Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
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Un cielos espejado.
Era una noche tranquila cuando Joon-Ho decidió sorprender a Soo-Yeon con una cena en su restaurante favorito, seguido de una película en un cine boutique que ella siempre había querido visitar. Había pasado varias semanas planeando la cita, esperando un momento especial para dedicarle toda su atención y reforzar lo importante que era para él.
Soo-Yeon, con su elegante vestido de seda azul y un abrigo ligero, llegó puntual al restaurante. Joon-Ho ya la esperaba en una mesa junto a la ventana, con una sonrisa amplia al verla entrar.
—Te ves hermosa, como siempre —le dijo al levantarse para recibirla.
—Gracias, Joon-Ho. Y tú estás increíblemente guapo hoy —respondió ella con una sonrisa cálida mientras se sentaba.
La cena transcurrió entre risas y conversaciones ligeras. Soo-Yeon hablaba de sus clases de literatura y de cómo sus estudiantes estaban sorprendiendo con sus análisis profundos de los textos que les asignaba. Joon-Ho la escuchaba atentamente, encantado por la pasión que ella mostraba hacia su trabajo.
Después de terminar sus postres, él la tomó de la mano y le dijo:
—¿Lista para la segunda parte de nuestra noche?
—¿La película? Estoy emocionada, he oído maravillas de ese lugar —respondió Soo-Yeon, apretando su mano con afecto.
Llegaron al cine poco después, un lugar íntimo con asientos tipo lounge y un ambiente acogedor. Joon-Ho había reservado con anticipación, asegurándose de que todo estuviera perfecto para la ocasión. Mientras se acomodaban en sus asientos, Soo-Yeon tomó el brazo de Joon-Ho y lo apoyó en su hombro, susurrándole:
—Gracias por esto. Realmente necesitaba una noche como esta.
Joon-Ho la miró con ternura, sintiéndose afortunado de tenerla a su lado.
Sin embargo, cuando estaban a punto de que comenzara la película, Joon-Ho notó algo al otro lado de la sala. Un grupo de jóvenes había entrado al cine, riendo y hablando en voz baja mientras buscaban sus asientos. Entre ellos, destacaba una figura familiar: Mi-Ra.
Ella no estaba sola, sino acompañada por un grupo de amigos de la universidad. Vestía de manera casual, pero su presencia irradiaba confianza. En un primer momento, no pareció notar a Joon-Ho, pero cuando sus ojos recorrieron la sala y se encontraron con los de él, una sonrisa enigmática apareció en sus labios.
La película comenzó, pero Joon-Ho no podía concentrarse. Sentía la mirada de Mi-Ra sobre él en varios momentos, y eso lo inquietaba profundamente. Soo-Yeon, ajena a todo, estaba absorta en la película, disfrutando de cada detalle.
Cuando terminó la función, el público comenzó a salir lentamente de la sala. Joon-Ho intentó apresurar a Soo-Yeon para evitar cualquier encuentro, pero no tuvo suerte. Justo cuando se dirigían a la salida, Mi-Ra y su grupo aparecieron frente a ellos.
—¡Joon-Ho! Qué casualidad encontrarte aquí —dijo Mi-Ra con una voz cargada de falsa sorpresa, sus ojos brillando con algo más que simple curiosidad.
Soo-Yeon, sin sospechar nada, sonrió educadamente. —Hola, ¿amiga tuya, Joon-Ho?
—Sí, una estudiante —respondió él rápidamente, con un tono que intentaba ser casual.
—Oh, claro. Soy Mi-Ra. Y tú debes ser Soo-Yeon, ¿verdad? He escuchado mucho sobre ti —dijo Mi-Ra, extendiendo su mano hacia la prometida de Joon-Ho.
Soo-Yeon la estrechó sin dudar, mientras respondía con amabilidad:
—Encantada, Mi-Ra. Es agradable conocer a alguien del entorno de Joon-Ho.
Joon-Ho se sintió atrapado en una situación incómoda. Mi-Ra mantenía una expresión inocente, pero él conocía lo suficiente de ella para saber que esto no era una simple coincidencia.
—Bueno, no queremos interrumpir su noche. Fue un placer saludarlos —dijo Joon-Ho, intentando poner fin a la interacción.
Pero Mi-Ra no se movió. En cambio, agregó con una sonrisa:
—Oh, no interrumpen nada. De hecho, estábamos a punto de ir a jugar bolos. Wao eres muy hermosa, Joon-Ho siempre tiene buen gusto.
Soo-Yeon rió ligeramente, sin percatarse de las tensiones entre ellos.
—Sí, tu también. Espero que lo disfruten.
Joon-Ho, sintiéndose cada vez más incómodo, tomó la mano de Soo-Yeon y se excusó: —Nos vemos, Mi-Ra. Que tengas una buena noche.
Mientras salían, Joon-Ho podía sentir la mirada de Mi-Ra perforándole la espalda.
Soo-Yeon, ajena a todo
Caminando hacia el coche, Soo-Yeon comentó despreocupadamente:
—Tu estudiante parece encantadora. Es bueno que tengas personas así a tu alrededor.
Joon-Ho asintió, pero no dijo nada. Su mente estaba ocupada pensando en lo que Mi-Ra podría estar planeando. Había algo en su actitud que no podía ignorar, y eso lo llenaba de una mezcla de preocupación y frustración.
Al llegar a casa, Soo-Yeon se despidió de él con un beso dulce, ajena al torbellino interno que estaba enfrentando.
—Gracias por esta noche, Joon-Ho. Fue perfecta.
—De nada. Buenas noches, Soo-Yeon —respondió él con una sonrisa cansada, viendo cómo ella entraba a su apartamento antes de dirigirse al suyo.
La amenaza de Mi-Ra
Esa noche, mientras estaba sentado en la oscuridad de su sala, el teléfono de Joon-Ho vibró. Un mensaje de Mi-Ra apareció en la pantalla.
"¿Te divertiste esta noche? Porque yo sí lo hice al verte."
Joon-Ho apretó los dientes, sintiendo cómo la situación comenzaba a escapársele de las manos. Mi-Ra no iba a detenerse, y cada vez era más evidente que sus intenciones iban más allá de una simple atracción.
Sabía que tenía que poner un límite pronto, pero una parte de él temía lo que Mi-Ra pudiera hacer si la rechazaba definitivamente. Y en el fondo, lo que más lo aterraba era la posibilidad de perder a Soo-Yeon por algo que ni siquiera había comenzado.
El día siguiente llegó cargado de tensión para Joon-Ho, quien apenas había logrado dormir tras el mensaje de Mi-Ra. Sabía que no podía ignorar lo que estaba sucediendo; Mi-Ra era impredecible, y el riesgo de que sus acciones afectaran a Soo-Yeon era demasiado alto. Sin embargo, no podía dejar de cumplir con sus responsabilidades como tutor, lo que significaba que tenía que presentarse en la casa de Mi-Ra esa tarde.
Cuando llegó, Mi-Ra lo estaba esperando en la puerta, con una sonrisa que no escondía sus verdaderas intenciones. Llevaba un vestido sencillo pero ajustado, que parecía cuidadosamente escogido para llamar su atención.
—Puntual, como siempre, Joon-Ho. ¿Listo para la clase de hoy? —preguntó, su voz cargada de una dulzura calculada.
Él asintió, manteniendo su distancia emocional mientras entraba en la casa. —Vamos a empezar de inmediato. Tengo otras cosas que hacer después.
Mi-Ra lo condujo a la sala de estudio, donde todo estaba preparado: libros, cuadernos, e incluso una taza de café para él. Sin embargo, apenas se sentaron, Mi-Ra cerró el libro frente a ella con un golpe seco, atrayendo toda su atención.
—No me hagas perder el tiempo fingiendo que esto es solo una clase, Joon-Ho. Necesitamos hablar.
Joon-Ho frunció el ceño, ya anticipando hacia dónde se dirigía la conversación. —Mi-Ra, estoy aquí como tu tutor. Si esto no es sobre matemáticas, no hay nada más que discutir.
Ella se inclinó hacia él, cruzando los brazos sobre la mesa y manteniendo su mirada fija en la suya. —Claro que hay cosas que discutir. Como, por ejemplo, ¿qué pensará Soo-Yeon si le cuento todo lo que ha pasado entre nosotros?
El impacto de sus palabras fue como un golpe. Joon-Ho se tensó, pero intentó mantener la calma. —No tienes nada que contar, porque no ha pasado nada.
Mi-Ra dejó escapar una risa suave pero cruel. —¿Nada? ¿De verdad? Porque tengo una lista de momentos que podrían parecer bastante comprometedores si los escuchara de alguien más.
Joon-Ho respiró hondo, tratando de controlar su ira. —Esto es absurdo, Mi-Ra. No vas a lograr nada con amenazas.
Ella se levantó de su silla y rodeó la mesa, acercándose a él con paso lento. Cuando estuvo a su lado, se inclinó lo suficiente para que sus labios quedaran cerca de su oído. —No quiero arruinar tu relación, Joon-Ho. Pero quiero algo a cambio.
Él giró su rostro para mirarla directamente, con una mezcla de incredulidad y desconfianza. —¿Qué es lo que quieres?
Mi-Ra sonrió de manera seductora, colocando una mano en su hombro y deslizándola lentamente hacia su pecho. —Te quiero a ti. No me importa que sigas con Soo-Yeon, pero me necesitas a mí también.
Joon-Ho se apartó, poniéndose de pie rápidamente. —Eso no va a suceder.
—Si no sucede, entonces Soo-Yeon lo sabrá todo —dijo Mi-Ra, cruzándose de brazos y observándolo con una mirada desafiante. —No te preocupes, no quiero destruirte. Solo quiero que entiendas que tú me perteneces tanto como le perteneces a ella.
La franqueza de sus palabras lo dejó sin habla por unos segundos. Intentó buscar una salida racional, una forma de convencerla de que desistiera de su absurda exigencia.
—¿Cómo puedo confiar en que no harás nada? —preguntó finalmente, con la esperanza de ganar algo de tiempo.
Mi-Ra levantó una mano, como si estuviera haciendo un juramento solemne. —Te lo juro, Joon-Ho. No diré nada a Soo-Yeon si me haces tuya. Solo quiero una parte de ti. No quiero quitártela.
Él la miró, horrorizado por lo lejos que estaba dispuesta a llegar. La desesperación y la manipulación en su voz eran inconfundibles.
—Esto es una locura, Mi-Ra. No puedes esperar que acepte algo así.
—Claro que puedes. Y si no lo haces, ya sabes lo que pasará. Tu relación perfecta con Soo-Yeon no sobrevivirá una revelación como esta.
Joon-Ho sintió que las paredes se cerraban a su alrededor. La idea de perder a Soo-Yeon lo atormentaba, pero también lo hacía la noción de ceder ante Mi-Ra y ser atrapado en su juego.
—Necesito tiempo para pensar —dijo finalmente, intentando ganar algo de control sobre la situación.
Mi-Ra sonrió, aparentemente satisfecha con su respuesta. —Tómate el tiempo que necesites, pero no demasiado. Sabes dónde encontrarme.
Él salió de la casa con una sensación de asfixia, consciente de que estaba entrando en un terreno peligroso. Cada paso que daba lo alejaba físicamente de Mi-Ra, pero no podía escapar de la trampa emocional que ella había tejido.
En su mente, solo había una certeza: tenía que encontrar una manera de poner fin a esto antes de que se saliera completamente de control.