Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
NovelToon tiene autorización de AraMosBa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
De frente.
Ella suspiró y me miró a los ojos, con determinación.
— Señor Alejandro, usted tiene razón en todo lo que me ha dicho. Pero hay cosas de las cuales no puedo hablar ahora, no es el momento adecuado. Solo quiero que sepa que estoy agradecida por todo lo que ha hecho por mí, y que haré todo lo posible para asegurarme de que mi hijo esté a salvo.
— Entiendo, Lorena. No quiero presionarte a hablar de algo que no estás lista para discutir. Solo quiero que sepas que estaré aquí para ti, para apoyarte en lo que necesites.
Ella asintió con agradecimiento y se levantó para retirarse. Me quedé reflexionando sobre todo lo que acababa de descubrir y sobre las decisiones que tendría que tomar para proteger a Lorena y Dylan. Estaba decidido a hacer todo lo necesario para asegurar su seguridad y su bienestar. No permitiría que nadie más les hiciera daño.
— Espera, Lorena, quiero proponerte algo.
Ella ahora me miraba con interés.
— Tengo una quinta en Estados Unidos, y necesito alguien que se haga cargo de todo allí, me parece que tú eres la persona perfecta para ese trabajo. Te ofrezco un sueldo apropiado y también quiero apoyarte para que estudies una carrera allá.
— ¿Usted quiere que me vaya a Estados Unidos?
— Bueno, solo quiero apoyarte para que inicies una nueva vida con Dylan, que estén lejos de todo lo que les traiga malos recuerdos. Bueno, la propuesta es por si tú quieres y deseas.
— Claro que quiero, siempre quise irme muy lejos con mi niño, pero no tenía los recursos, así que aceptaré confiadamente lo que me propone, señor Alejandro gracias de verdad, no creí que existiera alguien como usted, así tan bueno.
— Me alegra entonces ayudarte con ese propósito, y no, no soy bueno, aquí donde me ves, soy un tipo malo, solo es que sé con quién serlo y cuando, así que no te preocupes.
— Señor Alejandro, Dios lo bendiga por todo, usted me dirá cuando quiere que me vaya.
— Mañana mismo, tengo todo arreglado para tu viaje. Como probablemente nunca has viajado en avión, quizás tengas malestar de altura, pero estarás bien.
— ¿Mañana? Es pronto, pero está bien. Pero dígame, ¿hay alguna cosa más por la que quiere que me vaya?
No le podía mentir, tenía que ser honesto.
— La verdad es que hoy me enteré de que Felipe y su papá Gastón te están buscando, y Felipe ya sospecha de que estás aquí. La verdad es que no sé que quieras hacer tu referente al tema, pero asumí que no deseas que ellos te encuentren y por eso es que te estoy ofreciendo esto.
— Por supuesto que no quiero que me encuentren, si me están buscando ni es para nada bueno, quizás hayan determinado quitarme mi hijo, y la verdad es que no quiero que me lo quiten, por favor señor Alejandro, no deje que me encuentren, se lo suplico.
En su mirada había miedo, ella estaba aterrada con la idea de que los Mendiola la encontraran, así que le prometí que no lo permitiría. Mi plan era que ella se fuera al día siguiente, pues había temas de trámites y papeleo, no era tan sencillo.
— Señor Montalver, lo necesitan en la entrada.
— ¿Quién?
— Es el señor Felipe Mendiola, dice que le urge verlo y que ni se irá hasta que usted lo reciba. ¿Quiere que llame a seguridad y que lo saquen?
¿Felipe Mendiola? Me parecía increíble que estuviera aquí en mi casa.
No, déjalo pasar, lo recibiré aquí en mi oficina.
Lorena miraba preocupada hacia la puerta, y me acerqué a ella para tranquilizarla.
— Tranquila, estarás a salvo aquí conmigo. No permitiré que te hagan daño. Vé con Dylan.
Ella asintió con gratitud y salió como un rayo a esconderse, mientras yo me preparaba mentalmente para enfrentar a Felipe Mendiola. Sabía que esta situación no sería fácil, pero estaba decidido a proteger a Lorena y a su hijo a toda costa.
— Felipe Mendiola, tú en mi casa, esto sí que es una gran sorpresa.
— Alejandro Montalver, en verdad han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos cara a cara, eres como un fantasma, todos sabemos que existes, pero nadie sabe como luces.
— Sí, es verdad, la última vez que vi tu cara y la de tus padres, fue el día que te casaste con la que hasta ese momento era mi novia, pero aprovechando la oportunidad de que estás aquí, frente a mí, quiero darte las gracias, y no solo por haberme librado de tal destino con Paola Fuentes. Si no también por haberme abierto los ojos para con toda esta manada de buitres y escorpiones que habitan estas tierras.
— Tienes razón, te libraste de un verdadero infierno al no casarte con Paola, y aunque lo digas así sarcásticamente, acepto tu gratitud. Aunque esto ya no tenga relevancia, si quiero explicarte que no fui yo quien la eligió para casarse, fueron mis padres que arreglaron todo mientras estaba por regresar de España, me baje del avión rumbo al altar.
— Bien dijiste, no tiene relevancia. ¿Y en qué puedo ayudarte? Por qué no creí que hayas venido hasta aquí solo porque me extrañabas mucho.
— Tienes razón, vine a verte por una razón muy poderosa. Escuché que fuiste a altos de la campiña y que allí por alguna razón tuviste un problema con Omar Márquez, y que lo metiste a la cárcel. Vine a preguntarte directamente a ti sobre lo sucedido, ya que a esas personas las conozco desde hace mucho tiempo, de hecho el señor Márquez trabaja para mi padre al cuidado de su quinta.
Observaba con detenimiento a Felipe, su interés parecía sincero, y pues no era mi estilo mentir, sé que pude haberle dicho que no se meta, que no es su asunto mis problemas, pero sabía perfectamente que es lo que deseaba saber realmente y yo no sé lo iba a ocultar.
— Sí, viaje para allá con la excusa de adquirir una quinta, pero la verdad es que quería conocer a los Márquez, soy alguien a quien le gusta hacerse su propia idea sobre la gente. De manera que mi intención real era esa.
— ¿Por qué querías conocerlos? No entiendo que interés podrías tener tú en esa gente.
— Hace unas semanas salí a montar a eso de la tarde noche, y cuando regresaba a la hacienda, con toda la lluvia y el frío que hacía, me encontré a un pequeño niño en los límites de mis tierras y las de tu familia. No podía dejarlo allí a su suerte y lo traje conmigo, luego le pedí a Aurelio que lo revisara y me dijo que estaba resfriado, pero bien; sin embargo, no me gustó que me dijo haberle descubierto unos moretones en su cuerpo, alguien lo había maltratado y yo pensé que el pequeño quizás huyó de alguien.
— Espera un momento, ¿Me puedes describir cómo era el niño?
Se lo describo y observé su expresión.
— ¿Dices que tenía moretones? Disculpa Alejandro es que yo conozco al niño, y también a su madre, sé de sobra que ella jamás lastimará al niño, así que...
— Estoy de acuerdo contigo, Lorena jamás lastimaría a su hijo de esa manera, yo vi como esa pobre mujer casi muere por su hijo.
Ahí vi su expresión sorpresiva.
— ¿Sabes dónde están? ¿Acaso tú los tienes aquí en la hacienda? Si es así Alejandro, déjame hablar con Lorena por favor.
— ¿Por qué haría eso? A mí me quedo clarísimo que ella y su hijo pasaron muy mala vida en la hacienda de tu padre, además, yo mismo fui testigo de que él quería meterla a la cárcel y mandar a su niño a una casa hogar, eso es una canallada.
— ¿Qué? ¿Cómo que mi papá quería mandarla a la cárcel? ¿Bajo qué cargos?
— Negligencia y maltratado. Supongo que lo que le pasó al niño fue idea de alguien para perjudicar a esa pobre mujer, mi pregunta es ¿Por qué ensañarse tanto con una simple empleada?
Note que Felipe estaba un poco distraído, había en su mirada algo que yo podía describir, sorpresa.
— Alejandro ¿Estás seguro de todo lo que me estás diciendo? Mira, yo sé que no tienes razones para engañarme, pero es que no puedo creer esto.
— ¿Qué parte es la que no crees? ¿Qué ambos, madre e hijo eran maltratados en esa casa? Mi otra pregunta es ¿Dónde estabas tú qué no te diste cuenta?
Él seguía negando, le parecía inaudito todo, entonces lo escuché balbucear claramente.
— Me engañó, me hizo creer que si hacía todo lo que me pidió ellos estarían bien, pero me engañó.
— Si hablas de tu padre, en realidad no lo conoces.
— Alejandro, ¿Dónde está Lorena y el niño? Me urge encontrarlos, necesito hablar con ella.
No me gustaba mentir, pero esta vez por el bienestar mental de ellos lo haría.
— No lo sé, solo los ayudé en su momento y luego no supe más de su suerte.
— ¿Qué? ¿Por qué la dejaste ir así? Discúlpame, es que estoy algo afectado con todo esto, yo seguiré buscando por mí cuenta. Y muchas gracias por mi que hiciste por ellos, si te causaron gastos o molestias, tú dime, te pagaré y compensaré todo.
— No es necesario, lo que hice, lo hice porque quise, así que no me debes nada. ¿Algo más en lo que te pueda ser útil?.
— No es más, disculpa la molestia y agradezco que me hayas atendido, por favor Alejandro, si llegas a saber dónde están, dímelo por favor, es muy importante para mí encontrarlos.