En el imponente Castillo de Lysandre, Elaria, una joven reina de 20 años, gobierna con determinación desde que la tragedia golpeó su familia. Tras la inesperada muerte de su madre años atrás, Elaria asumió el trono bajo la tutela de su padre, el rey Aldred. Aunque ha demostrado ser una líder firme y justa, su vida ha estado rodeada de aislamiento y deberes, lejos de los ojos curiosos del reino. Todo cambia cuando el rey decide abrir las puertas del castillo para un gran baile, invitando a familias nobles y plebeyas a una noche de celebración. Lo que parece un intento de reconciliarse con su pueblo pronto se convierte en caos, pues un grupo de infiltrados entra al castillo con la intención de robar las joyas de la corona. En medio de la confusión, Elaria se encuentra cara a cara con uno de los ladrones: un joven atractivo y enigmático cuyos ojos parecen revelar más secretos que intenciones maliciosas. Aunque debería detenerlo, algo en ella no lo hace.
NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 17
La luz del sol se filtró entre las ramas, cayendo directamente sobre mi rostro y haciéndome entrecerrar los ojos. Me estiré bajo la manta, sintiendo el frescor del bosque matutino y escuchando el canto de los pájaros que llenaban el aire. A mi lado, Kael ya estaba de pie, recogiendo algunas ramas secas y apagando los últimos vestigios de la fogata de la noche anterior.
—Por fin despiertas, Reina del bosque —bromeó sin siquiera mirarme.
Rodé los ojos mientras me sentaba, ajustando la manta a mi alrededor.
—No soy una Reina ya, y lo sabes —respondí con una voz todavía adormilada.
Kael sonrió de lado mientras apilaba las ramas, sus movimientos eficientes y fluidos.
—Si tu lo dices... pero siempre tienes esa cara de "merezco algo mejor que esto". —Me lanzó un guiño sarcástico antes de volver a concentrarse en su tarea.
—No tengo esa actitud —repliqué, poniéndome de pie y sacudiéndome las hojas que se habían pegado a mi vestido.
—Claro que sí. Pero no te preocupes, aquí afuera nadie te va a tratar como realeza. —Su tono era despreocupado, pero había un filo en sus palabras que me hizo cruzarme de brazos, sintiéndome ligeramente irritada.
Decidí cambiar el tema antes de que la conversación se convirtiera en otra de nuestras batallas verbales.
—¿Adónde iremos hoy? —pregunté, observándolo mientras comenzaba a guardar sus cosas en su mochila.
Kael se detuvo por un momento, como si estuviera considerando mi pregunta. Luego, sin mirarme, respondió:
—Hay un pueblo un poco más al norte. Es pequeño, pero tiene lo que necesitamos: comida, refugio y algo de información.
—¿Información? —pregunté, confundida.
—Sí, información —repitió, como si fuera obvio—. No podemos quedarnos mucho tiempo en un lugar. Hay gente que te está buscando, Elaria. Gente que no dudaría en entregarte a cambio de una recompensa.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. Lo sabía, claro que lo sabía, pero escucharlo decirlo en voz alta hacía que la amenaza se sintiera mucho más real.
—¿Y qué haremos si nos encuentran? —pregunté en voz baja, mi mente llenándose de posibilidades aterradoras.
Kael se giró hacia mí, y por primera vez en todo el día, me miró directamente a los ojos.
—No te van a encontrar —dijo con una firmeza que no dejaba espacio para dudas—. No mientras yo esté aquí.
Su respuesta debería haberme tranquilizado, pero en lugar de eso, sentí cómo mi corazón latía más rápido. Algo en la forma en que lo dijo, en la intensidad de su mirada, hizo que mi pecho se apretara.
—Confía en mí, ¿vale? —añadió, esta vez con un tono más suave.
Asentí, sin decir nada más. Kael volvió a lo suyo, guardando las últimas cosas antes de apagar por completo la fogata y asegurarse de que no quedara rastro de nuestra presencia allí.
—Anda, Reina. Ponte esas botas y vamos —dijo, lanzándome una sonrisa burlona mientras señalaba mis botas, las mismas que había insistido en que usara el día anterior.
—No me digas Reina, Kael —repetí, esta vez con una sonrisa divertida mientras me agachaba para ajustármelas.
Él simplemente se rió y comenzó a caminar hacia el sendero. El sendero era estrecho y estaba cubierto de hojas húmedas. Caminábamos en silencio, el sonido de nuestras botas contra la tierra era lo único que rompía la quietud del bosque. Kael iba delante de mí, su paso seguro, como si conociera cada rincón del camino. Yo lo seguía, ajustándome el abrigo que había improvisado con una manta, sintiendo cómo el frío de la mañana aún persistía en el aire.
—¿Por qué siempre caminas tan rápido? —le pregunté, acelerando el paso para no quedarme atrás.
—Lo dice a la que no podía alcanzar corriendo como una loca. —respondió sin voltear, con ese tono despreocupado que empezaba a conocer bien.
—¿Y si me pierdo? —bromeé, aunque en el fondo la idea no me parecía tan imposible.
Kael se detuvo de golpe y se giró hacia mí, con una sonrisa burlona.
—Entonces gritas, y vendré a buscarte. No creo que puedas sobrevivir sola más de cinco minutos aquí afuera, mi querida Reina.
Bufé, rodando los ojos.
—Ya te dije que no me llames así.
—Y yo ya te dije que te relajes. —Levantó una ceja, divertido, antes de darse la vuelta y seguir caminando.
Mientras avanzábamos, el paisaje comenzó a cambiar. Los árboles eran menos densos, y a lo lejos se escuchaba el murmullo de un río. Kael hizo un gesto para que me detuviera y se inclinó ligeramente, observando algo entre los arbustos.
—¿Qué pasa? —susurré, tratando de ver lo que él veía.
—Un par de ciervos —respondió en voz baja, señalando con la cabeza hacia adelante.
Me asomé con cuidado y los vi: dos ciervos jóvenes, uno de ellos levantando la cabeza para mirarnos antes de volver a bajar la nariz al suelo, buscando algo que comer.
—Son hermosos —murmuré, impresionada por la tranquilidad de la escena.
Kael me miró de reojo, una pequeña sonrisa en su rostro.
—Eso es lo que me gusta del bosque.
—Vamos, aún tenemos mucho camino por recorrer.
Lo seguí, sintiéndome extrañamente más ligera. Tal vez el bosque tenía esa magia, o tal vez era Kael y su manera de enfrentar el caos con una calma que no parecía completamente suya.
Al cabo de un rato, llegamos al río. El agua cristalina corría con fuerza, y Kael se agachó para beber directamente con las manos.
—¿Es seguro? —pregunté, observándolo mientras se pasaba el agua por la cara.
—Es lo más puro que encontrarás aquí. —Me hizo un gesto para que me acercara—. Anda, prueba.
Me arrodillé junto al río, imitando sus movimientos, y bebí. El agua estaba fría y refrescante, y sentí cómo aliviaba mi garganta seca.
—No está mal —admití, secándome los labios con el dorso de la mano.
Kael se rió suavemente, sacudiéndose el cabello húmedo.
—Te lo dije.
YO QUIERO QUE SEAN MUY FELICES♥️
......♥️.......♥️.........♥️.........♥️.........
necesito más por favor 🙏🏻
es que sin duda es muy buena escribiendo cada día quedó más empicada 😁😸