Sexto libro de la saga colores.
Tras seis años encerrada en un convento, Lady Tiffany Mercier encuentra la forma de escapar y en su gran encrucijada por conseguir la libertad, se topa con Chester Clark, un terrateniente que a jurado, por motivos personales no involucrarse con nadie de la nobleza.
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17. Sanando en cuerpo y alma
...TIFFANY:...
Nunca me imaginé que volvería a remover tantos recuerdos, pero al confesar todo lo que estaba roto en mí, me estaba liberando del horrible peso que no me dejaba respirar.
Necesitaba liberarme de tanto dolor y debí hacerlo desde un principio, desde que empecé a tener sentimientos por Chester.
Él estaba sumido en emociones, podía ver en como apretaba los puños y sus ojos enrojecidos, que esto también le estaba afectando, su respiración se tornó pesada y su mandíbula se apretó.
Calmé mis sollozos.
— Esa monja me halló en la cama de ese obispo después de que se fuera y me amenazó, me dijo que debía levantarme en seguida y someterme ante ella sino quería que revelera la verdad... Entendía lo que suponía que una monja deshonrara los votos, yo podría ser sometida a la horca... No me quedó de otra más que dejar que me pisoteara y obedecer a su tiranía, aunque no puedo negar que llegué a desear que lo hiciera, solo quería dejar de sufrir y morir me parecía la mejor salida — Jadeé, abrazando mis rodillas — En una oportunidad me confesó de forma cruel que mi madre lo había ordenado, que le pagó a ese obispo para que me castigara — Ya no me quedaban lágrimas, solo me sentía tan cansada — No sé si es verdad, no quiero creerlo, no deseo pensar que mi madre haya sido capaz de dejar que lastimaran a su hija de esa forma, aún siendo tan cruel para abandonarme, prefiero creer que fue solo una mentira de esa monja — Solté un suspiro, vendría lo más difícil de contar — Pronto se dió cuenta de que mi ciclo no estaba llegando y me obligaron a beber una infusión — La garganta de Chester se agitó — Casi muero cuando perdí al bebé, estuve en cama mucho tiempo y esa despreciable mujer inventó toda una mentira para ocultar lo sucedido ante las demás.
Ni siquiera pude soportar el peso de esa acción, que hubiese sido abusada no quería decir que ese bebé tuviera la culpa, me afectó tanto que hubiese muerto, que no lo pudiera traer a la vida, que al menos viviera así fuese lejos de mí.
— ¡Malditos! — Gruñó, levantándose — ¡Desgraciados bastardos, escorias, mal nacidos! — Golpeó un puño sobre la mesa y me estremecí junto con la madera — ¡Esto no puede quedarse así!
— ¿Qué vas a hacer?
— ¡Haré lo que sea para hacerles pagar esto! — Gritó, caminando de un lado a otro, furioso — ¡Debí matarlos, de saberlo todo lo hubiese hecho en el momento en que los hallé frente a mi puerta, lo siento, Tiffany, pero no hay más remedio para esos desgraciados que una muerte dolorosa!
Lo había pensado muchas veces, no podía culparlo por enojarse y llenarse de rencor.
— No quiero que te suceda nada, Chester, esa gente tiene poder y puedes salir perjudicado...
— ¡Me importa una mierda lo que me suceda, antes los mato! — Se detuvo en seco y se cubrió el rostro con las manos.
— A mí si me importa, no quiero perderte — Dije y apartó sus manos, cerró los ojos por unos segundos — Eres la única persona que se preocupa por mí.
— Pero... Esto... Lo que te hicieron... Lo que te hizo ese mal nacido... — Volvió a sentir rabia — Ninguna mujer merece algo así — Me observó, tenía los ojos vidriosos — Me da tanta impotencia, no puedo soportar la furia que esto me causa.
— Soy libre ahora, aquí me siento tan tranquila, tan feliz — Me levanté, me acerqué, elevé una mano y la posé en su mejilla, mi enorme hombre suspiró.
— Pienso que no van a quedarse quietos... Que te seguirán buscando y maldición, esa mujer que dice ser tu madre es una...
— Ya basta, prefiero no pensar en ello — Le pedí y me abrazó.
— No quiero que te vuelvan a tocar... Antes tendrán que pasar sobre mí — Susurró contra mi oído —Usaré esta fuerza para defenderte, no soy un gorila en vano — Lo último me hizo reír — Solo quiero oírte reír, no quiero verte llorar.
— Quisiera descansar un poco.
Se apartó — Ve a dormir — Besó mi frente — Yo me encargaré de la cena.
— No, ya está lista, solo habrá que calentar.
— De acuerdo, la calentaré más tarde, tu duerme.
No estaba más calmado, podía verlo en su postura y sus ojos.
...****************...
Abrí mis ojos al sentir un movimiento en la cama, dormí en su habitación, me gustaba más porque tenía su olor en las mantas.
Chester estaba sentado en la orilla y dejó una lámpara de queroseno sobre la mesita.
— La cena ya está caliente.
Me senté, apartando un poco las mantas.
— ¿No te importa qué sea una noble?
— No — Dijo, su rostro estaba un poco decaído, no me gustaba que se sintiera mal por mí, pero no podía evitarlo, yo le importaba, tanto como él a mí.
— ¿Tampoco qué sea una Mercier?
— En lo absoluto, los títulos y apellidos no definen el tipo de persona, aprendí que existen nobles que no son solo nobles de nombre, como Sebastian, Emiliana, Leandro, los duques de Slindar y tú — Apoyó los brazos de sus piernas.
Sonreí débilmente — Algunos nobles, si son nobles, pero al parecer los Mercier son los más defectuosos. El primero fue mi tío, quien quiso matar a tu padre.
— Algunas cosas están destinadas a ser de esa manera. Creo que los Clark siempre se terminan involucrando con un Mercier.
— Nuestra historia no tendrá el mismo final, aunque también te hayas involucrado con una Mercier, cada vida es diferente — Me aproximé hasta la orilla y acerqué mi mano, la toqué.
— Yo no voy a separarme de ti — Susurró.
Asentí con la cabeza — Yo tampoco, además, nunca me he sentido como una noble.
Me sonrió — Eres noble, pero de corazón.
Suspiré pesadamente.
— Lo siento, por no contarte antes, al principio mentí porque no me ibas a ofrecer tu ayuda si te decía que era de una familia de aristócratas.
— Lo entiendo, no te preocupes, acepto que fui un poco amargado y que prefería estar solo, por eso no quería tener que lidiar con una monja furtiva, me resultaba molesto, me hiciste cambiar de opinión, te quería a mi lado y me dolía que no fueses sincera, pero ya comprendo el motivo y no puedo molestarme contigo por eso.
Apoyé mi cabeza de su hombro y nos quedamos unos instantes en silencio.
Se levantó de la cama.
— ¿Vamos a comer?
Asentí con la cabeza.
Me levanté y nos marchamos a la cocina.
Chester me sirvió la cena.
— Hiciste mucha comida.
— Tienes que comer bastante — Dije, con las mejillas rojas ante su mirada atenta — Debes mantener tu contextura.
— Cierto, pero no soy el único que debe alimentarse bien — Se sentó y colocó su plato sobre la mesa — Te dije que siempre te daría de comer y lo haré en abundancia.
— Engordaré demasiado y terminaremos rompiendo la cama con nuestro peso — Bromeé y elevó una ceja.
— No me molestaría.
Me ardió el rostro mientras mordía un trozo de carne.
— Nunca he engordado tanto, ni siquiera cuando era una adolescente — Dije, después de tragar.
— No creo que engordes, has estado comiendo mucho durante más de un mes y solo has engordado un poco.
— Puede que eso cambie, me enseñaron a comer de forma moderada — Recordé la manera de comer de Sebastian y observé a Chester, él comía como salvaje, dejó de masticar y enrojeció ante mi mirada.
— Soy un poco maleducado...
Sebastian era tan delicado al comer.
— Estaba enamorada de mi primo durante mi niñez y adolescencia — Confesé y él se tensó.
— ¿De cuál de los dos?
— De Sebastian, lo miraba como si fuese un príncipe. Incluso antes de saber que eras su hermano, me recordabas mucho a él.
Frunció el ceño.
— ¿O sea qué te gusté solo por eso? — Gruñó, con expresión disgustada.
— No...
— No trates de explicar — Dijo, irritado, sin dejarme hablar.
Me reí y su ceño se asentó.
— No pensé que vería a un hombre celoso por mí.
— No estoy celoso, las comparaciones me caen de la patada.
...****************...
Entré en la habitación de Chester, me cambié la ropa por un camisón antes.
Él estaba sentado al pie de la cama, con ropas de cama, calzones y una camisa ancha.
Me detuve frente a Chester.
Todavía estaba disgustado por mi comentario sobre Sebastian. Solo quería ser sincera con él, siempre lo sería de ahora en adelante.
Además, él me gustaba más que Sebastian.
— Estoy sucia — Confesé y tomó una postura erguida — Siento que no valgo lo suficiente.
— No eres nada de eso, no estás sucia, ni eres menos. No fue tu culpa lo que sucedió, eres maravillosa, una buena mujer.
— ¿Sigues viéndome con deseo? — Pregunté, Pasando mis manos por mi cabello y me observó detenidamente.
— ¿Por qué dices eso?
— Ningún hombre quiere a una mujer que fue mancillada — Susurré — Puedo entenderlo si ya no me quieres como esposa...
Rodeó mi cintura y me presionó contra su cuerpo. Me sentó en su regazo. Quedé de frente, con las piernas abiertas a cada lado de sus muslos.
— No eres menos mujer solo por algo que no buscaste, soy yo quien debo sentirme honrado por que me permitas tocarte después de que un maldito te hiciera tanto daño — Dijo, contra mi boca.
Bajé mi mirada — Cuando te hallé con Merida, sentí muchos celos, quería sentirme igual de segura con un hombre, poder tocar y ser tocada sin sentir temor, ni dolor. Pensé que no tenía capacidad de sentirme así después de lo que pasó, que estaba tan mancillada, tan dañada.
Me tomó de la barbilla — Eres tan hermosa, eso no es cierto, quiero que entiendas que no hay nada de malo en ti, al contrario, puedes sentirte viva, sentir tanto placer como todas las mujeres — El palpitar volvió entre mis piernas, de hecho se sentía endurecido debajo de mí — Solo un abusivo poco hombre haría algo tan bajo como tocar a una mujer a la fuerza y solo casuarle dolor, un hombre de verdad sabe que una mujer debe ser tocada con sutileza, de adorar su cuerpo — Besó mi cuello y cerré los ojos — Probar — Dió una lamida y me estremecí — Poseer hasta elevarla sin importar si debe hacer esperar sus urgencias masculinas — Agitó sus caderas y se frotó en mí, solté un gemido — Colapsaste entre mis brazos, así que no hay nada malo contigo.
— Quiero que me hagas sentir mujer, necesito que me hagas tuya— Confesé, enterrando las manos en su cabello — Por favor.
— No quiero lastimarte — Me dió un beso corto — Debe ser poco a poco.
— Me siento segura en tus brazos, confío en que no me dolerá...
Atrapó mi boca con profundidad y respondí con ansias.
Terminé sobre la cama, con él sobre mí.
Bajó su mano, rebuscando dentro de mi camisón, lo elevó por encima de mis senos.
Me quitó las enaguas y abrió mis piernas.
Empezó a trazar sus enormes manos por mi cuerpo, sus dedos se movieron con suavidad sobre mi piel.
Me sentí más sensible, más agitada y la tensión entre mis piernas aumentó.
Remplazó con besos hasta bajar.
Me abrió las piernas y volvió a tocarme con sus dedos.
Arqueé mi cuerpo.
— Me encanta que estés tan dispuesta, que esa pequeña flor se llene de néctar solo para mí — Dijo e introdujo un dedo, gemí más fuerte al sentir un estremecimiento de placer.
Apartó su mano y me sentí desesperada.
Se inclinó abriendo más mis piernas y acercó su boca.
Solté otros gemidos cuando sentí sus lamidas, sus besos.
No pude soportar más ante sus trazadas y me sacudí varias veces, dejándome ir de forma abrupta.
Me quedé jadeando, Chester me evaluó se lamía los labios.
— No quiero lastimarte con mi peso, si me coloco encima tendré que ejercer más fuerza y mi enorme cuerpo hará de las suyas.
Giré mi cuerpo, quedando boca abajo.
— Entonces, tómame así — Dije, observándolo de reojo.
Su mirada se oscureció.
— Es demasiado tentador.
Se quitó la camisa y bajó sus calzones.
Se desnudó por completo y trepó en la cama.
— Quiero tomarte así primero.
Me giró, colocándome de lado y se acostó frente a mí, tomando la misma postura.
Se acercó más, rodeó mi cuerpo con un brazo y me haló hacia él, me estremecí cuando su piel rozó con la mía.
Tomó mi pierna y la colocó sobre su cadera, dejándome expuesta para él.
Me besó y se rozó en mí.
Sentí un sobresalto al tenerlo tan cerca, era enorme y me daba un poco de miedo.
— Shhh, tranquila, conmigo estás a salvo — Besó mi cuello.
— Lo sé — Jadeé, siguió rozándose en mí, guiando el ritmo con su mano.
Grité con fuerza cuando empujó un poco.
Enterré mis dedos en los músculos de su espalda.
Se detuvo unos segundos.
— Lo haré lento.
Empujó de nuevo, sumergiéndose más.
Mi interior se expandió con un poco de dolor, pero no era tan molesto.
Se sentía muy lleno.
Se adentró más y solté otro gemido.
Su cuerpo estaba tenso cuando estuvo por completo dentro.
— ¿Todo bien? — Preguntó, con la voz agitada.
Lo observé a los ojos.
— Sí, todo bien.
"SIEMPRE VOY A NECESITAR A MI PADRE" es algo que nunca decimos pero, realmente sentimos. Mi padre (abuelo) está grande y siento que cada día que pasa es uno en el que lo pierdo 😭