Cuando Elliot, un estudiante universitario, empieza a experimentar extraños sucesos en su hogar, nunca imagina que está a punto de adentrarse en un misterio que trasciende la vida y la muerte. La aparición inesperada de Blake, un fantasma atrapado entre dos mundos, desencadena una serie de eventos que revelan secretos ocultos y verdades perturbadoras.
Mientras Elliot intenta ayudar a Blake a encontrar su camino al más allá, ambos descubren que la conexión entre ellos es más profunda de lo que imaginaban. En su búsqueda, se enfrentan a enigmas sin resolver, fuerzas oscuras y un pasado que no está dispuesto a permanecer en silencio.
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La encrucijada
El viento gélido de la noche arremolinaba las hojas secas a su alrededor mientras Elliot caminaba con determinación hacia el borde del bosque. Cada paso que daba lo acercaba más a Adrián, el hombre misterioso que, de alguna forma, estaba relacionado con todo lo que estaba ocurriendo. Había llegado el momento de enfrentarlo, de descubrir qué secretos ocultaba y por qué parecía estar siempre un paso adelante.
Mientras caminaba, su mente no dejaba de girar en torno a Damián. Su amigo lo había mirado con una expresión que Elliot no lograba descifrar antes de irse a su habitación. Sabía que Damián también tenía respuestas, pero no estaba listo para abrirse. Al menos, no todavía. Elliot quería protegerlo, pero sentía que no podía hacerlo sin saber la verdad completa, sin entender lo que realmente estaba sucediendo a su alrededor.
El bosque se alzaba ante él como una muralla oscura, y la sensación de que algo más lo estaba observando desde las sombras lo puso en alerta. Los árboles crujían con el viento, y las sombras se alargaban, creando figuras fantasmales que parecían moverse a su alrededor. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, pero no se detuvo.
A lo lejos, entre los árboles, divisó una figura de pie. Sabía que era Adrián antes de que pudiera verlo claramente. El aire alrededor de él parecía cambiar, cargándose de una tensión palpable. Elliot apretó los puños, mentalizándose para lo que vendría.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Adrián se giró lentamente hacia él, su rostro iluminado por la luz de la luna. Había algo antiguo en su mirada, una tristeza infinita que se mezclaba con el enigma que representaba su existencia. Y, sin embargo, también había una distancia entre ellos, como si una barrera invisible los separara, incluso estando frente a frente.
—Sabía que vendrías —dijo Adrián, su voz baja y grave—. Siempre supe que no podrías quedarte al margen para siempre.
—Ya no puedo ignorar lo que está pasando —respondió Elliot, manteniendo la mirada firme—. Necesito respuestas, y creo que tú las tienes.
Adrián dejó escapar un suspiro casi imperceptible, su mirada fijándose en el suelo por un breve instante antes de regresar a Elliot. Parecía estar luchando internamente, debatiéndose entre decir la verdad o seguir ocultando lo que sabía.
—No todo es tan sencillo como crees —murmuró Adrián, dando un paso hacia él—. Lo que está sucediendo va más allá de lo que puedes imaginar. Hay fuerzas en movimiento que ni siquiera nosotros podemos controlar.
Elliot lo observó, intentando no dejarse llevar por el aura intimidante que lo rodeaba. Adrián, con sus más de 200 años de vida, había visto y experimentado cosas que Elliot ni siquiera podía empezar a comprender. Pero eso no le importaba ahora. Quería saber la verdad, aunque eso significara enfrentarse a algo mucho más grande de lo que estaba preparado.
—Entonces explícame —insistió Elliot, dando un paso hacia él—. Si lo sabes, dímelo. No quiero quedarme en la oscuridad más tiempo.
Adrián lo observó en silencio, como si estuviera evaluando si Elliot realmente estaba listo para escuchar lo que tenía que decir. Finalmente, habló, con una voz cargada de una mezcla de resignación y melancolía.
—Hace más de dos siglos, el equilibrio entre el mundo de los vivos y el de los muertos se rompió. Los espíritus, aquellos que no podían cruzar, quedaron atrapados en un limbo entre ambos mundos. Y hay quienes, como yo, hemos estado atrapados en ese ciclo, incapaces de avanzar o retroceder.
Elliot sintió un nudo formarse en su estómago mientras escuchaba. Esto no era solo sobre Blake o Damián. Había algo mucho más grande detrás de todo.
—¿Qué tiene eso que ver conmigo? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Adrián lo miró fijamente, con una expresión que hizo que el aire pareciera detenerse por un momento.
—Tú eres la clave para restaurar el equilibrio, Elliot. Desde el momento en que Blake se manifestó ante ti, tu destino quedó ligado al de este ciclo. Lo que decidas hacer determinará el destino de ambos mundos.
El peso de esas palabras cayó sobre Elliot como una losa. Su mente intentaba asimilar todo lo que Adrián acababa de decir, pero sentía que estaba al borde de una revelación aún mayor. ¿Cómo podía ser él la clave de algo tan monumental?
—¿Y qué sucede con Damián? —preguntó finalmente—. ¿Está él también involucrado?
Adrián bajó la mirada, su expresión oscureciéndose.
—Damián... ha estado enredado en esto desde mucho antes de que tú siquiera lo conocieras. Su conexión con la oscuridad es más profunda de lo que imaginas. Y si no tienes cuidado, esa oscuridad podría consumirlo por completo.
El corazón de Elliot se encogió al escuchar esas palabras. Sabía que Damián tenía sus demonios, pero nunca había imaginado que las cosas fueran tan graves. ¿Cómo podía ayudarlo? ¿Cómo podía salvarlo si ni siquiera entendía lo que estaba ocurriendo?
—Entonces, ¿qué debo hacer? —preguntó, su voz temblando ligeramente—. ¿Cómo puedo detener todo esto?
Adrián lo miró con una intensidad que casi lo hizo retroceder.
—Primero, debes aceptar quién eres realmente, Elliot. Solo entonces podrás empezar a desentrañar los misterios que te rodean. Pero ten cuidado... cuanto más profundo te adentres en esto, más difícil será regresar.
Elliot sintió que el peso del destino caía sobre él con una fuerza abrumadora. No estaba preparado para esto, pero sabía que no tenía otra opción. Si quería salvar a Blake, a Damián, y a sí mismo, tendría que seguir adelante.
Adrián dio un paso atrás, como si estuviera preparándose para desaparecer nuevamente en las sombras.
—Nos veremos pronto, Elliot. Más pronto de lo que piensas.
Y con esas palabras, Adrián se desvaneció, dejándolo solo en medio del bosque, rodeado por la oscuridad.
El silencio que quedó tras la partida de Adrián era ensordecedor. Elliot se quedó de pie, inmóvil, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Su mente estaba hecha un caos. ¿Cómo podía él ser la clave para restaurar el equilibrio entre el mundo de los vivos y los muertos? ¿Y qué significaba eso para Blake, para Damián… y para él mismo?
El viento silbó entre los árboles, haciéndolo regresar a la realidad. Tenía que volver a casa. Aún había demasiadas preguntas sin respuesta, pero sabía que la noche apenas había comenzado. Mientras caminaba de vuelta, sus pensamientos se volvieron hacia Damián. ¿Qué tanto de lo que había dicho Adrián era cierto? ¿Estaba su mejor amigo realmente enredado en algo mucho más oscuro de lo que él podía imaginar?
La luna brillaba en lo alto, iluminando su camino de regreso. Al llegar a la casa, la luz en la ventana de la habitación de Damián seguía encendida. Elliot subió las escaleras con rapidez, sin preocuparse por el crujir de los escalones bajo sus pies. Abrió la puerta del cuarto de Damián lentamente, y allí estaba él, sentado en el borde de la cama, mirando hacia la ventana con una expresión pensativa.
—Elliot —dijo Damián, sin girarse. Su voz sonaba apagada, como si supiera lo que estaba por venir—. ¿Hablaste con él?
—Sí —respondió Elliot, cerrando la puerta detrás de él y caminando hacia su amigo—. Hablé con Adrián.
Damián finalmente giró la cabeza hacia él, sus ojos llenos de una mezcla de emociones que Elliot no pudo descifrar. Parecía distante, pero también había algo más, algo que había estado ocultando durante mucho tiempo.
—Y… ¿qué te dijo? —preguntó Damián, su voz temblando ligeramente.
Elliot se sentó a su lado, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que no podía decirle todo de golpe, no después de lo que había descubierto. Pero también sabía que no podía seguir ocultando la verdad.
—Me dijo que tú… que estás enredado en todo esto desde antes de que nos conociéramos. Que hay una oscuridad en ti, algo que podrías perder si no tienes cuidado —susurró Elliot, observando a Damián con atención.
Damián apretó los labios, su mirada desviándose de nuevo hacia la ventana. No negó nada. En cambio, dejó escapar un suspiro cansado, como si hubiese estado esperando este momento desde hacía mucho tiempo.
—Sabía que eventualmente lo descubrirías —dijo Damián, su voz baja—. No he sido completamente honesto contigo, Elliot. Hay cosas en mí… cosas que no puedo controlar. A veces siento que me estoy hundiendo en esa oscuridad, que no hay salida.
Elliot sintió una punzada en el pecho al escucharlo. Sabía que Damián era diferente, que tenía un lado oscuro, pero nunca había imaginado que fuera algo tan profundo.
—No tienes que hacerlo solo —respondió Elliot, su voz firme—. Estoy aquí para ti, Damián. Siempre lo he estado.
Damián lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y tristeza. Por un momento, parecía como si quisiera decir algo más, pero se detuvo. En cambio, se inclinó hacia Elliot, apoyando su cabeza en su hombro como lo había hecho tantas veces antes, buscando consuelo en la única persona en la que realmente confiaba.
—No sé si puedes salvarme, Elliot —murmuró Damián—. Pero te necesito más de lo que puedas imaginar.
Elliot rodeó con un brazo a su amigo, sintiendo el peso de sus palabras. No sabía cómo ayudarlo, pero estaba decidido a intentarlo. No dejaría que esa oscuridad lo consumiera.
—No voy a dejarte caer —prometió Elliot, susurrando suavemente.
Los dos permanecieron en silencio por un largo rato, abrazados en la quietud de la noche. El mundo afuera seguía girando, con sus misterios y secretos, pero en ese momento, solo importaban ellos dos. Elliot sabía que había mucho más por descubrir, que las respuestas que buscaba no serían fáciles de encontrar. Pero no enfrentaría todo eso solo. Con Damián a su lado, y el recuerdo de Blake y la amenaza de Adrián, estaba preparado para lo que viniera.
Finalmente, Damián se separó ligeramente, mirándolo con una expresión un poco más tranquila, aunque el peso de la verdad aún estaba presente en sus ojos.
—Gracias, Elliot —susurró Damián—. Sé que no soy fácil, pero… gracias por estar aquí.
—Siempre lo estaré, Damián. No tienes que agradecerme.
Elliot le dio una suave sonrisa, y en ese momento, sintió que, a pesar de todo lo que había ocurrido y lo que aún estaba por venir, no estaba solo en esta batalla. Tenía a quienes amaba y protegería, sin importar lo que el destino le tuviera preparado.
Pero en su mente, la advertencia de Adrián resonaba. Había algo mucho más grande en juego, y pronto tendría que enfrentarlo. Pero por ahora, se permitió unos momentos de paz junto a su mejor amigo, sabiendo que la tormenta aún no había terminado.
Elliot tomó un profundo respiro antes de continuar. La tensión en el aire era palpable, y sabía que cada palabra que dijera podría cambiarlo todo.
—Lo que Adrián dijo es perturbador. Pero, por alguna razón, siento que hay algo más que necesitamos descubrir antes de que podamos entender completamente el alcance de esto. —Elliot se inclinó hacia adelante, sus manos entrelazadas en su regazo—. No puedo hacer esto solo. Y no quiero que lo hagas solo tú tampoco.
Damián lo miró con intensidad, sus ojos revelando un torbellino de emociones que no solía mostrar. Había una vulnerabilidad en él que Elliot rara vez veía.
—Nunca quise que te implicaras en esto —dijo Damián finalmente—. Mi vida ha sido un caos, y no quiero que te arriesgues por mí.
—No es solo por ti —respondió Elliot, con una firmeza que no había sentido antes—. Lo que está pasando afecta a todos nosotros. Y si hay algo que puedo hacer para ayudar, lo haré, sin importar el riesgo.
Damián asintió lentamente, su mirada revelando una mezcla de gratitud y preocupación.
—Hay algo que debes saber —dijo Damián, mirando hacia el suelo—. Mi pasado, mis… experiencias, no solo me han hecho más fuerte, sino también más vulnerable. Y ahora, con todo esto, no sé cómo manejarlo.
Elliot tomó la mano de Damián, apretándola suavemente.
—Estamos juntos en esto —dijo con voz tranquilizadora—. Sea lo que sea, enfrentémoslo juntos.
El silencio que siguió estaba lleno de un entendimiento mutuo. Sabían que enfrentarse a lo desconocido requería más que valor; necesitaban confianza y unidad.
La conversación fue interrumpida por un golpe en la puerta. Lilith asomó la cabeza desde la cocina, con una expresión de intriga y algo de preocupación.
—Elliot, hay alguien en la puerta que quiere hablar contigo —dijo Lilith, sus ojos parpadeando con curiosidad.
Elliot intercambió una mirada con Damián antes de levantarse y dirigirse hacia la entrada. Cuando abrió la puerta, se encontró con Chloe, la detective que había estado investigando las misteriosas apariciones en la universidad. Ella parecía cansada, pero su determinación estaba intacta.
—Elliot —dijo Chloe, entrando sin esperar invitación—. Necesitamos hablar. Lo que está ocurriendo es más complicado de lo que pensábamos.
Elliot la condujo hacia la sala, donde Damián y Lilith estaban esperando.
—¿Qué pasa? —preguntó Elliot, mientras Chloe se sentaba y comenzaba a sacar documentos de su bolso—. ¿Qué has descubierto?
Chloe miró a los presentes antes de empezar.
—He estado investigando los registros antiguos y he encontrado algo que podría estar relacionado con lo que está pasando. Hay historias sobre una entidad que se ha estado ocultando en la universidad durante siglos. Parece que esta entidad tiene un propósito, y está conectada con las apariciones y los fenómenos paranormales.
Elliot frunció el ceño. Esto era más de lo que había anticipado.
—¿Qué tipo de entidad? —preguntó Lilith—. ¿Y cómo está relacionada con Blake y Adrián?
Chloe asintió, sacando un archivo con fotografías antiguas y notas escritas a mano.
—Parece que esta entidad es una especie de guardián de secretos antiguos. No es algo que los registros expliquen con claridad, pero hay menciones de que estos guardianes tienen un rol en proteger ciertos conocimientos y objetos de gran poder.
Damián, que había estado en silencio, se inclinó hacia adelante.
—¿Y qué significa eso para nosotros? —preguntó con ansiedad—. ¿Cómo nos afecta?
Chloe le dirigió una mirada seria.
—No estoy segura aún, pero lo que puedo decir es que esta entidad está vinculada a eventos pasados y a personas que han tenido que enfrentar secretos profundos. Creo que nuestra única opción es seguir investigando y ver cómo se relaciona con lo que está ocurriendo ahora.
Elliot sintió una creciente sensación de urgencia. Sabía que debía actuar rápidamente para proteger a sus amigos y resolver el misterio que se estaba desplegando ante ellos.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó, mirando a Chloe—. ¿Cuál es el siguiente paso?
Chloe cerró el archivo y lo colocó sobre la mesa.
—Necesitamos reunir toda la información posible y preparar un plan. Hay cosas que aún no entendemos completamente, pero debemos ser cautelosos y estar preparados para lo que venga.
Elliot asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que la lucha estaba lejos de terminar y que cada decisión que tomaran podría ser crucial.
—Vamos a hacerlo —dijo con determinación—. Vamos a descubrir la verdad y enfrentarnos a lo que sea necesario.
Mientras todos se preparaban para lo que estaba por venir, Elliot sintió una mezcla de miedo y esperanza. Sabía que la búsqueda de respuestas sería dura, pero también estaba decidido a enfrentarla con sus amigos a su lado.