Arata, un omega italiano, es el hijo menor de uno de los mafiosos más poderosos de Italia. Su familia lo ha protegido toda su vida, manteniéndolo al margen de los peligros del mundo criminal, pero cuando su padre cae en desgracia y su imperio se tambalea, Arata es utilizado como moneda de cambio en una negociación desesperada. Es vendido al mafioso ruso más temido, un alfa dominante, conocido por su crueldad, inteligencia implacable y dominio absoluto sobre su territorio.
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Capítulo 14: Cumpleaños
La hora había llegado, y con él, la llegada de los hermanos de Arata: Tiziano, el beta tranquilo y amable que siempre había sido su apoyo, y Alessandro, el mayor y alfa de la familia, cuya presencia era tan imponente como reconfortante. Arata había pasado las horas previas caminando de un lado a otro, supervisando los últimos detalles con Alexander, aunque su mente seguía divagando hacia Mikhail y su silencio desde la noche anterior.
Cuando finalmente escuchó el sonido de los autos acercándose, su corazón latió con más fuerza. No veía a sus hermanos desde hacía meses, y aunque les tenía un enorme cariño, también había una sensación de incomodidad en su estómago. La idea de que ambos entraran en la mansión de los Volkov su nuevo hogar, lo hacía sentir expuesto.
Tiziano fue el primero en bajar del coche, con una sonrisa cálida en el rostro y los brazos abiertos. Arata no pudo evitar sonreír de vuelta y correr hacia él.
—¡Arata! —exclamó Tiziano, envolviéndolo en un abrazo firme pero afectuoso—. Estás mucho más delgado. ¿Qué has estado haciendo aquí, eh?
Arata se rió suavemente, alejándose un poco para mirar a su hermano a los ojos—. Te he echado de menos. Pero no me he estado matando de hambre, si eso es lo que insinúas.
—Claro, claro —dijo Tiziano, poniéndole una mano en el hombro—. Estás viviendo la vida de lujo ahora, ¿eh?
Antes de que Arata pudiera responder, Alessandro bajó del coche. El alfa mayor siempre había tenido una presencia fuerte, y no solo por su físico. Había algo en él, una energía natural que demandaba respeto. Alessandro lo miró con una sonrisa de medio lado, aunque sus ojos eran mucho más difíciles de leer.
—¿Ni un abrazo para tu hermano mayor? —bromeó Alessandro, acercándose y envolviendo a Arata en un abrazo más breve, pero firme—. Has crecido desde la última vez.
Arata sintió un nudo en la garganta. Sabía que había muchas cosas que decir, muchas preguntas que hacer. Se apartó de Alessandro con una sonrisa forzada, pero su mirada lo traicionaba. Había algo que lo incomodaba, una molestia que había guardado por mucho tiempo.
—He oído que estuviste en Rusia hace poco —dijo Arata, tratando de mantener su voz casual, aunque la tensión era evidente—. No viniste a verme.
Alessandro levantó una ceja, sorprendido por la acusación directa. Se tomó un momento antes de responder, sus ojos evaluando a su hermano menor—. Estuve ocupado con otros asuntos, Arata. No tuve tiempo.
La respuesta fue rápida, casi mecánica, pero no menos hiriente. Arata frunció el ceño, su pecho apretado por la decepción. Sabía que Alessandro tenía una vida complicada, que ser un alfa en la familia conllevaba muchas responsabilidades, pero no podía evitar sentir que había sido relegado a un segundo plano.
—¿Tan ocupado como para no tener tiempo para tu hermano? —insistió Arata, su voz baja pero cargada de reproche—. Estuviste aquí y ni siquiera pasaste a verme.
Alessandro suspiró, frotándose la nuca con una mano. Era claro que no esperaba ese enfrentamiento tan temprano en su reunión—. Lo siento, Arata. No fue personal. Solo… tenía cosas que atender.
Antes de que la conversación pudiera escalar más, Tiziano intervino, poniendo una mano en el hombro de Arata—. Vamos, chicos. Hoy no es el día para esto. Estamos aquí para celebrar tu cumpleaños, Arata. Relájate un poco.
Arata asintió, aunque la molestia no desapareció del todo. Se obligó a sonreír y a disfrutar del momento con sus hermanos, aunque las palabras de Alessandro seguían resonando en su cabeza.
——
La celebración fue pequeña, íntima, tal como lo había planeado Alexander. Los hermanos de Arata, junto con algunos de los hombres de confianza de Mikhail, incluyendo a Dmitri y Sergei, estaban presentes. La mesa estaba decorada de manera elegante pero sencilla, con comida y bebidas servidas por el personal de la mansión.
Mikhail apareció por un breve momento, saludando a los invitados con su habitual frialdad. Su mirada apenas se encontró con la de Arata, lo que solo incrementó la irritación del omega. Mikhail se fue poco después, disculpándose por tener que atender asuntos importantes del clan, dejando a Arata preguntándose si esos "asuntos" tenían algo que ver con lo que había escuchado aquella noche.
La ausencia de Mikhail lo dejaba con un nudo en el estómago, pero decidió no dejar que eso arruinara la reunión. A pesar de todo, disfrutaba estar con sus hermanos y ponerse al día con ellos, aunque Alessandro seguía siendo distante. La conversación fluía, pero una incomodidad latente se mantenía, especialmente cuando Dmitri y Sergei participaban en las bromas y conversaciones, sus risas siempre sonando un poco más crueles de lo necesario.
——
Después de la reunión, Arata sintió que necesitaba aire fresco. La tensión acumulada, la ausencia de Mikhail y el encuentro con Alessandro lo habían dejado con una sensación de frustración que no podía sacudirse. Salió al jardín de la mansión, inhalando el aire frío de la tarde, intentando calmarse.
Caminó por los terrenos, alejándose de la casa principal. Pero mientras lo hacía, algo captó su atención. Unos ruidos, apenas audibles al principio, comenzaron a llegar a sus oídos. Arata se detuvo, sus sentidos alerta. Los sonidos no eran típicos de la tranquilidad nocturna. Se escuchaban jadeos, gemidos entrecortados. Sin poder evitarlo, su curiosidad lo llevó a acercarse.
Cuando se asomó detrás de unos arbustos que bordeaban una de las áreas más privadas del jardín, el corazón de Arata casi se detuvo. Lo que vio lo dejó en shock absoluto.
Alessandro, su hermano mayor, estaba allí, en una escena que jamás habría imaginado. Estaba con Dmitri, el segundo al mando de Mikhail, ambos alfas. Y no era solo el hecho de que estuvieran juntos lo que lo dejó sin aliento; era la intensidad con la que se tocaban, la pasión cruda que emanaba de ambos. Alessandro y Dmitri estaban completamente absortos el uno en el otro, sin notar la presencia de Arata.
El omega se llevó una mano a la boca, tratando de contener un grito de sorpresa. La mente de Arata se revolvió en un torbellino de pensamientos. No podía creer lo que estaba viendo. Su hermano mayor, un alfa, con otro alfa. Y no cualquier alfa, sino Dmitri, quien, para colmo, era un imbécil de la misma talla que Sergei.
Todo encajaba ahora. Las evasivas de Alessandro, su misteriosa estancia en Rusia sin pasar a verlo. Cuando Alessandro había dicho que había estado ocupado, no había mentido… pero no había mencionado que estaba ocupado con Dmitri.
Arata sintió una mezcla de emociones abrumadoras: sorpresa, enojo, y una extraña sensación de traición. No por la relación en sí, sino porque Alessandro le había ocultado algo tan importante. Y Dmitri… ¿cómo podía estar involucrado con alguien como él? El solo hecho de pensar en ello le revolvía el estómago.
Arata se apartó lentamente, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Su mente seguía en shock, y su cuerpo temblaba, no solo por el frío de la noche, sino por lo que acababa de presenciar.