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LO QUE LA SANGRE NO BORRA

LO QUE LA SANGRE NO BORRA

Status: Terminada
Genre:Madre soltera / Vampiro / Apoyo mutuo / Pareja destinada / Amor eterno / Reencarnación / Completas
Popularitas:229k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Romina Lourdes Escobar Villamar

Madelein una madre soltera que está pasando por la separación y mucho dolor

Alan D’Agostino carga en su sangre una maldición: ser el único híbrido nacido de una antigua familia de vampiros. Una profecía lo marcó desde el nacimiento —cuando encontrara a su tuacantante, su alma predestinada, se convertiría en un vampiro completo. Y ya la encontró… pero ella lo rechazó. Lo llamó monstruo. Y entonces, el reloj comenzó a correr.

Herido, debilitado y casi al borde de la muerte, Alan llega por azar —o destino— a la casa de Madeleine, una mujer con cicatrices invisibles, y su hija Valentina, demasiado perceptiva para su edad. Lo que parecía un encuentro accidental se transforma en una conexión profunda y peligrosa. En medio del dolor y la ternura, Alan comienza a experimentar algo que jamás imaginó: el deseo de quedarse, aún sabiendo que su mundo no le permite amar como humano.

Cada latido lo arrastra hacia una verdad que no quiere aceptar…
¿Y si su destino son ellas?
¿Madelein podrá dejar

NovelToon tiene autorización de Romina Lourdes Escobar Villamar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 20

La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por la tenue luz que entraba por la ventana. Madeleine sostenía a su hija entre los brazos, intentando calmar los sollozos que sacudían el pequeño cuerpo.

—Mamá… perdón por todo lo que pasó —dijo Valentina entre lágrimas, con la voz rota.

Madeleine le acarició el cabello con ternura, sintiendo su corazón romperse en silencio.

—No, mi niña, no llores —susurró con suavidad—. Nada de esto es tu culpa.

—Sí lo es… es por mí que ustedes se separaron. Papá ya no me quiere… ¿por qué, mami? ¿Por qué mi papi es así? —la niña alzó la mirada, buscando respuestas que ni el tiempo sabía dar—. Se supone que debía querernos, pero lleva días sin hablarme. Y cuando por fin viene… solo te grita y se enoja por Alan.

Madeleine apretó los labios, conteniendo sus propias lágrimas. No podía derrumbarse. No delante de ella.

—Mi amor… tú eres la niña de mis ojos. Nunca digas eso. Tú no tienes la culpa de nada, ¿me oyes? Eres lo mejor que me ha pasado. Y pase lo que pase, siempre voy a estar a tu lado —dijo, abrazándola con más fuerza.

—Ma… mamá… —balbuceó Valentina, hundiendo el rostro en su pecho—. ¿Me cantas? Mi corazón está sufriendo. No aguanto, mami. Me duele mucho todo esto… yo no quería separarme de papá.

Madeleine cerró los ojos por un momento, conteniendo el nudo en la garganta. Luego besó la frente de su hija y empezó a cantar con la misma voz suave con la que lo había hecho desde que era bebé.

—Luna, luna… ¿por qué tan triste hoy estás? Mira, mira… que las estrellas quieren jugar…

La melodía flotó en el aire como un suspiro. Valentina comenzó a calmarse poco a poco, aferrada al cuerpo cálido de su madre. Sus lágrimas no cesaban del todo, pero se volvían más silenciosas, como si la canción tejiera un abrigo invisible para su alma herida.

—Luna, luna… ven a mí, con tu brillo a alumbrar… la penumbra noche de soledad…

Madeleine continuó cantando, su voz temblorosa pero firme. Afuera, la luna parecía escuchar también, asomando tímida entre las nubes.

—Luna, luna… ¿por qué tu brillo vas a apagar…? Mira, mira… que las estrellas tristes están…

El canto se fue apagando poco a poco, hasta volverse un murmullo. Valentina ya no lloraba. Se había quedado dormida, con las mejillas aún húmedas y los brazos alrededor del cuello de su madre.

Madeleine la miró en silencio. Y mientras acariciaba su espalda, supo que, aunque el mundo se viniera abajo, haría cualquier cosa por proteger esa pequeña vida. Incluso enfrentarse a lo desconocido… incluso a su propio corazón.En cuanto Lucien la toma en brazos, Valentina se aferra a él como si fuera su único refugio. Se acurruca contra su pecho, como un osito buscando calor en una noche de tormenta. Lucien se tensa al instante, sin saber exactamente cómo reaccionar. Sus brazos, acostumbrados a luchar y proteger, no estaban hechos para abrazar… pero no se atreve a soltarla.

La niña suelta un suspiro largo, profundo, casi tan pesado como el ambiente que los rodea. Un suspiro que parece arrastrar todo su dolor, toda su tristeza, en una sola exhalación. Y entonces, el silencio.

—Espérame aquí, voy por un café… —murmuro en voz baja, llevándome la mano a la frente. Esto… esto es demasiado para mí.

Me dirijo a la cocina sin esperar respuesta. Necesito respirar, ordenar mis pensamientos, engañarme con la rutina de preparar algo caliente. Me aferro a la taza como si fuera mi ancla. Pero cuando vuelvo, algo me detiene en seco.

Lucien ya no está. Mi niña descansa sobre su cama, arropada con su colcha de dibujos suaves. Su expresión es tranquila, como si por fin el peso de sus emociones se hubiera liberado. Pero Lucien… ha desaparecido.

Mi corazón da un salto.

—Ay, Dios mío… —susurro, y mi mirada se desliza hasta la puerta del balcón entreabierta. Lo sabía. Lo presentía.

Y entonces lo veo.

Alan está ahí. De pie, como una sombra recortada bajo la luz de la luna. Sus labios se mueven apenas, murmurando palabras que parecen ecos de algo que ya dijo. Pero ahora… ahora las escucho con nitidez. Como si el universo las repitiera solo para mí. Como si el tiempo se detuviera para que no pudiera ignorarlas.

—Ella es mía… y nadie me la va a arrebatar.

El miedo me atraviesa como un rayo. Mi taza de café resbala de mis manos y se estrella contra el suelo, rompiéndose en mil pedazos. Exactamente como estoy yo por dentro.

—No… —susurro, retrocediendo, temblorosa.

Respiro hondo, tratando de encontrar estabilidad, pero mi pecho se cierra. Las lágrimas no salen. Solo un suspiro, uno igual al de mi hija, cansado y doloroso.

Me agacho para recoger los trozos de porcelana. Y entonces sucede.

Todo se vuelve borroso. Y lo último que escucho, antes de caer, es esa voz… ronca, profunda, que ya he oído antes.

—No tengas miedo, yo estoy aquí…

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Fabiola Blackman
esperando la historia de Valentina y Lucian por favor me encantaría
Neisa Velasco Mina
Que bobada enamorada de un hombre que la dejo sola seis meses y que mas a un por otra a ya ella si pierde su amor verdadero
Neisa Velasco Mina
Cómo así que no se acuerda si ella le dijo que le Hiba a dar una segunda oportunidad que la cuidara y no la dejara ir este man mantiene en el limbo
Neisa Velasco Mina
Esa niña es un caso serio
Neisa Velasco Mina
Ya lo empezó a dominar una pequeña princesa
Celia Leticia Sanchez Jaramillo
me gustó mucho la novela 😘
dylan Franco
Muy buena historia!
Estrella Guadalupe Martinez Vera
excelente historia ❤️❤️❤️
Estrella Guadalupe Martinez Vera
que buen final para cada uno 🥰
Estrella Guadalupe Martinez Vera
pensé que sería niño pero es otra nena
The Wolf 🥀🐺🍃: quien sabe talvez ahiga una sorpresa más jjj💕💕😊
total 1 replies
noris rivas
exelente
Elizabeth Mendez Leon
Hermosa excelente que ternurita
Elizabeth Mendez Leon
Más bello así quien no lo proteje 😍💕💕
Estrella Guadalupe Martinez Vera
que emoción serán padres y el Rey demonio suponer Sabio
Estrella Guadalupe Martinez Vera
uf fue intenso
Estrella Guadalupe Martinez Vera
haber ya no entendí bien donde está Alan 🤔 por qué no lo nombran en el capítulo que paso con el
Estrella Guadalupe Martinez Vera
oh nooooo 😱
Estrella Guadalupe Martinez Vera
cielos esto se desató todos están en riesgo 😨😨😨😨
Estrella Guadalupe Martinez Vera
Valentina es más poderosa que sus padres woooow
Estrella Guadalupe Martinez Vera
todo es nuevo para Valentina y no tiene control con su don pero Lucian tiene que estar a su lado para protegerla
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