Serafina Brooks. Nunca se imaginó después de una tranquilidad y divertida noche. En el transcurso a su casa seria secuestrada y vendida a unos de los hombres más ricos de Medio Oriente.
Lo que ella nunca espero que se enamoraría el bastardo cínico y de corazón frío que la compró como si fuera una cosa. Odiara a ese hombre, lo aborrece por hacerla sentir cosas que no debería en sus circunstancias.
Pero usará ese enamoramiento enfermizo en una escapatoria para su libertad. Desear a ese bastardo ya es bastante malo. Necesitarlo es repugnante.
¿Podrá la lujuria y la obsesión ser más fuerte de su deseó de volver a casa o se convertía en algo mucho peor?
Es un pajaro bonito en una jaula dorada. Un pequeño secreto sucio. Pero cuando la jaula se rompe. ¿Podra aprender a vivir sin ella? ¿Sin él?
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CAPITULO 12 *SOY DE MALEK*
...TE VES PASABLE...
...SERAFINA ...
Después de esa noche, algo cambió. O tal vez todo estaba en mi cabeza.
Ese dueño burlón no debería haber cambiado nada, pero la palabra, una vez dicha, parecía estar constantemente presente en la habitación con nosotros, como un elefante rosa gigante imposible de ignorar.
Dueño.
Dueño, dueño, dueño.
Ahora me sentía muy cohibida, muy consciente de que Malek era mi dueño. Este hombre realmente podría hacerme cualquier cosa. Racionalmente, ya lo sabía, pero mi subconsciente solo trata de maquillarlo de alguna manera, o simplemente no quería ver la realidad. Pero la palabra dueño de alguna manera me hizo el hecho más real.
—Samir quiere reunirse contigo —Dice, rompiendo con el silencio que había caído desde mi llegada al comedor.
Levanté la vista, y me encontré con la penetrante mirada marrón chocolate y tragué.
—¿Él está viniendo? —Mi voz salió más aguda de lo que me hubiera gustado.
—No —Contestó —Quiere encontrarse contigo en terreno neutral—. Sus labios se curvaron ligeramente y sus ojos brillaron con irónica diversión. —Dijo que quiere que te sientas cómoda en su presencia cuando hables.
—Así que tiene algo de decencia humana —Siseo. Mientras Malek toma un sorbo de sus café.
—No seas ingenua. Básicamente significa que acepta mis condiciones pero primero quiere calmar su conciencia. Para darse una palmadita en la espalda por ser una buena persona.
—¿Siempre has sido tan cínico? —Pregunto.
Aunque esta vez no podía decir que no estuviera de acuerdo con él. Si Samir realmente fuera una buena persona, se negaría a utilizar a una persona que había sido comprada para él, punto.
—No soy un cínico —responde airoso. —Soy realista.
Burlándome, puse los ojos en blanco.
—Entonces, ¿me llevarás a Dubai? —Mi corazón se aceleró ante el pensamiento. Dubai significaba una oportunidad de escapar.
—Sí. Pero no te emociones demasiado—. Me mira fijamente. —Te estaré vigilando, siempre.
Mi estómago se apretó, esa extraña timidez se hizo evidente de nuevo. Dueño.
—¿Qué, vas a ser la tercera rueda? — Le pregunto, aclarandome un poco la garganta y riendo entre dientes. —Eso sería un poco incómodo, ¿no?
Malek exhaló un suspiro.
—Teniendo en cuenta los rumores, a Samir no se le puede ver a solas con un hombre o mujer. Mi presencia eliminaría cualquier sospecha. No parezcas tan emocionada.
Tampoco me entusiasma perder el tiempo en esto.
—Bien —dije. Francamente, no me importaba que él estuviera allí. Su presencia haría que su hermano se comportara. No tenía idea de qué esperar de Samir. Al menos Malek me resultaba familiar. —¿Dónde vamos a encontrarlo? —Mire mí ropa. —¿Puedo ir allí con esta ropa? No tengo exactamente nada sofisticado—. La gente de Malek me había traído algo de ropa, pero era sencilla y no me quedaba muy bien.
—Nos encontraremos con Samir en un restaurante. Tendrás que ponerte algo decente—. Se levantó y salió de la habitación. —Ven.
Un poco confundida, lo seguí. Solo a medio camino de la habitación de Malek me di cuenta de que ni siquiera había cuestionado su orden. Eso fue más que un poco alarmante. Seguramente me habían lavado el cerebro, ya para que pensara que este hombre podía darme órdenes, ¿verdad? ¿Verdad?
Todavía había estado reflexionando sobre ello cuando finalmente llegamos a la habitación de Malek.
No me había percatado de la caja rectangular blanca sobre la cama. Malek ya estaba sentado en su sofá con las piernas cruzadas. Analizándome como si fuera una rata de laboratorio.
— Ábrelo es para ti. Ya me imaginaba que algo así podía pasar y tienes que parecer como mujer de negocios en el restaurante para evitarnos que la gente hablé.
Me siento en la en orilla de la cama, con los dedos medios temblorosos destapó la parte superior de la caja. Mi saliva queda en camino sin poder tragar.
Un vestido azul oscuro con mangas largas a los lados y escote redondo formal pero sin perder ese toque juvenil. Deslumbraba riqueza, que se puede esperar. De unos de los hombres más ricos de Medio Oriente.
Me levanto con la caja en la manos y me dirijo a su vestidor deslizando con el pie el compartimiento de la puerta. Lo levantó con cuidado y sostengo frente de mí, es más largo de lo que pensé: ¿Habrá Malek elegido el vestido para mí? Porque si es así el idiota tiene buenos gustos.
Mientras admiraba el vestido no había caído cuenta de los elegantes trajes que estaban tendidos ordenadamente en cada escaparte y de repente me imaginé a malek poniéndoselos: abotonadosé la camisa, abotonando los puños, sus largos dedos leonados abrochando rápidamente los botones antes de anudar una corbata alrededor de su cuello bronceado.
Mordiéndome el labio.
Me sacudí con el extraño pensamiento (¿por qué estaba pensando en cosas tan tontas?). Mejor me concentro en el vestido y en cambiarme rápidamente, mientras me examinaba en el espejo.
Aparte del vestido había encontrado unos tacos negros de punta puntiaguda y un collar plateado con sus respectivos aretes. Con esto ahora sí ya me sumaba unos años más a los realmente tenía o capas era el objetivo aparentar lo que no era para no levantar sospechas. Para que la gente pensará que solo era una tranquilidad y normal cena de negocios. Aunque no estaba tan lejos de la realidad.
Aunque no estaba segura de cómo me sentía al usar esté tipo ropa, simplemente no era mi esencia. El mero pensamiento de quién era mi proveedor hizo que mi estómago se retorciera de manera divertida. Lo hacía... incómodo, recordándome al dueño y lo que la palabra me hacía sentir. Cómo otra marca de su propiedad. Propiedad de Malek.
Soy de Malek.
Cristo, ¿por qué me concentraba tanto en eso?
—Date prisa —llegó la voz impaciente de él desde fuera del armario. —Tengo negocios que atender en la ciudad antes de nuestra reunión con mi hermano. Tienes medio minuto.
—Medio minuto, ¡estoy lista, Jesús! —Respondí, con burla, saliendo del armario. —¿Por qué siempre eres tan mandón? ¿Y qué tipo de negocios puedes hacer en un fin de semana?
Él no respondió, sólo le miró con extrañeza.
—¿Qué? —Dije, mientras me miraba a mi misma.—Me veo fantástica. Aparte es lo que tú elegiste así que no te quejes.
—Te ves pasable — murmuró, dándose la vuelta y saliendo de la habitación. —Vamos.
Lo fulminé con la mirada durante todo el camino hasta el helicóptero. Incluso el hecho de que se me permitiera salir por primera vez en lo que pareció una eternidad apenas y lo registre. ¿Pasable? Nadie había dicho nunca que mi aspecto fuera pasable.
Puede que no me hubiera gustado mi apariencia de niña bonita cuando era niña, pero sabía que me veía objetivamente bien.
Pero, por supuesto, Su Majestad no quedó impresionado.