Fernanda Salas, es una joven llena de optimismo, amante de la lectura y de la vida. Para ella no hay problema que no tenga solución, incluso cuando las cosas van mal en su vida, ella siempre mantiene una sonrisa.
Sin embargo, cuando es despedida de cada uno de los trabajos a los que aplica, ella no puede seguir siendo optimista, más cuando llega a la conclusion que la razón detras de sus despidos es el extremadamente guapo y frío CEO Max Hidalgo.
Fernanda deduce que aquel hombre guapo y rico quiere mantener una relación de sumisión con ella, tal como la de esos CEOs despiadados de las novelas webs.
Pero, ¿ella estará en lo correcto?, ¿será que sus desafortunados encuentros se deben a algún plan malévolo o solo serán casualidades del destino?
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Max: Esta es la tercera vez
Fruncí los labios mientras contemplaba mi reflejo en el espejo. Lancé un suspiro y pase mi mano por mis cabellos. Por primera vez tuve el impulso de cambiar mi peinado. Al final desistí en cuanto pensé que estaba siendo ridículo, no es como si un peinado iba a marcar algo de diferencia en mí. Tomé las llaves del coche con dirección al banquete de esta noche en dónde iba a reunirme con algunos potenciales socios para el complejo turístico que iba a construir a las afueras de la ciudad.
Mientras encendía el auto miré hacia el cielo que se encontraba desprovisto de estrellas, solo había oscuridad. Aplaste el acelerador dejando de lado cualquier cosa y solo me concentré en conducir.
Cuando llegué al restaurante en donde se iba a realizar el banquete, tuve un ligero presentimiento como si esta noche algo iba a pasar. Nunca he sido una persona supersticiosa, pero había algo dentro de mí que me lo decía, quizás esto es lo que llaman intuición.
El restaurante se mostraba lujoso, desde afuera podía escuchar algo de música clásica. Todas las personas que entraban iban vestidas con ropas lujosas. Las mujeres mostraban sus vestidos de la última temporada, joyas exquisitas junto con peinados glamorosos. Los hombres mostraban eran un poco más discretos en su atuendo, sin embargo, algunos presumían de sus acompañantes como si fueran alguna especie de trofeos.
— Viniste solo de nuevo, me pregunto cuándo será el día que traerás alguna cita — dije una voz a mi lado.
Sin ninguna expresión en mi rostro observé al intruso que me hizo salir de mi escrutinio. Era Federico Macias, un antiguo compañero de la universidad, hijo de una de las familias más prominentes del país.
— No creo que lo haga en mucho tiempo. Es ridículo como algunos utilizan este tipo de reuniones para presumir a su conquista de la noche — miré fijamente a la joven que estaba a su lado, la cual soltó una risita avergonzada.
— Bueno, tú te lo pierdes hermano.
Quise decirle que no era mi hermano, Pero me abstuve de hacerlo, no era el momento de hacer alguna escena. Además, mis palabras entrarían en oídos sordos, dado que Federico vivía en una extraña burbuja en la que pensaba que él y yo éramos amigos, cuando claramente lo despreciaba por su comportamiento tan exasperante que solo buscaba el placer carnal.
— Entraré, disfruta tu noche.
No esperé que hablara y me dirigí hacia el salón con pasos rápidos. Una vez adentro, el ambiente acogedor me hizo soltar un ligero suspiro de alivio, que no duró mucho tiempo, ya que fui rodeado por muchas personas que deseaban tener algunas palabras conmigo.
— Señor Hidalgo, tome una copa…
— Señor Hidalgo, supe que el complejo turístico…
— Señor Hidalgo me gustaría poder reunirme con Alejandro…
— Señor Hidalgo, le presentó a mi hija…
Si, así eran este tipo de eventos, por eso en muy raras ocasiones me gustaba asistir. Sonreí de manera cortés, sin embargo, en cuanto lo hice las personas a mi alrededor guardaron silencio para luego poner excusas e irse.
— Bueno la copa será para otra ocasión, jajaja…
— Concertaré una reunión con su asistente para hablar sobre la inversión…
— Yo también hablaré con la secretaria del señor Alejandro para hablar sobre el proyecto que tengo en mente, jejeje.
— Ahora que lo recuerdo, mi hija tiene novio, jajaja.
Sí, solo bastaba con que sonriera para que todo el mundo se alejara de mí, no sabía qué tipo de rumores se había esparcido en la alta sociedad sobre mi personalidad, que este tipo de reacción siempre ocurría cuando sonreía. A veces me preguntaba si realmente mi rostro no era agradable que todos huían en cuanto veían algún cambio que no sea una cara sería para que no me malinterpreten. Deje de pensar en ello y me dirigí hacia donde estaba Marcus.
— Hola, Max.
— Buenas noches.
— He estado conversando con los caballeros sobre los estudios realizados, la logística. Ellos parecen estar interesados en invertir.
— Eso suena estupendo…
Pronto empecé a hablar sobre los beneficios, el margen de rentabilidad, el lugar y los acciones y reacciones que tendría el proyecto una vez puesto en marcha.
— La licitación sobre el terreno marcha de maravilla, los estudios realizados son rentables. No creo que haya muchos aspectos a cubrir. Todo indica que será un éxito — mencionó Marcus con una sonrisa.
Asentí de acuerdo. Pronto, llegaron unos camareros y empezaron a servir los alimentos en nuestra mesa junto con vino. En cuánto vi a la persona que estaba sirviendo las copas, no pude evitar fruncir el ceño, ya que era la misma chica que había arruinado la ropa y mis reuniones en dos ocasiones.
Bien dicen que una vez es una casualidad, dos veces coincidencia, tres veces solo podría ser tomado como destino. Yo era alguien que no creía en las coincidencias o eso del destino. Por lo que, traté de concentrarme en la charla que se gestaba delante de mí antes de que mi destino me encontrará.
Y al final, aunque trate de restarle importancia y decirme a mí mismo que no podía ser paranoico con respecto al desastre que significaba la presencia de esta mujer, mis suposiciones fueron acertadas, ya que de nuevo mi ropa y mi compostura se encontraron arruinadas.
Ahora es cuando me pregunto si la mujer delante de mis ojos y yo teníamos algún tipo de rencor de vidas pasadas. Por qué me parecía extremadamente ridícula la situación que tenía delante de mí. Era demasiado irracional que todas las veces que ella y yo nos encontramos resultará mojado.
Es que acaso, la vida me está cobrando no haber tomado la leche cuando era pequeño. No pude evitar sentirme molesto en cuanto mire los ojos de la mujer delante de mí. No podía evitar pensar en las palabras de Carlos sobre ella intentando seducirme.
Diablos, ¿qué estoy pensando? Lo que sea, ahora mismo debía saber si esto solo era una mera casualidad o algún tipo de plan extraño del que no quería formar parte.
— Es la tercera vez que me encuentro con usted y termina vertiendo alguna bebida encima de mí. No creo en las coincidencias. Así que dígame, ¿qué es lo que quiere?