Bianca solo tiene un deseo: poder y respeto. Dante se lo concederá. La convertirá en su esposa y lo que en un inicio fue por conveniencia se transformará en algo mucho más fuerte.
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La Fiesta.
GABRIELE
—Quiero la escultura para mañana en la noche, a las 8. Requiero puntualidad.
—Así será señor Corsi.
Cuelgo la llamada y guardo el celular. Está a punto de ser el cumpleaños de Loretta, mi hermosa hija y pienso gastar toda mi fortuna si es necesario para que sea feliz. La fiesta no será elegante, algo informal, no es a mi gusto, pero sí al de ella.
Por seguridad la fiesta será en casa, a Loretta no le decepciono mucho, ya que la propiedad es enorme y hay una gran piscina que he pedido que sea decorada con rosas. En el centro del salón habrá una escultura hecha de hielo y diamantes, mayormente de diamantes para que todos los invitados puedan apreciar la belleza de mi hija.
Escucho unos pasos detenerse detrás de mí y encuentro a Claudio.
—Bien Claudio, para esta fiesta quiero que cuides a mi hija. Claro que te quitaras esa mascará y será reemplazada por una de rostro completo, ya sabes, no quiero que espantes a todos—él mueve la cabeza en afirmación—Sin errores ¿Entendido?—vuelve asentir—Perfecto, ya sabes que detesto los errores. La vez pasada cometiste uno, no quisiera tener que arrancarte un ojo.
Él no se mueve y estoy encantado por su obediencia. Le doy el permiso de retirarse y lo hace. Va con el resto y trata de convivir, pero sabe que no puede hacerlo. Quien pensaría que ese muchacho ha sido lo mejor de mis creaciones.
Por su lado pasa Estefan y como siempre lo mira mal y con asco.
—No entiendo por qué haces que use esa máscara. Da terror.
—No seas imbécil—le digo—¿Están los arreglos para la noche? ¿El DJ?
—Sí, ya confirmaron todos padre. Además, ire a recoger dentro de una hora a Bianca y a su marido.
Sonreí de lado por sus palabras. Me hizo saber que todo iba perfecto a mi plan.
—¿Planeas algo?—me pregunta.
—No.
—Papá, te conozco. Planeas algo desde hace mucho, lo sé ¿No que soy tu mano derecha?
Estefan es tan manipulable, pero lamentablemente quiere mucho a la bastarda, desconozco la razón, pero se llevan como uña y mugre. Sé que él le cubría en ciertas cosas y me enfrentaba para que no pueda castigarla.
—Nada que tengas que ver. Ahora ve a ver si ya está todo ordenado para tu hermana y su marido.
Estefan no insistió más en el tema y continuo.
En verdad algo tramo contra Bianca. Verla tan feliz cuando lleva el peso de una muerte sobre sus hombros no debe ser posible. Vuelvo arrepentirme en haber permitido que se casara con Dante, creí que la haría sufrir, que moriría en un par de días, pero no fue así, lo contrario, se ven felices y ahora con la noticia de su embarazo a voces, no voy a permitirlo.
BIANCA
Sé que algo se me esta olvidando, algo no está cuadrando en todo esto que sucede o tal vez sea mi cabeza alejando el pensamiento de que estoy volviendo al lugar donde he sufrido lo innombrable. Continúo pensando en ese algo y no llego a saber qué.
Dante nota mi ansiedad y acaricia mi mano, volteo a verlo y le sonrió levemente.
—¿Ya vamos a llegar?—le pregunto.
—Si, en un par de minutos empezaremos a descender.
Asentí y empecé a acomodar el cinturón. Vamos en el avión privado de Dante, aquí va Antón, Alfredo, dos socios de Dante y un par de guardias más. Unos minutos después, Alfredo aparece y se lleva a Dante con él.
—Regreso antes que el avión descienda—asentí.
Me incline en ver la ventana pensando en ese algo que me falta. Traigo los vestidos, ropa informal, zapatos necesarios y mis... ay, carajo. No traje las pastillas. Me paso la mano por la frente por lo idiota que he sido.
—Señora—alce la mirada y encuentro a Joel cerca a mi—felicidades por su embarazo.
—¿Qué?—abrí los ojos como plato.
—Lamento si la incomode. Disculpe.
—No—solté una corta risa—.Solo estas equivocado, Joel. No estoy embarazada.
—Oh, lo siento.
Sentí la mirada de los más guardias sobre mí y al verlos, miraron para otro lado.
¿Acaso tengo pancita? ¿Es por eso por lo que piensan eso? Me veo la zona del abdomen y no encuentro nada fuera de lo normal, milagrosamente las pastillas no me han hecho subir de peso, pero si tengo otros efectos.
Estos tres días debe tenerlos en abstinencia con Dante, lo intentaré, pero con él voy a flaquear en esa decisión. Ay no, por qué me sucede esto a mí.
Dante regresa unos minutos después y viene a sentarse a mi lado. Prefiero no decirle nada sobre el comentario de Joel y nos preparamos para aterrizar. Cuando el avión por fin estuvo en tierra, las personas a bordo empezaron a bajar, pero yo me quede en mi lugar.
—No hagas eso—Dante quito la mano de mi boca y me entrelazo con la suya—.Ellos no pueden lastimarse.
Creo que si me afecta el volver a este lugar. Donde tanto he llorado y sufrido. Tal vez no soy tan fuerte como pensé.
—No traje mis pastillas—le digo—.Tenemos que regresar.
—¿Los anticonceptivos?—asentí—.Bebé, no hemos pisado tierra y ya piensas en esas cosas ¿Es eso? ¿O es por tu familia?
—No lo sé. Tengo miedo.
—No puedes superar esa tristeza en tus ojos huyendo—dice acariciando mi mejilla—.Dimelo y regresamos ahora. No hay problema en faltar.
Vuelvo a ver por la ventana, todos están afuera esperando a que bajemos. Aún estoy a tiempo de decirle a Dante que, si quiero regresar y cuando estoy por hacerlo, un auto llega a esta parte del aeropuerto y de este baja Estefan.
Sonreí levemente al verlo, creo que él es el más animado por verme. Suelto un suspiro y regreso a Dante.
—Vamos, quiero quedarme.
Dante asintió. Nos levantamos y salimos del avión, en ningún momento lo deje hasta que nos acercamos a Estefan. Él me saludo con un fuerte abrazo y subimos a su auto. Volví a tomar la mano de Dante cuando ingresamos a la propiedad Corsi. Todo sigue igual, gris y frio. A pesar de que Gabriele quiso que este tenga el aire de un hogar para Loretta, nunca lo logró, después de la muerte de la madre de Estefan ya nada fue igual.
—Vengan, los acompañare a la habitación.
Entramos junto a los demás guardias quienes traían la maleta. Subimos a la segunda planta y Estefan abre la puerta al costado de la oficina. Esta siempre ha sido para visitas, es enorme, hay una gran cama que nadie ha tocado jamás, las paredes son grises y hay una gran ventana que da una excelente vista al resto de la sociedad.
—Gracias, Estefan.
Él asintió y salió para sentirnos cómodos. Dante se acercó a la ventana y yo me quite los tacones. Son ya cerca de la media noche y estoy cansada.
—Dante—le hable y él volteo—¿Puedes acostarte conmigo?
—Si.
Él fue primero a la puerta, le hecho seguro y vino acostarse a mi lado. Me quite el suéter blanco y el vestido. Traigo unas medias blancas hasta los muslos, ambas tienen un moño y Dante me acaricia cuando estoy en la cama con él.
Queda con el pecho libre y acaricio sus tatuajes mientras que poco a poco me va ganando el sueño.
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Todos en la mansión han estado de acá para allá por la fiesta de hoy. Loretta me evita, seguro por lo que paso en Calabria y papá ha salido con Estefan y Dante salió temprano por unos negocios con Alfredo. Antón está conmigo y me siento más segura ahora con él.
—Antón—le hablo.
—Señora.
—¿Qué han dicho de mi disparo? ¿Qué piensas tu?
—Ha sido un disparo limpio, señora—sonrió—.Me ha hecho sentir orgulloso. Lo que piensen lo demás no debe importarle, pero si desea saberlo, ha demostrado ser leal a la Ndrangheta y al capo.
—Soy leal con las personas que lo son conmigo.
Continuamos por la mansión y salgo a la terraza.
Tomo asiento en uno de los sofás y continuo con el libro que empecé esta mañana. Me doy mi tiempo y cuando se lo necesario, lo dejo un rato.
A unos 20 metros hay una pequeña casa donde viven los guardias. Mi mirada permanece en ella hasta que lo veo salir. No trae su misma mascara de caballo, sino una oscura que cubre todo en su rostro. siempre le he tenido miedo a ese hombre, pero a la vez curiosidad. Quiero saber que tanto misterio esconde bajo esa mascara. Quiero saber cómo es, quien es o si quiera escuchar su voz.
Solo sé que es despiadado, no piensa dos veces antes de disparar o atacar. Una verdadera bestia hecha por mi padre.
—Y ahora debo decirle señora Rossi ¿Cierto?
Alejo la mirada de él y volteo hacia Teodora. Me levanto y voy a abrazarla.
—Hola Teodora.
—Señora Rossi—dice con orgullo—creo que tengo algo para usted.
Abre su mano y deja a mi vista la pieza de mi ajedrez que faltaba. Aún recuerdo su promesa, ella prometió que lo tendría para cuando regrese de Calabria y si lo cumplió.
—A veces la pieza faltante del tablero es un secreto que se guarda para ganar la partida.
—¿Hablas en doble sentido?
Hay un silencio por su parte. Recibo la pieza y no dejo de verla. Puedo notar algo diferente en el cristal.
—Bianca—veo a mi padre venir a mí.
Se quita el abrigo y se alza las mangas cuando entra en la terraza. Solo me quedo sentada, quieta y sin saber que hacer. Teodora se retira y Antón da unos pasos más cerca de mí.
—Tu esposo sí que es autoritario—suelta una risa y yo me limito a hacer lo mismo, pero algo corto y simple—¿Cómo te va? ¿Ya te has acostumbrado a Calabria?
—Si, me gusta.
—Excelente—nunca me había hablado de esa forma—En esta fecha a la que más extraño es a mi querida Alice. Loretta igual y Estefan no lo dudo.
—Ella era muy buena.
—¿Cierto?—asentí—.Te trato bien, a pesar de que eres solo una bastarda.
Le mantuve la mirada y vi a Antón de reojo que empezaba a acercarse. Le dije que no con la cabeza y se mantuvo en su sitio.
—Una bastarda que me obligaron a cuidar—continua—.Una bastarda a la cual debo respeto, creo que tu esposo quiere que me arrodille ante ti iJa! Prefiero deshacer mi alianza con la Ndrangheta antes de arrodillarme a una puta como tu iQuien sabe que le habrás dado!
—Cállate—espeto—.No puedes hablarme así. No puedes seguir insultándome. Yo nunca te pedí nada, nadie te obligo a serle infiel a tu querida Alice porque te recuerdo que ya para ese entonces estabas con la señora. Tú tienes la culpa iYo no!
Padre no se quedó sin hacer nada, se levantó y vino directo a mí a darme una cachetada. Esta me hizo girar el rostro, pero aún sigo en el sillón.
—La única que se tiene que arrodillar eres tú. Solo que tengas contento al capo de la Ndrangheta no significa que te quite lo que eres ¡Una bastarda!
Antón viene a mi rescate y toma a mi padre. Lo aleja de mí y lo hace regresar a la casa. No puedo quedarme más aquí, regreso a la casa y antes ir a ocultarme, me encuentro con Antón.
—Señora—se acerca Antón—.Voy a llamar a un doctor.
—No te preocupes, Antón. No moriré por una cachetada—dije, aún me duele y mucho, pero si él lo nota todo va a empeorar—.No le digas a Dante, por favor no lo hagas. Lo haré yo, pero luego de la fiesta. Papá se enojará más si arruino la fiesta de Loretta.
—El capo lo notará.
—No lo hará. Te lo aseguro, sé que hacer en estas ocasiones.
—Señora Bianca, tengo que hacerlo.
Solo asentí y me fui directo a la habitación. Pasan horas en las que estoy en el baño, trato de evadir el tema, dejar el tiempo para que Gabriele calme su furia y me doy una larga ducha. Seco mi cabello, lo arreglo y me maquillo para la fiesta.
—Bianca—golpea la puerta.
Sonreí al escucharlo. Salí del baño y me acerque a besarlo, él me ve casi lista y yo noto que recién ha llegado.
—¿Dónde estuviste? No te vi desde la mañana.
—Tu padre tiene todo hecho un desastre. No vengo aquí desde hace mucho y ha arruinado todo lo que deje—vuelve a besarme en los labios—.Veo que estas lista.
—Si ¿Cómo está todo abajo?
—Ya casi acaban. Tu hermana ve todo con maravilla.
—Típico de ella—alzo los hombros—.Ahora ve a ducharte y a cambiarte.
—Si, mi señora.
Sonreí y lo liberé de mis brazos. Dante entro al baño y con cada paso que dio, vi que su actitud era buena, no se nota molesto lo que me hace saber que Antón no le ha dicho nada. Espero que no lo haga.
Veo el vestido que usare esta noche, es rojo y con algunos detalles en el escote y al ser solo una fiesta informal escogí por un vestido con el largo un poco más debajo de las rodillas.
—Hermosa—me dice Dante saliendo del baño con solo una toalla alrededor de la cintura—.También me tarde por algo más, princesa.
—¿Qué cosa?
Él camina hacia su ropa que traía puesta y saca algo de su pantalón, vuelve conmigo y me enseña la gargantilla con un marquéis. No puedo evitar sorprenderme ante lo hermoso que es.
—Gracias.
Mi cabello esta suelto así que lo hago a un lado para que pueda colocármelo y así es. Me veo en el espejo y confirmo mi primer comentario: Es hermoso.
—Terminare de vestirme.
Toma su traje y empieza a vestirse. Tardamos cerca de 30 minutos en salir, el fuerte ruido de la música moderna se hacer presente. Tengo mi brazo enredado con el de Dante, vamos a la escalera para hacernos presente en la fiesta.
—Jefe.
Esa voz nos detiene. Antón nos detiene.
Volteo y lo fulmino con la mirada.
—Después, Antón—le digo.
—Capo, es necesario que le comenté de una situación—Dante posa su mirada en mí y yo no suelto su brazo.
—Se lo más breve, Antón. Dame un rato, Bianca.
Dante me suelta y camina a un lado con Antón. Es un chismoso. Baje los escalones hasta llegar al salón y encuentro a Estefan cerca de la cocina, camino hacia él y cuando me mira sonríe.
—Señora Rossi, se ve hermosa esta noche.
—Gracias... Hay demasiada gente—veo a la multitud en la casa.
—Ya se han roto dos jarrones.
—Hay varios miembros de la organización ¿no deberías estar con ellos en lugar de contar los jarrones?—pregunto al ver a varios de los jefes en la terraza, siendo servidos por varios meseros.
—Sí, debiese, pero papá no lo desea. Algo planea y no quiere decirme qué.
Me mantengo en mi lugar con él y noto al guardia enmascarado en la entrada, muy cerca al grupo de muchachos que están bailando y tomando. Luego de unos 15 minutos, Dante aparece y trae una cara de pocos amigos.
Por Dante tenemos que movernos y dejar de estar escondidos. Dante no tarda en ser el centro de atención, varios jefes se acercan y lo saludan con mucho respeto, a mí no me dicen nada, pero él se encarga de que lo hagan.
—Oswaldo, has estado varios años en la Cosa Nostra dudo que no conozcas a mi esposa. Bianca Rossi.
—Señora—ese tono no me gusta, lo hace con odio y asco, pero lo hace—Señora Rossi buenas noches.
—Buenos noches—contesto.
Dante se encarga de hacer lo mismo con los demás. Aclarando y dejando en claro que soy la señora Rossi y no la bastarda de los Corsi, eso los hace cambiar la cara y el tono de voz con el que se dirigen a mí. Salimos a la terraza y noto que Estefan se queda lejos de esta zona.
Cuando tomamos asiento frente a las personas más importantes de la Cosa Nostra, podía sentir las miradas llenas de recelo y odio, seguro por la posición que ahora ocupo. Ellos me importaban poco debido a que hay algo más preocupante. Damiano. Me mira y mucho, sobre todo mi mejilla. Sus ojos oceánicos están en esa zona en todo momento.
Entonces uno de los lideres habla y Dante empieza a contestar y hablar de lo sucedido de hace dos días.
—Pueden creer, alguien intento matarme—suelta una risa—.Pero claro no se salió con la suya por esta mujer a mi lado. No es solo la mejor pianista, sino la mejor francotiradora de mi organización.
—¿Cómo es eso posible?—dice mi padre.
—Nada es imposible. La Ndrangheta está muy agradecido con ella. Bianca Rossi conoce el significado de lealtad.
Sus ojos oceánicos fueron a los míos. Lo acaricié de la barbilla y le sonreí.
—Si fidem non nosti, non es dignus quod es—contestó.
—¿Qué?—dice Charles.
—Si no conoces la lealtad, no mereces lo que tienes—aclara mi esposo—.Practicaste latín, principessa.
La mirada de todos recayó sobre nosotros. Están totalmente centrados en este matrimonio que olvidan por qué han venido y creo que eso incluye a Gabriele.
—Padre—Estefan entra a la terraza—ya llegaron. Ya está aquí tu obsequio.
—Perfecto. Vamos, señores, vamos.
Todos se levantan y nos dejan solos. Dante se acerca y me besa en los labios. Su cercanía, su olor, su presencia, lo deseo en este momento igual que él a mí.
—Ya me dijo Antón que fue lo que sucedió—su mano baja a mi cuello—No se va a quedar así.
—Déjalo, no hagas nada.
—No, Bianca. Te hice una promesa y eso hoy se va a cumplir.
—¿Cómo?
—Vamos.
Se levanta y yo igual. Volvemos al salón donde se escuchan unos fuertes gritos de alegría y es porque Loretta ha recibido una estatua de unos cinco metros de ella. Tiene una corona y un listón de esos reinados de belleza, aunque ella jamás ha ganado alguno. Todos miran asombrados la estatua que es de hielo, los diamantes han sido incrustados en la estatua de manera que se vea como un vestido completo y largo; su corona, su cinta, sus aretes y el collar son del mismo material.
—Dante, mi socio y ahora mi yerno ¿Qué tal te parece?—dice Gabriele, después de soltarse del abrazo de Loretta.
—¿Es tu hija?—asiente. Se cruza de brazos y da una vuelta por toda la estatua. Continuo en mi lugar y solo espero algún movimiento de mi esposo.—Es bella, sí, pero hay un pequeño detalle.
Dante se aleja de la estatua, unos 8 o 10 pasos y le da la espalda. Voltea después y esta vez trae un arma en las manos donde da varios tiros en la estatua haciendo que esta se destroce y caiga en el suelo, ocasionando un fuerte estruendo. Me sobresalto y me alejo esperando que nada me lastime y los demás invitados hacen lo mismo.
—¡¿Qué carajos has hecho?!
—Dejar nuestro trato en el pasado. Frente aquí a tus socios más importantes, desde este momento se rompe la alianza.
—No, no puedes hacerlo.
Dante vuelve a mí y me toma de la mano.
—Claro que puedo—me mira—pero puedo declinar por algo más.
—¿Qué cosa, Dante? Podemos hacerlo. Lo haremos.
—Pónganse de rodillas e inclínense ante mi esposa.
La sed de cobrar justicia es demasiada y después de 21 años donde he sufrido humillaciones, golpes e insultos, por fin me las iba a cobrar.
Papá y los socios se miraron entre sí, no sabían qué hacer.
—Me voy, Gabriele. Me estás aburriendo.
Entonces sucedió. Todos los invitados lo hicieron, se pusieron de rodillas ante mí, demostrando respeto y poder por el nombre de Bianca Rossi. En ese momento miré a Dante y le sonreí. Lo ha hecho, por fin lo ha hecho.
—La lealtad que me tienes es compensada y mi promesa ha sido cumplida, principessa.
—Lo has hecho—sonreí con orgullo—Lo has hecho, Dante.
Me acerco y lo beso. Disfruto el poder y el respeto que me demuestran. Pero es claro que no todo podía salirme bien, que todo tiene un precio muy caro, ya que se escuchó un disparo. No vi quién inicio, pero sí a quién le dio. Estefan está en el piso y con una mano en el pecho. La cosa no acabó ahí y continuaron en entrar en la propiedad distintas personas. Todos están armados y empezaron a atacar a todos los invitados.
—Vámonos—me dice Dante.
—No, mi hermano—lo señalo y trato de correr a él—.Sálvalo por favor, Dante. Salva a Estefan.
Él gruñe y asiente.
—Antón sácala de aquí.
—Sí jefe.
Antón se acerca y me sujeta del brazo, cuando lo hace se escucha un disparo cerca de mí y veo que empieza a correr sangre. Acaba de rozarme, Antón no me deja y hace que comience a correr junto a él. Salimos por la escalera de la terraza. Los disparos se empezaron a escuchar, pero no voltee a ver. Antón me hizo correr y a pesar de que la punta de los tacones se enterraba en la tierra no me detuve y no deje que ese me lo impidiera.
Corrimos no sé cuánto y cuando nos detuvimos, Antón soltó el agarre de mi brazo, ya que tuvo su mano todo este tiempo ahí para evitar que me desangrara. Se pusieron de rodillas y corto la tela baja de mi vestido para colocarla en el brazo y evitar que la sangre continúe saliendo.
Después de eso los disparos cesaron y estos fue reemplazado por un fuerte grito. Temí lo peor, por mi esposo y por mi hermano. Antón tomó su teléfono e hizo una llamada.
Para este momento me siento débil, seguro por la sangre que perdí y Antón me sostiene.
—El capo y Estefan están bien—me dice—.Señora, está bien y usted lo estará.
Su respuesta me tranquilizo. Un auto llegó a nosotros un par de minutos después y subimos. Antón verificó que todo fuera seguro y volvimos a la mansión. Había cuerpos, invitaos y amigos de Loretta están en el suelo y mi padre está en la escalera, de rodillas y con algo en los brazos.
Cuando di unos pasos más encontré el cuerpo de Teodora cerca de la terraza.
Trago grueso y me mantengo en mi lugar. Volví a ver a mi padre y él volteó cuando el guardia enmascarado entro y lo alejo. Se mueve lo suficiente para ver que el cuerpo que tiene en brazos es Loretta. Loretta Corsi, la hija que tanto amo, está muerta.
Eso fue lo último que vi antes de caer inconsciente, lo último que vi fue a Antón tomarme en brazos y a Dante llegando por mí.