— Advertencia —
Es una historia corta.
La trama tiene contenido adulto, se pide discreción.
♡ Sinopsis ♡
Jodie nunca se ha quedado quieta, tiene una energía desbordante y una manera de meterse en donde no la llaman. Cuando se muda a un nuevo edificio, se encuentra con Kai; totalmente opuestos.
Él es reservado, ama el silencio y su rutina inquebrantable, pero su tranquilidad empieza a flaquear cuando Jodie lleva el caos hasta su puerta. ¿Podrá Kay resistirse a sus provocaciones?
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Atracción indeseada
Estaba en un conflicto interno y Jodie me atormentaba más con sus interrogantes apresuradas. Jamás me había encontrado en situaciones iguales, no era particularmente el tipo de persona que se sintiera cómodo con ello, y sentía que dijera lo que le dijese, iba a interpretarlo mal. Me tomó un tiempo encontrar las palabras.
—No necesariamente, no dije que no me puedas gustar, solo no lo entiendo. Lo que tengo es completamente opuesto a ti. Nunca se me pasó por la cabeza que alguien como tú pudiera sentir atracción por alguien como yo.
No servía, la estaba confundiendo a ella y al mismo tiempo, a mí mismo.
—Pero te gusto.
—Es que no lo sé. En cierto sentido, creo. Algo en ti me atrae, aunque no me gusta admitirlo.
Era tan directa que sentía cómo mi cabeza luchaba por intentar igualarla, se merecía una respuesta clara, pero simplemente no salía de mí.
—¿Por qué no?
—No quiero complicarme la vida más de lo necesario. —dije, evitando su mirada por un momento. Sabía que ella lo interpretaría como una evasión, pero era todo lo que podía ofrecerle—. Me hace sentir incómodo ser tan… abierto y honesto sobre lo que pienso. No es algo a lo que esté acostumbrado y aceptar que alguien así me gusta, no parece algo natural para mí —me escuché hablar, estaba nervioso y un poco disgustado, cada palabra sonaba más torpe que la anterior. Quería irme, debí haberlo hecho en cuanto pude—. No encajas en mi mundo, eres… incorregible.
—Pero no puedo evitarlo —habló con una voz ligeramente más apagada—. Si yo te hubiera besado ese primer día, ¿qué habrías hecho?
—No lo sé, no tengo una respuesta concreta para eso.
¿Qué clase de pregunta era esa? Además, no podía creer que su primer instinto al verme fuera besarme. Lo único que hacía al decirme esas cosas era confirmar lo que ya sabía. Estaba en una realidad completamente distinta a la mía.
—Me habrías odiado más.
—Probablemente me hubiera enfadado y te habría rechazado, pero no te habría odiado —respondí, intentando ser lo más honesto que podía.
Era muy difícil. No podía pensar con claridad teniéndola tan cerca de mí todo el tiempo, presionándome con preguntas para las que no tenía respuestas.
—Analiza bien las cosas, ¿sí? —dijo.
En parte me sentí aliviado, no quería seguir con esto.
—Sí, está bien. Voy a pensar en ello.
Me marché de ahí, ensimismado mientras mi mente repetía una y otra vez sus palabras. No sé qué había causado, pero advertí que no era correcto. Jodie se estaba metiendo en esto sola y me estaba arrastrando con ella.
La vi salir de su departamento al día siguiente, no se fijó en mí, seguía con la vista al frente. Yo tenía mil emociones en conflicto aún y todavía no estaba seguro de cómo abordar la situación. Estaba debatiéndome entre si acercarme a ella o tomar distancia, pero la dejé pasar ese día, y el siguiente, y el día después de ese.
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Con todo, tenía otras obligaciones con las que abrumarme. No quería correr el riesgo de que Lucy llegara a mi puerta, Jodie se diera cuenta y manchara las cosas. Ni siquiera tenía por qué hacerlo, yo no le debía guardarle nada, sin embargo, necesitaba mantenerme en la tranquilidad en la que estaba viviendo y apartar los conflictos. Así que, tras pensarlo, le di indicaciones para que me encontrara en las bancas que estaban cerca del jardín de los edificios. Cuando Lucy llegó, me sentí aún peor. Ella intentaba entablar conversaciones animadas y yo solo respondía cortante o de forma monótona. Sinceramente, no estaba de humor y lo único que quería era estar solo.
La conversación ya había pasado a segundo plano cuando, luego de un rato, Lucy se dio cuenta de que había olvidado el cargador de su laptop, y tuvo que marcharse por un rato a buscarlo, quitándome un peso de encima. Me quedé en la banca, moviendo archivos en el portátil en lo que la esperaba.
—Pensé que nunca salías de tu casa.
Escuché la voz de Jodie luego de unos minutos. Mi expresión se mantuvo estoica, pese a que me había estremecido por dentro. Levanté la cabeza, estaba sonriendo.
—No tengo ánimos para tus bromas ahora.
Y no era un buen momento para que se acercara.
—¿Por qué tienes que estar todo el tiempo de mal humor? No entiendo.
—No he tenido un buen día —dejé que el sonido de las teclas acompañaran mi voz.
—¿Por qué no?
Estuve en silencio por un instante, esperando que se fuera, pero su persistencia siempre encontraba un camino para seguir.
—¿Por qué quieres saber? Solo tuve un mal día, eso es todo. No hay razón específica o algo así.
Era el resultado de un cúmulo de cosas molestas, pero no quería explicarle nada.
—¿Y Lucy? —preguntó. Enmudecí por unos segundos.
—¿Qué pasa con ella?
—¿Qué hacía aquí?
Era precisamente lo que quería evadir, y al final no sirvió de nada. Además ¿había estado vigilándome desde lejos?
—Lo de siempre, Jodie, estamos trabajando. —Otra vez me estaba mirando con esos ojos inquisidores, no creo que esto me estuviera gustando tanto—. ¿Y ahora por qué me estás mirando así?
—Por nada.
—Jodie, no quiero ser grosero pero quiero estar un rato a solas, no quiero mucha compañía ahora.
—¿A solas? —ahora estaba jugando con mis palabras.
—Sabes que no me gusta estar rodeado de la gente.
—¿Ni siquiera de mí?
—Bueno, tal vez… incluso de ti, sí.
Pensé que se enojaría, que se terminaría por ir, de lo cual posiblemente me arrepentiría después, pero en su lugar usó mis propias palabras a su favor, para su terquedad.
—Eso no se va a poder —se sentó en la banca, burlona.
Mi frustración aumentaba mientras veía cómo se sentaba.
—¿No puedes ni siquiera respetar mi deseo de estar solo? Y ya para con tu maldita sonrisa, no tiene gracia.
Ese pequeño gesto era engreído y de verdad me molestaba. Tragué saliva para aguantar porque ella seguía mirándome y seguía riendo, y yo no sabía si quería besarla para terminar la discusión o quería echarla a gritos. Mi razonamiento se estaba perdiendo y mi respiración disminuía al cortarse. Mi mente estaba llena de pensamientos encontrados.
—Para —advertí—. Es muy confuso lo que haces, y no es apropiado.
—¿No? —se aproximó a mi rostro, dejando que percibiera un ligero aroma a chocolate proveniente de ella—. ¿Y si te beso otra vez?
No voy a negar que tenía cierto deseo contenido y mi voz salía errática.Tenía una oleada de emociones mezcladas.
—Yo… no sé.
Ella tenía esa sonrisa descarada, y con ella se levantó y se fue, dejándome perplejo. No era justo, me estaba acosando intentado tentarme constantemente y luego se retiraba sin más. ¿Por qué lo hacía? Mi mente estaba en paz antes de que llegara y aunque no quería ahondar más en esta situación, necesitaba averiguar qué diablos estaba pasando entre nosotros. Decidí meter mis cosas en la mochila lo más rápido que pude y la seguí, ignorando que tenía pendientes e ignorando también que dejaría a alguien plantada con mi decisión.
La alcancé antes de que pudiese entrar a su departamento, y agarré su brazo en la puerta, bloqueando su camino.