Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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Aroma
Unas verduras eran cortadas con agilidad sobre un plato de madera. De manera similar, un cuadrado de carne que había estado cocinándose en la chimenea fue retirado, liberando una gran capa de vapor que se elevó en el aire. Se percibía un aroma cálido y reconfortante.
Oliver, con cuidado y mente distraída, tomó un vaso de leche y un pan que tenía a su derecha. Sentía una especie de apuro mezclado con preocupación. Colocó todo en un plato de madera y se dirigió al cuarto donde estaba la joven, intentando mantener su usual calma.
—Dejaré esto aquí, dijo, su voz suave mientras colocaba el plato sobre una mesita a los pies de la puerta—. Puedes estar tranquila, no tiene nada raro. Saldré, así que puedes tomarlo con confianza.
Oliver, tras organizarse el cuello de la camisa ,salió en dirección al gremio.
.....
—Ah, aquí está, comentó Victoria, al ver a Oliver acercarse desde lejos.
—¿Qué tal, chicos? pronunció Oliver con un tono de familiaridad mientras se acercaba al gremio.
Las grandes puertas abiertas del lugar daban paso a un amplio espacio lleno de sillas. Al fondo, un gran mesón con vitrinas de vidrio resguardaba a varias chicas que gestionaban las expediciones de los aventureros.
Oliver se dirigió directamente hacia donde estaban sus compañeros, quienes lo saludaron con sonrisas amistosas. La calidez de aquel lugar daba inicio a la búsqueda de la nueva misión.
—¿Y bien, qué tenemos para hoy? Preguntó con un brillo de curiosidad.
—A ver qué tenemos para hoy, dijo Oliver, mientras Richard le entregaba un papel. La anticipación creció al leer la información de la misión.
**Gólem de hielo**
Requerimiento de rango de aventureros: "A"
Recomendación: Magos de Fuego
Ubicación: Pico de la montaña del sur
—Si completamos esta, estaremos listos para el examen de pasado mañana, para el ascenso de rango "S", comentó Richard con un entusiasmo que era casi contagioso.
Con una decisión firme, Oliver asintió—. Bien, decidido, la tomaremos
Oliver se acercó a la vitrina y saludó a una de las trabajadoras del lugar con una sonrisa cálida. —¿Qué hay de nuevo, Karol?
—Ah, hola Oliver. ¿Qué misión tienes ahora? preguntó Karol, interesada, mientras recibía el papel que le entregaba Oliver.
—La misión solo puede realizarse por las mañanas, así que lo mejor será ir lo más temprano posible, le explicó Karol a Oliver.
—Entiendo, muchas gracias, contestó Karol, asintiendo con gratitud, mientras le entregaban un ticket que confirmaba que la misión había sido registrada.
—Perfecto, eso sería todo por hoy. Mañana a primera hora nos vemos en la puerta sur, dijo Richard, terminando la conversación con un gesto amable.
Todos se despidieron cordialmente y siguieron sus caminos respectivos, preparándose para la misión del siguiente día.
Oliver llegando a casa volteo a ver hacia el pasillo, notando que el plato seguía ahí, —Supongo que este no fue. Comento para si mismo en un susurro mientras recogía el plato.
La tarde transcurría en una rutina tranquila para Oliver. El sol apenas comenzaba a descender cuando él ya estaba en la cocina, preparando un estofado de venado al estilo medieval, con hierbas frescas y vegetales de la temporada. Más tarde, se le veía en su escritorio, escribiendo meticulosamente en una libreta de cuero, sus pensamientos y planes para futuras aventuras.
Luego, Oliver se dirigía a la biblioteca del pueblo, un lugar lleno de estanterías de madera y libros antiguos. Tras pedir algunos volúmenes sobre historia y cartografía, regresaba a su casa y se sentaba en la mesa de la sala, sumergido en la lectura y tomando notas detalladas. Al caer la noche, volvía a su cocina, donde el aroma del estofado llenaba el aire mientras él ajustaba los sabores con precisión.
Con cuidado, Oliver sirvió un plato de madera con el estofado, lo llevó hasta la puerta y lo dejó suavemente en el suelo. Tocó la puerta con gentileza, susurrando: Aquí está la comida, puedes comer cuando quieras, en un tono calmado y reconfortante, destinado a no apresurarla.
Volvió a sentarse en la mesa cuando escuchó el suave gemido de una puerta al abrirse ligeramente. Observó en silencio cuando un brazo tímido se extendió para recoger el plato, arrastrándolo hacia el interior. Una sonrisa silenciosa se dibujó en su rostro mientras sacaba su libreta y escribía en ella pensamientos que parecían fluir desde lo más profundo de su ser.
...
Oliver organizó cuidadosamente un pan con dos huevos en un plato de madera. Lo dejó en el suelo junto a la puerta, esperando que otro día empezara con esperanza. Ajustó la espada a su costado, inhaló profundamente y, con determinación, salió de la casa, listo para enfrentar lo que la mañana le deparaba.
.....
La luz débil de la mañana apenas lograba colarse entre las nubes, tiñendo el cielo con matices pálidos. Oliver, envuelto en un gran saco que de poco le servía contra el frío penetrante, estaba de pie junto a la puerta sur de la ciudad, temblando ligeramente mientras aguardaba.
Ginna, vestida con un vestido negro que contrastaba a la perfección con el bañar del amanecer, parecía que su atuendo suave y fluido permitiera libertad al moverse. Al llegar junto a Oliver, saludó con una voz suave y apenas audible, casi como un susurro que se perdía en el viento frío: —Buenas.
—Buenas, Ginna, respondió él, levantando apenas una mano en un gesto de saludo.
Desde un costado, se oyó un suspiro quejumbroso, acompañado del crujido de unas botas. Victoria, tiritando pese a su capa de lana gruesa forrada con piel de zorro y un vestido largo de terciopelo azul oscuro, se frotaba las manos enguantadas con frustración. —¿Por qué siempre tenemos misiones en lugares donde hace tanto frío? se lamentó, sintiendo que el frío helaba hasta sus pensamientos.
—Si hace calor te quejas, si hace frío te quejas, decídete, comentó Richard mientras le recalcaba a Victoria. Richard vestía una armadura casi pesada, con de placas de acero que protegían su torso, brazos y piernas, asegurando su rol como el tanque del equipo. Sobre la armadura, llevaba una capa corta de piel de oso sobre los hombros y una túnica de lino marrón. Sus pantalones de lana le permitían moverse con agilidad, y sus botas altas de cuero estaban diseñadas para terrenos difíciles.
—Ahhhh, es muy temprano para sus peleas, cállense, murmuró Evelyn, su voz cargada de irritación y cansancio. Frotó sus ojos adormilados, intentando sacudirse el letargo de la mañana. Llevaba puesta una túnica larga de lana verde, ajustada a la cintura con un cinturón de cuero adornado con pequeñas bolsas y frascos. Su capa de viaje, hecha de un tejido grueso y resistente, la envolvía casi por completo, proporcionando un refugio acogedor contra el frío matutino. Los guantes de piel envolvían sus manos con calidez, protegiéndola del aire helado.
“Buenos días”, se saludaron mutuamente.
Bien, ya que estamos todos aquí, deberías comenzar, sugirió uno de ellos con firmeza.
Con determinación, emprendieron su viaje hacia el pico de la montaña. Después de una ardua caminata de casi dos horas, el frío se hizo cada vez más penetrante, mordiendo la piel con cada ráfaga de viento. Sin embargo, el aire helado quedó relegado a un segundo plano cuando un profundo respiro resonó en el aire, un sonido que provenía de una criatura apenas visible, oculta bajo una vasta capa de nieve.
—Entonces, ¿cómo nos organizamos? preguntó Richard, su tono calmado pero alerta. —Lo mejor sería aprovechar que aún sigue dormido. Pero la nieve podría delatarnos antes, así que iré primero con el escudo. Oliver y Ginna, sigan detrás de mí, mientras Victoria se quedará aquí… Ginna, dijo Richard, girándose para mirarla, —¿Esta vez trajiste a Sachi?.
—Así es. Ven, Sachi, sal, respondió Victoria con confianza, llamando al compañero que guardaba en su bolsa.
De la espalda de Ginna brotó una chispa de fuego, dando forma a una diminuta criatura que poco a poco se reveló como un dragón. Sus escamas brillaban con un resplandor cálido mientras se manifestaba en el aire.
El dragón, al sacudir su pequeño cuerpo, se envolvía en llamas, ofreciéndoles algo de calor a los compañeros de Ginna.
—Bien, quizás la lleguemos a necesitar, mientras se preparaba para partir.