Dea Ashnot
Mi vida habia estado cuidadosamente planeada incluso antes de nacer, el destino estaba escrito para mi, una maldicion y una bendicion, como saber cual escoger, como saber cual era el camino correcto, a que destino me llevaría cada decision que tomara, ellos se llevaban cada parte de mi, haciendome pedazos y volviendome a unir como un rompecabezas.
Eran mi perdición y Mi salvacion, Mi silencio y mis gritos, Mi destino y mi verdad.
Cuando llegara la hora de escoger, a quien escogería?
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Hola mis queridos lectores, esta es la segunda parte de mi novela, La luna sangrada del Rey Alfa, la historia de la hija de Azula y Alec. Espero que la disfruten❤️
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1. Compañeros
Dea 13 años.
Si alguien me preguntara cual era la primera vez que mi corazon se habia roto, definitivamente diria que hoy, Hoy era el cumpleaños de Azuma, al fin tenía 18 y hoy seria su primer turno, Estabamos todos en el centro del laberinto detras de la mansion, el mismo Lugar en donde mi padre y mis tias habian tenido su primer turno, Eliam tambien lo habia tenido aqui el año pasado, Estaba toda mi familia aqui, Rhys estaba a mi lado como siempre tan imponente, su brazo estaba en mis hombros mientras observabamos como la luna llegaba al punto correcto, Rhys ya habia tenido su turno el año pasado, Eliam, Azuma y yo habiamos viajado al sur a presenciarlo, Su lobo... igual de majestuoso que el, extremadamente Alto, con un pelaje blanco perfecto que brillaba bajo la luz de la luna, una mancha plateada en forma de rayo surcaba por en medio de sus ojos y bajaba hasta su inmenso hocico, unos ojos azules como el cielo... simplemente majestuoso como solo un rey alfa podria ser, Rhys habia crecido para convertirse en la fantasía sexual de toda la manada, tanto la suya como la mia, secretamente lo odiaba aunque nunca lo dijera, despues de todo lo que yo pensara sobre la vida sexual de Rhys, Azuma y Eliam no importaba, claro que me molestaba una mas que otra, especialmente la de Azuma, nisiquiera me habia dado cuenta en que momento mi mente tonta de adolescente y mis hormonas alborotadas habían dejado de ver a Azuma como mi hermano de otra madre y habian comenzado a verlo como el compañero que algun dia queria tener, era tonto de mi parte pensar esas tonterias, pero solo tenia 13 años, a esta edad se me tenia permitido fantasear con mi principe Azul de cuentos, nada estaba escrito, talvez si la diosa quien era tecnicamente mi abuela se apiadaba de mi, entonces Azuma podria ser mi compañero y todas las fantasias de cuentos de Hadas que viajaban por mi mente cuando pensaba en el podrian hacerse realidad, pero entonces sucedio y me di cuenta que mi linda abuela no me quería tanto como yo pensaba.
La luna llego al punto correcto y Azuma grito, el sonido desagradable de huesos crujiendo lleno el silencio de la noche, el tiempo pasaba y pasaba y Azuma no cambiaba, gritaba de dolor retorciéndose en el suelo, mi madre con el porte que solo una diosa podria tener se acerco a el preocupada y se arrodillo a su lado tomando su rostro con fuerza y pegando su frente a la suya.
- Cambia.
Azuma grito cuando todos sus huesos parecieron moverse al mismo tiempo, cerre los ojos escondiendome en el pecho de Rhys asqueada por el sonido cuando el asqueroso sonido paro y senti a rhys tensarse a mi lado, sali de su pecho observando hacia el frente, mi mamá se hizo a un lado y pude verlo por completo, Su lobo era completamente negro como el de mi padre Jace, unos ojos amarillos sigilosos que miraban directamente hacia nosotros, me quede observandolo embelazada, cuando Rhys hablo.
- Me estas jodiendo verdad.- quito su mano de mi hombro y dio un paso hacia el frente, cuando el lobo de Azuma salio corriendo hacia el estrellándose en su pecho y tumbandolo hacia atras.- No puedes ser mi maldito compañero.- el lobo de azuma lamia su rostro emocionado mientras Rhys intentaba quitárselo de encima.- quítate de encima idiota, me estas babeando todo, basta.
Compañero.
La palabra retumbaba en mi cabeza, repitiéndose incesantemente, mi cabeza retumbaba como si hubiera escuchado una maldita canción de electrónica a todo volumen por diez horas seguidas, mi corazon martillaba como si quisiera salir corriendo de mi pecho y dejarme un agujero inmenso que jamas cerraría nisiquiera con toda la maldita magia del mundo, senti como si hubieran clavado mil cuchillos en mi pecho, la respiracion se volvio extremadamente necesaria porque no podia respirar, el aire no pasaba por mis pulmones, sentia todo mi cuerpo temblar mientras los observaba interactuar, Rhys se reia intentando quitárselo de encima, entonces todo se estrello contra mi, El era su compañero, el maldito Rhys Volk era el compañero de Azuma.
Mis pies tomaron vida propia y sali corriendo hacia la mansion, me conocia los pasadisos del laberinto de memoria pero mientras lo atravesaba me sentia perdida, como si no pudiera encontrar el camino a casa, mis pies se movian por inercia corriendo cada vez mas fuerte hasta que mis pulmones ardian en busca de aire, mis piernas estaban en llamas del esfuerzo cuando al fin llegue a la mansion, subi las escaleras y entre en mi habitación cerrando la puerta con llave detras de mi, mi cuerpo se deslizo por la puerta hasta que cai al piso intentando respirar, intentando calmarme, esto era una tonteria, como podia dejar que me afecte, nisiquiera era seguro que se aceptaran, segun lo que sabia ninguno de los dos era gay o talvez eran bisexual?, despues de todo tampoco sabia demasiado sobre sus gustos sexuales y definitivamente nunca quise saberlo y ademas que importaba ahora si se aceptaban o no, yo tenia un compañero esperando por mi en alguna parte, alguien que me amaria incondicionalmente, esto era solo un amor tonto de niños, algún dia lo superaría y podria reir de esta situacion al recordarlo, esto iba a pasar, era solo algo pasajero, habia confundido su amabilidad enamorándome de el, yo podia superarlo, no tenia que doler tanto, cierto?
Al dia siguiente me di cuenta que si, que si que dolería y me dolio, cuando vi a Azuma y Rhys llegar al comedor a la hora del desayuno, ellos... se habian marcado, se habian aceptado, oficialmente... eran compañeros.