Sofía es una joven que ha crecido en la soledad de la orfandad, enfrentándose a una serie de tormentos internos que la han marcado desde su infancia. En su búsqueda de pertenencia y amor, se cruza con Lucius, un enigmático hombre que posee una esencia sombría y que, a lo largo de su vida, jamás ha experimentado la calidez de los sentimientos. A medida que sus caminos se entrelazan, Sofía se enfrenta al desafío de luchar contra la atracción que siente hacia él y las sombras que parecen rodearlo. ¿Podrá encontrar la fuerza necesaria para resistirse a su cautivadora belleza y, al mismo tiempo, desentrañar los misterios de su alma oscura, o sucumbirá a su hechizo, perdiéndose en el abismo de su atracción?
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amenaza
“Sofía, espero no interrumpir,” dijo Mónica con un tono de apenada, mientras miraba a Sofía, que todavía llevaba puesta su ropa vieja.
“Señora Mónica, disculpe, es que…” trató de explicarse Sofía, intentando disculparse por la situación.
“Tranquila, es culpa mía por no avisarte que vendría. Pero veo que todavía no has usado la ropa que te mandé hacer. ¿Hay algún problema? ¿No te gusta?” preguntó Mónica, intentando entender lo que sucedía.
“Para nada, la verdad es que es muy bonita, pero no quiero ensuciarla; es tan cara además no quiero deber le nada al duque,” respondió Sofía, esbozando una sonrisa.
Para eso tienes a una costurera que se encargará de confeccionar todos los vestidos que necesites, y también hay empleadas que se ocuparán de mantenerlos limpios y tú eres la duquesa Pero, Sofía, ven un momento, estoy realmente preocupada por esta situación. El hecho de que no duermas con Lucius es un error de los dos. Mónica habló con un tono serio, reflejando su inquietud.
Sofía, visiblemente molesta, respondió: No es mi culpa. El duque prefiere la compañía de otra persona en su cabaña del bosque.
Mónica la miró con firmeza y continuó: Sofía, tu obligación es persuadir a tu esposo para que esté a tu lado. Sé que Lucius se está equivocando, pero debes hacer tu parte para ayudarlo.
En realidad, no puedo hacer nada yo, señora Mónica. Él es quien se comporta de manera maleducada y grosera, comentó Sofía mientras miraba por la ventana, su expresión llena de frustración.
Mónica, sintiendo la urgencia de la situación, respondió: Hablaré con él, Sofía, pero necesito que tú me prometas que lo ayudarás el está perdiendo desde la muerte de mi esposo, se que no es excusa pero te lo pido como un favor personal. Su voz intentaba transmitir la importancia de que Sofía interviniera para salvar la reputación de Lucius.
Sofía simplemente movió la cabeza, reconociendo la situación tal como era.
Mónica se dirigió rápidamente a la habitación donde estaba Lucius, sin detenerse a tocar la puerta antes de entrar.
—¡Por Dios, madre! ¿Qué haces aquí? —exclamó Lucius, levantándose de la cama, visiblemente sorprendido y desconcertado.
—¡Dime qué es lo que pretendes! —respondió Mónica, furiosa, mientras lo miraba con una voz elevada.
—No sé de qué estás hablando y no puedes entrar así, ¡de esa manera! —dijo Lucius, visiblemente molesto.
—¿Todavía preguntas? En todo el pueblo se murmura que cada noche te encuentras en la cantina y que terminas yendo con alguna de esas mujeres de moral dudosa. Te has vuelto loco; tienes en casa a una mujer hermosa, noble y de buenos principios, y prefieres perder el tiempo con esas mujeres baratas —replicó Mónica, alterada y con un tono de desesperación.
—¡Tú no sabes nada, madre! Sofía es una huérfana, sin educación y sin apellido. —exclamó Lucius con frustración.
—No me vengas con esas tonterías. Sofía es hermosa y tiene un buen corazón. Así que si no cambias tu actitud y no haces que todos crean que tu matrimonio está en buen estado, te dejaré en la calle sin un centavo. Y aún hay más, te quitaré el apellido. Si tu padre estuviera vivo, se moriría de la vergüenza por la situación en la que te encuentras. —respondió Mónica con indignación, furiosa por las palabras de su hijo, salió de la casa molesta y preocupada por Sofía pues sabía que ella era la menos culpable de la situación y podría salir lastimada.