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OH ¡MAESTRO! QUIEREME

OH ¡MAESTRO! QUIEREME

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Profesor particular / Traiciones y engaños / Maestro-estudiante / Poli amor / Diferencia de edad
Popularitas:2.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Sipnosis

En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.

Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.

Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Serás mío primero.

Esa tarde, mientras Joon-Ho recogía sus cosas al final de la clase, algo extraño ocurrió. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y encontró una tarjeta. Era del hotel más exclusivo de la ciudad. Junto a ella, una pequeña nota escrita con letra femenina que decía:

"Habitación 1408. No faltes. Te estaré esperando. -Mi-Ra."

El corazón le dio un vuelco. ¿Cómo demonios había olvidado eso en su bolsillo sin que él se diera cuenta? Miró a su alrededor, pero no vio rastro de ella Mi-Ra en varios dias.

Por un momento, pensó en tirar la tarjeta y olvidarse de todo. Pero luego, algo más fuerte lo empujó. Si no iba, Mi-Ra no dejaría de acosarlo. Estaba claro que esta era su forma de retarlo, de mostrarle que tenía el control. Tengo que terminar esto de una vez por todas, pensó, apretando la tarjeta en su mano.

Al caer la noche, Joon-Ho llegó al hotel. Se sentía como un condenado caminando hacia su ejecución. El ambiente del lugar era opulento, con luces cálidas y un perfume caro flotando en el aire. Subió en el ascensor hasta el piso 14, sintiendo cómo su pecho se apretaba más con cada número que ascendía.

Cuando llegó a la puerta de la habitación 1408, respiró hondo y tocó suavemente. Por un momento, deseó que nadie respondiera. Pero la puerta se abrió, y ahí estaba ella.

Mi-Ra llevaba un vestido negro que parecía hecho para tentarlo, con un escote profundo y una sonrisa aún más peligrosa.

—Sabía que vendrías. —Su voz era un susurro que lo envolvía como una trampa.

—Solo estoy aquí para terminar con esto. —Joon-Ho cruzó los brazos, tratando de parecer firme, pero ella simplemente rió, como si sus palabras no significaran nada.

—¿Terminar? —preguntó, dando un paso hacia él. Su perfume lo envolvió, un aroma dulce y provocador que hacía que su determinación flaqueara. Además se dió cuenta de que había tomado alcohol—Sabes que eso no es posible.

—Escucha, Mi-Ra. —La voz de Joon-Ho temblaba, pero continuó. —Esto no está bien. No podemos seguir así. Estoy dispuesto a transferirme a otra universidad si eso significa que dejarás de buscarme.

Ella alzó una ceja, sorprendida por su propuesta. Luego se echó a reír, un sonido que le heló la sangre.

—¿De verdad crees que puedes escapar de mí así de fácil? —dijo, dando otro paso hacia él. —Joon-Ho, esto no se trata solo de dónde estudias. Se trata de nosotros. Y si crees que transferirte resolverá algo, estás muy equivocado.

Él retrocedió un paso, sintiéndose acorralado.

—¿Qué quieres de mí, Mi-Ra?

—Ya lo sabes. —Ella levantó la mano y rozó su mejilla con los dedos, suaves pero firmes. —Solo a ti.

—No puedo. Estoy comprometido.

—Eso no me importa. —Mi-Ra lo miró directamente a los ojos, y su intensidad lo dejó sin palabras. —¿Sabes qué creo? Creo que no quieres admitir lo que realmente sientes.

—No siento nada por ti. —Su voz era firme, pero incluso él notó la duda en sus palabras.

Mi-Ra sonrió de nuevo, como si hubiera ganado una partida que él ni siquiera sabía que estaba jugando.

—Si eso fuera cierto, no estarías aquí. Me hubieras llamado por teléfono.

Durante las siguiente hora, Joon-Ho intentó convencerla de dejarlo en paz. Le rogó, le explicó cómo su vida se estaba desmoronando por su culpa, cómo su relación con Soo-Yeon estaba al borde del abismo. Pero Mi-Ra no se movió ni un centímetro.

—No puedo prometerte nada, Joon-Ho. —Finalmente dijo, con un tono frío y calculador. —Pero si quieres que deje de interferir tanto en tu vida… vas a tener que ganarte mi silencio.

—¿Cómo? —preguntó, con miedo de conocer la respuesta.

Ella simplemente sonrió, dejando que el silencio hablara por ella.

Joon-Ho salió del hotel con el pecho apretado y la mente hecha un caos. Sabía que no podía continuar así, pero tampoco sabía cómo salir de ese laberinto en el que Mi-Ra lo había atrapado. Mientras caminaba hacia su auto, una sola idea se repetía en su cabeza: ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar? ¿Y hasta dónde tendré que llegar yo para detenerla?

Joon-Ho no quería regresar a esa habitación, pero Mi-Ra sabía cómo manipular cada uno de sus temores y deseos, confundiéndolo hasta que sus propias decisiones ya no le parecían claras. Apenas llegó al auto en el estacionamiento del hotel, su teléfono vibró. Era un mensaje de ella.

"No es tan complicado, Joon. No tienes que elegir. Solo te estoy pidiendo ser la otra hasta que aceptes que seré la única... Empecemos por una noche que recordarás para siempre. Ven, no te arrepentirás."

Él suspiró, dejando caer la cabeza contra el volante. Sabía que debía irse, desaparecer, cortar todo contacto con ella. Pero las palabras de Mi-Ra resonaban en su mente como una melodía hipnótica. Había algo en ella, en esa intensidad con la que lo miraba, en la forma en que parecía dispuesta a arriesgarlo todo por él. Algo que, por más que odiara admitirlo, lo atraía de una manera que lo aterrorizaba.

Finalmente, con un peso en el pecho, apagó el motor y regresó al hotel. Sus pasos eran lentos, como si estuviera caminando hacia una jaula que él mismo había decidido cerrar.

Cuando abrió la puerta de la habitación, Mi-Ra estaba sentada en la cama, esperándolo. Había cambiado el vestido negro por un camisón blanco de seda, sencillo pero increíblemente delicado, que dejaba al descubierto sus delgadas piernas. El cabello suelto caía sobre sus hombros, y la expresión en su rostro era de pura confianza, como si ya hubiera ganado la batalla.

—Sabía que volverías. —Su voz era un susurro cálido que lo envolvió de inmediato.

—Mi-Ra, ¿acaso intentas volverme loco?. —Joon-Ho trató de sonar firme, pero incluso él sintió lo débil que sonaba.

Ella se levantó y caminó hacia él, cada paso lento, calculado. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, colocó sus manos sobre su pecho, mirándolo con esos ojos que parecían atravesarlo.

—No te pido nada que no quieras darme. Solo quiero sacar la bestia que hay en tí—dijo, con una suavidad que lo desarmó por completo.

—Esto… esto es un error. Yo…¡Ahhhh, maldita sea! Me lleva...

Antes de que pudiera terminar, Mi-Ra colocó un dedo sobre sus labios, silenciándolo.

—Por hoy sólo esta noche, Joon. No estoy pidiéndote que cambies tu vida, ni que dejes a nadie. Solo quiero ser tuya, una y otra vez... y otra vez.

La sinceridad en su voz lo dejó sin palabras. Por un momento, se quedó mirándola, intentando encontrar una mentira en su expresión, algo que lo ayudara a resistir. Pero no había nada más que una honestidad devastadora.

—¿Por qué haces esto? —murmuró.

—Porque te amo. —respondió ella, sin vacilar.

Joon-Ho sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Nadie le había dicho esas palabras con tanta intensidad antes. Ni siquiera Soo-Yeon.

Ella lo guió hacia la cama, tomándolo de la mano con una delicadeza que lo hizo olvidar, aunque fuera por un momento, todo lo demás. Se sentó a su lado y lo miró, esperando a que él tomara la siguiente decisión.

—Nunca he hecho esto antes. —confesó, con sus mejillas sonrojándose levemente.

Él parpadeó, sorprendido.

—¿Nunca?

Mi-Ra negó con la cabeza, y la timidez en su mirada lo golpeó con una fuerza inesperada.

—He esperado a alguien especial. Y sé que tú no me ves de esa manera, pero para mí... tú eres ese alguien—le dice mientras le sirve una copa de Whisky.

Joon-Ho sintió un nudo en la garganta y su miembro endurecerse. Las palabras de Mi-Ra eran una mezcla de inocencia y vulnerabilidad que lo desarmaron por completo. En ese momento, no era la chica insistente que lo había perseguido hasta el límite. Era una joven que lo amaba con una intensidad que él no sabía cómo manejar.

—Mi-Ra, no sé si esto es lo correcto… —empezó a decir, pero ella lo interrumpió colocando una mano en su rostro y pasándole el vaso con el liquido. El lo tomó de un sorbo.

—No pienses. Solo siente.

Lo besó entonces, con una suavidad que lo sorprendió. No era un beso demandante ni lleno de urgencia. Era lento, lleno de cariño, como si quisiera grabar cada segundo en su memoria. Joon-Ho se permitió responder, dejando que el momento lo envolviera, olvidándose por un instante de todo lo que estaba mal en la situación.

Las manos de Mi-Ra se deslizaron con torpeza sobre su camisa, tratando de desabotonarla. Joon-Ho sonrió ligeramente ante su nerviosismo y tomó sus manos, ayudándola.

—No tienes que apresurarte. Tómalo con calma si vamos a seguir.

Ella asintió, agradecida por su paciencia. Cuando finalmente la camisa cayó al suelo, Mi-Ra lo miró con una mezcla de admiración y nerviosismo.

—Eres perfecto. —susurró, y él no pudo evitar reír suavemente.

—Tú también, aunque me vuelves loco, ni siquiera tengo condones.

—Yo compré, como no sabía tu talla compré varias diferentes.

—Soy XXL ¿Estás segura que no te vas a arrepentir?

—Te lo juro.

—Prometeme que harás lo que diga de ahora en adelante y vas a aceptar absolutamente todo lo que te diga sin cuestionarme.

—Lo prometo.

— Si no cumples te juro que no me volverás a ver nunca más y me voy a enojar contigo para siempre.

—De acuerdo.

La noche avanzó con una lentitud que ambos agradecieron. No hubo prisa, solo un cuidado mutuo que los envolvió como un manto cálido. Joon-Ho se aseguró de que cada movimiento, cada caricia, fuera lo más gentil posible, consciente de que para Mi-Ra, este era un momento importante. Su primera vez.

Cuando finalmente estuvieron juntos, todo se sintió más real de lo que Joon-Ho había anticipado. No era solo el acto físico; era la conexión emocional que parecía envolverlos, algo que él no había sentido en mucho tiempo. La hizo suya con delicadeza, al principio le costó entrar pero una vez dentro sentía que no quería apartarse de ella. La disfruto aún lleno de miedos inciertos, la dominó hasta hacerla llorar del placer desmesurado.

El la hizo llegar al clímax dos veces solo con sus labios, luego la besó y lamió por todo su cuerpo, al final la envolvió con su cuerpo llevándola al límite y dándole a conocer cual era su pose sexuäl favorita.

Mi-Ra lo miró con los ojos llenos de lágrimas cuando todo terminó, pero no eran lágrimas de tristeza. Las sábanas quedaron teñidas de rojo y su corazón se sentía rebosante, aunque muy adolorida.

—Gracias. —dijo, con una sinceridad que lo dejó sin palabras.

Joon-Ho la abrazó, sintiendo un peso en su pecho. Sabía que esto no solucionaría nada, que probablemente complicaría aún más las cosas. Pero en ese momento, solo podía pensar en cómo Mi-Ra se sentía en sus brazos, como si todo el caos entre ellos hubiera desaparecido por un breve instante.

Sin embargo, mientras la noche avanzaba y ella se quedaba dormida a su lado, Joon-Ho no podía dejar de pensar en lo que vendría después. Había cruzado una línea de la que no sabía si podría regresar. Y, más importante aún, no sabía si realmente quería hacerlo.

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Mckasse Escritora
jejejje viene lio
Yandisita Perea Maturana
para terminarla de amolar más la profesorosa en la Uní pobre maestro longaniza Mi-Ra lo va a colgar de las bolas.
Mckasse Escritora
jajaja por estar gustandole el dinero tremendo lio
Yandislena Perea Maturana
pobre maestro girafales lo que te falta por sufrir Mi-Ra te va a volver loco
Mckasse Escritora: nadie lo manda a tenerle amor al dinero la necesidad tiene cara de duende
total 1 replies
Yandislena Perea Maturana
este profesorucho de cuarta que piensa hacer con Mi-RA si ya le propuso noviazgo a la profesorosa.
Mckasse Escritora: jejeje
total 1 replies
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