Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 18.
La situación con el abuelo de Sebastián por suerte, no había pasado a mayores y ahora esta descansado, aún esta un poco pálido y le costaba respirar por eso fue necesario colocarle un respirador.
— ¿Ya te sientes mejor, abuelo?— Pregunto Sebastián aún preocupado, el médico había llegado al rato y reviso al Rey, lo mando a tomar reposo al parecer se le había subido la presión.
— Si, estoy bien por décima vez— suspiro— Pueda que tenga casi 89 años pero aún soy un hombre fuerte.
—Lo se, aunque me has pegado un susto— trato de sonreír pero en el fondo sabia que su abuelo estaba gravemente enfermo— creo que será mejor que te deje descansar— Se levanto de la silla para dejarlo descansar, había pasado demasiado cosas en tan poco tiempo, lo mejor era irse y venir cuando su abuelo se sintiese mejor.
—Tú te quedas donde estás, aun no hemos termino de hablar— Acomodándose en su cama, para luego quitarse el respirador artificial.
—¿No podemos dejarlo para después? Ahora deberías descansar como lo dijo el médico.
— El médico se puede ir al diablo, yo quiero que me expliques donde conociste a esa muchacha, como es eso que tienes una hija.
Sebastián le conto brevemente la historia, su abuelo lo escuchaba atento en algunas cosas se sorprendió o se puso molesto.
—Eso es todo, la amo y a mi hija también, se que siempre te dije que el amor no existe pero con Mia lo descubrí es una mujer maravillosa y me hace feliz— sonrió como idiota enamorado.— Mi hija es lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
— Ay, hijo. Como te has complicado la vida ¿Sabes lo que implica todo esto? ¿Acaso no aprendiste de tu tío? Que paz descanse. También tuvo un hijo fuera del matrimonio y…
—Pero yo no estoy casado— le recordó enojado, podía terminar su compromiso con Helen y pedirle matrimonio a Mía, su tendría su apellido legalmente no habría problemas, Julieta seria reconocida como una Sessa además obtener su título de su Alteza Real.
—Pero lo vas a estar, ni creas que vas a romper tu compromiso solo porque te enamoraste y tienes una niña. Tienes obligaciones que cumplir.— La mirada de su abuelo se endureció al sospechar lo que pensaba su nieto, no podía permitir que Helen y Sebastián terminaran, ese matrimonio estaba arreglado y no podía simplemente romperlo, porque cree estar enamorado de una plebeya.
—No la he olvidado, tienes que entenderme abuelo en el corazón no se manda. No amo a Helen nunca la he querido. Si tan solo tú borrarás todas estúpidas reglas de la familia real.— Dice con desesperación, lo que más quería era estar su familia: Mia y Julieta.
—Sabes que eso imposible, esas reglas están desde hace siglos no se modifican así como así, tienes que casarte con Helen y gobernar las Islas de Villa Hermosa. Olvídate de Mia y de esa niña—le dijo enojado, Sebastián estuvo apunto de estallar de la rabia, pero no quería causarle otra subida de tensión a su abuelo.
—Esa niña no, se llama Julieta es tu bisnieta. Me gustaría que la conocieras— Haciendo caso omiso a su petición de casarse, estaba decidido que no iba a continuar con ese compromiso, así su abuelo no estuviese de acuerdo.
—Lo pensaré.— Se encogió de hombros— Pero tienes que llevártelas a otro lado. Antes que tu prometida vuelva de Grecia, no quiero que se entere de esto antes de la boda, imagínate lo que pasaría esto puede causar un gran escándalo o peor una guerra—En la última frase se le quebró la voz.
—Abuelo, estas exagerando. No creo que en esta época se hagan ese tipo de cosas. El rey Marlon no es un hombre despiadado ni mucho menos.
—Tú no lo conoces, hijo. Recuerda que Helen es su única hija hembra ¿Te imaginas que pueden hacerte sus otros tres hermanos si se enteran? Te descuartizaran.
—Eso si es lo más probable— Se rió sin humor— Pero nada va a cambiar mi amor por Mia, nadie. No podrán separarme de ella y está bien la llevare a otro lugar de todos modos tenía planeado hacerlo.
—Me parece bien y otra cosa Sebastian una ilegítima no puedes darle nuestro apellido ni menos se te ocurra casarte con Mia a mis espaldas, porque aún soy el rey puedo anular ese matrimonio, hacerle la vida de esa mujer una miseria- Con esa amenaza, El Rey Miguel cerró los ojos dando por hecho el fin de la discusión.
Sebastián se levanto de la silla, salió de la habitación de su abuelo cerrando de un portazo, estaba tan enojado. Se fue al cuarto ahí se sentó a pensar que demonios iba hacer con esa amenaza de su abuelo sin saberlo había descubierto sus planes. “Maldita sea” pensó enojado, se levanto y se acerco a la ventana ¿Ahora como saldría de todo ese lio sin lastimar a Mia y a su hija?
A la mañana siguiente, el palacio estaba tranquilo como siempre, se podía escuchar claramente el sonido de las aves y el sonido del mar. Mia abrió los ojos con pereza y se acordó desilusionada de que Sebastián no fue a verla anoche. Se levanto de la cama, hizo todos sus deberes mañaneros, se fue al cuarto de su hija, a bañarla, vestirla y darle de comer. Luego bajo a la cocina ya estaban todos los sirvientes desayunando enseguida todos se acercaron a Julie.
Luego de desayunar, salió del palacio. Le dijo a Stephy que le dijera al Príncipe que salió hacer algo importante que vendría en la tarde. Se fue a su apartamento a buscar algunas cosas personales que no le dio tiempo de recoger. Colocó el cochecito de Julie en la sala fue por una caja donde guardo los álbumes de fotos, adornos entre otras cosas.
Tocaron el timbre Mia pensó que sería Frank a pesar que era temprano, abrió la puerta.
-Hola, Fra…. ¿Sebastián?- sorprendida ¿Qué hacia allí? Se pregunto asustada, en cualquier momento Frank estaría por llegar, no quería ni imaginarse lo que pensaría si ellos se cruzaban.