La Emperatriz Calypso

Días después, Calypso recibió una carta sellada con el emblema de Cataleya. La emperatriz se sintió emocionada al ver la respuesta de su hermana.

—Obeth, ¡ha llegado la respuesta de Cataleya! —dijo, llamando a su consejero.

Obeth se acercó y tomó la carta de las manos de Calypso.

—Permítame abrirlo, emperatriz —dijo.

Obeth abrió la carta y leyó el contenido. Una sonrisa se extendió por su rostro.

—¿Qué dice? —preguntó Calypso, impaciente.

Obeth se volvió hacia ella.

—Cataleya acepta regresar al imperio —dijo—. Está dispuesta a dejar atrás el pasado y reunirse con su familia.

Calypso se sintió aliviada y feliz.

—¡Es increíble! —dijo—. ¡Mi hermana volverá a casa!

Calypso se levantó de su silla y comenzó a caminar por la habitación, sintiendo una sensación de alegría y esperanza.

—Obeth, por favor, prepara todo para su regreso —dijo—. Quiero que sea una bienvenida digna de una princesa.

Obeth asintió.

—Así se hará, emperatriz —dijo—. ¿Cuándo espera que llegue Cataleya?

Calypso pensó por un momento y tomo la carta en sus manos para leer la fecha esperada de su llegada.

—Dentro de un mes —dijo—. Quiero que tengamos tiempo para preparar todo.

Obeth se retiró para comenzar a preparar los arreglos para el regreso de Cataleya.

Calypso se sentó en su silla, sintiendo una sensación de paz y felicidad. Su familia pronto estaría completa de nuevo.

—Pronto estarás de regreso en casa, Cataleya —dijo para sí misma—.

Calypso sonreía mientras pensaba en el regreso de su hermana Cataleya. Sin embargo, su alegría se vio empañada por un pensamiento que había estado evitando durante semanas.

—Aun no he encontrado a mi madre —dijo para sí misma, con una sensación de tristeza y frustración.

La emperatriz se levantó de su silla y se dirigió hacia la ventana, mirando hacia el exterior. La ciudad de Zandell estaba en paz, pero su corazón aún estaba lleno de preguntas y dudas.

—¿Dónde estás, madre? —preguntó en voz baja—. ¿Por qué no hay rastro de ti?

Calypso recordó las palabras de su padre antes de morir, sobre que no encontraba a su madre . Pero desde entonces, no había habido ninguna pista, ningún indicio de su paradero.

La emperatriz se sintió abrumada por la emoción. Había pasado tanto tiempo buscando respuestas, y aún no había encontrado nada.

—Tengo que seguir buscando —dijo para sí misma—. No puedo rendirme.

Calypso se volvió hacia su escritorio y llamó a su consejero.

—Obeth, necesito que reanudes la búsqueda de mi madre —dijo—. No puedo dejar de pensar en ella.

Obeth asintió.

—Así se hará, emperatriz —dijo—. No descansaremos hasta encontrarla.

Calypso se sintió un poco mejor, sabiendo que no estaba sola en su búsqueda. Pero la sombra del pasado aún pendía sobre ella, recordándole que había mucho que resolver antes de que pudiera encontrar la verdadera paz.

Ella se dirigió hacia el jardín donde había sido enterrado su padre, el emperador anterior de Zandell. El lugar era tranquilo y sereno, rodeado de flores y árboles que su padre había amado.

Al llegar al jardín, Calypso se sentó en un banco cerca de la lápida que marcaba la tumba de su padre. Cerró los ojos y recordó los momentos que habían compartido.

—Padre —dijo en voz baja—, tengo noticias que quiero compartir contigo. Cataleya ha aceptado regresar a Zandell.

Calypso hizo una pausa, sintiendo una emoción en su pecho.

—Estoy tan feliz, padre —continuó—. Mi hermana volverá a casa y nuestra familia estará completa de nuevo.

Calypso abrió los ojos y miró la lápida, que llevaba grabada una inscripción que decía: "El emperador que unió a su pueblo".

—Sé que siempre quisiste que estuviéramos juntas —dijo—. Y ahora, por fin podemos reunirnos de nuevo.

Calypso se levantó y colocó una flor en la tumba de su padre, como símbolo de respeto y amor.

—Te prometo, padre —dijo—, que haré todo lo posible para proteger y cuidar a mi hermana, y para hacer que nuestro imperio sea grande y próspero.

Calypso se quedó en silencio durante un momento, sintiendo la presencia de su padre a su alrededor. El jardín parecía estar lleno de recuerdos y emociones.

—Gracias, padre —dijo finalmente—. Gracias por todo.

Calypso se levantó y se despidió de la tumba de su padre, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad. Sabía que su padre estaría orgulloso de ella y de la decisión de Cataleya de regresar a Zandell.

Ella regresó al palacio, sintiendo una sensación de renovación y propósito después de su visita al jardín donde descansaba su padre. Sabía que tenía mucho trabajo por delante, y estaba lista para enfrentar los desafíos que se presentaran.

Al llegar al palacio, Calypso se dirigió hacia la sala de reuniones, donde la esperaban los nobles y consejeros del reino. La emperatriz tomó asiento en su trono y miró a los presentes.

—Bienvenidos, nobles y consejeros —dijo—. Tenemos mucho que discutir hoy.

El consejero jefe, Obeth, se levantó para hablar.

—Emperatriz, tenemos noticias sobre la situación en las fronteras del reino —dijo—. Los informes indican que la tranquilidad ha sido restaurada en la mayoría de las regiones.

Calypso asintió.

—Eso es excelente noticias —dijo—. ¿Qué hay de la reconstrucción de las ciudades dañadas durante la guerra?

El noble, lord Thomas, habló.

—Emperatriz, los trabajos de reconstrucción están avanzando rápidamente —dijo—. Los ciudadanos están trabajando juntos para reconstruir sus hogares y negocios.

Calypso sonrió.

—Eso es exactamente lo que necesitamos —dijo—. La unidad y la cooperación entre nuestros ciudadanos.

La reunión continuó durante horas, con Calypso escuchando y tomando decisiones sobre diversos asuntos del Imperio. La emperatriz se sintió satisfecha con el progreso que se había logrado, y sabía que aún había mucho trabajo por delante.

Después de la reunión, Calypso se retiró a sus aposentos para descansar y prepararse para la cena de estado que se celebraría esa noche. La emperatriz sabía que sería una noche importante, con la presencia de muchos nobles y dignatarios del reino.

—Mañana será un nuevo día —dijo para sí misma—. Un nuevo día para trabajar por el bien de Zandell.

Calypso se preparó para la cena de estado, elegiendo un vestido elegante y llamativo que resaltaba su belleza y autoridad como emperatriz. Mientras se arreglaba, pensó en su hermano Arslan y decidió que sería una buena oportunidad para llevarlo a la cena.

—Arslan, ¿quieres acompañarme a la cena de estado esta noche? —preguntó Calypso, entrando en la habitación de su hermano.

Arslan se sorprendió.

—¿Yo? ¿A la cena de estado? —preguntó.

Calypso sonrió.

—Sí, tú —dijo—. Será una oportunidad para que conozcas a los nobles y dignatarios del reino.

Arslan se emocionó.

—¡Sí! ¡Quiero ir! —dijo.

Calypso se rió.

—Bien, entonces —dijo—. Vamos a prepararte.

Calypso ayudó a Arslan a vestirse con un traje elegante y lo llevó a la sala de banquetes donde se celebraba la cena. Los nobles y dignatarios se sorprendieron al ver al joven príncipe dado que desde que Calypso asumió el trono, su hermano estuvo fuera de la vista de los nobles, pero Calypso los presentó con orgullo.

—Les presento a mi hermano, el príncipe Arslan —dijo.

Los invitados saludaron a Arslan con respeto y simpatía, y Calypso se sintió orgullosa de ver a su hermano interactuar con ellos con confianza y cortesía.

Durante la cena, Calypso y Arslan conversaron con los invitados, discutiendo temas de política y cultura. Calypso se sintió impresionada por la madurez y inteligencia de su hermano.

—Estás haciendo un excelente trabajo, Arslan —dijo Calypso, sonriendo.

Arslan se sonrojó.

—Gracias, Calypso —dijo—. Me siento honrado de estar aquí.

La cena de estado fue un éxito, y Calypso se sintió agradecida de haber llevado a Arslan. Sabía que su hermano estaba creciendo y se convertiría en un gran líder algún día.

Emperatriz Calypso

Príncipe Arslan