En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 10: Un Mensaje Inesperado
Viktor no pudo evitar sentir una mezcla de euforia y ansiedad en los días posteriores a la presentación. Su victoria le había demostrado que podía estar a la altura de las expectativas de Leonhard e incluso superarlas. Sin embargo, esa sensación de triunfo venía acompañada de una inesperada inquietud: no podía dejar de pensar en su rival.
Cada encuentro con Leonhard dejaba una marca en su mente, una sensación que no lograba comprender del todo. Era consciente de la atracción latente entre ellos, pero aún se aferraba a la idea de que esa relación seguía siendo un juego de poder y desafío. Sin embargo, el deseo constante de demostrarle algo a Leonhard empezaba a sentirse como algo más profundo, más personal.
Una tarde, mientras trabajaba en su oficina, recibió un mensaje inesperado en su teléfono. Era de Leonhard:
"Me he enterado de un nuevo proyecto en el que estás trabajando. ¿Qué te parece si discutimos los detalles en persona? Digamos… un encuentro fuera del horario de oficina."
La sugerencia era tentadora. En circunstancias normales, habría rechazado la invitación, pero algo en él lo impulsó a aceptar. Quizás era la curiosidad por entender mejor los motivos de Leonhard, o tal vez era la expectativa de esa constante tensión que siempre se formaba entre ellos.
"Está bien" respondió con un mensaje breve. "Nos vemos en mi despacho después del cierre"
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El día transcurrió con la expectativa de ese encuentro en la oficina. Los minutos parecían alargarse mientras terminaba de revisar sus pendientes. Finalmente, la oficina se vació y los empleados comenzaron a retirarse, dejándolo solo en su amplio y silencioso espacio.
No pasó mucho tiempo antes de que escuchara pasos firmes acercándose. Al levantar la vista, vio a Leonhard entrando con su porte inconfundible, transmitiendo esa seguridad que lo caracterizaba. Llevaba el mismo traje oscuro que siempre parecía encajarle a la perfección, y sus ojos brillaban con una intensidad difícil de ignorar.
—Viktor, gracias por aceptar verme a esta hora —dijo Leonhard, cerrando la puerta detrás de él y avanzando hasta quedar frente al escritorio.
—No es nada —respondió Viktor, manteniendo la compostura—. Me interesa saber qué es lo que tienes en mente.
Leonhard se apoyó ligeramente en el borde del escritorio, observándolo de cerca. —Sabes que tengo una propuesta muy interesante, algo que podría ser beneficioso para ambos. Pero antes de hablar de eso, quisiera hacerte una pregunta.
Viktor frunció el ceño, intrigado. —Adelante.
Leonhard lo miró fijamente, sin apartar la vista. —¿Por qué compites conmigo, Viktor? ¿Es solo por ganar o hay algo más?
La pregunta lo tomó por sorpresa. Había esperado que Leonhard viniera con un tema de negocios, no con algo tan personal. Viktor dudó un momento, pero finalmente decidió responder con la misma honestidad.
—Al principio era solo una cuestión de demostrarme que podía estar a tu altura —admitió—. Pero con el tiempo, se ha vuelto algo más que eso. Me motivas a superarme… y creo que tú sientes lo mismo.
Leonhard asintió, como si hubiera confirmado lo que ya sospechaba. Se inclinó un poco hacia él, con esa sonrisa indescifrable en sus labios.
—Me alegra que lo admitas, Viktor —susurró—. Porque eso significa que podemos llegar más lejos de lo que habíamos imaginado.
Antes de que Viktor pudiera responder, sintió la mano de Leonhard rozando la suya sobre el escritorio. La cercanía entre ellos se volvió casi palpable, y Viktor notó cómo su propio corazón comenzaba a latir con fuerza. En ese instante, se dio cuenta de que ese encuentro estaba tomando un giro completamente distinto al que había anticipado.
—¿Qué estás…? —intentó decir Viktor, pero su voz salió más baja de lo esperado.
—¿Qué estoy haciendo? —Leonhard completó la frase, acercándose un poco más—. Creo que ambos sabemos la respuesta.
Sin esperar una respuesta verbal, Leonhard se inclinó hacia él, acortando la distancia hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia. Viktor sintió el aliento de Leonhard y, por un momento, dudó si debía detenerlo. Sin embargo, algo en su interior lo impulsaba a seguir adelante, a descubrir hasta dónde los llevaría esta tensión que habían estado acumulando.
Finalmente, fue Viktor quien rompió el silencio, cerrando la distancia entre ellos y presionando sus labios contra los de Leonhard. El beso fue intenso, cargado de toda la rivalidad y deseo que habían estado conteniendo durante tanto tiempo. Ambos alfas se encontraron en una lucha de voluntades, como si el beso fuera una extensión más de su competencia, y ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Los dedos de Leonhard se deslizaron por el cabello de Viktor, sujetándolo con firmeza, mientras Viktor respondía con la misma intensidad. Ambos sabían que aquello era más que una simple atracción física; era una liberación, un desafío mutuo donde ninguno estaba dispuesto a rendirse.
Finalmente, se separaron, ambos respirando con dificultad y mirándose fijamente, como si intentaran descifrar lo que acababa de suceder.
—Supongo que eso era inevitable —comentó Viktor, esbozando una leve sonrisa.
Leonhard sonrió también, con una expresión triunfante. —Quizás, pero no me arrepiento de nada. Si esta es la única forma de entendernos, entonces que así sea.
Ambos permanecieron en silencio durante unos segundos, hasta que Leonhard dio un paso atrás, recuperando su compostura habitual.
—Esto no cambia nada, Viktor —dijo, con un tono serio—. Seguiremos compitiendo, pero ahora sabemos hasta dónde estamos dispuestos a llegar.
Viktor asintió, sintiendo una mezcla de emociones. Por primera vez, la competencia con Leonhard se sentía diferente, como si estuvieran en una dimensión completamente nueva.
—De acuerdo. No pienso bajar la guardia —respondió, recuperando su tono desafiante.
Leonhard lo miró con satisfacción antes de darse la vuelta y salir del despacho. Viktor observó cómo se alejaba, sintiendo que aquel beso había marcado un antes y un después en su relación. No era solo rivalidad ni simple atracción; era una conexión única, una mezcla de respeto, desafío y deseo.
Esa noche, Viktor se quedó en su oficina, reflexionando sobre lo que había ocurrido. Sabía que, a partir de ese momento, su relación con Leonhard sería aún más intensa y complicada, pero también entendía que era imposible detenerse. Había aceptado ese desafío y, al igual que en sus enfrentamientos profesionales, estaba decidido a descubrir hasta dónde los llevaría.
Mientras las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, Viktor comprendió que estaba entrando en un juego sin reglas claras, un juego donde el deseo y la rivalidad se entrelazaban, y donde cada paso que diera lo acercaría más al fuego de su competencia con Leonhard.
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