel, revisando los planos de seguridad del edificio.
Alana leyó el mensaje. No sintió miedo, sino una fría satisfacción. El mensaje no solo violaba la orden al intentar contactarla, sino que también revelaba una nueva amenaza basada en información personal y dolorosa.
"Lo hizo," dijo Alana, mostrando el teléfono a Daniel. "La amenazó con información personal que obtuvo ilegalmente y lo hizo desde un número no registrado. Violación inmediata de la orden de restricción."
"No solo eso," señaló Daniel, su ojo de ingeniero detectando la oportunidad. "Intentó que fueras a su encuentro. Quiere que te expongas en un lugar público, probablemente sin testigos."
"Es hora de que sepa que ya no soy la chica que negocia sola en una cafetería," dijo Alana, tecleando rápidamente un mensaje de vuelta.
De: Alana Alvarado
Asunto: Re: Urgente.
Fernando. No me amenazas con mis padres. Yo sé la verdad. Si quieres hablar sobre tu malversación y la Orden de Restricción, encuéntrame donde todo empezó: la sala de juntas principal de la Corporación Fuente. Una hora. Solo. Trae a tu abogado y yo traeré al mío.
Alana no tenía intención de ir a la Corporación, pero la provocación era perfecta: el miedo de Fernando a que Zúñiga invadiera su santuario era su mayor debilidad.
La Trampa de Daniel
Mientras Fernando recibía el mensaje, Alana le entregó el teléfono a Daniel.
"Fernando va a entrar en pánico. Va a ir a la Corporación y va a llamar a su abogado. Pero antes de eso, probablemente hará una última búsqueda desesperada para asegurar que no estoy sola. Quiero que salgas de aquí ahora mismo y hagas algo por mí," le dijo Alana a Daniel.
"Lo que sea. Dime."
"Quiero que vayas al Archivador Secreto en la Sala de Sistemas del segundo piso. No entres, solo quédate en el pasillo, a la vista. Y quiero que le envíes un mensaje de texto simple a Fernando desde tu número."
Daniel asintió. "¿Qué le digo?"
"Dile: 'Estoy listo. Lo tengo todo.' Eso le hará pensar que tú tienes la agenda real, o que la estás duplicando. Él vendrá por ti, Daniel. Y cuando lo haga, la violación a la Orden de Restricción será pública y con un testigo."