Una Novia Para El Príncipe

Cuando estuvieron listos, Mia le dio instrucciones a Stephy para cuidar a Julie. Se fueron en la limosina custodiados por Román y otros guardaespaldas.

Pasaron por muchos lugares hermosas, Mia estaba fascinada con lo que Sebastián le enseñaba se fueron a comer aun pequeño restaurante no había gente.

— Tienes algo que ver al respecto.

— ¿A qué?

— A que no haya gente.

— Si, quería tener privacidad, tú sabes los dos solos. Sin la mirada de los curiosos—  Tocándole mano.

— De verdad te estas ganando muchos puntos, con todo esto— Sonrió Sebastián se echo a reír, como amaba esa manera de reírse, amaba todo de él.

— Eso me alegra, aún no hemos ido al plato fuerte.

— Por favor, Sebastián. Si es lo que creo te estas pasando— Aguantando las ganas de reírse.

—Sabes lo que es pasar casi un año sin ti. Te confieso que estuve con otra mujer ni siquiera con Helen, yo nunca hago eso pero no dejaba de pensar en ti. Bueno si estuve con una chica en realidad no llegamos a nada, decidí dejarla en su casa. Eres la única dueña de mi corazón— le beso la mano con cariño.

Mia no quiso preguntarle por Helen, a fin de cuenta es su novia y futura esposa, Sebastián la miraba como si estuviera esperando a que le dijera lo mismo.

—¿Cómo fue tu relación con Frank?

“¿Fue? Si supiera que aún sigo siendo su novia” pensó, ella sin mirarlo a los ojos.

—Es un chico muy bueno siempre se ha portado de lo mejor conmigo y Julieta.

—¿Lo llegaste amar?

—No—. Se apresuro a decir— Quiero decir lo quiero pero no lo amo, es como un cariño de amigos.

— Pero él no sabe eso ¿Cierto? Se que Frank si te ama a ti. ¿Cómo tomo la noticia que ya no eran novios?— Mientras comía un bocado de su comida.

Mia trago saliva, un poco nerviosa. ¿De donde había sacado Sebastián que había terminado su relación con Frank? Pero no era buena idea preguntarle. Si le decía que seguía de novio de él tal vez se molestaría y adiós a su noche perfecta. Lo mejor era decirle que se lo tomo bien y quedaron como amigos. Cuando llegaran a Villa Hermosa hablaría con Frank sobre que no podían estar juntos.

—Pues se lo tomo bien, y quedamos como amigos— Esperando a que se lo creyera.

— Que bien— sonrió— Es quiero decir que te tengo solo para mí.

Solo era una mentira, la última que le diría se prometió. Siguieron hablando mientras comían a gusto hasta que salieron hacia la terraza del restaurante.

—Vous avez l'air si beau au clair de lune, Je t'aime— Le dijo susurro la oído, de una manera seductora.

—¿Que significa eso? — Sonrió.

— Te ves tan bella a la luz de la luna, te amo— Le beso la mejilla.

—Yo también te amo—  Sus ojos se llenaron de lágrimas por la emoción, nunca se había sentido tan feliz con alguien que amara tanto como a Sebastián.

— Se que queremos que esta noche nunca termine pero debemos regresar. Julie debe de estar  extrañarnos— Se fueron del local, se montaron en la limo de vuelta al hotel, al llegar Sebastián despidió a su equipo de seguridad, subieron el ascensor agarrados de la mano.

Cuando entraron, Stephy estaba pasando a Julie lloraba a todo pulmón.

—No he conseguido calmarla— parecía agobiada.

—Tranquila, yo me encargo de ella— Sebastián la tomo en sus brazos para consolarla enseguida dejo de llorar como por arte de magia comenzó a sonreírle al ver a su padre— Ven, princesita. Papá te va a contar una historia.— Entro a la habitación.

—El príncipe nació para eso— Se rio la niñera—Wow he quedado sorprendida como la niña dejo de llorar al verlo.

—Si, estoy igual que tu, ella sabe que esta en brazos de su padre— Sonrió feliz.

—Eso si, yo me voy a dormir. Buenas noches.

—Buenas noches, Stephy— la niñera se fue a su propio cuarto.

Mia entro a la habitación de Sebastián que ahora compartían porque así lo quería “Su Alteza” eso la hizo reír, se fue al baño donde se quito el vestido, se dio una ducha rápida, se coloco la pijama y se fue acostar a la cama.

Al rato entro Sebastián.

— Y ¿Julie?— Se acerco a él para abrazarlo por la cintura, Sebastián la sostuvo más cerca de su pecho para luego darle un beso cariñoso en su frente.

—Profundamente dormida, me costo un poco. No paraba de reír y a jalarme la corbata, ella pensaba que era divertido tratar de ahorcarme— riéndose y Mia también se rio.

—Es que te ama, es feliz cuando esta contigo. Así como lo estoy yo— Ella lo jalo y él cayo encima de ella, se besaron un largo rato.

—Siempre voy a recordar estos días que pasamos juntos.

—Yo igual— Sebastián acaricio la mejilla de Mia antes de dejar un beso en él— podemos repetirlo más adelante.

—Seria perfecto pero Sebastián no te parece que estamos haciendo muchos planes, viviendo un sueño. Tu pronto te vas a casar y Helen va a regresar de Grecia y…

Sebastián abrazo más fuerte entre sus brazos al ver que ella trataba de no romper a llorar.

—Basta, Mia. No pensemos en eso por ahora vivamos el momentos—le beso el cuello— Nosotros somos almas gemelas, siempre vamos a estar juntos. Pase lo que pase.

Ella creyó en sus palabras. Aunque muy fondo sabía que todo iba a terminar mal. Su familia aun no la conocía y tenía la certeza cuando supiesen que tienen una hija sin estar casados la iban a etiquete de bastarda, Mia no quería ese futuro tan oscuro para su pequeña hija, que la gente la humillara y hablar de ella de esa forma, no lo iba a soportar.

Llegaron a Villa hermosa, es un día lluvioso. Todos estaban esperando recibir al príncipe en la entrada, cuando se bajaron de la limosina, todos los sirvientes. Le hicieron una reverencia.

—Buenas tardes, su alteza— Dijo el mayordomo mientras sostenía un paragua porque aún lluvia.

—Buenas tardes, Alfred—El príncipe ayudo a Mia a salir del auto.  Ya que ella cargaba a Julie.

—Su Majestad ha preguntado por usted, me dijo que cuando llegara subiera a verlo.

—Gracias, Alfred— Sonrió, todos entraron al palacio— Tienes la casa a tu disposición, mi amor. Yo voy a subir a ver a mi abuelo, cuando termine iré a verte.

—Esta bien, te espero—Se fue hacia el ascensor.

—¿A dónde vas?— le pregunto Sebastián.

—A mi cuarto, a donde más. Aquí no podemos estar juntos.

— Cierto, deseaba que te quedarás conmigo— Sus ojos se tornaron tristes.

—Pero sabes que no podemos, aun no. Debo ir a cambiar a Julie. Si no estuviera viéndonos te daré un beso.

—Pues pensamos igual, me muero por besarte.

—¡Alteza!— lo llamo el mayordomo.

—Ya voy— Mirando a Alfred que lo esperaba en el salón— Adiós princesita— acaricio la mejilla de su hija.

Subió a la habitación de su abuelo, estaba sentado en su sofá leyendo el periódico.

—¡Eh viejo!—Dijo Sebastián burlándose y cerró la puerta.

—Te salvas que no puedo caminar rápido, sino te daría par de correazos— Sebastián soltó una carcajada— Así que no me llames viejo.

—Esta bien, esta bien—alzando las manos en son de paz.

—Siéntate hijo. Tenemos que hablar de algo importante— dejo el periódico en la mesa.

—¿Sobre qué abuelo?

—Sobre la chica que metiste a vivir en el palacio ¿Tienes algo que confesarme Sebastián?— lo miro serio.

Mientras Mia acomodaba la ropa en el armario. Julie estaba en la cama entretenida viendo la TV. Después de acomodar todo, decidió llamar a Frank que seguro estaría preocupado.

—Hola Frank— Después de atenderla.

—¿Cómo estas, Mia? Y ¿Julie?

— Estamos bien, quiero verte Frank.

—¿De verdad?— aunque no podía verlo, estaba segura que sonreía de la felicidad. Pobre cuando le dijera la verdad se iba desilusionar.

—Si, necesito decirte muchas cosas, son muy importantes.

—¿Cuándo podemos vernos?

—Mañana en mi apartamento, tengo que buscar algunas cosas.

—Perfecto, después de salir del trabajo paso para allá, en serio te extraño mucho. Mi amor a ti y a Julie.

—Yo también te extraño— Esa es verdad, siempre había sido un buen amigo con Mia.

—Debo dejarte, estoy manejando no quiero causar un accidente— Dijo riendo— Te quiero.

Mia se quedo un rato callada, no podía responderle también, eso era como alimentar un amor que no sentía.

—Yo igual, adiós— Ambos colgaron casi al mismo tiempo.

—No se de que estas hablando, abuelo— Se movió incomodo en su asiento.

— Claro que sabes, por favor Sebastián. Soy el rey, se lo que pasa en mi palacio y en mi país.

—Eso lo se pero que tiene que ver Mia con todo esto.

—Mucho, porque yo se que ella y tú tienen una relación no precisamente de trabajo ¿O me equivoco?

—Esa persona que te conto eso, esta bien mal. No tengo ninguna relación con Mia— Mintió.

—No puedes engañarme, Sebastián. Prácticamente he sido tu padre desde que Luis falleció. Se que tuviste o tienes una relación con Mia. ¿Esa niña es tuya?

Sebastián no le mentía a su abuelo pero no quería decirle la verdad no ahora, si porque sería cuestión de tiempo para que todos lo supieran también.

—Abuelo, yo te diré la verdad, al fin de cuenta lo sabrás. Aunque me imagino que lo sabes, solo quieres que te lo confirme ¿cierto?

—Así es.

—Pues si es cierto, Julieta es mi hija, y yo amo muchísimo pero muchísimo a su mamá. Las quiero a las dos- suspiro con tristeza— Se que te estoy fallando, abuelo. Pero así son las cosas ¿Te sientes bien abuelo? — mirándolo con preocupación.

El rey se coloco la mano en el pecho parecía dolerle. Sebastián se acerco ayudarlo.

—Alfred, Alfred— grito asustado al ver a su abuelo descompensarse, el mayordomo apareció en segundos por la puerta—  Llama a un médico ¡ahora!