Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Siete
El viernes no fue diferente, cuando él llegó ya ella estaba allí, tenía su café entre las manos y se disponía a entrar en su oficina para dejarlo sobre el escritorio cuando lo vio llegar.
- Buenos días señor Parisi. - lo recibió.
- Buenos días Helena- contestó él abriendo la puerta y dándole paso para que entrara ella primero.
- Aquí le traigo su café y los pendientes para hoy- dijo poniendo el vaso con café sobre el escritorio.
- Helena, tenemos que hablar.- recibió como respuesta.
- Pues no será hoy, en diez minutos tiene una reunión con los otros accionistas de la empresa, después un almuerzo con los representantes de Danea Company, en la tarde reunión con el departamento de proyectos y en la noche una cita con la señorita Harrison.- recitó ella todo el trabajo del día.
- ¿ Esa cita de donde salió?- dijo él levantando la cabeza.
- La señorita llamó muy temprano, quería dejar la cita reflejada para que usted pudiera adecuar su agenda y cito " para tenerlo para mí toda la noche haciendo lo que tanto nos gusta".- a ella se le escuchó la voz cambiada y a él parecía que le iba a salir fuego de los ojos.
- Cancela esa cita- le dijo casi gritando y dando un golpe sobre el escritorio que la hizo saltar en el sitio a ella.
- ¿ Está seguro señor?- preguntó mirándolo.
- ¿ He tenido problemas de seguridad alguna vez?- dijo con enfado y ella negó con la cabeza.
- Perdón señor, no. Solo lo decía porque ella no va a entender cuando la llame a decirle que usted no irá.
- Lo que ella entienda o no entienda no es mi problema y tampoco debía de ser el tuyo, yo dije que no hay cita y punto.- acabó él la conversación sobre el tema.
- Bien señor, su reunión está a punto de empezar. - dijo ella docilmente.
- Ya me voy, pero no te olvides, te debo una conversación.
- Usted no me debe nada señor.
- Ya veremos, me voy.- tomó su maletín y salió a la carrera hacia la sala de juntas.
Ella salió y lo primero que hizo fue llamar para cancelar la cita con Samantha.
- Señorita Harrison, le hablo para cancelar la cita de esta noche. - le dijo a la mujer que escuchaba del otro lado.
- ¿ Cómo, porqué?
- El señor Parisi me ordenó la contactara con ese fin, no dejó explicaciones para usted.. - se justificó.
- Esto no puede ser, pásame a su oficina.- le dijo la mujer en una orden.
- Lo siento, el señor Parisi no estará aquí en todo el día.
- Bien, lo llamaré a su teléfono, adiós. - y colgó sin esperar la respuesta de Helena.
Por su parte él había tenido un día de perros, las reuniones parecían no acabarse nunca, y él quería llegar antes de que Helena se fuera, pero el destino estaba en su contra, cuando regresó a su oficina ya pasaba más de una hora de que hubiera terminado la jornada laboral y por supuesto el escritorio de ella estaba vacío, no le quedó más que entrar para dejar todos los documentos que traía y salir rápidamente a su casa, tenía un dolor de cabeza infernal y necesitaba una pastilla y encima Samantha no dejaba de llamar, le había colgado más de mil veces y repetía la llamada, y debido al día de trabajo tan cargado que tenía no podía apagar el teléfono pues lo necesitaba, parece que todo se había puesto de acuerdo en ese día para molestarlo. Por suerte no mandó a casa al chófer, si no tendría que pedir un taxi, estaba tan cansado y tan cabreado que no podía concentrarse en conducir.
- Sergio- le dijo al chofer- ¿ Cuando me dejes en casa, puedes ir a buscar algo para comer, te invito, hoy no puedo cocinar? Busca lo que quieras, no tengo ánimos ni para escoger.
- No se preocupe señor, ya le traigo algo, o si quiere puedo pasar por mi casa y buscar de lo que hizo mi esposa.
- Como desees, tu esposa cocina de maravilla, así que no tendré quejas y deja de decirme señor, ahora estamos solos.
- Pues de mi esposa será Nico, ya veo que tuviste un mal día.
Nico no contestó, recostó su cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos, necesitaba unas vacaciones con urgencia.
- Llegamos Nico-escuchó la voz de Sergio.
- Gracias- se bajó del auto y entró al ascensor del edificio. En este edificio vivían pocas personas, él, en el último piso, y los otros pisos estaban ocupados por algún personal a su servicio, como Sergio con su familia y la guardia de seguridad personal que lo resguardaba.
Entró a su departamento y como siempre todo estaba en silencio, llevó el maletín hasta el despacho y siguió a su habitación, necesitaba un baño con urgencia. El agua fría corriendo por su espalda le quitó algo de tensión a sus músculos, pero no era suficiente, estaba muy estresado, y nada de lo que le rodeaba parecía querer ayudar.
Mientras secaba su pelo delante de la pared de cristal de su habitación vio su teléfono encenderse y otra vez apareció el nombre de Samantha en la pantalla, respiró hondo y lo descolgó con el altavoz.
-¿ Que quieres Samantha ?
- ¿ Hablar contigo, saber porqué me cancelaste? No se, alguna respuesta. -ella se quejó
- Te cancelé porque quise, no creo haberte dado potestad como para que me impongas tu presencia ni que decidas mi agenda.- le habló con dureza.
- Nicolas, no se que te pasa, yo solo quiero estar contigo cariño. - el se tocó la sien, esa voz le reventaba la cabeza.
- Si vuelves a llamarme cariño te voy a colgar el teléfono y además bloquearé tu número.
- Bien, ya veo que sigues de mal humor, si hubieras venido, yo te habría sacado todo ese estrés.
- ¿Nada más que decir Samantha ?- ya no aguantaba la conversación.
- Pero Nicolas, no podemos ni siquiera hablar.
- No, acabo de llegar y todavía no he comido nada, así que adiós Samantha.- no quería seguir escuchando quejas.
- Pero...- la llamada se cortó, a él no le interesó más nada de lo que ella tuviera que decir. Siempre pensó que la mujer que le daría dolores de cabeza sería la que él amara, pero ya estaba viendo que no, aunque con la experiencia que tiene por su padre, no sabe como vino a creerse eso.
Miró su teléfono otra vez, lo tomó y marcó un número. Uno, dos, tres veces timbró.
- Señor Parisi ¿ Sucede algo?- contestó Helena.
- Nada, saber como estabas.- le dijo él.
- Estoy bien, ya iba a dormir.
- ¿Ya tienes puesto el pijama ?- le preguntó él apretando el teléfono.
- Sí - respondió ella con temor- ¿Desea algo más señor Parisi? En verdad tengo sueño.
- Saber de que color es tu pijama.- la interrogó.
- ¿Perdón ?- le dijo ella pensando que había escuchado mal.
- El color- solo repitió él.
- Rojo- dijo ella algo confundida.
- Gracias, que duermas bien.- terminó la llamada y ella se quedó pensando en lo raro que era ese hombre, cancela una cita con su novia o lo que sea y la llama a ella para hablar de su pijama. En cambio él tenía una sonrisa en toda la cara, dejó el teléfono sobre una mesita y bajó a la cocina para encontrarse una bandeja tapada con su comida dentro, Sergio la había traído, era en uno de los pocos en los que confiaba para que supieran como entrar a su casa, de hecho, Sergio era el único amigo que tenía y que estaba a su lado ya ni recordaba desde cuando.
La comida como siempre estaba exquisita, al día siguiente tendría que agradecerle a Amelia, la esposa de Sergio,cuando terminó se fue a su cama, la llamada con Helena había mejorado mucho su humor, solo con lo que habían hablado sabía que iba a dormir muy bien.
dónde tiene la vivacia y la astucia