En la penumbra de un mundo que pocos osaban mirar, nacía una niña destinada a cargar un deber más grande que ella misma. Su sangre era un puente entre mundos: mitad vampiro, mitad bruja, y su destino ligado a uno de los seres más temidos de la noche: El Príncipe Vampiro
Su existencia, frágil y poderosa a la vez, despertó susurros de miedo y esperanza entre aquellos que conocían la verdad. Nadie podía tocarla sin consecuencias, y nadie debía apartarla de su camino: la unión con el príncipe no era un capricho, era un deber. Una unión que cambiaría el equilibrio dos mundos y que, de alguna manera, dependía de su supervivencia y su aceptación.
¿ El único problema? : Ambos se odiaban y ella odiaba el Clan.
⚠️❗️🔞 - Bocavulario inapropiado, Amoríos, maltrato emocional, Sangre .
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Un poco de entretenimiento
El amanecer llegó gris.El castillo estaba inquieto.No era el bullicio normal de los pasillos; era algo más… como si las piedras mismas contuvieran una cruel verdad .
Gabriel lo sintió en cuanto cruzó el arco del salón del consejo.
La sala estaba vacía, salvo por la mesa larga donde reposaban pergaminos, algunos sellados con el emblema real.
Él había pedido entrar temprano, bajo el pretexto de revisar informes militares.
Sabía que lo vigilaban.
Pero no importaba.
Su sombra, una forma negra que apenas se distinguía contra la pared, se deslizó hasta un viejo archivador de madera.
Las cerraduras no fueron problema: se abrieron como si obedecieran a un susurro.
De entre los documentos, Gabriel sacó un rollo cubierto de polvo.
El sello estaba quebrado hacía tiempo, pero el pergamino había sido cuidadosamente colocado en el fondo, como si alguien hubiera querido que quedara enterrado en el olvido.
Lo desenrolló sobre la mesa.
Eran registros de hace más de veinte años.Nombres de batallas… lugares que ya no existían… marcas de clanes que no figuraban en ningún libro oficial.
Y, al final de cada registro, la misma frase, escrita con otra caligrafía:
“Guerra sellada. No debe pronunciarse el motivo. Su muerte será instantánea si logran cantarla.”
Gabriel frunció el ceño.¿Guerra sellada?.
Ni siquiera él, que había sido criado entre las sombras del consejo, había escuchado de ella.Pasó las páginas con más prisa, los dedos manchándose con el polvo viejo.
Encontró símbolos oscuros, como sellos rituales, y notas que indicaban que la guerra no había sido entre clanes… sino contra algo que no nombraban.
“El sacrificio fue necesario para sellarlo. Que jamás se mencione.”
Se quedó inmóvil, con la respiración contenida.Comprendió que no se trataba solo de historia perdida.
Esto era la raíz de demasiadas cosas que no encajaban: el exilio de la madre de Evelyn, la desconfianza entre el Rey y Richard, incluso las amenazas actuales.
Se oyó un ruido en el pasillo: pasos lentos, arrastrados.Gabriel enrolló de nuevo el pergamino y lo deslizó bajo su capa justo cuando la puerta se abrió.
Era uno de los consejeros mayores.
Su mirada fue educadamente inquisitiva, pero su voz tenía un filo apenas perceptible.
—¿Trabajando tan temprano, Principe Gabriel?
—Revisando los informes —respondió él, con la neutralidad de siempre.
El anciano sonrió, pero sus ojos no.
—No todo debe revisarse —dijo, cerrando la puerta con un gesto lento—. A veces los viejos conflictos deben quedarse donde están, enterrados.
Gabriel sostuvo su mirada.No respondió.
Se limitó a inclinar la cabeza con aparente ¿respeto?, aunque por dentro su decisión ya estaba tomada.
Cuando el consejero se retiró, las sombras de Gabriel se agitaron como un enjambre inquieto, deseosas de moverse, de espiar, de traer más respuestas.
Por primera vez, Gabriel sintió desconfianza no solo hacia enemigos externos, sino hacia todos los que lo rodeaban. Incluso hacia el Rey, su propio padre.
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Salió de la sala con paso seguro, pero con un nudo creciente en el pecho.
Sabía que, si había habido una guerra oculta, también habría enemigos ocultos.
Y que las mentiras del pasado no tardarían en amenazar el presente.
Mientras subía las escaleras, el sol comenzaba a filtrarse por las vidrieras, pintando el pasillo con colores cálidos que contrastaban con la oscuridad de sus pensamientos.
《No puedo confiar en nadie, tampoco dejar que lleguen a ella.. ¿ Que ocultas padre? 》La idea se clavó en su mente como una daga.
Sus pasos lo llevaron hasta el ala donde se encontraba la habitación de Evelyn.
Se detuvo un instante frente a la puerta cerrada, como si necesitara recordarse por qué hacía todo esto.Luego siguió caminando sin llamar.
Había una verdad enterrada que desenterrar…
Y sabía que el tiempo para hacerlo se estaba acabando.
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Evelyn estaba en los jardines interiores,era muy temprano para ella estar despierta y más un sábado, estaba sentada bajo el viejo fresno que daba al lago artificial.Sus dedos dibujaban círculos en el agua, distraída, cuando sintió la presencia antes de escucharlo.
—No deberías estar sola.. Pensé que dormías
Ella alzó la vista, Su semblante no era el mismo, estaba con ojeras y ojos rojos.
— Quería estar sola un rato.. ¿ Estabas trabajando ? — su tono carecía de dureza.
Gabriel se sentó a su lado sin pedir permiso, a cierta distancia, pero lo bastante cerca para que ella notara la tensión en sus hombros.
Había algo en su mirada, como si llevara días sin dormir, y sintió que no quería verla de esa forma, esa no era ella.
— Si. encontre algo —comenzó—. No confíes en nadie del consejo… ni siquiera en el Rey, tratare de investigar más a fondo.
Evelyn lo observó, ambos se miraron un instante .
– Gracias, algún día te pagaré, estás ayudándome con algo que no es tu problema..-
Gabriel no dejo de mirar sus ojos tristes, pero un dolor seco en su pecho al verla lo hizo notar que hablaba en serio.
– Espero que me pagues bien, como mínimo me llevará años de terapia -
Evelyn sonrió, Gabriel miró a otro lado pero escucharla largar una risa corta lo calmo por dentro
Estaba a punto de preguntar algo, cuando un suave repiqueteo de tacones interrumpió el momento.
Una mujer alta, de cabello oscuro recogido en un peinado impecable, se acercaba con paso firme.
Su vestido bordado con el emblema de una de las casas más antiguas relucía a la luz del atardecer.
Sus ojos, de un verde glacial, se clavaron en Evelyn con un desdén mal disimulado.
—Así que tú eres la causa de tantas distracciones del Príncipe —dijo, su voz dulce pero venenosa—. No esperaba gran cosa… considerando de dónde vienes. Los rumores vuelan en el Clan.
Evelyn entornó los ojos, pero no respondió.No tenía ánimos.
Gabriel se puso de pie antes de que la tensión escalara.
Su sombra se movió detrás de él, proyectándose como un recordatorio silencioso de que no estaba de humor.
—Liria —dijo, con voz más fría de lo que Evelyn jamás le había oído usar—. No recuerdo haberte invitado.
Liria, esbozó una sonrisa tensa.
—No necesito invitación. Después de todo… somos prácticamente prometidos. O al menos, eso se acordó entre nuestras casas.
Evelyn parpadeó, 《 Ay no, ahora llego la prometida que me matara cada ves que pueda》
Gabriel no apartó la mirada de Liria.
—“Prácticamente” no significa nada. —Su tono adquirió un filo peligroso—. Lo que alguna vez se discutió ya no tiene peso. Y no permitiré que faltes el respeto a mi casa y a Evelyn.. que seguro ya debes saber quien es.
Liria levantó el mentón, herida en su orgullo, pero dio un paso atrás.
Aun así, sus ojos verdes se clavaron en Evelyn con un desafío silencioso antes de retirarse.
– No puedes humillarme Gabriel, debes que no lo dejaré fácil.
– No me amenaces Liria. - dio un paso a ella con un frío que erizo todo su cuerpo – Y lo sabes bien que pasará... Una palabra mía y tu pequeña casa solo será ruinas.
El aire quedó cargado después de esas palabras, apreto los dientes y se fue.
Evelyn, que había contenido un comentario mordaz, lo dejó escapar finalmente:
— Eres todo un rompecorazones Príncipe.. Lo hubieras mencionado cuando empezaste a seguirme.
Gabriel soltó un leve suspiro, pasándose una mano por el cabello.
—No significa nada. Fue un arreglo de los ancianos hace años… uno que jamás acepté. Y no dejaré que la use. Ten cuidado con ella, Liria es sanguinaria sé que podrás con ella pero avísame no podrás sola.
La seriedad en su voz hizo que Evelyn se quedara en silencio por un momento.
Había algo en su expresión, una mezcla de preocupación por ella que aún no comprendía, solo pudo pensar que el vínculo le afectaba más a el que a ella.
— Está bien.. Algo de emoción tendré después de todo.
Gabriel sonrió, pero su mirada se suavizó apenas.
Se inclinó un poco hacia ella, lo suficiente para que su voz bajara a un murmullo.
—No dejes que te afecte. Lo que se avecina es mucho más peligroso que sus celos.Y no pienso dejar que nadie… ni ella, ni el consejo, te ponga en peligro.
Evelyn tragó saliva, notando la cercanía, el peso de sus palabras. Por un segundo, el ruido del castillo desapareció; solo quedaron ellos dos y el reflejo del sol poniéndose en el lago.
Pero en lo alto de una de las torres, Liria observaba con los brazos cruzados, los ojos llenos de resentimiento, ira, y muchos celos.Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
Sabía que Gabriel había dejado una grieta en su muralla por esa muchacha… y pensaba aprovecharla.
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