El está enamorado de su mejor amiga. Ella está a punto de casarse. El día de su boda tiene un accidente y "muere" un año después el se encuentra con una chica que es idéntica a ella.
¿Será la misma mujer o una prima lejada muy parecida.?
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Visita de Mark.
...Horas después....
...Cristina....
Salí de la universidad y Richard ya me estaba esperando.
— Nos vemos. — Me despedí de Idalia.
— Adiós. — Dijo ella y yo subí al auto.
Fuí a la oficina de Nicolás. Nunca había visto una empresa tan grande. Creó que no salgo mucho. O tal vez si es muy grande.
— Hola buenas tardes. ¿Es usted la esposa del señor Nicolás.? — Me preguntó la recepcionista.
— Si. Soy yo.
— Venga por aquí. — Me guío al elevador y después a una oficina. Se puso frente la puerta y la tocó.
— Adelante. — Escuché la voz de Nicolás adentro.
— Señor su esposa ya está aquí. — Nicolás salió a recibirme.
— Mi amor. — Me abrazó cómo si tuviera mucho tiempo de no verme. Debo admitir que amó esa forma en que me abraza. — Qué bueno que llegaste. Pasa.
— Okay. — Entré y ví dos platos de comida sobre una mesa.
— ¿Tienes hambre.? ¿Quieres comer.? — Estaba más lindo que de costumbre.
— Si. Gracias. — Nicolás me acomodó la silla y me senté. — ¿Amor pasa algo.? — No me parece muy normal esa actitud.
— Hoy cumplimos dos meses de casados. — ¿Ya llevó dos meses con el.? No puedo creerlo, a mí me han parecido sólo días.
— ¿Enserio.? No sabía. — Creó que debería poner más atención a esas cosas.
— Eso significa que no me compraste un regalo.
— No. Perdón. — Qué tonta soy. Debería estar preparada para situaciones cómo está. Pero yo no sabía que se festejaban los dos meses de casados. Mis padres sólo celebran su aniversarios.
— No te preocupes. Yo tengo una idea perfecta para que me compenses.— Creó que ya adiviné esa forma. — Eres hermosa. — Se acercó a mi y tocó mis piernas. — Y muy suave.
— Hey. Tienes manos largas. — Le dí un pequeño golpe a sus manos.
— Es bueno hacer un poco de ejercicio antes de comer. — Sus labios y los míos se juntaron. Luego el empezó a explorar mi boca con su lengua, algo que hace seguido y me encanta que lo haga.
— Amor estamos en tú tra...
— Shhh. — Puso un dedo sobre mi boca. — Ven. — Tomó mi mano y me levanté de mi silla. El me jaló y terminé sentada en sus piernas. — Siempre te veo de cerca y en verdad eres hermosa. — Sonreí con ese comentario. Me gusta recibir halagos de mi esposo.
— Te amo. — Fue lo único que dije y lo besé. El me sentó abierta de piernas. Metió una de sus manos entré mi falda y me sacó la ropa interior. Se bajó los pantalones y en cuestión de segundos lo sentí dentro de mi. Me daba en**stidas fuertes. Muy fuertes. Tanto que me hacía querer gritar. Pero aquí es su trabajo. No puedo hacer eso. Lo que hacía era besarlo para que mis gemidos se ahogaran.
...Mark....
Hace mucho tiempo que no veo a Nicolás. Desde la muerte de Lucrecia creó. Se que estaba enojado conmigo por lo que le hice a ella. Yo mismo me enojó conmigo. No debí hacerle eso. Debí respetarla más. Perdí a alguien que aparté de ser mi amiga era mi novia. La amaba mucho y aún no superó el haberla perdido.
Pero ya no está y debo resignarme. Tal vez a ella ya la perdí pero no quiero perder a mi amigo también.
Le pregunté a sus padres por el. Me dijeron que estaba en México. Vine a visitarlo. Quiero que retomemos nuestra amistad.
Sus padres me dieron la dirección de la empresa que puso aquí. La ví y me dí cuenta de que hace un buen trabajo. Esté lugar de ve muy bien.
— Buenas tardes. ¿Puedo ayudarlo en algo.? — Preguntó la recepcionista.
— Estoy buscando a Nicolás Brown.
— ¿Tiene cita con el.?
— Soy su mejor amigo. — Le mostré una foto de Nicolás Lucrecia y yo. Siempre la traigo conmigo. Me hace recordar nuestros momentos felices.
— A ya veo. Permítame avisarle que usted está aquí. — Tomó el teléfono para llamar.
— No es necesario. — La detuve. — Le quiero dar la sorpresa. — Subí al elevador. Seguro está en el último piso.
Llegué y pregunté por el. La secretaria me dijo que no podía pasar ya que el estaba ocupado.
— ¿Con quién está.?
— Con su esposa. — ¿Nicolás casado.?, Ja,ja,ja,ja. Esa era la broma del año. Intenté entrar a la oficina pero estaba cerrada con seguro.
— Nicolás abre.
...Minutos antes....
...Nicolás....
Me la estoy pasando tan bien con mi mujer. Ya le hice el amor por toda la oficina. La pobre está agotada. Así es cómo me gusta dejarla. Ahora la estoy viendo comer. Se ve muy linda.
— ¿Estás bien amor.? — La abracé y le dí un beso profundo.
— No. — Me apartó. — ¿Vamos a festejar nuestros tres meses.?
— Si.
— ¿Y será igual a esta celebración.?
— No. Será aún mejor. — La besé de nuevo. Quería hacerla mía una vez más pero una voz inesperada Interrumpió.
— Nicolás abre. — ¿Qué rayos hace Mark aquí.?¿Porqué vino.?
— Amor, ¿quién te está hablando.? — Preguntó Cristina. Mark por ninguna razón debe verla. Pensaría que es Lucrecia y querría alejarla de mi. Cristina es mía. El no me la va quitar.
— Nicolás abre. — Volvió a decir Mark.
— ¿Amor que pasa.? — Preguntó Cristina un poco preocupada.
— Amor tengo que salir y hablar con el.
— ¿Quién es.? — Una persona a la que tú no debes ver.
— Es alguien que... Qué quiere hacer un negocio conmigo pero es muy malo y aún no quiero aceptarlo. Por favor no salgas. Mi secretaria vendrá por tí. Le diré a Richard que te llevé a casa.
— Está bien amor..
— Prométeme qué no saldrás.
— Te lo prometo. — La besé y luego salí.
— Nicolás. ¿Cómo estás.? — Intentó darme un abrazo pero no lo dejé.
— Vamos a la cafetería. — Le dije en tono frío.En la cafetería le envié un mensaje a mi secretaria dándole indicaciones para que sacará a Cristina y la llevará con Richard.
Todo salió bien. No pasó de un buen susto. Cristina y Mark no deben verse. Por nada del mundo deben.
— Tú empresa se ve muy bien. — La puse yo. ¿Porqué se vería mal.?
— Gracias.
— ¿Cuándo piensas regresar a ...?
— Ya tengo una vida aquí. — Y soy muy feliz. Nunca había sido tan feliz cómo ahora.
— ¿No piensas regresar.?
— Tal vez. Pero después. — Cuándo tú estés en una relación y no seas un peligro para la mía.
— ¿Cómo quién estabas hace un momento.?
— Con alguien.
— Tú secretaria dijo algo muy chistoso.
— ¿Qué dijo.?
— ¿Qué estabas con tú esposa.? Morí de risa con eso. Es imposible que un rompecorazones cómo tú esté casado. ¿Verdad.? — ¿Imposible.? ¿En éste mundo nada es imposible.?
— Claro. Sí me hubiera casado tú serías el primero en saberlo.
— Lo sabia. No me dejarías fuera de un evento tan importante.
— Obvio.
— ¿Y quién era.? Nunca has llevado a nadie a tú oficina. ¿Le tenías tanta ganas.? ¿O es alguien importante.?
Creó que estoy enamorado de ella. No. No le puedo decir eso. Le puede ir con el chisme a mi madre, y si ella se entra querrá conocerla.
— No era nadie importante. Sólo una más de mis aventuras.
— ¿Y porqué no me la presentaste.?
— Tú sabes que nunca te presentó a nadie. No quiero que se sienta importante.
— ¿Cuándo vas a cambiar.?
Ya lo hice. En éste tiempo he cambiado mucho.
— No lo sé. No es algo que me importe. — Tomé un sorbo de mi café. — ¿Y a qué viniste.?
— Quería ver a mi amigo. ¿No puedo.?
No. Ahora no.
— Si. Porsupuesto. Sólo deberías avisarme. Hubiera preparado algo para recibirte. — Cómo más precaución por ejemplo.
— Sólo llévame a un buen restaurante. Con eso es suficiente.
— ¿Dónde vas a quedarte.?
Esperó que no se le ocurra que en mi casa. Cristina está ahí. Mi Nana también.
— No voy a incomodarte, si es lo que te preocupa. Sé que si me quedó en tú casa no podré dormir.
Menos mal.
— Dormiré en un hotel.
— ¿Cuántos días te vas a quedar.?
— Una semana.
¿Tanto tiempo.? ¿Qué debería hacer.? Tal vez deba mandar a Cristina con sus padres. Ahí es imposible que la vea.