¿Qué harías si el personaje que creaste se materializa en tu habitación? bueno eso mismo le paso a nuestra querida Arianna... quien aun no sé explica como es que eso sucedió.
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capítulo 18
El estudio fotográfico estaba envuelto en una atmósfera de caos artístico: cables en el suelo, reflectores apuntando en todas direcciones y un estilista retocando a toda prisa el peinado de una modelo antes de su toma. En medio de todo, Caleb se encontraba parado frente a un fondo gris, con la camisa parcialmente desabrochada y expresión de absoluto desconcierto.
—¿Seguro que tengo que mirar así? —preguntó, frunciendo el ceño, mientras un fotógrafo le daba instrucciones desde detrás de la cámara.
Arianna, sentada al costado del set, no pudo evitar reír en voz baja. Se acercó a él y le colocó bien el cuello de la camisa, antes de susurrarle:
—No pienses tanto. Solo mírame como cuando quieres que cocine para ti… ese tipo de mirada.
Caleb arqueó una ceja, divertido.
—¿Seductora o hambrienta?
—Ambas —respondió ella, entre risas.
El fotógrafo aprovechó ese instante y disparó varias veces. Caleb, sin notarlo, comenzaba a relajarse. Su sonrisa natural, su postura ligeramente inclinada hacia Arianna, su mirada enfocada… todo se volvió material perfecto para la lente. La sesión continuó con cambios de vestuario y poses más complejas, pero cada vez que dudaba, bastaba con que Arianna lo animara con una palabra o un gesto para que recuperara la confianza.
—Él no es modelo, ¿verdad? —susurró uno de los asistentes a Arianna mientras revisaban las tomas—. Tiene algo... magnético.
Ella sonrió con orgullo.
—Aún no lo es. Pero lo será.
Más tarde, después de un almuerzo rápido en el estudio, se dirigieron a su primera clase de actuación. El aula era pequeña, con un espejo enorme cubriendo una de las paredes y varias sillas dispuestas en círculo. El profesor, un hombre excéntrico con lentes redondos y acento europeo, pidió a todos que se presentaran y luego los invitó a hacer un ejercicio de improvisación.
—Vamos, señor Caleb. Imagínese que acaba de descubrir que su amada lo ha traicionado. Exprese lo que siente... sin palabras.
Caleb parpadeó. Luego giró la cabeza hacia Arianna, que lo miraba desde una esquina de la sala. Ella le sonrió, dándole ánimos. Él cerró los ojos un segundo y, al abrirlos, su mirada estaba cargada de una emoción inesperada: rabia, confusión y tristeza. Dio un paso adelante y apretó los puños. El silencio en la sala era total. El profesor lo observaba con atención. Luego, Caleb soltó un suspiro, se llevó una mano al pecho y giró sobre sus talones, alejándose con lentitud.
—¡Bravo! —exclamó el profesor, aplaudiendo—. Crudo. Instintivo. Lo que necesita un actor auténtico.
Arianna lo aplaudió discretamente, y Caleb caminó hacia ella, todavía un poco inseguro.
—¿Eso fue suficiente?
—Fue perfecto —le dijo ella, tocándole el brazo con suavidad.
Él se quedó quieto un momento, observando su mano sobre la suya, y luego la miró a los ojos.
—No sabía que esto podía sentirse tan real.
—A veces, el arte solo necesita un poco de verdad para funcionar —respondió Arianna en voz baja.
Cuando salieron del edificio, el cielo comenzaba a oscurecer. La ciudad ya estaba encendiendo sus luces, y una brisa fresca rozó sus rostros. Caminaron en silencio por un rato hasta que Caleb habló.
—Gracias por estar conmigo en todo esto.
—¿A dónde más iría? —respondió ella con una sonrisa, pero luego su tono se volvió más suave—. No lo digo solo por ayudarte. Me gusta verte crecer… descubrir este nuevo mundo. Me hace sentir que estás construyendo algo propio.
Caleb la observó por unos segundos, como si intentara memorizar su rostro. Luego asintió.
—Y quiero que estés ahí cuando lo logre.
Arianna bajó la mirada, algo ruborizada, pero no dijo nada más.
Ambos siguieron caminando, con la distancia entre ellos cada vez más corta, no solo en los pasos, sino en el corazón.
Gracias por esto...