Diana Johnson, una mujer exitosa pero marcada por la traición, muere a los 36 años tras ser envenenada lentamente por su esposo, Rogelio Smith, un hombre frío y calculador que solo la utilizó para traer de vuelta a su verdadero amor, Maribel Miller. Sin embargo, el destino le da una segunda oportunidad: reencarna en el cuerpo de Mara Brown, una joven de 20 años sin hogar, desamparada pero con una belleza natural escondida tras la suciedad y la miseria. Con todos los recuerdos, habilidades y contactos de su vida pasada, Diana (ahora Mara) planea retomar lo que le arrebataron y vengarse de quienes la traicionaron.
Pero en su camino de venganza, conoce a Andrés García, un seductor mujeriego que parece tener más capas de las que muestra. ¿Será Mara capaz de abrir su corazón al amor otra vez, o la herida de su traición pasada será demasiado profunda?
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Caminos Peligrosos
Rogelio no podía soportarlo más. La indiferencia de Mara lo estaba volviendo loco. Cada vez que la veía caminar por la oficina, evitando su mirada y respondiendo con frialdad, sentía como si le estuvieran arrancando el alma. Sabía que estaba perdiéndola, y eso lo aterrorizaba.
Esa noche, mientras estaba sentado en su estudio con una copa de whisky en la mano, tomó una decisión. Si quería estar con Mara, tenía que eliminar el obstáculo que lo mantenía atado: Maribel.
"Es la única forma", pensó mientras apretaba los dientes. Sabía que Maribel no iba a permitir el divorcio fácilmente, no con las pruebas que tenía contra él. Pero si ella ya no estaba...
—Esto termina aquí murmuró, con los ojos llenos de determinación.
Mientras Rogelio tramaba su oscuro plan, Mara disfrutaba de una noche diferente. Andrés la había invitado a una exclusiva discoteca de la ciudad, y aunque ella inicialmente dudó, terminó aceptando.
En el interior del lugar, la música vibraba con fuerza y las luces de colores iluminaban a la multitud. Andrés no dejaba de mirarla, fascinado por cómo Mara se movía con elegancia en la pista de baile. Ella, consciente de la atención que despertaba, decidió dejarse llevar un poco por el momento.
Andrés se acercó más a ella, tomando su cintura con suavidad mientras bailaban. Sus cuerpos estaban tan cerca que la tensión entre ellos se volvió palpable. Mara sentía la intensidad de su mirada y, aunque sabía que no debía ceder, algo dentro de ella la empujó a no detenerse.
—Mara... no puedo más dijo Andrés al oído, con voz ronca.
Ella lo miró, sin decir nada, y permitió que la guiara hacia el baño de la discoteca. Cerraron la puerta tras ellos, y en un instante, Andrés la empujó contra la pared, besándola con una pasión desbordante y un instante bajo a su vagina y la chupo con una intensidad exquisita, que la hizo salir un gemido fuerte de placer tuvo un orgasmo.
Mara se dejó llevar por el momento, respondiendo a sus caricias con la misma intensidad. Sus manos recorrían sus cuerpos con urgencia, y por un breve instante, Mara olvidó todo: su venganza, sus planes, incluso a Rogelio.
Cuando todo terminó, Andrés la abrazó con fuerza, como si temiera que ella desapareciera.
—No sabes cuánto te amo, Mara susurró, sin soltarla.
Ella no respondió. Mientras se arreglaba la ropa y se miraba en el espejo, volvió a recordar cuál era su verdadero propósito. Esto no había sido más que un desliz, una distracción que no podía permitirse.
—Es tarde, Andrés. Deberíamos irnos dijo con frialdad, dejando a Andrés desconcertado por su cambio de actitud.
Mientras tanto, Rogelio daba los últimos pasos en su plan. Había contratado a alguien que "se encargara" de Maribel. Sabía que no podía hacerlo él mismo, pero estaba dispuesto a pagar cualquier precio para liberarse de ella.
—Pronto, Mara. Pronto todo estará listo, y nadie nos detendrá murmuró, mientras guardaba una foto de ella en el bolsillo de su chaqueta.
Pero lo que Rogelio no sabía era que Mara también estaba jugando su propio juego, y que cada uno de sus movimientos lo llevaba directo a una trampa que ella había diseñado meticulosamente.
Los caminos de Mara, Rogelio y Andrés estaban cada vez más entrelazados, y las consecuencias de sus acciones pronto los llevarían a un punto de no retorno.