Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 8
¡Eso! Voy a llamarlo y hablar con él.
Llamo y tarda una eternidad en atender, y cuando lo hace, es la empleada de la casa.
_ ¿Hola? ¿Quién habla?
_ Soy Alessandro, necesito hablar con Eduardo.
_ Disculpe, señor Alessandro, pero su Eduardo se indispuso anteayer por la noche. Doña Bia se lo llevó al hospital y hasta ahora no tenemos noticias.
_ ¿Sabe a qué hospital?
_ Al HB, pero creo que es mejor que no vaya, señor. Doña Bia está muy enfadada con usted.
_ No se preocupe, yo lo arreglo con ella. Usted tranquila.
_ Si usted lo dice... Buena suerte.
Agarro mis llaves y cruzo la sala como un rayo. Siento la necesidad de estar con ella. ¿Le habrá pasado algo grave a su padre?
Llego al hospital, estaciono y me dirijo a la entrada. Veo a Beatriz sentada en un banco del jardín hablando por teléfono. Me acerco y espero a que termine la llamada.
Veo lágrimas en sus ojos. Tengo el impulso de secárselas, pero me contengo porque sé que rechazará mi ayuda.
Me mira y arruga la nariz.
_ ¿Qué hace usted aquí?
_ Vine a preguntar por su padre. Si necesita ayuda, aquí estoy.
_ No necesito su dinero. Puede hacer lo que suele hacer: irse.
Hago como que no la oigo decirme que me vaya.
_ ¿Qué le pasó a su padre?
_ Tuvo una angina de pecho y el médico dijo que se quedará ingresado unos días para ver si necesita algún tipo de procedimiento. Por ahora está estable.
_ ¿Sabe cuánto tiempo estará ingresado?
_ Puede estar tranquilo, que cumpliré nuestro acuerdo y le entregaré el ganado a tiempo.
_ Beatriz, solo quiero saber de su padre, no quiero saber nada de ganado ahora.
_ No puedo pagar la multa por incumplimiento de contrato, así que puede estar tranquilo, que cumpliré mi parte.
La miro y admiro su fuerza. Su padre hospitalizado, la carga de un contrato enorme sobre sus hombros y aun así se mantiene concentrada. Solo un leve temblor en sus manos me hace notar que no está tan tranquila como quiere aparentar.
Dejo a Beatriz allí y entro en el hospital para saber mejor cómo está su padre. Con mis influencias consigo llegar hasta el médico que está atendiendo al señor Edu.
El doctor me explica que, además del problema de la angina de pecho, tiene la diabetes descompensada, por lo que estará ingresado 20 días o más.
Hablo con el médico, me hago cargo de todos los gastos y le pido que haga lo que sea necesario por la salud de Eduardo. También le pido discreción y que no le diga a Beatriz que estoy ayudando con el dinero.
Vuelvo al lugar donde ella seguía sentada, con dos cafés y dos sándwiches mixtos.
Le digo:
_ Come, si no, no tendrás fuerzas para ayudar a tu padre.
Me mira con desconfianza y vuelve a mirar al frente, sin prestarme atención. Dejo el vaso y el sándwich a su lado y empiezo a comer el mío. No sé si es por el olor, pero la veo tragar saliva. Me mira, coge el sándwich y empieza a comer.