El Precio Del Poder

Capítulo 16: La verdad oculta

Lucía

El sonido constante del monitor cardíaco en el hospital ya no estaba, pero la sensación de vulnerabilidad persistía en Lucía. Su abdomen dolía con cada movimiento, pero no era el dolor físico lo que más la torturaba. Era la incertidumbre. Había crecido en un mundo donde el control lo era todo, y ahora todo parecía tambalearse.

Desde su posición en el sofá, observaba cómo Iris revisaba los documentos, su perfil delineado por la tenue luz de la lámpara. Se preguntaba qué habría hecho si Iris no estuviera allí. A pesar de que aún no confiaba completamente en ella, no podía negar que su presencia era un ancla en medio del caos.

—Este desvío de fondos no es casualidad. —Su propia voz la sacó de sus pensamientos. Señaló un extracto bancario con un dedo firme, aunque tembloroso por el esfuerzo—. Alguien está financiando operaciones fuera de los registros.

Iris, con su mirada fija en las hojas, asintió lentamente. Había algo en sus ojos que Lucía no lograba descifrar: preocupación mezclada con culpa.

—Esto no solo es una traición, Lucía. —Iris alzó la vista, y su voz resonó con una gravedad que Lucía no podía ignorar—. Es un intento de desestabilizar ambas familias. Si esto continúa, nadie podrá controlar las consecuencias.

Lucía apretó los labios y cerró la carpeta de golpe, dejando que el eco del gesto llenara el silencio incómodo.

—Ya lo sé, pero no podemos movernos sin pruebas. Si actuamos precipitadamente, le daremos ventaja a quien está detrás de esto. —Lucía desvió la mirada, sintiendo que su confianza se erosionaba un poco más con cada palabra.

Iris

Mientras Lucía intentaba acomodarse en el sofá, Iris caminó hacia la ventana con pasos calculados. Sus manos tensas corrían el borde de las cortinas, apartándolas apenas lo suficiente para mirar hacia la calle. Todo parecía normal, pero el instinto de Iris le decía que algo estaba mal.

Desde que había llegado al apartamento con Lucía, sentía una presión constante en el pecho. Su misión inicial de proteger los intereses de su familia se había transformado en algo mucho más complicado. Cada vez que veía a Lucía luchando contra su dolor, algo en ella se removía. No podía ignorar la conexión que estaban desarrollando, aunque sabía que admitirlo sería un riesgo demasiado grande.

Un suave toque en la puerta la hizo girar rápidamente. Iris tomó su pistola de inmediato y miró a Lucía, quien asintió para que procediera.

Al abrir, se encontró con Camilo. Aunque su rostro era neutral, había algo en su postura que la incomodó: un ligero temblor en la mano que sostenía el sobre, y una mirada que evitaba fijarse en los ojos de Iris.

—Esto llegó hace unas horas. Creí que debía verlo de inmediato. —Camilo extendió el sobre, su tono era firme pero le faltaba convicción.

—¿Alguien más sabe de esto? —preguntó Iris con un filo en su voz.

—Nadie. —Respondió rápido, demasiado rápido.

Iris lo observó por un segundo más antes de cerrar la puerta. Al romper el sello del sobre, el contenido hizo que su estómago se encogiera. Las palabras eran un golpe directo:

"La próxima traición llegará desde dentro. Vigila tus pasos."

Giró hacia Lucía, mostrando la nota mientras intentaba mantener la calma.

—Tenemos un problema. —Su voz sonó más controlada de lo que esperaba.

El silencio que siguió a la revelación fue roto por un estallido de cristales. Un disparo atravesó la ventana, dejando una marca en la pared a solo centímetros de Iris.

—¡Al suelo! —gritó Iris mientras se lanzaba junto a Lucía.

El cuerpo de Lucía reaccionó por instinto, aunque el dolor en su abdomen hizo que su respiración se entrecortara. A duras penas logró agarrar su arma de la mesa cercana.

—¿Dónde están? —preguntó Lucía entre jadeos.

Iris, aún pegada al suelo, se arrastró hacia la ventana rota. A través de la apertura, vio una figura encapuchada correr hacia un auto negro estacionado al final de la calle. Los faros delanteros se encendieron, iluminando brevemente al atacante antes de que el vehículo acelerara.

—Se están escapando. —Iris apretó los dientes, su mente ya calculando posibles rutas de escape.

Lucía intentó incorporarse con esfuerzo, apoyándose en su pistola como si fuera un bastón. El sudor corría por su frente, pero su mirada ardía con determinación.

—No podemos seguir huyendo, Iris. Es hora de enfrentarlos.

Mientras Iris ayudaba a Lucía a moverse hacia el garaje trasero, no podía evitar que sus pensamientos volvieran a Camilo. Algo no cuadraba. Había sido leal a los Espinosa durante años, pero su actitud esa noche había sido distinta. La rigidez en su postura, el temblor en su voz... ¿Era nerviosismo por el ataque, o algo más?

—Camilo sabía que estábamos aquí. —Iris rompió el silencio mientras abría la puerta del garaje.

Lucía, que se apoyaba en la pared, levantó una ceja.

—¿Qué estás diciendo?

—Él trajo la nota. Y ahora esto. —Iris hizo un gesto hacia la ventana rota—. Podría ser una coincidencia, pero no confío en las coincidencias.

Lucía apretó los labios, considerando las palabras de Iris.

—Camilo ha sido leal a tu familia, ¿no?

—Eso pensaba. —Iris guardó su pistola en el cinturón mientras ayudaba a Lucía a subir al coche. La duda en su voz era un peso que no podía sacudirse—. Pero en este juego, cualquiera puede ser comprado.

El trayecto hacia el nuevo refugio fue silencioso. Iris mantenía los ojos en el retrovisor, mientras Lucía trataba de controlar su respiración. A pesar del cansancio, ambas sabían que no podían bajar la guardia.

Cuando llegaron, Iris ayudó a Lucía a sentarse en una silla. Por un momento, sus manos se tocaron, y Lucía levantó la mirada.

—Gracias. —La palabra era simple, pero cargada de emociones que no necesitaban ser dichas.

Iris sostuvo su mirada, sintiendo un nudo en el estómago.

—No tienes que agradecerme. —Su tono era firme, pero su corazón latía más rápido de lo que quería admitir.

Ambas sabían que estaban solas en esto, pero por primera vez, esa soledad parecía más llevadera porque estaban juntas.