Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
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Mensaje de texto.
Mi-Ra entró a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella con suavidad. La habitación, una muestra de lujo y elegancia, estaba diseñada para reflejar su estilo personal, y aunque solo tenía 19 años, ya había logrado crear un ambiente que combinaba comodidad y sofisticación con toques sofisticados.
Las paredes estaban decoradas con un tono suave de gris claro, que contrastaba con los detalles en dorado en los marcos de los espejos y cuadros. La cama, grande y con un cabecero tapizado en terciopelo de color gris perla, ocupaba el centro de la habitación. Sobre la cama descansaba una manta de lujo de lana merino, de un tono azul suave que combinaba perfectamente con las almohadas decorativas de seda que tenían detalles dorados. A los pies de la cama, un elegante banco en madera lacada y tapizado con terciopelo negro, ofrecía un lugar adicional para descansar.
Las ventanas, grandes y con vistas al jardín bien cuidado de la mansión, estaban cubiertas con cortinas de un delicado tono beige que se abrían a la luz del atardecer. Un elegante escritorio en el rincón opuesto a la cama, con una lámpara moderna de diseño minimalista, estaba perfectamente ordenado. Al lado, una silla de diseño elegante, con cuero negro y detalles en metal, invitaba a sentarse y disfrutar de la vista o leer.
Un armario walk-in, que se extendía a lo largo de toda una pared, estaba lleno de ropa de diseñador, zapatos de tacón alto y accesorios, todos perfectamente organizados. El estilo de Mi-Ra se notaba en la mezcla de elegancia juvenil con toques de sofisticación, usando colores neutros con toques de colores metálicos y detalles de lujo. En una esquina de la habitación, había una mesa de tocador con un espejo grande, donde Mi-Ra guardaba su maquillaje y productos de belleza, todos cuidadosamente organizados en pequeños estantes. La luz suave de la lámpara de mesa iluminaba el espacio creando una atmósfera tranquila y relajante.
Mi-Ra dejó caer su bolso de mano en una silla cercana y, mientras se acercaba a su cama, cogió su teléfono móvil. Necesitaba saber cómo había estado el fin de semana de Joon-Ho, como parte de su nueva costumbre de mantenerse conectada con él fuera de las clases de tutoría. Sin embargo, también quería recordarle sobre la cita que tenían al día siguiente, sin que se le olvidara.
Desbloqueó la pantalla de su teléfono y marcó el número de Joon-Ho. El sonido del timbre llenó el aire mientras se recostaba sobre la almohada, con una pequeña sonrisa que se dibujaba en su rostro. La idea de pasar tiempo con él, incluso por motivos de trabajo, la hacía sentirse un poco nerviosa, pero también emocionada. Sabía que Joon-Ho era un hombre difícil de leer, pero las pequeñas interacciones entre ellos la mantenían intrigada. Después de unos segundos, el teléfono de Joon-Ho sonó y, finalmente, su voz grave y tranquila apareció en la línea.
—Hola, Mi-Ra. —respondió, con su tono relajado y amable.
Mi-Ra sonrió al escuchar su voz, disfrutando de la familiaridad en sus palabras.
—¡Hola, Joon-Ho! ¿Cómo estuvo tu fin de semana? —preguntó, con tono curioso pero amistoso.
Joon-Ho dejó escapar una pequeña risa, como si su respuesta fuera algo que le causara gracia.
—Bastante tranquilo, la verdad. Me tomé un descanso y me quedé en casa. ¿Y el tuyo? —contestó, antes de preguntar por su día.
Mi-Ra se recostó más en su almohada, dándole un pequeño toque de coquetería a su tono.
—El mío estuvo bien. Aunque, no voy a mentir, he estado esperando nuestra clase de tutoría de mañana. —dijo, recordándole el compromiso sin dejar de ser natural. —Solo quería recordarte que tenemos la cita para las clases de mañana. Estaré lista a la hora que me digas.
Joon-Ho pareció hacer una pausa, y Mi-Ra pudo escuchar el leve crujir de lo que parecía ser una silla al moverse, indicándole que tal vez estaba acomodándose.
—Claro, no lo olvido. —dijo, de manera tranquila y casi en tono bromista. —¿A qué hora quieres que llegue? Soy todo tuyo para la "clase".
Mi-Ra sonrió ante su respuesta. La forma en que Joon-Ho se refería a ella siempre tenía ese toque de confianza y desinterés que a veces la desconcertaba, pero a la vez, la hacía sentir importante. No sabía si sus sentimientos por él eran completamente claros, pero algo dentro de ella lo hacía seguir queriendo estar cerca de él, como si todo fuera un juego. Aunque la intimidad que han compartido hasta el momento la tiene más que feliz.
—¿Qué te parece a las 4? —sugirió Mi-Ra, mirando el reloj en su mesita de noche mientras se acomodaba en la cama. —Así tendremos tiempo de repasar bien todo. Y después, si te parece bien, podríamos tomar algo o... solo descansar en mi cama, claro.
Joon-Ho pareció pensativo por un momento, como si estuviera considerando la oferta, antes de responder.
—Perfecto. A las 4 estaré ahí. Y en cuanto a la invitación para algo después... veremos cómo va la clase, ¿sí? —dijo, con una pequeña risa al final que hizo que Mi-Ra se sintiera aún más nerviosa y emocionada.
Mi-Ra, sonrojada sin poder evitarlo, asintió como si pudiera verlo, aunque estaba claro que él no la estaba viendo en ese momento.
—Genial. Nos vemos entonces, Joon-Ho. ¡Hasta mañana! —respondió con una sonrisa que se hizo más amplia.
—Hasta mañana, Mi-Ra. —respondió él, y luego colgó.
Mi-Ra se quedó unos segundos mirando la pantalla de su teléfono, pensando en cómo las pequeñas interacciones con Joon-Ho siempre lograban dejarla pensando en él por más tiempo del que le gustaría admitir. Sabía que él tenía una manera especial de hacer que cada conversación se sintiera única, como si fuera una especie de reto que no podía dejar de intentar resolver.
Se recostó en la cama, mirando al techo, pero sus pensamientos seguían centrados en Joon-Ho. Tal vez mañana sería un día importante. Podría finalmente acercarse más a él, o tal vez no. Solo el tiempo lo diría.
La tarde transcurría en la elegante casa de Mi-Ra, un espacio perfectamente decorado que reflejaba su personalidad: delicada y meticulosa, pero con un toque de audacia que solo quienes la conocían bien podían identificar. Joon-Ho llegó puntual, como siempre, con su portafolio en mano y una expresión serena que no dejaba adivinar el tumulto de pensamientos que a veces lo acompañaban al encontrarse con Mi-Ra.
—Hola, Joon-Ho. Justo a tiempo —dijo ella, abriendo la puerta con una sonrisa encantadora que parecía iluminar el ambiente.
—Hola, Mi-Ra. Espero que estés lista para la clase de hoy. He preparado algunas cosas que creo que podrían ser útiles para ti —respondió él, manteniendo su tono profesional.
Ella lo condujo hasta la mesa del comedor, donde ya tenía todo preparado: libros, cuadernos y una bandeja con café y pastelillos. Joon-Ho tomó asiento frente a ella, agradeciéndole por la hospitalidad, y comenzó a explicar los temas del día.
Mientras hablaban, Mi-Ra lo observaba detenidamente, fascinada por su manera de explicar. Su voz era firme pero tranquila, y sus gestos mostraban una confianza que ella encontraba irresistible. A medida que la clase avanzaba, decidió poner en marcha un plan que había estado ideando desde hace días.
Fingiendo ajustar su postura, deslizó una pierna lentamente debajo de la mesa hasta que rozó la pierna de Joon-Ho con la suya. El contacto fue tan sutil que al principio parecía accidental, pero cuando él levantó la vista, notó la expresión juguetona en los ojos de Mi-Ra.
—¿Estás bien? —preguntó él, con una mezcla de confusión y curiosidad.
—Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas? —respondió ella con naturalidad, mientras volvía a rozar su pierna, esta vez de manera un poco más evidente.
Joon-Ho apartó la mirada, tratando de concentrarse en el libro frente a él. Pero el gesto no pasó desapercibido para Mi-Ra, quien disfrutaba viendo cómo el siempre serio y controlado Joon-Ho parecía perder un poco de su compostura.
—Creo que este punto aún no me queda claro —dijo ella, inclinándose hacia él, lo suficiente como para que su perfume lo envolviera y la cercanía se sintiera casi íntima. Su escote era tal en su blusa que apenas cubría sus pechös.
—Claro, déjame explicarlo de nuevo —dijo él, aclarando su garganta y tratando de recuperar el control de la situación.
Mientras hablaba, Mi-Ra mantuvo el contacto con su pierna, moviéndola lentamente de una manera que parecía casual pero que tenía una intención clara. Joon-Ho intentó ignorarlo, pero la tensión en el aire era palpable, y no podía negar que estaba comenzando a afectarlo.
Finalmente, Mi-Ra se inclinó hacia él, apoyando su codo en la mesa y su barbilla en su mano, con una sonrisa que mezclaba inocencia y picardía.
—Eres muy bueno explicando, Joon-Ho. De verdad, no sé qué haría sin ti —dijo, su tono suave pero cargado de insinuación.
Él la miró, sintiendo que estaba cruzando una línea que no estaba seguro de cómo manejar. Pero antes de que pudiera responder, Mi-Ra deslizó un sobre hacia él, deteniéndose justo frente a su mano.
—Esto es para ti. Es un agradecimiento por toda la ayuda que me has dado. Sé que no lo esperabas, pero quiero que lo aceptes —dijo, mirándolo fijamente a los ojos.
Joon-Ho tomó el sobre con cierta vacilación, notando que era más pesado de lo que esperaba. Lo abrió y encontró una suma considerable de dinero.
—Mi-Ra, esto es demasiado. No puedo aceptar algo así —dijo, aunque su voz mostraba más sorpresa que rechazo.
—Claro que puedes. Has hecho mucho por mí, Joon-Ho, y quiero que lo tengas. Por favor, no lo rechaces —insistió ella, sonriendo de manera encantadora.
Después de unos segundos de silencio, Joon-Ho finalmente asintió.
—De acuerdo. Gracias, Mi-Ra. Lo usaré bien —dijo, guardando el sobre con cuidado.
Lo que Mi-Ra no sabía era que Joon-Ho ya tenía planes para ese dinero. Con él, podría saldar la deuda del hospital de su madre y, además, acercarse un poco más a su sueño de comprar un apartamento para Soo-Yeon y para él o pagar la boda si nota que su ahora novia es tradicional. Pero mientras miraba a Mi-Ra, con su sonrisa triunfante y sus ojos llenos de interés, supo que tendría que ser cuidadoso. Ella no era alguien que se diera por vencida fácilmente, y él caminaba en un terreno cada vez más resbaladizo.
La relación entre ellos había tomado un giro inesperado, y Joon-Ho sabía que lo que viniera después podría complicar aún más las cosas. Pero, por ahora, decidió concentrarse en lo que realmente importaba: cuidar de su madre y planear cómo construir un futuro con Soo-Yeon, mientras intentaba mantener la distancia emocional que necesitaba con Mi-Ra.