Un sexy genio y su mejor amigo. Pondrán el mundo de cabeza para conquistar a sus amores. Esas dos hermosas jóvenes fueron escogidas por ellos desde su niñez, pero no están dispuestas a ceder tan fácilmente y lucharán por cambiar el rumbo de su destino. Sin contar que estos dos leones territoriales no están dispuestos a dejarlas escapar.
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CAPÍTULO 13
El hombre guardó el arma y se acercó hasta los hombres que estaban en el piso golpeándose entre sí.
—¡Ya basta! Suelten a estos idiotas. Espero que hayan entendido que tienen que ver a la señorita Luna como su nombre. Bella, única e inalcanzable. Si vuelves a tocarle un solo cabello, te cortaré la maldita mano. Ahora, lárguense de aquí. —le dijo el hombre apuntando a Chris con su dedo índice.
Liam, al observar a su alrededor y ver más de ocho hombres armados rodeándolos, tomó a su hermano y lo ayudó a caminar para alejarse del lugar.
—De-be-mos alejar-nos de esas chicas Chris. Definitivamente, no están tan solas como pensamos —le susurró Liam a su hermano, tratando de contener el aire para ignorar el dolor de sus costillas.
Al día siguiente, Luna levantó a Christine muy temprano. Había decidido marcharse del hotel. París era muy hermosa como para pasar dos días en el mismo lugar.
Christine estuvo totalmente de acuerdo y ellas empacaron para salir del hotel.
Luna se sorprendió al encontrarse con los hermanos en la recepción, al parecer también iban de salida. Ella no dudó en darles un saludo agitando la mano, pero ellos fingieron no conocerla.
Las amigas se quedaron desconcertadas, pero todo tuvo sentido para Luna cuando se acercó a ellos y observó que ellos tenían algunas heridas en las cejas y en los labios.
Era evidente que Dimitri Santibáñez jamás cumplirá su palabra.
Luna pensó en acercarse y disculparse con ellos, pero Chris al verla caminar hacia ellos le hizo señas negando con la cabeza y ella detuvo su avance.
Luna tomó su maleta y caminó hacia el lado contrario, ella se sentó lejos, para esperar que ellos terminarán de entregar su habitación. El corazón de Luna latía a mil por horas. Ella estaba furiosa, Dimitri otra vez la había engañado. Le dolía pensar que la había usado y que solo había aceptado alejarse de ella para fingir una despedida y acostarse con ella.
Christine, por su parte, ignoraba los hechos.
Ella le dio una mirada de compasión a los chicos y les sonrió en señal de despedida, antes de seguir a su amiga.
—Luna, ¿por qué no te acercaste? ¿Viste que están golpeados?
Luna solo asintió con la cabeza y fijó la mirada en su ingenua e inocente amiga.
—Chris, ¿no adivinas lo que les ocurrió? O mejor dicho ¿No te imaginas quién fue el animal que los golpeó?
Christine frunció el ceño y negó con la cabeza. Pero a los pocos segundos su cerebro unió los puntos. Christine abrió los ojos por la sorpresa y miró la expresión de decepción y enojo de su amiga.
No había que ser muy inteligente para saber que Dimitri estaba en serios problemas.
Luna cerró los ojos para tratar de calmar la tormenta en su interior. No le permitiría a Dimitri arruinar sus vacaciones. Ella disfrutará sus dos semanas y después ajustará cuentas con ese mafioso de juguete mentiroso y manipulador.
—Vámonos —le dijo Luna a su amiga, levantándose para tomar su maleta y caminar hacia la salida.
Christine solo siguió de cerca a su amiga, hasta que se subieron a un taxi.
Mientras tanto, Dimitri se reía a carcajadas viendo la repetición de un video en su teléfono, hasta que una entrada intempestiva lo interrumpió.
—Dimi, necesito hablar con Christine. He ido varias veces al internado y la madre superiora me dice lo mismo.
Dimitri no pudo evitar volver a reír a carcajadas y burlarse de su amado sobrino. Él se sentía culpable de ocultarle la verdad, pero conocía muy bien a Máximo Jr. y sabía que no dudaría en salir corriendo a buscar a Christine y esto dejaría al descubierto con Luna de que su libertad existe solo en su ingenua imaginación.
Máximo Jr. observó con detenimiento a su tío y entrecerró los ojos antes de señalarlo con el dedo.
—¿Qué me ocultas? Dimitri Santibáñez, ¿qué no me has dicho?
Dimitri volvió a reír y después se levantó hacia el gran ventanal, para escapar de la mirada inquisitiva de su sobrino.
Dimitri seguía sin mencionar una sola palabra. Hasta que sintió a Máximo Jr. llegar hasta él.
Entonces decidió responderle al final.
—No seas tonto Máximo Jr. No tengo nada que ocultarte. Pero en realidad, me sorprende que tú, un genio cibernético, no pueda sacar a su novia de ahí.
Máximo Jr. negó con la cabeza. Era evidente que su tío se burlaba de él.
—Eres un idiota. Sabes bien que en ese lugar no usan tecnología. Incluso hasta hace tres años se alumbraban con velas.
—Sí, lo sé. Yo mismo llevé la electricidad a ese santo lugar, para que mi Luna estuviese cómoda.
—Sí, pero solo lograste instalar un teléfono local y lo tengo intervenido al igual que el celular de Christine.
—Bueno, déjame ver qué puedo hacer por ti. Déjame pensar en algo. Aunque sea para que hables por teléfono por ella y dejes el tema. Tenemos mucho trabajo y tú no te concentras.
Máximo Jr. Se cruzó de brazos y le sonrió a su amigo.
—Eres un cínico. ¿Cómo es posible que digas eso? Cuando has pasado tu vida detrás de Luna. Ja, ja, ja. ¿Recuerdas que el tío Santi te apodó el hombre lobo?
Dimitri asintió y también sonrió.
—Ja, ja, ja. Sí, mi hermano Santi es un idiota. Por cierto, recuerda que nos debe algunas. Vamos a ir pensando como nos vengamos de él.
Máximo Jr. dibujó una sonrisa perversa en su rostro. Era cierto, que ellos habían jurado vengarse de su tío y de sus tontas bromas hacia ellos, pero eso no era importante en este momento.