Está es la historia de como se enamoraron, Sir Gabriel, General del ejército real del Reino Rubi, y la Princesa Artemis, Princesa heredera del Reino Greenwich y Generala del ejército de su Reino.
Como superan las diferencias entre las clases sociales a las cuales pertenecen y lograr vivir su amor intensamente.
Está es una historia paralela y que se desprende de mi novela previa "La Prometida con Magia de Fuego", y comienza al firmar el tratado de paz entre el Reino Rubí y el Reino Greenwich.
Los invito a leer está emocionante historia.
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Capitulo XIX. Atando cabos sueltos.
El hombre que esperaba a Ana, era el Conde Stefan.
En su desesperación, había ideado un plan para que la boda con el príncipe extranjero no se efectuará, y que la reina se viera obligada a casarse con él. En su mente, el Conde pensaba que él era el más adecuado para gobernar al reino. Y cuando se casará con la reina Ana, y fuera coronado, alejaría a Ana de sus funciones de reina, y solo él, ejercería el poder sobre la corte y el pueblo. Nunca pensó si eso podría ser posible y tampoco se detuvo a pensar en las consecuencias que sus acciones podrían traerle a él. Solo estaba cegado por su ambición de poder.
Los sucesos que ocurrirían, precipitarían su captura.
Y el final que le esperaba, ni siquiera él, se lo había imaginado.
Ni en sus peores pesadillas.
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Ana entró al salón, siendo anunciada por su mayordomo.
- Su majestad, la reina Ana de Greenwich, hace presencia. -
Ana entro al salón y se quedó de pie junto a la puerta. La puerta fue cerrada, y se dispuso conocer a quien se atrevía a decir que su prometido la esperaba a desayunar.
- Majestad, ¿como se encuentra hoy? - pregunto el Conde Stefan haciendo una reverencia.
Ana lo miro disgustada. Ya este hombre la estaba cansando.
- Muy bien, Conde. ¿Y usted? - le preguntó ella caminando y sentándose en un asiento que no le permitía a Stefan sentarse cerca de ella - Es usted muy audaz al mentir acerca de mi prometido - le dijo mordaz la Reina.
- Si no lo hago así, su majestad no me hubiera recibido. ¿O me equivoco?-
- Está en lo cierto. Tengo mejores cosas que hacer. Se acerca mi boda y debo supervisar todo - afirmó Ana. De repente, se dio cuenta que su doncella no estaba donde debía.
Stefan la miró serio. No le gustaba que mencionará su matrimonio.
- Majestad, si usted lo permite. Puedo ser yo quien se casé con usted. Y sea su compañero en las decisiones que tome para el reino. Yo puedo darle un heredero fuerte. - dijo Stefan.
Ana lo miró, con seriedad. No podía creer la insistencia y el atrevimiento de este hombre.
- Lo lamento, Excelencia. Pero como entenderá, ya di mi palabra de casarme con el principe. Y todo está en marcha. En pocas semanas me caso con el principe Joseph. Ya se hicieron las evaluaciones correspondientes, y los resultados se le mostraron a los nobles de la corte. Y todos estuvieron de acuerdo que Joseph es más que capaz para ejercer el cargo como mi compañero y consorte - culminó la Reina
- Como no hay más de que hablar, me retiro.- dijo Ana, con intenciones de retirarse, y saber dónde estaba su doncella.
Stefan no podía permitir que se alejará de él. Ya faltaba poco para la boda, y tal vez esta sería la última oportunidad que tenía para que aceptará casarse con él. Así que sin pensar, reaccionó intentando someter a la reina. Fue cuando Stefan se acercó a la joven reina, cometiendo el peor error de su vida.
La tomó de las muñecas, en un acto desesperado de su parte, intentando someterla. Tumbando a Ana sobre un gran mueble, que había allí. Y colocandose sobre ella, mientras buscaba levantar las varias capas que conformaban su falda, y al mismo tiempo, bajar su pantalón para poseer el cuerpo de Ana.
Las acciones de Stefan fueron tan rápidas, y ejerciendo tanta fuerza en la joven reina, que solo cuando Ana salió de su sorpresa, y se dió cuenta que iba a ser vi***ada, reaccionó gritando y empujando al hombre con todas sus fuerzas. Sin embargo, aunque ella lo golpeó con los puños cerrados en su pecho, e intento darle un golpe entre sus piernas con la rodilla, el hombre tenía mucha agilidad. Así que, sin dejar de luchar en contra de su agresor. Grito llamando a los guardias que estaban afuera.
Y cuando estos entraron. Enseguida le quitaron al hombre de encima de ella. La doncella que le llevo el mensaje entro junto a la doncella personal de Ana, y ambas la ayudaron, levantandola y acomodandole la ropa. Afortunadamente, Stefan no había logrado su cometido. Pero había dejado moretones en las piernas y muñecas de Ana.
- Guardias, detengan a las doncellas también. Llevenlas a los calabozos, al igual que al Conde. - grito Ana cuando estuvo un poco repuesta, pero aún agitada.
Y entre gritos de suplica, las doncellas junto al hombre fueron llevados a los calabozos en dónde permanecieron largo tiempo.
Ya no podrían escapar a su destino
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Ana envío a su asistente y al general de su guardia a investigar donde estaban las doncellas en ese momento.
La joven que había llevado el mensaje, con engaños saco del salón a la doncella personal de la reina y se la llevó a la cocina con el pretexto de buscar te y bocadillos. Siendo que a la doncella de la reina no le correspondía hacer eso.
Aún cuando no fue juzgada, Ana ya no confiaba en ella. Ya que se dejó manipular. Así que la saco del palacio, exiliandola junto a la familia que le quedaba.
Mientras se realizaba un interrogatorio al Conde Stefan, para saber dónde se encontraba el hombre con magia que lideró la emboscada el día de la boda de Artemis y Gabriel.
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En el archiducado del sur, Artemis y Gabriel se encontraban juntos, en el cuarto principal, junto a un médico y un sanador mágico, así como a la doncella de la Generala, y una doncella enfermera que asistía al médico.
Se le había adelantado el parto a Artemis. El bebé poseía una gran cantidad de magia, que ya el cuerpo de Artemis no soportaba. Y debido a eso el parto se había adelantado.
Aún cuando los médicos intentaron sacar a Gabriel del cuarto, ya que no se acostumbraba que el padre estuviera durante el parto, él no quiso salir del cuarto. Se quedó al lado de Artemis ayudandola a que diera a luz.
Artemis apretaba las manos de su amado General, mientras pujaba cuando el médico le decía. Mientras el sanador le infundia magia para que soportara el parto, y tanto el bebé como ella sobrevivieran.
- Puje, Alteza. Ya casi, una vez más y lo tenemos aqui- le dijo el médico mientras Artemis pujaba de nuevo y entonces, luego de varias horas de trabajo de parto, salía la cabeza del bebé.
El médico tomo la cabeza, y con un movimiento, el resto del cuerpo salió. Era un bebé a termino. En lo que salió del cuerpo de su madre, se escuchó un llanto fuerte y claro. Con lo que todos en la habitación respiraron aliviados. El bebé tenía unos pulmones fuertes. Un varón como su padre.
En lo que estuvo fuera del vientre materno, se acercó el sanador mágico y le coloco un brazalete, en seguida que limpiaron al niño. El brazalete bloquearía la magia del bebé mientras este crecía y se hacía fuerte. Cuando tuviera fuerzas suficientes para soportar su magia, retirarian el brazalete. Siempre y cuando el pequeño haya tenido un entrenamiento adecuado en cuanto a su magia, y el fortalecimiento de su cuerpo. Así lo habían decidido sus padres.
Al pequeño le pusieron por nombre Gael, sería el futuro heredero al archiducado. Y mientras la Reina Ana no tuviera hijos, era el siguiente en la linea de sucesión al trono de Greenwich.
Al saberse la noticia en su territorio, todos se alegraron por el nacimiento del heredero de los archiduques, pero se extrañaron que él bebé hubiera nacido, ya que era un embarazo muy reciente. Pero nadie pregunto nada cuando le dijeron que por complicaciones se había adelantado el bebé. cosa que era cierto en un cincuenta por ciento 🤭 Igual, el hecho de que su padre tuviera magia era sabido, y esto también influia en el nacimiento prematuro.
Dentro del palacio, se sabía que en realidad la Archiduquesa tenía más tiempo esperando. Pero esto no lo sabría nadie del pueblo, para proteger a la princesa y su hijo.
Luego de nacer el bebé. Quedaron de acuerdo en viajar a la capital del Reino en dos meses. Dos meses para que Artemis se recuperará del cansado parto, y entrenará para recuperar sus fuerzas. Y amamantara a su bebé y este se fortaleciera. Gael quedaría a cargo de la doncella personal de Artemis, la única en quien confiaba e iría a la capital junto a Gabriel. El motivo. El matrimonio de la reina Ana, su hermana, y la ejecución de los traidores a la corona.
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En la capital, en los calabozos del palacio, los guardias escuchaban los gritos aterrados de un hombre. Pero extrañamente no hacían nada. Quién gritaba era el Conde Stefan. Ana había enviado a que lo torturaran horriblemente, debido a lo que intento hacerle. Y había dejado al hombre en la celda con un terrible asesino y abusador de mujeres, que habían capturado y al cual habían sentenciado a muerte. Pero antes de cumplir su sentencia, lo habían dejado con el Conde, sabiendo lo que pasaría en esa celda.
Así que Stefan sufría, día a día, lo impensable, por querer abusar de la reina, creyendo que así, el príncipe la dejaría y ella se vería obligada a casarse con él.
Con eso, el último de los traidores a la corona de Greenwich, recibía su castigo. Ana solo esperaba que su hermana llegará, para ejecutarlo.
Mientras tanto, la doncella fue interrogada. Stefan le había pagado para que diera el mensaje falso a la reina sobre su prometido, y para que sacará a la doncella de la reina fuera del salón, dejando sola a la Reina. La doncella confesó que necesitaba dinero para su madre que estaba muy enferma. Ana no entendió porque en ves de pedirle ayuda a ella, decidió traicionar su confianza. Así que se dictó que la chica moriría en la horca. Sin embargo, su madre que no tenía nada que ver con el asunto, se le daría los mejores cuidados para que se recuperará, y luego sería exiliada del territorio. Ya que un miembro de su familia no podía estar allí en el palacio, viviendo tan cerca de quienes sentenciaron a su hija.
Así se cerró un ciclo de traiciones entre los nobles de Greenwich.
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Artemis llegó a la capital con un grupo de caballeros y soldados de su escuadrón. Gabriel la acompaño, también con un grupo de soldados, algunos de ellos manejaban magia. Así que ambos estaban bien resguardados.
Al entrar a la ciudad capital, en seguida fue avisado en el palacio la llegada de la Generala del ejército real de Greenwich y sus estandartes fueron izados en las torres del palacio. Así, Ana supo que su hermana estaba entrando a la ciudad junto a su esposo, ya que los estandartes del archiducado del sur también fueron izados.
Al entrar al palacio fueron guiados al palacio de la princesa heredera. Era el palacio al que le hubiera correspondido habitar Artemis si hubiera estado el tiempo suficiente en casa. Lo habían acomodado para que ella y Gabriel se hospedaran allí cuando visitaran la capital.
Luego de descansar, en horas de la tarde pudieron hablar con Ana. En el palacio principal, en la pequeña sala de visitas de la Reina Ana, allí se reunieron para conversar.
- Hermanita, perdoname. Lamento no haber estado aquí para matar a ese desgracia** - le dijo Artemis abrazando a su hermana menor. Ana correspondio al abrazo con tristeza. Nunca hubiera imaginado que ese hombre intentaría hacer algo así.
- Ya pasó, hermana. Ahora debemos cumplir su sentencia por sus crímenes. - afirmó Ana con firmeza a su hermana.
- Claro, hermana. - respondió Artemis apartándose y sentándose - ya dijo quien era el portador de magia que lideró la emboscada contra mi, el día de mi boda? - preguntó seria Artemis.
- Aún no, hermana. Pero estoy segura que tú lo harás confesar. Sin embargo te aviso que no está en muy buenas condiciones, ya que lo he hecho pagar por lo que quiso hacerme. Así que, tal vez si lo presionas mucho, se muera. - explicó Ana con frialdad.
La generala miró a Gabriel que estaba de pie, a espaldas de Artemis, cerca de la puerta del salón. No había intervenido ya que era una conversación de la reina con la princesa. Él no debía intervenir.
Pero interpretó la mirada de Artemis como de extrañeza. Así que hizo una reverencia, y dejó solas a las hermanas. Al cerrarse la puerta, Artemis miró a Ana y preguntó,
- ¿Qué pasa, hermana? -
Ana al verse a solas con su hermana, comenzó a llorar. Era como si no hubiera podido desahogarse y ahora sí se sentía en libertad de hacerlo.
- Fue horrible, Artemis. Tengo pesadillas. Ya no puedo dejar que Joseph me toque. Me asusto de cualquier cosa. Aún no encuentro una doncella en la cual confiar, así que he cambiado varias veces de dama de compañía. No se que hacer. - explicó llorando - tengo miedo que Joseph ya no quiera casarse conmigo. -
Artemis se acercó y la abrazo escuchando lo que le decía. " Que miedo debió sentir sola y a merced de ese mal nacido que quiso abusar de ella" pensó la generala.
- ¿La corte sabe algo? -
- Saben que sucedió algo, pero creen que me atacó con un cuchillo, en realidad no se que dijo mi asistente. Él se encargo de dar el testimonio, ya que yo no podía ni hablar en esos días -
- Joseph fue quien le puso el castigo a ese hom...bre - dijo Ana tartamudeando.
- Entiendo - respondió Artemis. - déjame interrogar al Conde. Para saber el paradero del hombre con magia. Y luego cumpliré su sentencia inmediata. - explicó Artemis - y sobre Joseph, él te ama. Tú los amas, lo sé. Dense tiempo. Si tienen que aplazar unos meses la boda, háganlo. Y dense un tiempo. Que él vaya a su reino un tiempo y regrese. Y si aún quieren estar juntos entonces casense. - le aconsejo Artemis a su hermana.
En ese tiempo ayudarían a Ana a recuperarse. Enviaría un mensaje a su madre para que volviera al palacio a ayudar a su hermana.
Lady Raquel había llegado días después del nacimiento del hijo de Artemis y Gabriel. Y se había quedado con ellos, y al ellos viajar, Raquel había decidido quedarse. Cuidar a su nieto, Gael, junto a la doncella de Artemis.
Ahora era necesaria la presencia de Lady Raquel en la capital, en el palacio junto a su hija, la Reina Ana.
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