Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Sabiduría
Cuando la niña despertó, Andi estaba a su lado, tomándola de la mano. Se secó las lágrimas al ver que la niña abría los ojos lentamente.
—¿Andi que me pasó?— la niña preguntó.
—Mi amor, te desmayaste.
—¿Por qué?
—Porque tu cuerpo está un poco débil.
—¿Tengo algo malo?
—No pienses en eso mi amor, todo va a estar.
—¿Dónde está, Kevin?
—Está firmando unos papeles. No tarda en venir. Mientras lo esperemos, ¿puedo preguntarte algo, hermosa?
—¡Que!
—Hoy me llamaron de tu escuela y me hicieron ver un dibujo que vos dibujaste— dijo Andi, sacando el dibujo de su bolso para mostrárselo a la niña—. Me gustaría saber quiénes son.
—La seño nos dijo que dibujáramos a nuestra familia. Esta soy yo— se apuntó con el dedo en el dibujo— ,esta sos vos y este es Kevin.— continuó.
Hay errores que son inocentes. Andi se sintió muy feliz, pensó que Lara había dibujado a sus padres y no a ella.
—¿Y estas manchas negras, que significan?— preguntó Andi sonriente.
—Está mancha grande es mi papá Dennis que nos protege desde el cielo. Y esta mancha pequeña es mi sombra. Soy yo.
Unas cuantas lágrimas se le escaparon a Andi, esas manchas no eran unos monstruos, como todos creían; era mucho más que eso. Ese día, Andi se dio cuenta que algunos niños no vienen a aprender, sino a enseñarnos. Hay niños con una sensibilidad única y especial, con una sabiduría que los adultos no comprendemos, porque siempre están distraídos en muchas cosas y no en lo que piensa o siente un niño.
Andi abrazó a la niña con mucho amor. No sabía cómo ser madre, pero quería serlo para Lara.
Kevin entró a la habitación, le costó mucho mantenerse de pie y fingir que estaba bien, pero no iba a arruinar ese hermoso momento.
Minutos atrás, la madre de Kevin le llamó para decirle que su papá había tenido un accidente en el cual falleció, y que no se apareciera en el funeral a no ser que decidiera volver a casa con su hija y Diana.
Andi se dio cuenta que Kevin no estaba bien, noto tristeza en sus ojos, le llamo con señas y él se acercó a ellas. La niña también detectó su tristeza.
—Perdón Kevin, no quise preocuparte— le dijo a Kevin y le abrazo.
Él, en su pequeño hombro, se echó a llorar. Andi estiró la mano hacia él para acariciar su espalda y acompañarlo en lo que le estuviese pasando.
La madre de Kevin nunca supo con certeza qué era el amor. Tomó el vaso de jugo y se lo tiró a Diana en la cara.
—¡Eres una gran pelotuda!— le gritó, la señora con toda su furia.
Diana, en silencio, maldecía a la madre de Kevin. Intento limpiarse, pero de pronto sintió un golpe en la cara. Pensó que todo esto terminaría el día que la obligó a desaparecer, pero no, una vez más estaba obligada a soportar esta desgracia.
—Pensé que eras más inteligente que tu hermana, pero sos más boluda— comentó Leticia.
—¡Andi, se arrepentirá de tomar algo que no le pertenece!— contestó Diana, con un tono amenazante.
—Has lo que tengas que hacer, pero recupera a mi hijo y a mi nieta.
Andi asustada por el revuelo en el rostro de Kevin, sacó a Kevin un instante de la habitación.
—¿Qué pasó, Kevin?— preguntó Andi.
—Mi padre falleció.
Andi guardó silencio unos minutos y luego envolvió a Kevin en sus brazos. No tardo en entender cómo se sentía su esposo; ella aún estaba de duelo y comprendía esa experiencia, ese espejo de la vida, ese dolor que tarda en cicatrizar.
Estaba permitido llorar, pero no ser estéril a la realidad.
—Mi madre me prohibió despedirme de mi papá.— dijo Kevin, recuperando un poco el aliento.
—Tu mamá no puede prohibirte nada, Kevin.
—Estoy cansado que todo sea a su manera, pero esta vez no se la voy a pasar. ¿Te gustaría acompañarme, Andi?
Andi rodeó los dedos de Kevin con los suyos: — Yo no soy enemiga de tu madre, ni tampoco quiero serlo, pero ahora sos mi esposo y mi deber es estar a tu lado, claro que me gustaría acompañarte— fue la respuesta de Andi.
—Gracias, Andi.
La niña quedó a cuidado de la ex cuñada de Andi.
Andi no pudo ignorar la mirada de Leticia; la miró directamente a los ojos mientras entraba al salón velatorio, tomando la mano de Kevin.
A Leticia no le importaba si su marido estaba muerto o vivo; lo único que le importaba era que su hijo hiciera lo que ella quisiera para entender que su hijo la quería; de lo contrario entendía que hijo no la quería.
—¿También quieres que me muera, Kevin?. ¿Qué hace está mal parida en este lugar?— murmuró Leticia con la voz baja, pero con el rostro enfurecido.
—No empieces a alterarte mamá, solo vine a despedirme de mi papá, si tanto te molesta la presencia de mi esposa, puedes salir un momento para respirar, tampoco nos vamos a quedar mucho tiempo.
—Por culpa de esta mujerzuela estas faltándome el respeto y eso no te lo voy a permitir.
—¿Qué vas a hacer, mamá?. Parte de mi vida ya me la jodiste. ¿Cuánto más?
—Kevin, soy tu madre y te amo. No puedes tratarme así.
—Madre es quien cuida y ama a sus hijos sin importar sus errores, sin importar su forma de pensar o ver las cosas; guiar, pero no privarle de sus deseos y sueños. Pero lo único que haces vos es quitarme mi libertad, decidir por mí mismo... y de eso ya me cansé. Ahora que lo recuerdo, en ningún momento fuiste una madre de verdad.
—Mi cielo ¿Qué es lo que estás diciendo?
—Siempre quisiste que sea el primero en todo, por eso contratabas maestros tras maestros; pasaba más tiempo con ellos que contigo. Y cuando tenía que recibir mis honores en la escuela o en facultad, nunca estabas; con nada podía satisfacerte. Ahora que papá no está, puedo decirte todo en la cara. Él siempre trataba de contenerme para que no te dijera nada, pero ahora con, libertad puedo decirte que siempre quise más Greta que a vos.
—¡Perfecto! Gracias por lo que me toca. De ahora en adelante no sos más mi hijo. La empresa quedará en manos de tu hermano.
—¡Sos increíble mamá!, pero será como vos digas.